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Francisco Lucio: El Poeta de Roquetas

Francisco Lucio



   OBITUARIO: FRANCISCO LUCIO: EL POETA DE ROQUETAS

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Francisco Lucio

Son las cuatro de la tarde del sábado 7 de agosto de 2021. Un mensaje de WhatsApp me comunica la triste noticia del fallecimiento del poeta Francisco Lucio (Roquetas de Mar, 1933), y como es natural no puedo sino entender que la vida es un suspiro, que hay un tiempo que nos pasa a todos y que, sin darnos cuenta, marcada está la hora la hora del desenlace, del último silencio, y todo acaba. No hace mucho que coincidí con Lucio en la librería Metáfora, y allí, junto a Isidoro y Carlos (padre e hijo) propietarios de dicho establecimiento conversamos sobre literatura en general y poesía en particular. Lucio se acercaba a la librería, según pude saber, todas las semanas para comprar las últimas novedades de poesía. A pesar de su edad, siempre dispuso de una mente abierta, y el caso es que leía y leía sin ningún tipo de prejuicio, sin limitación alguna. La poesía siempre marcó el itinerario de su vida. Cuando vivía en Terrasa se supo cautivo de la literatura y frecuentó los ambientes que le procuraban, además de conocimiento, experiencia y praxis para conquistar algún sueño siempre perdido en el silencio de la vigilia.


Ahora, y desde el 7 de agosto de 2021, después de superar el crítico año 2020, como lo ha sido para todos los españoles, su ausencia, de ello estoy plenamente convencido, nos deja en una profunda orfandad; su discreción, ese silencio cómplice de la sabiduría, ese estar y ser en todo su integridad, esencia de toda condición humana, y un largo etcétera de razones que se podrían resumir en su relevante y egregia figura, del humanista que fue y lo seguirá siendo cada vez que nos acerquemos a su magna obra literaria y crítica, no será fácil olvidar.


Con todo y en honor a la verdad, Francisco Lucio no puede considerarse que fuera "profeta en su tierra". Todo lo contrario, y lo digo desde el más absoluto respeto, pero también desde la pena por no habérsele reconocido en vida su magnífica aportación al conjunto de las letras hispanas, desde el ejercicio de la crítica literaria que practicó y desde, cómo no, la pura creación poética. Su ciudad natal, y lo digo sin acritud, tiene una gran deuda con uno de sus hijos, en este caso, ilustre, merecedor de la distinción que el trabajo literario significó en la sociedad española, y más concretamente, quizá, en la catalana, pero también porque supo llevar el nombre de Andalucía en su Almería y Roquetas de Mar con orgullo y honor, con la más grande dignidad que un hombre puede llevar a gala. Roquetas de Mar ha perdido a uno de sus preclaros hijos, y es de justicia reparar el olvido al que durante los años que vivió a su regreso en esta orilla del Mare Nostrum, del antiguo puerto de Al-Bayyanis o la oculta villa romana de Turaniana, testigo junto a la luna reflejada en la playa de La Romanilla o las aguas orilladas del Castillo de Santa Ana, fue sometido, aunque lo fuera de forma inconsciente. A veces ocurre, y todos contamos con claros ejemplos de ello, que el ritmo de esta vida, tan tremendamente acelerado e incomprensible, nos aboca a ignorar lo cercano, que nos pertenece por derecho propio, aquello que tanto amamos, sin más. Estoy convencido que sabremos rectificar y que haremos todo lo posible para rendir el homenaje póstumo del que es merecedor, el hombre y el poeta de Roquetas de Mar, Francisco Lucio,


Hace no mucho escribí sobre la figura poética de Francisco Lucio. Así, lo que sigue: Con algunos de sus versos incluidos en "Tiempo Romance", concretamente de su poema de tono elegíaco "No digo tu nombre en vano" (romance-glosa), en el que nos recuerda a los más grandes poetas de todos los tiempos que cantaron a España: Fernán González, Juan Ruiz, Juan del Encina, Alonso de Ercilla, Miguel de Cervantes, Gabriel Bocángel, José Cadalso, José de Espronceda, Joan Maragall, Jacinto Verdaguer, Miguel de Unamuno, Rubén Darío, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, César Vallejo, Luis Cernuda, Federico García Lorca, León Felipe, Nicolás Guillén, Jorge Guillén, Pablo Neruda, Miguel Hernández, Gabriel Celaya, Blas de Otero o Max Aub, y con el que quiero restituir del olvido a Francisco Lucio:

Francisco Lucio







«Porque hay dolor en el mundo,
 madre, porque hay gente mala
 que roba el trigo a los pobres
 y luego siembra cizaña.
 Si alguno cierra tus puertas,
 otro, más fuerte, las abra …




Era la sangre del pueblo
el oro que te quedaba…







Era la sangre más pura 
la sangre más acendrada, 
cayendo desde el camino 
al fondo de la barranca…


Dales de beber: su sed 
de justicia no se sacia. 
Dales de beber; y nunca 
se rompa, madre, tu cántara….
Hambre tenemos de ti, 
hambre que nunca se harta; 
de que tu ser y tu nombre 
venzan al tiempo y sus taras…

Porque tú, sueño del mundo; 
tú, tan abrupta y tan brava,
eres el solo camino,
la larga senda soñada…


Siempre belleza posible, 
tal vez sueño, mas cercana;
siempre nueva, viva siempre,
hermosa y trágica España.»

