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HERIDA DEL JUGLAR. JAIME GARCÍA MAFFLA.

SALÓN DE LECTURA _________________________________ José Antonio Santano


HERIDA DEL JUGLAR

En esa indagación por saber de la Poesía, el poeta y traductor peruano Emilio Adolfo Westphalen, escribió: «¿Cómo se llega a este estado que podríamos calificar de tiernamente delirante? No ha sido nunca (a mi entender) esclarecido el fenómeno de la iniciación poética. Intuyo que son innumerables y variadas las vías que conducen —por extraviados oscuros e imprevistos caminos— al primer contacto —a la revelación primigenia. Lo cierto es que quien ha abierto los ojos y oídos a la percepción de un canto de ninfa o sirena —difícilmente podrá desprenderse de la nostalgia de sentirse nuevamente cautivado por ella». Ciertamente, poco se sabe de ese camino iniciático, de ese momento único en el que sin casi apreciarlo conscientemente la poesía es fulgor y alma, revelación y revolución primero y luego trascendida luz de la palabra, que todo lo envuelve y embruja. Afortunada la poesía en lengua española y afortunados los lectores que se acercan a ella, invocados por la musa para complacer no sólo los sentidos sino también el alma. “Herida del juglar” es uno de esos libros que te envuelven y te conmueven, su autor Jaime García Maffla (Cali, Colombia, 1944), poeta, también filósofo y ensayista que reúne en este volumen antológico de su poesía escrita entre los años 1972 y 2016. “Herida del juglar” viene a confirmar al poeta García Maffla como una de las voces más destacadas de la poesía colombiana actual. Precede a la selección (íntima) de los poemas contenidos en este libro un acertadísimo prólogo del también poeta Alfredo Peérez Alencart, que ya nos advierte de los fundamentos de la poética de García Maffla cuando dice: «importa la esencialidad del verso y no la contorsión o extensión que, muchas, veces, asfixia el decir poético, restando un voltaje imprescindible para la conmoción y el aprendizaje de esa otra realidad que el autor insufla en sus textos», o dicho de otra manera, importa la palabra transformadora de la realidad percibida, de la vida, y por esto mucho más desnuda y libre, como un canto que ascendiera hasta el firmamento o los confines del mundo. La vida como experiencia única, lo sea dolorosa o placentera, como así ya lo expresa el poeta en el primero de los poemas elegidos: «Vive si puedes / Fueron las tres palabras / Que le dijo a su propio corazón / Al saber que debía / Despojarse de todo e ir al desapego, / Plantar en su jardín la flor morada del / Desprendimiento. / Ahora, si puedes, vive, / Así se dijo…». Luego del origen y los silencios serán las señales, los gestos, la huella del hombre sobre la tierra, la Naturaleza en su ser, y la poesía como consecuencia de todo: «No haces ya / Los versos, no los haces. / Tal vez la poesía / Sea sólo una forma de señal / De los atardeceres de tu alma». El poeta observa desde su atalaya lo que sucede a su alrededor, lo interioriza, lo disecciona y luego escribe, detenido en la pequeño o nimio, en el detalle, la sencillez de las cosas, de los nombres: «Detenidas las barcas… / Los marineros / Pintan los nombres / De sitios o mujeres en la proa, / Tejen las velas rotas». Habla consigo mismo, se pregunta y responde, revuelve su interior y lo agita en esa búsqueda apasionada de la verdad, de la vida, si es que existe en plenitud, cuando surgen las palabras y son duelo o renuncia, dolor, la soledad o el deseo: «No quiero más palabras / Que las de la conversación de la lluvia, / Ni más verdades / Que los colores de las mariposas. […] No ya certezas / Salvo los pensamientos de los pétalos, / No quiero más sosiego / Que el de lo silencioso en el silencio». García Maffla ahonda en la luz sonora de la oscuridad para encontrarse a sí mismo y al otro que vive en él, mira fijamente a su otro yo, y de esa fusión, de esa comunión casi mística nace un ser distinto que se abisma y se perturba. Es la vida en tragos cortos, día a día, segundo a segundo, la que vuelve una y otra vez a los sentidos, y se rebela para hacer de la palabra el don más puro del hombre. La vida es herida, la del juglar en la voz de García Maffla, fuego que abrasa los corazones. La salvación está en los versos, en la poesía que desde muy niño abrigó al poeta: «Sé que existen los versos / Y que los he amado desde niño». En la palabra la luz que deslumbra los días y la eternidad: «Entonces las palabras / Serán esa palabra, / Hoja caída de una rama eterna, / Que hemos de oír en labios del Silencio». Poesía para la vida en la honda voz del colombiano Jaime García Maffla.


Título:Herida del juglar
Antología poética íntima (1972-2016)
Autor: Jaime García Maffla
Edita: Hebel (Chile, 2016)


HERIDA DEL JUGLAR. JAIME GARCÍA MAFFLA.

