ESPACIOS OBLICUOS
La palabra poética en su
esencia, desnuda, antagónica, surrealista, descubridora de luces y sombras, sin
artificios que distraigan su verdad, alentadora, alada, emotiva y evocadora,
son aspectos que distinguen o hacen singular a Paloma Fernández Gomá, poeta
nacida en Madrid en la década de los cincuenta y algecireña de adopción. Una
larga y fructífera trayectoria avalan su poesía, con más de una decena de libros
publicados. En esta última entrega «Espacios oblicuos» se confirma su condición
de poeta de las dos orillas, pues en su obra está bien presente toda referencia
al universo hispano-marroquí. Esa dualidad, y en consecuencia, ese
desdoblamiento poético permiten a Fernández Gomá tener un visión más
enriquecedora del mundo en el que vive, y, por supuesto, detentar una mayor
capacidad para la solidaridad y fraternidad humanas. En ese juego de
intercambio y mestizaje encuentra Paloma Fernández Gomá su voz, libre y desnuda
de todo artificio, esencial en su forma y en su fondo, y que podemos comprobar
desde el primer poema de los 32 que componen este libro, titulado “Cenital” y
del que reproducimos algunos versos: «Súbitamente se desvanecerán todas las
incógnitas / y se abrirá la senda del agua / perfilando una ruta interminable /
encaminada hacia los altares / donde es anunciada la aventura del reencuentro».
Del reencuentro con la vida a través de los tiempos, de los siglos de
existencia humana, del viaje de ida y vuelta a nuestras raíces mediterráneas,
como así la poeta lo describe en los poemas “Vínculos”, “Las dos orillas” y,
cómo no, en “La senda del agua” ya citada: «La otra orilla, camino obligado /
que cruza el Estrecho / nos espera con su rellano de luz». Sentimiento y razón
para mostrar el camino hacia la libertad y la luz de los silencios, la fuerza
del viento para vivir el instante hasta desfallecer si es preciso, y el poder
de la palabra para seducirnos con su poesía, simbolizada en unos ángeles
poemáticos muy especiales: «del ocaso, de añil, del alba, de la tarde, del
encuentro, azul». De «Ángel zul», precisamente seleccionamos estos versos: «Y
fue el ángel azul, el que ilumina las distancias / desde el fecundo faro de los
espacios». Porque a Fernández Gomá ya no le bastan sólo los espacios verticales
u horizontes, no, va más allá, se abisma en las profundidades para crear otros
universos, ahora, oblicuos, diagonales, cruzados, transversales para aprehender
de ellos lo esencial de la vida. Y para ello, nos conducirá hasta Tetuán o “Las
hespérides”, al laberinto colorista del “Zoco” («Múltiples recovecos conducen
al centro, / círculos convergentes intuyen el objetivo: / la púrpura extensa, /
el cilantro, / brazaletes de color, / plata cincelada, / arte de curtidores y
alfareros, / perfumes de jazmín y azahar…», a Fez, “Tánger”, al “Atardecer en
Larache” o a “Chauen”, para concluir en el “Puerto de Algeciras” («Este ir y
venir de pasajeros, / de equipajes, / de mercancias». La poesía como razón de
vida, como espacio de vida compartida, abierta al otro en ese camino hacia el
horizonte, convergente con la Naturaleza, pensada en clave de hermandad. Esta
es, aunque con elementos surrealistas reiterados, la poética de Paloma
Fernández Gomá, y en este sentido, hallamos estos versos del poema “A un roble
envejecido”: «A dónde fueron los pájaros que poblaron / de trinos tu sombra. /
Qué fue de tu savia fecunda, / aquélla que anegó el viento / de efluvios
ancestrales». También el tiempo ocupa un lugar destacado en la poesía de
Fernández Gomá, ese transcurrir de la vida ajustada a las manecillas del reloj,
al ayer y al mañana, la monotonía de los días y las noches: «Todo se vuelve
tiempo transcurrido, holocausto / de nuestros días, desvelando el índice
perdido / de la existencia, negándose a sí misma, su origen».
La proliferación
del gerundio y el predominio de sustantivos y adjetivos proporcionan una
adecuada solidez constructiva al poemario, tanto en su aspecto sintáctico como
semántico. Para concluir diremos que la clave tal vez resida íntegramente en el
poema titulado “Plegaria de Fuego”, concretamente en los siguientes versos:
«Existe una razón que dirime todos los espacios oblicuos, / socavando las
estrías convergentes que el viento / hace ondear desde las costas más lejanas /
hasta la orilla temprana del salitre, / ventana diáfana, / tras las huellas
invictas de las aves / o el clmaro de los hijos de Gea». El cosmos en toda su
grandeza y la poeta frente a frente, como espacio oblicuo, vivo, como lo es el
verso de Paloma Fernández Gomá.
Título: Espacios
oblicuos
Autor: Paloma
Fernández Gomá
Editorial: Devenir
(Madrid, 2015)