por José Antonio Santano para DIARIO DE ALMERÍA
Tal
vez se trate de tomar aire, almacenarlo en los pulmones y expulsarlo
luego lenta y serenamente. Posiblemente todo sea cuestión de
respirar, de saber respirar para afrontar la vida. Ocurre así con la
poesía, que es pura respiración, hálito que nos habita en todo
momento, en cada calle o esquina, en la soledad de la casa o el
silencio de la noche. “Mediodía
en Kensington Park”
es el cuarto libro del proyecto poético de Javier Sánchez Menéndez
por nombre “Fábula”.
Aunque
diría que es mucho más que eso. Una vez la poesía se nos muestra
en toda su esencia. No es casual que todo transcurra mediado el día
y en un parque, más aún, en el centro del parque. ¿Por qué el
parque, qué nos quiere transmitir el poeta y que representa
exactamente el parque, un símbolo, un deseo, la verdad, el amor…?
¿Es el parque trasunto del viaje iniciático al interior de uno
mismo, hacia la luz de la palabra?: «Con las palabras se busca la
verdad, ese veneno que diferencia al hombre de sí mismo» Esto y
algo más se advierte en este poemario. El parque es el lugar donde
el poeta percibe la realidad, lo externo, pero no basta con la
observación, por encima de todo está la mirada que ahonda hasta
desangrarse, hasta extinguirse. El poeta ha elegido una hora y un
lugar: el mediodía y el Kensington Park, y ahí sucede todo, en ese
tiempo detenido, en el centro del parque:«En el centro del parque,
sin levantar el vuelo, la letra del dolor acaricia la hierba», «En
el centro del parque hay una fuente», «Mañana nos veremos en el
centro del parque». Un parque y su centro que es un bosque o un
jardín, quizá la poesía: «Para ser un poeta debes dejarlo todo,
enterrar tus manos y tus pies justo en el medio, donde la tierra es
húmeda». Poesía en prosa que es latido, sacudida, escalofrío,
temblor que nos devuelve a la vida. Y en este sentido se reafirma el
poeta cuando dice: «Para mí la poesía es lo más importante de la
vida, se vive por ella y para ella». El compromiso vital de Sánchez
Menéndez es con la poesía, y ésta su patria, sin duda alguna.
Pero
también la idealización del parque es trasunto de ensueño, de ese
vuelo a lo desconocido, a la magia de los silencios y la soledad que
surge del milagro poético, de la esencia misma de la palabra justa:
«Es la palabra justa la que conduce al poeta por el camino de la
esencia. Desde el centro del parque aprendemos a respirar». Como
aire limpio es la poesía en prosa de Javier Sánchez Menéndez, un
oasis en el desierto de la impostura poética de nuestros días,
resplandor y vida, siempre vida.