A
legra
saber que el relato, como género literario propiamente dicho, y
presa del olvido en los últimos años, poco a poco vuelve a ocupar
el lugar que nunca debió abandonar, es decir, vuelve a recuperar
prestancia. La habilidad para contar historias se puede adquirir con
la práctica y el estudio, pero hay algo que se oculta, un cierto
misterio, tal vez un don que nos acerca al verdadero narrador, ese
que, además de saber contar historias, es capaz de conmovernos, de
contagiarnos su capacidad creadora desde el más mínimo detalle
cotidiano.
No es solo construcción, estructura, argumentación,
también ha de dotar al relato algo de si mismo, de una voz personal
que pueda distinguirse del resto de autores. En el libro de relatos
“Sin palabras”, de Celso Ortiz (Alhama de Almería, 1946), podrán
comprobar que algo de lo dicho late en sus páginas. Componen este
libro un total de trece relatos, de extensión y temática variadas y
sin nexo de unión entre ellos. Abre el relato que da título al
libro, “Sin palabras”, que narra la historia de las muditas y
mellizas Leonor y Aurora y el Zancudo, de quien ambas se enamoran y
son amantes durante la Guerra Civil, periodo muy presente aún en la
narrativa española. Literatura y vida, y viceversa se entremezclan
en esta serie de relatos, manteniendo un pulso narrativo ascendente y
sorpresivo en la mayoría de ellos. De fácil lectura, con un
lenguaje sencillo, Celso Ortiz nos propone un viaje a lo cotidiano,
capaz de inferir diferentes estados emotivos según lo que suceda en
cualquier momento y que puede ser determinante, como es el caso del
relato “Fernández”. Otras veces nos veremos inmersos en la
narración y desde el punto de vista formal a través de diálogos,
poco frecuentes en este género (en los relatos “Acusado por
despecho”, “El premio”, “El sabio”, “Lazos de sangre” y
“Traspaso de negocio”). Gusta también Celso Ortiz del uso de la
narración breve, concisa (más propia del relato) frente a otros más
extensas, relajando así la tensión discursiva. En cualquier caso,
fragua bien las historias y resuelve con destreza la mayoría de los
relatos contenidos en “Sin palabras”. En algunos de ellos, la
crítica o la denuncia se muestra abiertamente, como es el caso del
relato titulado “Fitur”: «don Indalecio ha ordenado al concejal
de turismo que no repare en gastos para montar el stand de Luminosa.
El día de la inauguración oficial allí aparecen todos los
componentes de la corporación municipal, los concejales que
gobiernan y los concejales de la oposición, “que no quiero líos
ni críticas” –palabras textuales del alcalde-.
El reportero del
periódico local, que ha sido invitado por el ayuntamiento con todos
los gastos pagados, también está ese día en FITUR y hace su
trabajo», o el del relato “El premio”, que narra la corrupción
existente en los premios literarios: «Amarrando cabos me queréis
decir que Abdón Cabanillas, el Nobel, va a ganar el premio SAWA de
este año con “Caminos de barro”. ¿No es eso? Bien, está bien,
de acuerdo –balbucea Baltasar sin salir de la perplejidad». Celso
Ortiz escribe historias, es un narrador que disfruta de su oficio,
que goza con la escritura. Como el mismo ha declarado: «Yo escribo
por placer, porque me lo paso bien. No entiendo a los escritores que
aseguran que sufren cuando escriben, si yo sufriera escribiendo no lo
haría».
No podemos olvidar ese tono de humor que acompaña a
algunos de los relatos, como es el caso del relato titulado “El
fiambre”, que narra lo sucedido en un hospital ante la erección
que sufre un mendigo moribundo después del manoseo de la enfermera
al lavarlo y en presencia de una monja: «Y ocurrió lo que yo me
temía, que la monja ganó aquella guerra de gatas en celo. La excusa
que puso fue que había que llamar al médico pero yo comprendí que
el objetivo era deshacerse de la enfermera y quedarse a solas
conmigo». Como conclusión última y coincidiendo básicamente con
el profesor y catedrático de Lengua y Literatura, Alfonso Berlanga,
de “Sin palabras” destacaría lo cotidiano, cuestión en la que
su autor, Celso Ortiz, viene insistiendo en sus últimas entregas.
Título:
Sin palabras
Autor:
Celso Ortíz
Edita:
Alhulia (Granada, 2015)