HAIKUS DEL OLIVAR

Recorrer los senderos del olivar andaluz,
mirar hacia el adentro del tronco de los olivos, mecerse en las
ramas, acariciar la piel violácea de las aceitunas, adormecerse en
los atardeceres contemplando el crepúsculo o abismarse en el abismo
de la noche lunar que resplandece en el horizonte en hilos de plata
es una experiencia inolvidable. A esa experiencia nos lleva el
profesor y poeta cordobés Manuel Molina González con su libro
“Haikus del olivar”. Adentrarse en este libro es como
volar por el paradisíaco Sur de los infinitos campos de olivos,
dejarse atrapar por el aroma de los alpechines y la luz dorada de la
tarde en las almazaras. Así, sin alejarse de los postulados que
hacen del haiku una bellísima y sugerente forma de expresar la
emoción, Manuel Molina nos propone que nos acerquemos a los
contenidos en este libro, estructura en cuatro partes, tantas como
estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno. El poeta
discurre a lo largo de todo un año en la búsqueda de esa traslación
poética oriental de los campos de cerezos y arrozales, a esta del
inmenso sur del olivar. Molina González se extasía con cada una de
las estaciones, observa y reflexiona, con hondura hasta hallar las
claves de ese tránsito del oriente al occidente, y deja ver toda la
claridad que la luz del sur proclama en la infinitud de los bosques
de olivos. Mas el poeta abunda en la expresión de todo lo que siente
y conoce, concibiendo este libro en edición trilingüe, tres idiomas
(español, inglés y japonés) se funden en uno solo, el idioma
milenario del olivo, ese generoso y noble árbol, humano dios que nos
da la fuerza de la solidaridad y la fraternidad humanas, tan
necesarias para crear mundos nuevos y fantásticos. Con todo, el
poeta devuelve la mirada a los días claros de primavera y en ellos
habita, cercano al olivar que resplandece: «Geometría / con orden
lineal: / viejos olivos»; vislumbra la palabra y su belleza para
describir la emoción que late al ver y descubrir sobre la tierra los
olivos: «Sumo el campo: / olivos tras olivos. / La inmensidad. […]
Troncos trenzados, / sobre la tierra arada. / Pies centenarios.[…]
Verdes varetas, / bajo un tronco maduro. / Así nacimos. […] Un
acebuche / desconoce su nombre, / su extrañeza». Y luego el estío
abrasará al poeta en la palabra, sentirá el fuego en los olivares y
dejará que la luna ilumine su duermevela: « La luna alta, / los
olivares se callan: / crecen dormidos. […] Con la calima / gorjea
un saltamontes. / Julio despierta. […] Canto amarillo: / la
chicharra monótona / aleteando». Mas la vida es movimiento y vuelo,
abismo y lluvia de otoño en el olivar: «Barro reciente / horada una
lombriz. / Agua y tierra. […] Alternan tierra / membrillar y
olivar: / tapiz de campo. […] Secos caminos / y sedientos olivos:
miran al cielo. […] Crecen las nubes, / gris callando al sol. /
Llega la lluvia». El viento mece la palabra del poeta, va de un lado
a otro, sube y baja, se abisma en los campos de verdes olivares, se
refugia del frío y canta gozoso la vuelta del invierno y del fruto y
su jugo verde de verde oliva: «La nieve dura / canta desde las
copas. / Cruje al caer. […] Las aceitunas / serán verde aceite: /
líquido oro. […] Encallecidas / las manos que varean, / Duro
jornal. […] Ágil y armónico / El aceite escanciado / riega el
pan». Como los campos de olivos, inmensa la voz del poeta Manuel
Molina en esta propuesta poética contenida en “Haikus del
olivar”, un libro tan sencillo y sincero como hondo.
Título: Haikus del olivar
Autor: Manuel Molina González
Edita: Carena (Barcelona, 2014)