POEMAS:
ANA CECILIA BLUM
DE
ÁNCORAS, 2015
ORIGEN
Versos
titiriteros
de
dónde asoman,
hilos-dueños
que
me han quitado
el
albedrío.
Nunca
fui
como
otras niñas
a la
hora del recreo.
Nunca
fui yo
recién
florecida
muchachita del barrio.
muchachita del barrio.
Siempre
fue el poema
ojo
lejano,
capullo
sellado,
rareza.
Cómo
se vuelve uno poeta
si
mi sangre turca ordena
otro
oficio otra empresa,
mis
hermanos mercaderes
de
números o prendas
y yo
cómo
llegué a ser
esta
tratante involuntaria
en
el ferial de las palabras.
ANCLA
EL PRETÉRITO
Frecuentar
ahora
las
sillas que dejamos,
los
pájaros encuentran allí la tarde.
Saber
si en el patio
nos
espera el juguete,
los
árboles que trepamos
y
esos frutos
que
nunca quisieron madurar.
Buscar
el columpio
en
la distancia de otros soles,
hallar
sus asientos vacíos
de
risas de vuelos,
palos
vencidos
ante
el peso de las estaciones.
Tantear
el agua turbia
guardada
en el aljibe,
atisbar
en el fondo
las
ruinas de la casona
y
descubrir que ya nada,
nada
conserva tus ojos de niño.
LA
NOCHE ES EL ESPEJO
No
hay luna, la oscuridad pura,
en
bocanadas lodicho,
lo
que quiso decirse y no se dijo
por
debilidad por espanto.
El
espejo es el relato,
un
andar las arcillas
de
todo lo que fuimos,
todo
lo que no fuimos
en
la intensión en la desidia.
Brotan
los filones del pasado
cuando
es de madrugada
y el
desvelo un alevoso
ante
el sombrío enigma
de
los pasos.
Es
el dominio de la noche,
ases
guardados en la manga oscura,
barajas
en los cristales refractarios,
hasta
que uno vuelve a toparse, fundirse
con
la repetición del sol
y
sus disfraces.
RITUALES
Recoger
botellas de vino en la mañana
y
esperar en su vacío las respuestas.
Apuntar
más de un verso
en
las pupilas de mi gato,
el
ritmo en sus pasos de pantera.
Retornar
al río hijastro del deshielo,
a la
tarde detrás de las lomas coloradas.
Hundir
por largos ratos los dedos en la nieve
y
perder el tacto de los días.
Voltear
hacia el desierto
desempolvar
al dinosaurio
dejar
que se sobreviva de mis huesos.
Caminar
la yerba seca de los filos,
lo
perdido en las orillas.
DE
LIBRE DE ESPANTO, 2012
POETICUS
Escribo,
porque no puedo pelear batallas con mis manos
y
el lápiz -a veces- apunta mejor que la escopeta.
Escribo,
porque el verbo escribir suena a única certeza,
y
es ruta sin distancias, y es cuerpo sin virus.
Escribo,
porque la hoja en blanco es un gato feral
y
debo recogerlo, alimentarlo, darle guarida, amarlo.
Escribo,
porque los adjetivos acechan y cuando matan,
también
dan vida; porque el lugar común no me asusta
y
lo que se ha dicho mil veces, igual salpica su encanto.
Escribo,
porque todo en mí es un desencuentro:
los
terminales se mudan, las calles cambian de nombre,
y
nunca atino estaciones, horarios o trabajos, retornos o partidas.
Escribo,
porque aunque duele, no duele tanto.
Escribo,
para llenar los cántaros,
limpiar
los espejos,
empuñar
los espacios,
caminar
los laberintos.
Escribo,
para no morirme de pena.
Por
eso escribo…
NOSTÁLGICA
Son
las seis de la tarde y no hay nadie a quién decirle
venga
para tomarnos una taza de chocolate con rosquitas.
El
portal está escrito con los relatos del bisabuelo,
cuentos
de aparecidos que iluminaron la infancia.
Las
sombras crecen en las jorobas de la noche,
los
coyotes muerden el tesón del viento allá afuera.
