TORMENTA DE
ARENA
2 de mayo 2015
Josefina Niebla
Caía
la tarde impía,
bajo la sombra de las obscuras almas
No había nada, ni dolor, ni
alegría,
Solo quietud,
vaguedad
Nadie
recordaba siquiera el más lejano atisbo de incertidumbre...
Reinaba la
nada
De repente el
horizonte barruntó
una tormenta, una devastadora arenada
Y
surgió el miedo, la duda...
El
mañana dejó de ser inhábil
Las miradas
comenzaron a dibujarse profundas
Los surcos de
la raza surgieron
brotando lágrimas
Sólo
un presagio de mutación fue suficiente
Sólo
aquel velo turbio destapado
Porque MUERTE y VIDA se abren paso
El tiempo es solo
mirar al pasado
Un
abismo de mañanas
El vacío es un grito, un ECO
A lo lejos se
oye una voz de mesozoprano, rota en mil añicos...
Y vuelve, siempre vuelve
El pasajero
inesperado, sin valija, sin destino
Prende las
manos de tu alma
Y quieres
dormir esa pesadilla
Y quieres despertar ese sueño
Anhelas dejarte
abrazar por sus latidos
Te lleva la
danza de las ramas de tus milenarios
árboles
Sientes como
brota la savia, curso de vida...
Arrastrando tu
canto, tu grito de esperanza, hacia orillas desconocidas, que no te son ajenas
Y
dibujas el calor de su mirada en los troncos de tu árbol
Y sientes el
calor de su mano acariciando
tu alma de niña
Y
despiertas y lamentas el aliento que despide la mañana
Porque solo la
noche imaginada desvela tu disfraz
Y deseas ser
un jinete derrotado en la arena ardiente
Brotando tu
sangre viva
Volviendo tu
alma, de muerte herida,
a iluminar un incierto día
Y
quizás así hallar el imaginario oasis de ocres que antaño dibujabas.