Hoy, en este día luctuoso por la gran pérdida del poeta Francisco Lucio, aún no puedo olvidar aquel día que lo viera caminando lentamente, asido al brazo de su esposa María Dolores, saliendo de la librería Metáfora, alejándose un tanto encorvado. Ya no volverá al santuario de los libros otro sábado, pero allí estaré yo, esperándolo sereno entre el bosque de libros, seguro de que su presencia seguirá habitando en las páginas de un libro, en el corazón de un hombre. Allí, siempre, Lucio resucitado en su voz de ángel, resplandeciente en las grafías de un libro. ¡Hasta siempre, Lucio, que la tierra te sea leve, amigo!


José Antonio Santano. Obituario publicado en el periódico DIARIO DE ALMERÍA

FRANCISCO LUCIO





SALÓN DE LECTURA  


JOSÉ ANTONIO SANTANO

 José Antonio Santano 

      
FRANCISCO LUCIO

FRANCISCO LUCIO






 LUCIO RESUCITADO


Como otras veces, me había citado con mis buenos amigos libreros Isidoro y Carlos Salvador (padre e hijo) en la librería Metáfora, que regentan en Roquetas de Mar. Hacía un día claro, con un cielo azul intenso y un sol que ya calentaba como si fuera primavera, cuando sólo habían transcurrido unos días de este recién parido 2020. Enfrascados en nuestra tertulia improvisada, concretamente hablábamos de poesía, Isidoro interrumpe la conversación para avisar de la entrada en la librería de un poeta, diciendo: “¡Sois tantos los poetas!, instante en el que pregunto de qué poeta se trata, a lo que responde; Francisco Lucio, se llama, y rematé yo: “uno de los grandes”. Casi no podía creerlo. Había preguntado por él a conocidos poetas y nadie nunca supo darme noticias suyas. Fue algo grandioso, como una resurrección. Lucio resucitado, Francisco Lucio estaba allí, en carne y hueso, acompañado de su esposa y yo, sin saber qué hacer ni qué decir. Me acerqué a él con el respeto y la admiración que su figura me merece, no de ahora, sino de cuando lo conocí años atrás en la presentación de algún libro o evento poético, acompañando a Julio Alfredo Egea o a Pilar Quirosa, lamentablemente desaparecidos ambos, u otros destacados poetas almerienses de aquellos años. Era tan sublime el momento de aquel reencuentro, tan esperado por creer que no sucedería nunca que, allí estaba junto a él y su esposa, conversando amigablemente de lo humano y lo divino, aunque como es de suponer, mucho más de poesía, claro está. Lucio me había devuelto de nuevo la fe y la esperanza en la poesía, en este irrenunciable oficio de poeta. Francisco Lucio, resucitado por fortuna, y frente a mí. Supe que un maldito ictus fue el causante de su larga ausencia, del incomprensible silencio que nadie supo informarme cuando tantas veces pregunté por su paradero. Hoy, todas esas adversas circunstancias ya son olvido, porque, al fin, Lucio ha regresado y a mí esa vuelta me alegra mucho.
En toda esta historia, lo que espejea con notoria insistencia, es el olvido al que sigue sometido el intelectual y el poeta grande que es Francisco Lucio. Estando en la librería Metáfora Isidoro tuvo la deferencia de obsequiarme con un libro de Lucio, “Tiempo Romance, y yo como reconocimiento a su magisterio poético, tuve a bien, regalarle mi último libro “Marparaíso”, galardonado recientemente con el “XXIV Premio Rosalía de Castro 2019”, en el que rindo homenaje a otro de los grandes poetas olvidados y Nobel de Literatura en 1977, Vicente Aleixandre. Y cosa curiosa, de Vicente Aleixandre habíamos conversado minutos antes de concluir nuestro reencuentro, lo que venía a demostrar nuestra sintonía poética. Nos despedimos con un “hasta luego”, seguro de que volveríamos a vernos. Algo muy adentro de mí me hacía pensar que esto sucedería a no muy tardar. Me prometí entonces restablecer ese inmerecido olvido al hombre y al poeta que viven en Francisco Lucio. No puede ser que a sus 87 años, este Roquetero y poeta insigne sea carne de olvido por parte de los actuales gobernantes del municipio, de las instituciones provinciales y, si me apuran nacionales, y de los propios poetas que habitan estas tierras almerienses. No puede ser que quien tanto ha dado a la cultura y la poesía española, nada reciba cumplidos ya sus lúcidos 87 años de edad. Desde estas páginas quiero hacer público mi convencimiento y mi entrega para que se haga justicia con este roquetero de pro, por nombre Francisco Lucio. Con algunos de sus versos incluidos en “Tiempo Romance”, concretamente de su poema de tono elegíaco “No digo tu nombre en vano” (romance-glosa), en el que nos recuerda a los más grandes poetas de todos los tiempos que cantaron a España: Fernán González, Juan Ruiz, Juan del Encina, Alonso de Ercilla, Miguel de Cervantes, Gabriel Bocángel, José Cadalso, José de Espronceda, Joan Maragall, Jacinto Verdaguer, Miguel de Unamuno, Rubén Darío, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, César Vallejo, Luis Cernuda, Federico García Lorca, León Felipe, Nicolás Guillén, Jorge Guillén, Pablo Neruda, Miguel Hernández, Gabriel Celaya, Blas de Otero o Max Aub, y con el que quiero restituir del olvido a Francisco Lucio: 
«Porque hay dolor en el mundo, 
/ madre, porque hay gente mala
 / que roba el trigo a los pobres 
/ y luego siembra cizaña./ 
Si alguno cierra tus puertas, /
 otro, más fuerte, las abra …// 