SALÓN DE LECTURA _________________________________ José Antonio Santano


HERIDA DEL JUGLAR

E n esa indagación por saber de la Poesía, el poeta y traductor peruano Emilio Adolfo Westphalen, escribió: «¿Cómo se llega a este estado que podríamos calificar de tiernamente delirante? No ha sido nunca (a mi entender) esclarecido el fenómeno de la iniciación poética. Intuyo que son innumerables y variadas las vías que conducen —por extraviados oscuros e imprevistos caminos— al primer contacto —a la revelación primigenia. Lo cierto es que quien ha abierto los ojos y oídos a la percepción de un canto de ninfa o sirena —difícilmente podrá desprenderse de la nostalgia de sentirse nuevamente cautivado por ella». Ciertamente, poco se sabe de ese camino iniciático, de ese momento único en el que sin casi apreciarlo conscientemente la poesía es fulgor y alma, revelación y revolución primero y luego trascendida luz de la palabra, que todo lo envuelve y embruja. Afortunada la poesía en lengua española y afortunados los lectores que se acercan a ella, invocados por la musa para complacer no sólo los sentidos sino también el alma. “Herida del juglar” es uno de esos libros que te envuelven y te conmueven, su autor Jaime García Maffla (Cali, Colombia, 1944), poeta, también filósofo y ensayista que reúne en este volumen antológico de su poesía escrita entre los años 1972 y 2016. “Herida del juglar” viene a confirmar al poeta García Maffla como una de las voces más destacadas de la poesía colombiana actual. Precede a la selección (íntima) de los poemas contenidos en este libro un acertadísimo prólogo del también poeta Alfredo Peérez Alencart, que ya nos advierte de los fundamentos de la poética de García Maffla cuando dice: «importa la esencialidad del verso y no la contorsión o extensión que, muchas, veces, asfixia el decir poético, restando un voltaje imprescindible para la conmoción y el aprendizaje de esa otra realidad que el autor insufla en sus textos», o dicho de otra manera, importa la palabra transformadora de la realidad percibida, de la vida, y por esto mucho más desnuda y libre, como un canto que ascendiera hasta el firmamento o los confines del mundo. La vida como experiencia única, lo sea dolorosa o placentera, como así ya lo expresa el poeta en el primero de los poemas elegidos: «Vive si puedes / Fueron las tres palabras / Que le dijo a su propio corazón / Al saber que debía / Despojarse de todo e ir al desapego, / Plantar en su jardín la flor morada del / Desprendimiento. / Ahora, si puedes, vive, / Así se dijo…». Luego del origen y los silencios serán las señales, los gestos, la huella del hombre sobre la tierra, la Naturaleza en su ser, y la poesía como consecuencia de todo: «No haces ya / Los versos, no los haces. / Tal vez la poesía / Sea sólo una forma de señal / De los atardeceres de tu alma». El poeta observa desde su atalaya lo que sucede a su alrededor, lo interioriza, lo disecciona y luego escribe, detenido en la pequeño o nimio, en el detalle, la sencillez de las cosas, de los nombres: «Detenidas las barcas… / Los marineros / Pintan los nombres / De sitios o mujeres en la proa, / Tejen las velas rotas». Habla consigo mismo, se pregunta y responde, revuelve su interior y lo agita en esa búsqueda apasionada de la verdad, de la vida, si es que existe en plenitud, cuando surgen las palabras y son duelo o renuncia, dolor, la soledad o el deseo: «No quiero más palabras / Que las de la conversación de la lluvia, / Ni más verdades / Que los colores de las mariposas. […] No ya certezas / Salvo los pensamientos de los pétalos, / No quiero más sosiego / Que el de lo silencioso en el silencio». García Maffla ahonda en la luz sonora de la oscuridad para encontrarse a sí mismo y al otro que vive en él, mira fijamente a su otro yo, y de esa fusión, de esa comunión casi mística nace un ser distinto que se abisma y se perturba. Es la vida en tragos cortos, día a día, segundo a segundo, la que vuelve una y otra vez a los sentidos, y se rebela para hacer de la palabra el don más puro del hombre. La vida es herida, la del juglar en la voz de García Maffla, fuego que abrasa los corazones. La salvación está en los versos, en la poesía que desde muy niño abrigó al poeta: «Sé que existen los versos / Y que los he amado desde niño». En la palabra la luz que deslumbra los días y la eternidad: «Entonces las palabras / Serán esa palabra, / Hoja caída de una rama eterna, / Que hemos de oír en labios del Silencio». Poesía para la vida en la honda voz del colombiano Jaime García Maffla.


Título: Herida del juglar
Antología poética íntima (1972-2016)
Autor: Jaime García Maffla
Edita: Hebel (Chile, 2016)