AGUADULCE ( y III)
AGUADULCE (II)
Aguadulce en el sueño. Aguadulce en la espera, creciéndose después de haber jugado con las sombras del Barranco de las Adelfas, paraíso, cielo, Jardín de jardines, idílico paraje para vivir sueños y quimeras.
Aguadulce en la alborada, bajo la luz marina del Mediterráneo, viva. Aguadulce en la memoria y el exilio.
AGUADULCE (I)
Una fiebre constructura ha deteriorado en pocos años lo que tanto le costó mantener a la propia naturaleza. La inexistencia de zonas verdes y deportivas es un drama que el paso de los años recordará a las generaciones venideras. La destrucción de los acantilados por el fervor ciego en el devastador ladrillo pasará factura un día no muy lejano. Demoledora la fotografía de las viviendas en las faldas de la autovía, y así todo un rosario de sinsentidos, de analfabetismo urbanístico y político de quienes abusan del poder otorgado por sus habitantes.
Si venimos de Almería el espectáculo está servido, pues después de atravesar un escenario impresionante de túneles, cornisas, paredes verticales y fortísimos escarpes que se adentran en el mar, llegamos a Aguadulce. Mas tampoco la carretera del Cañarete, que así es como se conoce, presenta ya estas condiciones naturales. Poco queda, pero confieso que, para mí el fulgor de amaneceres en el trayecto que me separa de Almería. No hay nada más bello que un amanecer marino. Menos mal que, por ahora, nadie puede apropiarse de este maravilloso espectáculo natural. En algo tendría que salir favorecido, después de todo, yo también pago mis impuestos puntualmente.