Era la sangre del pueblo /
 el oro que t e quedaba…//

 Era la sangre más pura /
 la sangre más acendrada, /
 cayendo desde el camino /
 al fondo de la barranca…//

 Dales de beber: su sed / 
de justicia no se sacia. /
 Dales de beber; y nunca /
 se rompa, madre, tu cántara…
 Hambre tenemos de ti, 
/ hambre que nunca se harta; / 
de que tu ser y tu nombre / 
venzan al tiempo y sus taras…// 

Porque tú, sueño del mundo; /
 tú, tan abrupta y tan brava, /
 eres el solo camino, /
 la larga senda soñada…//

 Siempre belleza posible, 
/ tal vez sueño, mas cercana; / 
siempre nueva, viva siempre, / 
hermosa y trágica España.» 

Así es y así escribe uno de los grandes poetas olvidados de nuestra tan cacareada patria. Esta es sólo una breve muestra de su magna obra que hoy quiero restituir del olvido. Sirvan estas líneas como testimonio de mi consideración a su admirada Poesía.
Francisco Lucio camina lentamente, asido al brazo de su esposa. Sale de la librería Metáfora, encorvado se aleja. Volverá al santuario de los libros otro sábado, y allí estaré, esperándolo sereno entre el bosque de libros, seguro de reanudar la conversación que dejamos pendiente. Conforme su figura se desvanecía a través de los cristales de la librería me dije: “Qué gran fortuna la mía con este reencuentro. ¡Qué excelso goce: Lucio resucitado!

