EROS EN EL ESPEJO
El amor es un bien escaso, aunque pueda dar la sensación de todo lo
contrario debido, fundamentalmente, a la frecuencia con la cual se
pronuncia esa palabra. Existen aún demasiadas barreras y
limitaciones para el amor pleno, ese que nace sin condiciones, el que
se entrega al otro sin pedir nada a cambio, libre y libres el alma y
la piel, dejando que los labios besen cada palmo de carne, el que es
un solo cuerpo y espíritu, una sola voz y un único deseo, el mismo
sueño repetido hasta la saciedad, perpetuándose en el tiempo, como
si nada ni nadie existiera, solos los amantes y el leve y ardiente
rumor de sus besos. Nada iguala ese momento que acelera el latido
hasta alcanzar el éxtasis o la culminación del amor. Hallar la
compenetración de los sentidos y el tacto de las sílabas sobre el
amado, vaciarse en el otro hasta el paroxismo después del ciego
resplandor de los cuerpos sobre el lecho, uno frente al otro, como si
fuera el último segundo de vida. De este Amor, con mayúscula, trata
el poemario “Eros en el espejo”, concebido y escrito por
los poetas Pepe Criado y Antonio Carbonell en un acto de absoluta
pasión, despojándose de toda vestidura para presentarse libres ante
el mundo, libres ante el espejo, en un canto a dos voces único, que
desvela la verdadera naturaleza del ser humano, esa que nace y crece
del conocimiento y la tolerancia, también de la bondad y el amor.
“Eros en el espejo” es una experiencia vivencial que nos
acerca al amor pleno, íntegro, sentido como solo saben hacerlo los
amantes, en la esplendente desnudez de los cuerpos y ante todos,
mostrándosenos tal es, sin disfraces o artificios, sin engaño
alguno.
Y así leemos, precediendo al poema una cita de Valente,“Y
yo lato en ti”: «Magmática quietud, / me desnudan, en la
mañana, / tus olas. / A la tarde, / eres tú marejada, / pericia de
oleaje / en mi soledad». El espejo refleja los cuerpos sobre el
lecho y los amantes abismándose el uno en los ojos del otro,
sintiéndose en la plenitud y en ese temblor indescriptible que sube
y acaricia la piel. El poemario recuerda algunos versos del
“Cancionero andalusí”, de Ibn Quzmān: «Bebe vino, besa
a quien amas y deja reventar a los que te envidian», en alusión a
esos advenedizos que nada entienden del amor porque nunca amaron. No
hay frontera o muro insalvable cuando se trata del Amor. No existe
fuerza capaz de destruirlo cuando está cimentado en la entrega
absoluta y en la pasión; vuele hacia las más altas torres o
descienda a la sima más oscura e impenetrable, de todos estos lances
saldrá airoso. Y esto ocurre entre estos poetas y amantes que al
unísono han bebido del Amor y la palabra, que han sentido en sus
entrañas su sacudida y gemido, su luz cegadora:«Sí a los gemidos,
/ al compromiso de la tierra / en este hombre que me ama. / Sí al
humano calor / en voluntad de luz / cuando mi amor por él / es
sinrazón y bondad». La palabra precisa, la que es capaz de alterar
el curso de los días y las noches amorosas, porque en ella habita el
fuego que abrasa, que destierra la impostura para crear un universo
nuevo y distinto, el de los amantes entregados a la vida: «Él se
busca / y el espejo le llama él. / Él goza / y la piel le nombra
él. / Él y él, apenas dos hombres que se aman». Nada exige el uno
al otro, sólo la complicidad de los gestos y el silencio que recorre
la estancia cuando cae la tarde, y en el aire el misterio, la mística
de la palabra que vuelve a ser regalo en la soledad de la noche,
cuando las manos ateridas buscándose se rozan y se enlazan, en la
eternidad de la alcoba: «No pido nada, / su sombra y su luz, / la
voz oceánica de la marea. / No pido nada, un sol y sus lunas, / la
savia abundante. / No pido nada, sin temor en sus brazos / amo».
Título: Eros en el espejo
Autores: Pepe Criado / Antonio Carbonell
Editorial: Arma Poética (Sevilla, 2014)
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Del
mar tenebroso y la oscuridad, de la ignominia y el odio, a la luz de
la palabra hallada en la poesía desnuda y conmovedora de Antonio
Carbonell y Pepe Criado en aras de la verdad –su verdad- amatoria,
libres para el deleite, gozosos y puros. Sincero y bello a la vez
este poemario escrito a cuatro manos, en esa búsqueda de otros
mundos y otras percepciones que compartir con los demás,
socializadora de la pasión y el vértigo amoroso: «Y póstrate para
mí al galope, / enloquecido jinete / en la voracidad del vértigo».
Ciertamente, y como dicen Mar Verdejo y Sensi Falán en el prólogo
“somos testigos de la declaración más pura de Amor, siendo el
Amor el fundamento de la existencia, quedando los amantes al amor
consagrados y Eros en el Espejo”, una obra alentadora, sensual
y valiente, que nos descubre otras maneras de vivir y entender el
mundo, desde una perspectiva conceptual de la poesía como sustancia
sanadora. Un encuentro necesario en un tiempo en el que la libertad
se halla continuamente amenazada.