
Más de cincuenta poetas rinden homenaje a Antonio Colinas en
"Sepulcro en Tarquinia",
¿Es el tiempo esa barrera infranqueable, invisible, que nos
consume, o, acaso la luz que alumbra el camino, la senda por donde la vida es y
discurre sin que apenas nos demos cuenta, casi en un soplo? Alimenta el tiempo
a la poesía, a los poetas para ensamblar o crear un mundo nuevo, interiorizado
hasta alcanzar la más perfecta de las idealizaciones. Sobre aguas procelosas
unas veces y otras calmas la poesía navega, como un velero, perpetuándose. Algo
de todo esto ocurre con “Bajo las raíces (40 años de Sepulcro en Tarquinia)”,
edición de Ben Clark. Este libro viene a ser un homenaje, un tributo a uno de
los poemas más hermosos que ha dado la literatura española contemporánea, que
dio título al poemario del mismo nombre, con el que obtuvo su autor, Antonio
Colinas (La Bañeza, León, 1943) el Premio de la Crítica en 1975. Ahora,
cuarenta años después, la editorial “La Isla de Siltolá” nos presenta esta obra
que tiene como principal objeto la recreación de “Sepulcro en Tarquinia”. Para
ello se ha contado con la voz de 54 poetas. Varias generaciones de poetas
participan en este libro que, como hemos indicado anteriormente focaliza las creaciones
poéticas en el poema-libro “Sepulcro de Tarquimia”. El poeta Jorge Guillén dijo
allá por el año 1976, refiriéndose a “Sepulcro en Tarquinia”, que «es el libro
actual con más Italia que conozco», aspecto que también se alude ahora en
algunos de los poemas contenidos en “Bajo las raíces”, caso de Pablo García
Baena: « No estuve en Tarquinia / en aquel viaje por la campiña romana, / pero
sí en Viterbo, / otra ciudad de la región del Lazio / donde aspiré, con lluvia,
el milagro / de las rosas. / Lejos quedaron tarquinos y lucrecias / y la ciudad
etrusca descubrí / diez años después, palpitantes / sus mármoles, en los versos
/ de Antonio Colinas». Cincuenta y cuatro voces y miradas diferentes sobre un
mismo paisaje, un mismo poema o libro, un mismo sentir si se quiere ver de esta
forma, pero con el valor añadido de la singularidad expresada por cada uno de
estos 54 prestigiosos poetas participantes en este homenaje a la poesía de uno
de los más grandes poetas de ahora, un clásico ya de la poesía española,
Antonio Colinas.
En el prólogo de este libro los versos de Francisco Brines nos
acercan al “Sepulcro en Tarquinia” y al poeta que lo creó: «Un joven poeta de
la España interior / halló en Italia sus raíces: / una cultura y una manera /
de sentir la belleza». Por citar algunos versos de los poetas participantes, a
todos es imposible dada la limitación de espacio de este particular “Salón de
lectura”, elegimos los de Antonio Gamoneda, que se abisma en lo desconocido:
«Aliviando, /apenas aliviando, / la infección de mis llagas, de mis llagas
aquéllas / que, al parecer, hervían / en el ayer extinguido, me pregunto, /
apenas me pregunto, / por lo desconocido», y a este universo se suma otro, el
del también leonés Julio Llamazares:«De Petavonium a Roma el poeta ha buscado
su / patria y hasta que por fin la encuentra vaga por muchas / ciudades. / Es
en Tarquinia donde la intuye, pero en Tarquinia / se siente fuera de la
eternidad».
Otros dos poetas muy cercanos a Colinas le acompañan igualmente en esta aventura: José María Muñoz Quirós, en mística de luz: «El desierto del mar arde en palabras: / nada me incendia más, nada me esconde / horizontes tan bellos. Nadie alcanza / sutiles olas en intensas aguas / que desembocan en la sed del frío, / que mueren en sus brazos cuando callan» y Alfredo Pérez Alencart, en silencio de piedra: «El tiempo se mide / en piedra, en silencios / que llueven / grandezas rotas,…». Otro aspecto relevante es la presencia de todo lo mediterráneo, de la mediterraneidad como esencia, patente en estos versos de Enrique Villagrasa: «Todo en la tarde es, viene, regresa / como un diálogo mediterráneo. / El recuerdo de ese su paisaje / que se convierte en metáfora: / beber del Sepulcro en Tarquinia». Luis Antonio de Villena ahonda en la memoria, en la magia del sueño: «Recemos: donde no hay dios, hay ángeles. Escucha sus / tiorbas perfectas. Los poetas vivimos donde no vivimos. Pero jamás mentimos a la poesía». Cierra el libro un poema de Antonio Colinas, titulado “¿Qué fue de aquellas músicas?, en un intento de restablecer, restituir el tiempo vivido, de volver a los orígenes después de renacer en la palabra de humanísimo latido: «…que el hombre y su Arte / pueden ser en la vida algo más que ceniza / para la muerte.[…] Me extraviaron, me hicieron perder / la razón. […] Desde entonces, / creí en algo más que en la ceniza / y mi razón no es ya / razón para la muerte». No cabe duda alguna, pues, que la poesía española actual goza de una excelente salud, como así se confirma con esta cuidada publicación.
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ANTONIO COLINAS |
Otros dos poetas muy cercanos a Colinas le acompañan igualmente en esta aventura: José María Muñoz Quirós, en mística de luz: «El desierto del mar arde en palabras: / nada me incendia más, nada me esconde / horizontes tan bellos. Nadie alcanza / sutiles olas en intensas aguas / que desembocan en la sed del frío, / que mueren en sus brazos cuando callan» y Alfredo Pérez Alencart, en silencio de piedra: «El tiempo se mide / en piedra, en silencios / que llueven / grandezas rotas,…». Otro aspecto relevante es la presencia de todo lo mediterráneo, de la mediterraneidad como esencia, patente en estos versos de Enrique Villagrasa: «Todo en la tarde es, viene, regresa / como un diálogo mediterráneo. / El recuerdo de ese su paisaje / que se convierte en metáfora: / beber del Sepulcro en Tarquinia». Luis Antonio de Villena ahonda en la memoria, en la magia del sueño: «Recemos: donde no hay dios, hay ángeles. Escucha sus / tiorbas perfectas. Los poetas vivimos donde no vivimos. Pero jamás mentimos a la poesía». Cierra el libro un poema de Antonio Colinas, titulado “¿Qué fue de aquellas músicas?, en un intento de restablecer, restituir el tiempo vivido, de volver a los orígenes después de renacer en la palabra de humanísimo latido: «…que el hombre y su Arte / pueden ser en la vida algo más que ceniza / para la muerte.[…] Me extraviaron, me hicieron perder / la razón. […] Desde entonces, / creí en algo más que en la ceniza / y mi razón no es ya / razón para la muerte». No cabe duda alguna, pues, que la poesía española actual goza de una excelente salud, como así se confirma con esta cuidada publicación.
Título: Bajo las raíces (40 años de Sepulcro en
Tarquinia)
Autores varios: Edición de Ben Clark.
Editorial: La Isla de Siltolá Sevilla, 2015)