LUCIO RESUCITADO. POR JOSÉ ANTONIO SANTANO





SALÓN DE LECTURA  


JOSÉ ANTONIO SANTANO

 José Antonio Santano 

      
FRANCISCO LUCIO
FRANCISCO LUCIO
  




















 LUCIO RESUCITADO


Como otras veces, me había citado con mis buenos amigos libreros Isidoro y Carlos Salvador (padre e hijo) en la librería Metáfora, que regentan en Roquetas de Mar. Hacía un día claro, con un cielo azul intenso y un sol que ya calentaba como si fuera primavera, cuando sólo habían transcurrido unos días de este recién parido 2020. Enfrascados en nuestra tertulia improvisada, concretamente hablábamos de poesía, Isidoro interrumpe la conversación para avisar de la entrada en la librería de un poeta, diciendo: “¡Sois tantos los poetas!, instante en el que pregunto de qué poeta se trata, a lo que responde; Francisco Lucio, se llama, y rematé yo: “uno de los grandes”. Casi no podía creerlo. Había preguntado por él a conocidos poetas y nadie nunca supo darme noticias suyas. Fue algo grandioso, como una resurrección. Lucio resucitado, Francisco Lucio estaba allí, en carne y hueso, acompañado de su esposa y yo, sin saber qué hacer ni qué decir. Me acerqué a él con el respeto y la admiración que su figura me merece, no de ahora, sino de cuando lo conocí años atrás en la presentación de algún libro o evento poético, acompañando a Julio Alfredo Egea o a Pilar Quirosa, lamentablemente desaparecidos ambos, u otros destacados poetas almerienses de aquellos años. Era tan sublime el momento de aquel reencuentro, tan esperado por creer que no sucedería nunca que, allí estaba junto a él y su esposa, conversando amigablemente de lo humano y lo divino, aunque como es de suponer, mucho más de poesía, claro está. Lucio me había devuelto de nuevo la fe y la esperanza en la poesía, en este irrenunciable oficio de poeta. Francisco Lucio, resucitado por fortuna, y frente a mí. Supe que un maldito ictus fue el causante de su larga ausencia, del incomprensible silencio que nadie supo informarme cuando tantas veces pregunté por su paradero. Hoy, todas esas adversas circunstancias ya son olvido, porque, al fin, Lucio ha regresado y a mí esa vuelta me alegra mucho.
En toda esta historia, lo que espejea con notoria insistencia, es el olvido al que sigue sometido el intelectual y el poeta grande que es Francisco Lucio. Estando en la librería Metáfora Isidoro tuvo la deferencia de obsequiarme con un libro de Lucio, “Tiempo Romance, y yo como reconocimiento a su magisterio poético, tuve a bien, regalarle mi último libro “Marparaíso”, galardonado recientemente con el “XXIV Premio Rosalía de Castro 2019”, en el que rindo homenaje a otro de los grandes poetas olvidados y Nobel de Literatura en 1977, Vicente Aleixandre. Y cosa curiosa, de Vicente Aleixandre habíamos conversado minutos antes de concluir nuestro reencuentro, lo que venía a demostrar nuestra sintonía poética. Nos despedimos con un “hasta luego”, seguro de que volveríamos a vernos. Algo muy adentro de mí me hacía pensar que esto sucedería a no muy tardar. Me prometí entonces restablecer ese inmerecido olvido al hombre y al poeta que viven en Francisco Lucio. No puede ser que a sus 87 años, este Roquetero y poeta insigne sea carne de olvido por parte de los actuales gobernantes del municipio, de las instituciones provinciales y, si me apuran nacionales, y de los propios poetas que habitan estas tierras almerienses. No puede ser que quien tanto ha dado a la cultura y la poesía española, nada reciba cumplidos ya sus lúcidos 87 años de edad. Desde estas páginas quiero hacer público mi convencimiento y mi entrega para que se haga justicia con este roquetero de pro, por nombre Francisco Lucio. Con algunos de sus versos incluidos en “Tiempo Romance”, concretamente de su poema de tono elegíaco “No digo tu nombre en vano” (romance-glosa), en el que nos recuerda a los más grandes poetas de todos los tiempos que cantaron a España: Fernán González, Juan Ruiz, Juan del Encina, Alonso de Ercilla, Miguel de Cervantes, Gabriel Bocángel, José Cadalso, José de Espronceda, Joan Maragall, Jacinto Verdaguer, Miguel de Unamuno, Rubén Darío, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, César Vallejo, Luis Cernuda, Federico García Lorca, León Felipe, Nicolás Guillén, Jorge Guillén, Pablo Neruda, Miguel Hernández, Gabriel Celaya, Blas de Otero o Max Aub, y con el que quiero restituir del olvido a Francisco Lucio: «Porque hay dolor en el mundo, / madre, porque hay gente mala / que roba el trigo a los pobres / y luego siembra cizaña./ Si alguno cierra tus puertas, / otro, más fuerte, las abra …// Era la sangre del pueblo / el oro que t e quedaba…// Era la sangre más pura / la sangre más acendrada, / cayendo desde el camino / al fondo de la barranca…// Dales de beber: su sed / de justicia no se sacia. / Dales de beber; y nunca / se rompa, madre, tu cántara….Hambre tenemos de ti, / hambre que nunca se harta; / de que tu ser y tu nombre / venzan al tiempo y sus taras…// Porque tú, sueño del mundo; / tú, tan abrupta y tan brava, / eres el solo camino, / la larga senda soñada…// Siempre belleza posible, / tal vez sueño, mas cercana; / siempre nueva, viva siempre, / hermosa y trágica España.» Así es y así escribe uno de los grandes poetas olvidados de nuestra tan cacareada patria. Esta es sólo una breve muestra de su magna obra que hoy quiero restituir del olvido. Sirvan estas líneas como testimonio de mi consideración a su admirada Poesía.
Francisco Lucio camina lentamente, asido al brazo de su esposa. Sale de la librería Metáfora, encorvado se aleja. Volverá al santuario de los libros otro sábado, y allí estaré, esperándolo sereno entre el bosque de libros, seguro de reanudar la conversación que dejamos pendiente. Conforme su figura se desvanecía a través de los cristales de la librería me dije: “Qué gran fortuna la mía con este reencuentro. ¡Qué excelso goce: Lucio resucitado!