¡Gabriel!,
¡Gabriel! –grita emocionada mi anciana madre. Su voz resalta entre
la multitud congregada en el pequeño embarcadero de Caleiro, muy
cerca del poblado de Vilanova de Arousa.
Así comienza “Extraño
huésped”, primera obra narrativa de Agustín Roble Santos.
Con esta novela Roble Santos nos presenta la historia de Cuba
deón, en la que el autor expone “su visión de un
mundosde finales del siglo XIX y todo el XX, un siglo de avatares
vividos por los múltiples personajes que afloran en las páginas de
esta narraci social “aparentemente iluminado” y servirlo en esa mesa
heterogénea y controvertida que es “la mirada del lector”, como
dice Ofelia Bravo en el prólogo. Gabriel Verdecia partirá en 1898
hasta la isla de Cuba para morir, como tantos otros soldados
españoles, allí quedará para siempre su cuerpo (..Recibo un
impacto de bala que atraviesa mi pierna derecha y sangro a
borbotones.
Me arrastro, se hace imposible mantenerme en pie […] Otra bala atraviesa mi cuello. Me desplomo y siento que ruedo lentamente por un abismo infinito) y su espíritu (..ya no siento el tronar de los cañones. Oigo una música maravillosa. Mi cuerpo ya no pesa). Este es el principio de una transformación, la que sufre el propio Verdecia y la narración; del primero porque se convierte en ese “espíritu” que vagará de un lado a otro para contarnos la historia de Cuba a través de sus gentes (Contaré cosas que parecerán absurdas para muchos y aquellas que si alguien desde la otra vida las contara podría ponerse en situaciones muy comprometidas, incluso con riesgos para su libertad y su propia existencia); de la segunda, porque cambiará el registro del discurso narrativo de primera persona a tercera. El “espíritu” de Verdecia estará presente en todos y cada uno de los personajes que fluyen por esta narración, pero también para contar así su propia vida: Trataré por todos los medios de no ser un extraño huésped. Comienza de esta manera mi verdadera vida; por lo que estaré muy atento a contarla sin perder ni un solo detalle.
Me arrastro, se hace imposible mantenerme en pie […] Otra bala atraviesa mi cuello. Me desplomo y siento que ruedo lentamente por un abismo infinito) y su espíritu (..ya no siento el tronar de los cañones. Oigo una música maravillosa. Mi cuerpo ya no pesa). Este es el principio de una transformación, la que sufre el propio Verdecia y la narración; del primero porque se convierte en ese “espíritu” que vagará de un lado a otro para contarnos la historia de Cuba a través de sus gentes (Contaré cosas que parecerán absurdas para muchos y aquellas que si alguien desde la otra vida las contara podría ponerse en situaciones muy comprometidas, incluso con riesgos para su libertad y su propia existencia); de la segunda, porque cambiará el registro del discurso narrativo de primera persona a tercera. El “espíritu” de Verdecia estará presente en todos y cada uno de los personajes que fluyen por esta narración, pero también para contar así su propia vida: Trataré por todos los medios de no ser un extraño huésped. Comienza de esta manera mi verdadera vida; por lo que estaré muy atento a contarla sin perder ni un solo detalle.
“Extraño
huésped” es una novela extensa (casi 500 páginas), pero no
por ello excesiva o gravosa, difícil de leer, todo lo contrario, y
donde la fantasía, a veces con tonos surrealistas planea por sus
páginas. Agustín Roble ha sabido, como buen alquimista, combinar
lenguajes, de tal manera que la lectura de la novela es ágil, con
alguna interrupción propia de la utilización de vocablos autóctonos
(acertadamente recogidos en un glosario al final del libro), pero que
apenas si resta tiempo al lector ni lo distrae o desorienta del hilo
argumental de la novela. En cuanto a su estructura narrativa diremos
que es de tipo lineal, en el sentido de que existe un desarrollo
sucesivo de los hechos, en este caso cronológicos; también son
importantes elementos tales como el diálogo y, en oposición a éste,
la narración y la descripción, que su autor alterna con habilidad.
No obstante, y con independencia de la crudeza de algunas
situaciones, de la realidad dramática que viven los personajes en
algunos casos, Agustín Roble, maneja con ingenio el humor y la
ironía, dos recursos que complementan el discurso narrativo. En
otros casos, la preponderante fantasía en algunos pasajes pudiera
llevarnos a pensar que nos encontramos ante el legado de un cierto
realismo mágico (…cuentan los antiguos que por estos lares, en un
monte conocido como Cayo de Yaya, suele salir de improviso, desde la
espesura del bosque, una pequeña y misteriosa criatura de color
negro, semejante a un chichiricú, cubierto de pelos, con ojos
relampagueantes, alargados dientes, orejas puntiagudas, desprovisto
de cola, con los dedos de sus pies en dirección contraria a lo que
es normal; atrae a los mortales hasta internarlos en lo profundo del
bosque, haciéndoles vagar durante días, desorientados y
desfallecientes).
Por
otra parte los temas que aborda Agustín Roble en esta novela son de
tipo político -la narración obedece a un antes y un después de la
revolución cubana-, es decir, desde el desembarco de los
revolucionarios –entre ellos el Che Guevara- y su acogimiento por
parte de Armando, “El Pastor”, hasta la victoria revolucionaria y
el liderazgo de Fidel Castro, pasando por el enigmático episodio de
Camagüey, en el que interviene Cienfuegos (Jamás se supo nada sobre
el paradero de este hombre ni de sus acompañantes, tampoco del
aparato). De igual manera nos descubre esta novela la sociedad
cubana, cuestiones de tipo social referidas al “modus vivendi” de
la población (diferencias, racismo, racionamiento de alimentos,
carencia de industrias, condiciones laborales de los cortadores de
caña, vivienda, homosexualidad, balseros, etc, etc., frente a los
abusos del poder. Acompañan a las anteriores la religión (Una vez
más el Gobierno gana la partida. Su objetivo es descabezas las
religiones que le resultan incómodas…); el sexo ocupa un lugar
significativo a lo largo de la narración y que nos recuerda la
presencia continuada del sexo en la novela cubana contemporánea (El
encuentro es apasionado rico en toqueteos, succiones y poses
alucinantes. […] Las horas pasan y los amantes disfrutan olvidados
de todo cuanto ocurre a su alrededor); y, por último, lo esotérico,
la santería, la magia negra y la correspondiente aplicación de
extraños exorcismos como el que El Brujo aplica a una muchacha de
nombre Grisel (El encorvado anciano no cesa en prodigar abundantes
succiones y copiosos lamidos por las enrojecidas partes íntimas de
la hechizada, quien se retuerce acompasadamente; sin que se sepa a
ciencia cierta si estas contorsiones se deben al influjo de los
demonios o al eficaz desempeño oral del vetusto patriarca).
“Extraño
huésped” es, pues, una novela con ricos y variados registros y
matices que su autor, Agustín Roble, ha sabido crear para
deleite del lector, pero es también, y como dice su prologuista,
“paradigma de una verdad social que jamás podrá marginarse”.
Título: Extraño huésped
Editorial: Alhulia, 2013 20 €
AGUSTÍN
ROBLE SANTOS
(Cuba, 1959)
Es ingeniero
agrónomo y doctor por la Universidad de Almería. “Extraño
huésped” es su primera novela.
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