¡Esta España nuestra! Estación Sur.

¿Ha perdido relevancia el debate sobre monarquía o república después de abdicar el rey en su hijo Felipe, desde el jueves ya, Felipe VI de España? La historia se repite, o, es que, ¿acaso decidimos sobre la forma de estado en España después de muerto el dictador Francisco Franco y nombrado con anterioridad sucesor el que sería Juan Carlos I de España? Han transcurrido más de treinta y cinco años de monarquía parlamentaria como modelo de estado y la gran mayoría de los españoles tenemos la sensación de haber sido engañados de forma premeditada, vil y desvergonzada. Además, y para colmo, la selección española, y, por tanto, la marca España, ha sido humillada en los dos primeros partidos del mundial de fútbol, aunque eso sí, los jugadores cobrarán por su esfuerzo y dedicación, y los 40 periodistas (Luis del Olmo, Oneto, Melchor Miralles, Pablo Sebastián, etc.), habrán disfrutado de unos días en Brasil con todos los gastos pagados por la eléctrica Iberdrola. Pero no perdamos el horizonte. Lo de la monarquía es ya un hecho, también lo de “la roja”. Así que sólo nos quedaría la cuestión de la república (la tercera) que, por el camino que vamos, no tiene visos de solución democrática, me refiero, al simple hecho de convocar un referéndum por el cual los españoles, libremente, decidamos si optamos por la monarquía borbónica o la república. Malos tiempos corren en esta España nuestra, malas artes convocan a la corrupción y la tiranía en pleno siglo XXI. No sé por qué este miedo a la voz del pueblo para decidir sobre su propio destino, a la libertad de expresión. Yo no quiero que nadie decida por mí el futuro. Esta es la cuestión, y nada tiene que ver con la persona de Felipe de Borbón, que aceptaría fuese coronado como Felipe VI, si así lo quiere el pueblo tras el correspondiente plebiscito.
No obstante, y dado que es un hecho que Felipe VI es ya el rey de España, debería atender, en sus primeros días de reinado, al verdadero sentido de la equidad y la justicia, y siguiendo a don Quijote en sus enseñanzas sobre el buen gobierno, propiciar un nuevo tiempo donde no sea noticia una reforma laboral que deja sin empleo a millones de españoles, que se recorte en sanidad y educación, tecnologías e investigación, servicios sociales (dependencia) y un largo etcétera, que sean condenados los jueces y exculpados los delincuentes o suprimidos los derechos fundamentales. Tal vez –pienso-, el nuevo rey tendría que asumir serlo de todos los españoles y acabar de una vez por todas con esta “casta” de corruptos y ladrones que se campan a sus anchas por esta España nuestra.

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