Yo soy todos los besos que nunca pude darte por José Antonio Santano.

Yo soy todos los besos que nunca pude darte

Por circunstancias que no vienen al caso no pude en su día traer a este “Salón de Lectura” mi opinión sobre un libro de relatos tan interesante como extraordinario. Un género, el relato, tal vez olvidado en demasía. Sin embargo, cuando la palabra precisa se encadena a otra hasta formar un corpus sólido y coherente en su estructura, concibiendo forma y fondo como un mismo ente, un ser en toda su magnitud, lo que siente, mejor decir lo que vive el lector es una explosión interior, de manera que conocimiento y emoción se amalgaman hasta convertir ese momento (la lectura) en único e irrepetible. Y eso es exactamente lo que ocurre cuando el libro que se tiene entre las manos es “Yo soy todos los besos que nunca pude darte”, de Francisco López Barrios y al cuidado editorial de Dauro. Un libro que el año pasado fue merecedor, con toda justicia, del XXII Premio Andalucía de la Crítica en su modalidad de relato. Y dos relatos son los que contiene, a saber: “El Cubanito” y “Yo soy todos los besos que nunca pude darte”, que da título al libro. López Barrios sabe muy bien cómo mover los hilos del lenguaje, adentrarse de lleno en el corazón de las palabras y dibujar, sugerir lo aprehendido hasta colmar de luz toda oscuridad. La prosa de Francisco López Barrios es hermosísima y brillante a la vez, genuina porque bebe de la más grande y culta tradición literaria española, esa que a veces nos recuerda las mejores páginas escritas en lengua castellana. No se trata, pues, de contar una historia determinada, sin más rigor que enlazar una palabra tras otra, sino de cómo se cuenta esa historia, añadiendo así el verdadero valor literario a la escritura. López Barrios, además de poseer sobradamente capacidad de expresión, adereza sus relatos con ingenio, cierta ironía (frecuentemente olvidada en el panorama actual de la literatura española), grandes dotes de imaginación y sabiduría. En la primera propuesta narrativa, el relato titulado “El Cubanito”, se aprecia lo indicado en líneas anteriores. Con un tema que podría parecernos a priori tópico, el magisterio de López Barrios hace que no lo sea. No es sólo el argumento que sustenta la narración con la salida de Cuba de un padre y el hijo, sino el fondo de esa huida hacia adelante, en la búsqueda de un futuro, de una oportunidad para vivir dignamente, salir de la pobreza física y espiritual («Con la pobreza ocurre que te acostumbras a ella y sólo reconoces la mezquindad de sus carencias, la brutalidad de sus limitaciones, cuando te asomas por cualquier circunstancia a otras formas de vida») a la que está sometido todo el pueblo cubano, dejar muy atrás el pasado, en lo que había terminado la Revolución: «Convirtiendo a Cuba en una casa de putas mal amueblada, m’hijo, y lo peor es que su dueño, ciego y sordo, no escucha ya ni las voces del corazón». Una huida que padre e hijo vivirán intensamente, y en la que el amor filial aflora deslumbrador: «Llegué a querer a mi padre como probablemente nunca le había querido. Entendí que detrás de su inquietud se agazapaba un impulso fantástico que, alejándolo de la vulgaridad de su destino, lo transportaba hasta la soledad de los iluminados para hacerlo más grande, más digno de su condición humana: porque siempre conservó la pasión imprescindible, desde los lejanos días de la guerrilla en Sierra Maestra hasta sus recientes peripecias malagueñas, como para inventar el mundo, mirarlo con ojos limpios y sacudir de su existencia las argollas, físicas o psicológicas, que otros disponen para quienes, como él, nacen extramuros del poder, la riqueza o la gloria». López Barrios desarrolla un discurso narrativo apasionante, incluso cuando se trata de retratar la muerte: la del padre («También mi padre huyó primero de ser negro, y de Cuba después. Huyó del miedo, de la pobreza, de sí mismo y de los demás, y encontró a D. Rafael y a los españoles que tanto quería, y aquí quedó para siempre porque adivinó el rostro de la muerte y pareció gustarle» y la del torero Calerito, D. Rafael, el empresario de clubes malagueños. 












Es la última huida, hacia la muerte como símil del cara a cara entre toro y torero, la principal clave de esta narración sobrecogedora. De otro lado tenemos el segundo relato, que da título al libro, “Yo soy todos los besos que nunca pude darte”. Si en el primero López Barrios nos seduce con una narración hilarante y dramática a un tiempo, el segundo relato aporta una visión y concepción del mundo que, a pesar de la temática: el incesto, al ser tratada de forma tan sutil, nos parece entrañable. En el fondo (en la forma alude a la fórmula teatral: escenario y personajes) la soledad y el amor, también la muerte se amalgama en esta extraordinaria historia del asesinato de dos mujeres en la ciudad de Málaga. El paisaje de tres escenarios Granada, Málaga y Mojácar, tan cercanos al autor, la presentación psicológica de los personajes y la riqueza del lenguaje expresado en sus páginas conforman un texto inolvidable. Las secuelas de una infancia triste y solitaria del principal personaje (El Acusado) vivida junto al abuelo, militar del régimen franquista, es la clave para entender, la deriva de los afectos, salvada sólo por el extremado amor a la madre: «Mientras, el niño, que ha reanudado su marcha en silencio, observa una acuosa veladura en los ojos de Arquía, acaricia con cuidado preguntas que nadie querrá responderle, espera sin confianza respuestas que llegarán muchos años más tarde y aprende que la violencia y la locura se esconden a menudo entre quienes se reclaman responsables de su definitiva abolición… ». Con estas mimbres ha construido López Barrios un relato tan valiente como elegante, que nos muestra esa parte de la condición humana oculta, capaz de conmocionar hasta límites insospechados. Un libro de relatos que ningún lector que se precie como tal puede dejar de leer y un autor, Francisco López Barios, imprescindible en el panorama actual de las letras españolas.



Título: Yo soy todos los besos que nunca pude darte
Autor: Francisco López Barrios
Editorial: Dauro (Granada, 2015)   

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