El
granadino Fernando de Villena es sin duda alguna uno de los poetas
españoles más relevantes del siglo XX y XXI. Su producción
literaria es tan extensa como deslumbradora. Doctor en Filología
Hispánica ha sido galardonado recientemente con el Premio Andrés
Bello, por su labor Lingüística y Filológica, como también con el
premio Andalucía de la Crítica de narrativa 2009, por su libro El
testigo de los tiempos. El motivo que nos convoca en esta ocasión
es la publicación del libro Los colores del mundo, integrado
por cuatro poemarios ya publicados con anterioridad (Conticinio,
Por el punzón oscuro, La década sombría y La hiedra y el
mármol) y otros cuatro inéditos (Cinematógrafo y otras
elegías, El palacio íntimo, Repúblicas del ensueño y Una
oscura gaviota). Será de estos últimos poemarios los que
ocuparán mi atención en esta reseña crítica. El poemario
Cinematógrafo y otras elegías atrae por ese aire nostálgico
que nos envuelve en ese recorrido por los cines granadinos de la
infancia (Cine Olimpia), adolescencia (Cine Gran Vía) y juventud
(Cine Cartuja). Fernando de Villena nos descubre y revive el miedo a
la soledad: «¡Qué congoja sentí en aquel instante, / sentado
entre mis padres, / con miedo de perderlos algún día / y hallarme
ante la vida, / tan brumosa, / nadando como un náufrago / sin tabla
donde asirse, / sin islas a la vista», también el tiempo y sus
heridas: «Y tan lejos estaban / el lunes y la angustia de las
clases, / las bofetadas crueles / de aquellos reprimidos sacerdotes /
con caspa en las sotanas y en las almas». Cada cine es una
remembranza de esa película inolvidable, de ese mundo de los sueños
donde el poeta se acomoda y refugia ante la acechanza continua de los
muchos abismos existentes, pero igualmente esperanzador si el amor se
muestra: «Desde entonces luché por que en mi vida / el amor siempre
fuese / una apuesta total de eternidad». Con versos endecasílabos,
mayoritariamente, construye Las otras elegías, a excepción
de la decimosexta (Plaza de Mariana Pineda) que lo hace en
alejandrinos. En el siguiente poemario, El palacio íntimo, el
poeta esculpe el más grande y hermoso monumento a la amistad,
dedicando algunos poemas a personas como Antonio César Morón,
Encarna León o Juan J. León, o a figuras como Jacinto López Gorgé
o José Heredia Maya, sonetos casi siempre, los contenidos en este
libro. Pero Fernando de Villena es un poeta de mirada limpia y
abierta, sobre todo a la Naturaleza, de ahí que declare no ser un
poeta urbano: «Existe desde luego una belleza / concreta de lo
urbano; / pero dejadme a mí / las rubias alamedas en otoño, / la
gran Sierra Nevada / en días soleados del invierno, / las muchas
rosaledas / que ornan la primavera / cuando no los jazmines en verano
/ y, en cualquier mes, dejadme, sobre todo / nuestro Mediterráneo».
En Repúblicas del ensueño el poeta nos invita a viajar por el tiempo de los sueños y las tierras de conquista: Marraquech, Bogotá, Buenos Aires, Uruguay o hacia la India, y así se escribe: «…pienso en todas las tierras / que a través de los años visité, / en todos los horizontes, / en los rostros que vi sólo un instante / y eran de gentes / con vidas e inquietudes / iguales a las mías… / Y pienso en los caminos recorridos / y en cuanto de valor saqué de ellos». Mas el poeta no puede sino regresar a su Mediterráneo (Grecia, Túnez, Balcanes), tantas veces cantado, y amado hasta el dilirio: «Soñé que te veía / como un gran río de ceniza o lava seca. / Pero no escribiré tu epitafio, / mar de mis ensueños, mar sagrado». El último libro de este libro de libros lo titula el poeta Una oscura gaviota y los temas tratados van desde el amor (Amor), el paso del tiempo (Arrugas), la preocupación social (Mísera España o La nochebuena del mendigo) a lo más cercano, la familia, con el poema A mi esposa e hijos, en el cual el poeta resume su propia vida: «Empezar otra vida diferente / a pesar de mi edad; / no ser este Fernando de Villena / que tanto daño ha recibido, / que tan cansado está, / que apenas ya comprende / el mundo que lo cerca. / Empezar otra vida…Sí; de acuerdo, / pero siempre a tu lado, a vuestro lado». Así es el poeta universal Fernando de Villena.
En Repúblicas del ensueño el poeta nos invita a viajar por el tiempo de los sueños y las tierras de conquista: Marraquech, Bogotá, Buenos Aires, Uruguay o hacia la India, y así se escribe: «…pienso en todas las tierras / que a través de los años visité, / en todos los horizontes, / en los rostros que vi sólo un instante / y eran de gentes / con vidas e inquietudes / iguales a las mías… / Y pienso en los caminos recorridos / y en cuanto de valor saqué de ellos». Mas el poeta no puede sino regresar a su Mediterráneo (Grecia, Túnez, Balcanes), tantas veces cantado, y amado hasta el dilirio: «Soñé que te veía / como un gran río de ceniza o lava seca. / Pero no escribiré tu epitafio, / mar de mis ensueños, mar sagrado». El último libro de este libro de libros lo titula el poeta Una oscura gaviota y los temas tratados van desde el amor (Amor), el paso del tiempo (Arrugas), la preocupación social (Mísera España o La nochebuena del mendigo) a lo más cercano, la familia, con el poema A mi esposa e hijos, en el cual el poeta resume su propia vida: «Empezar otra vida diferente / a pesar de mi edad; / no ser este Fernando de Villena / que tanto daño ha recibido, / que tan cansado está, / que apenas ya comprende / el mundo que lo cerca. / Empezar otra vida…Sí; de acuerdo, / pero siempre a tu lado, a vuestro lado». Así es el poeta universal Fernando de Villena.
Título:
Los colores del mundo
Autor:
Fernando de Villena
Edita:
Carena (Barcelona, 2014)
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