RESULTA sorprendente comprobar que a mayor cúmulo de errores y mentiras del partido político en el gobierno de España, mayor resignación mostramos los españoles. Nadie mueve un dedo, como si nos hubiesen pegado con un potente adherente, y nuestros músculos y huesos no pudieran responder a estímulo alguno. Nuestros gobernantes, en las postrimerías de las vacaciones, vuelven a sus puestos como si aquí no hubiera pasada nada: como si las decisiones tomadas con anterioridad no afectaran a la sociedad, tampoco las que están por determinar, sin ningún tipo de escrúpulo ni vergüenza, contra sus conciudadanos. Nada les hará cambiar de estrategias políticas, continuarán con los recortes, asfixiarán cada día más a los ciudadanos con subidas de luz, agua, gas, etc.; abolirán la educación y la sanidad públicas, reiteraran sus mentiras ante la ciudadanía y los jueces, y culparán de todo lo que está pasando a los demás, que han vivido por encima de sus posibilidades, sin que se les caiga la cara de vergüenza por todos los sobresueldos cobrados, por la financiación ilegal de su partido, por la contabilidad B y por tantas y tantas otras cosas que no conocemos y, posiblemente, no lleguemos a conocer.
Vivimos en un país arruinado en el corto tiempo de dos escasos años y nuestros gobernantes siguen propagando las excelencias de sus políticas. Con toda seguridad es este el peor momento vivido por los españoles desde que se aprobó la Constitución y se nos dotó de un régimen democrático para resolver nuestros problemas. Y ha sucedido todo lo contrario: todo lo conquistado socialmente en estos últimos treinta y cinco años, ha sido destruido de un solo golpe de mano en unos meses. La sociedad española, y por lo tanto, la voluntad del pueblo español ha sido secuestrada después de las últimas elecciones, al proceder los representantes elegidos por una mayoría absoluta contra los propios ciudadanos que los eligieron. La indecencia política es, pues, el resultado de esta lamentable situación en la que se encuentra España, y los poderes políticos sus únicos responsables, que son los que han sustraído al pueblo lo que es del pueblo.
Emilio Lledó, filósofo e intelectual español de reconocido prestigio nacional e internacional afirmaba en un entrevista reciente: El mundo está fatal por culpa de la codicia y la ignorancia, y habría que añadir que, de Rajoy y sus ministros, en el caso de España.
José Antonio Santano |
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