Los sonidos metálicos, de aire y fuego del saxo de Sonny Rollins me acompañan mientras leo con suma atención este poema río, único, que lo mismo me transporta a ciudades americanas, al cine americano, a las decenas de fotogramas que han colmado las vidas de toda una generación o que me alcanza como un dardo impregnado de impotencia e indignación reconcentrada en el devenir actual de una España antigua y ñoña, incapaz de romper las cadenas y volar alto hasta atisbar de nuevo el horizonte de la esperanza. Así es «Vida y leyenda del jinete eléctrico», poemario galardonado con el XXIII Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma, del cordobés Joaquín Pérez Azaústre.
El libro está compuesto por treinta y seis secuencias, treinta y seis cantos de una misma obra sinfónica, y no cabe duda que es un verdadero reto para el lector de poesía, porque no es fácil su lectura, que no atiende a norma alguna de puntuación, tal vez al asumir el autor que en ese discurrir de la palabra como un río, la continuidad oracional y discursiva no tendría que detenerse. El fluir de la palabra es la razón esencial de este poemario, que junto al pensamiento y la confirmación de la existencia de un mundo excesivamente material, se rebela contra el sistema, incluso de las propias normas gramaticales. Es un guiño a la rebeldía, a la asunción de lo humano como única fórmula para salvarse –salvarnos-; volver al hombre como centro del universo, renacer para crear una nueva existencia basada en la solidaridad y el hermanamiento como únicos instrumentos de progreso. Subyace en los versos que componen «Vida y leyenda del jinete eléctrico» un discurso humanista, en el cual el compromiso social alienta y alimenta incluso los fragmentos metapoéticos hallados («no habíamos acordado que el poema / era plasticidad de la vida nombrada», «hoy vamos a partir el coxis del poema», «quiero atar la poesía con cordones suaves / para que grite y sienta más allá del dolor»). La poesía y el hombre-poeta frente a frente, desnudos y a sabiendas que solo son carne y alma de una suerte de alquimia necesaria. El poeta en su soledad de siglos («el hombre sigue siendo su soledad de hierro su musgo en / soledad / un hombre es la mejor promesa de sí mismo») recorre la geografía de la palabra-imagen abastecida por el cine, elemento latente y patente en la poesía de Pérez Azaústre, como si se tratara de un apéndice más de su ser.
Título: Vida y leyenda del jinete eléctrico Autor: Joaquín Pérez Azaústre Edita: Visor (Madrid, 2013) |
SALÓN DE LECTURA : José Antonio Santano
VIDA Y LEYENDA DEL JINETE ELÉCTRICO
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