SULAYR, DAME COBIJO
“Sulayr
es el nombre que dieron los árabes a Sierra Nevada. A su vez es la
arabización de Mons Solarius, la montaña del sol de los romanos”,
nos aclara Ángel Fábregas en las páginas preliminares de su novela
“Sulayr, dame cobijo”, una historia de resistencia y libertad, de
supervivencia y heroicidad ante uno de los hechos de la posguerra
española más dramáticos también, si se tienen en cuenta las
circunstancias que rodearon la insumisión que dio lugar al maquis
español. La consecuencia de un golpe de estado, la ascensión al
poder de su autor, el dictador Francisco Franco, y la defensa a
ultranza de las libertades con la propia vida dio lugar a la
sublevación, a la resistencia y lucha armada ante la opresión y la
ofensa continua, la humillación a que fueron sometidos los pueblos
los habitantes de los pueblos de España, con más inquina los
serranos, por la existencia de la guerrilla antifascista. Uno de esos
pueblos fue Ugijar, en la alpujarra granadina y limítrofe de la
provincia de Almería: “El tiempo en esta aparente Arcadia
transcurría despacio al ritmo de las faenas del camo, con el
soniquete rítmico y monónoto de los cascos de las bestias de carga
repicando sobre las calles empedradas o los gritos de la chiquillería
al salir de la escuela jugando al escondite y a la rayuela” (pág.
11). Pero ese ambiente tranquilo y rutinario de este pueblo
alpujarreño contrasta con otro bien distinto, el que anida en sus
habitantes, nos referimos a ese que se siente y entristece las
miradas: “El miedo al vecino, al hambre que acecha en las tormentas
de octubre, que a menudo destrozan los cultivos, o a la enfermedad
que seguía al hambre, con sus rostro de tisis, d tracoma o de
pulmonía, se reflejaba en gestos huidizos, en miradas desconfiadas.
Un temor cerval que llevaba a la mayoría del trabajo de sol a sol a
sus moradas, sin pasar siquiera un rato por la taberna para echar un
vaso de vino y que mantenía a todos cuando conversaban en un tono de
permanente voz baja ” (pág. 12). En esta situación vivía
Fernando Almazán, el médico del pueblo y protagonista de esta
novela primera de Ángel Fábregas.
El médico luchó en el bando de
los vencedores, pero no odia, incluso puede que sienta una cierta
empatía con los vencidos e insumisos. Su secuestro por un grupo de
maquis cambiará su vida. El discurso narrativo se inicia “ab ovo”,
con presencia puntual de diálogos, y de un narrador omnisciente.
Una ópera prima donde el lector pasará del intento de fuga del
médico secuestrado al reencuentro con el amor, que cambiará su
concepción del mundo y hará de él un hombre nuevo. Una novela que
rescata dignamente “la memoria histórica”. Una lectura
recomendable.