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Los demás días. Antonio García Soler

Llama la atención este poemario, «Los demás días», de Antonio García Soler.
No es fácil hallar en los tiempos que corren estilo, precisión, solidez y sentimiento poético tan profundo y riguroso como el que expresa García Soler en estos versos. La espera ha sido larga –casi treinta años, según nos dice Francisco Domene, autor del prólogo, refiriéndose al tiempo que ha silenciado su poética García Soler. 

Empero, hay que señalar que este es precisamente uno de los rasgos que ponderan y caracterizan al poemario, me refiero a los «silencios», a esos que el poeta acude para componer sus versos, a los que le proporcionan la armonía suficiente para indagar sobre la existencia humana, su existencia, además de descubrir sus propias limitaciones y las que bullen a su alrededor. Primero interioriza para después contextualizar, aplicar sus leyes, su filosofía de la vida, la que fluye y confluye en algún lugar del cosmos. García Soler no es poeta de circunstancias, sino de esencias.
 
 Observa, medita y labora sin prisas, dejándose acariciar por la brisa marina o el aire gélido de las montañas, abriéndose paso en un frondoso bosque o abismándose desde el más elevado acantilado. Evocador unas veces y otras soñador no atiende a modas o modismos; al abrigo de sus soledades construye el solar de su poética con verdadero temple y perseverancia, mostrándonos así una poesía esencial, leve y profunda al mismo tiempo, en la que los versos son alas de mariposa o tentáculos que amordazan. Mas por encima de todo y para todo, la palabra exacta y no otra fulge sobre el albo papel, ensueña la realidad, vivifica lo amorfo y destila silenciosa belleza.
 
En su búsqueda de la verdad el poeta siente la amarga derrota o la discreta conquista, y sabe que en las cosas sencillas –tal vez por ello el uso del verso menor- se halla el camino, esa luz que guía y salva al poeta de la tortuosa oscuridad. Coincido con el también poeta y prologuista Francisco Domene cuando dice: «Los hombres como él no necesitan la luz de las hogueras, porque tienen luz interior», y así es. Por ello el poeta recurre a la memoria para evocar otros días y otros mundos; necesita del recuerdo para construir el presente, también el futuro.

Variedad temática: el amor, recuerdos de infancia, los sentimientos aprehendidos, los signos y símbolos que acompañan al poeta en su camino, en su trayecto vital. «Los demás días» son el todo y la nada, la esencialidad del poeta que observa el paso del tiempo y medita serenamente sobre la existencia, trascendida en el yo que se rebela: «La vida iba también / en broma / a ratos impares». La memoria en la raíz misma de la tierra: «Tierra / sola / con nosotros», pero nada supera a los silencios que el poeta descubre desde la más íntima y apreciada soledad. Con ellos –los silencios- abre y cierra las puertas y las ventanas; deja que entre el aire fresco de los días, desde el primero al último, hasta convertirlos en «Los demás días», que podría resumirse en el poema titulado Página 52, cuando escribe: «Como renglón en blanco, añadir solo este otro silencio».

Nos deja Antonio García Soler un libro de poemas equilibrado y sólido, hondo y sincero, esencial. Es «Los demás días» un poemario necesario por hallarse en él enteramente, en su desnudez completa, el poeta y el hombre, y viceversa.



Título: Los demás días
Autor: Antonio García Soler
Editorial: Instituto de Estudios Almerienses