Un
tren en la distancia, yo soy ese tren,
descendiendo
las crestas de cañones.
MÍSTER
MERLOT
Inúndame
de levedad. Acuéstate, estírate, riégate.
Contigo
no importa de dónde vengo, hacia dónde voy
o
de las hojas secas que están hechos los huesos.
Camino
en el silencio del hielo,
nada
hiere, nada molesta,
nada
acusa, nada quema, nada persigue.
Casi
no siento mi cuerpo y me encanta.
Todo
es etéreo y no arrastro
atrofias
de acero.
VOCES
DE AGUAS
Río
parido del deshielo,
acunado
en el vértice de la roca,
en
la boca de la roca, en el muslo de la roca.
Río
que llevas la memoria del invierno,
la
saliva del oso, el salto del salmón,
la
reverencia del venado.
Río
que hablas en tu lenguaje de glaciares.
Yo
entro en ti y mi pie se sirve de tu beso frío.
Río
que pierdes tu cuerpo bajando por los pueblos,
te
encarcelan, te asesinan, te consumen.
Río
que ya no eres río, nunca más río,
río
que ya no llegas al mar.
EL
JUBILADO
Esa
mañana, cuando la luz se metía
entre
las bancas, a través de los álamos
en
el parquecito de Santa Fe
frente
a la Basílica de San Francisco,
el
jubilado me dijo
que
a veces uno no desea morir
-sólo
a veces-.
Cuando
el esqueleto se despierta sin quejas
y
en la terraza el sol entiende la piel de la vejez.
Cuando
el menú del día está sabroso,
la
pensión llega a tiempo, completa,
y
la casa no insiste en caerse a pedazos.
Cuando
la memoria recuerda solamente lo bueno, lo bueno;
los
hijos vienen de visita,
los
nietos cuelgan de la alegría, abren la nevera
y
se comen hasta la soledad.
Cuando
uno reposa contento, encantado
en
las tintas de un buen libro,
o
en los andamios de una gran película,
y
entonces no hay apuro para encontrarse con Dios.
Cuando
el día está bonito, sí, bonito
y
no importa si el gobierno entero se va al carajo.
Eso,
me dijo el jubilado,
en
el parquecito de Santa Fe
frente
a la Basílica de San Francisco,
que
a veces uno no desea morir
-sólo
a veces-.
DEL
RETORNO
Hay
calles que te llaman,
vidas
que te llaman,
metáforas
que quieren coagular tu nombre,
y
una casa, en ruinas, pero tu casa.
Ya
es hora de ordenar los versos,
desempolvar
la biblioteca,
devolverte
a la quietud de la palabra.
No
temas, que el retorno
jamás
te quitará los elefantes,
la
ballena, el oso pardo,
la
montaña, el tornado, los saguaros.
Ellos,
serán siempre en la memoria.
LA
ETERNIDAD DE LA TINTA
Todo
lo diluye la tinta:
la
zozobra, el futuro,
el
otro que habita adentro.
La
tinta te eleva, te suaviza
te
hace pluma de pajarito
pelusita
de gato en el aire de la mañana
realidad
sin sentencia
manos
que conversan
espantos
que se extinguen.
LA
CASA RENTERA
Hay
un lisiado rentando el piso alto de la casa,
un
lisiado que se emborracha por las noches
lamenta
sus piernas débiles y sus manos chuecas.
Yo
lo ignoro,
mientras
pague las pesetas justas
para
comprar las caretas,
poco
me importa su llanto.
Salgo,
camino estirada, presumo:
botas
de tacones altos –para disimular la pierna corta-
un
abrigo largo –para esconder el declive de las vértebras-
guantes
negros –para cubrir los dedos secos-
Casi
modelando voy por la calle,
con
un maquillaje perfecto,
un
pelo perfecto,
a
simple vista todo en mí es perfecto.
Pero
adentro, de regreso, en la casa,
un
fastidioso lisiado habita
y
es, un inquilino perpetuo.
DE
LA QUE SE FUE, 2008
LA
QUE SE FUE
Camina
en otras calles.
Sucumbe
en otra lengua.
Lejos
de su casa,
escoltada
por el anonimato,
con
la alforja vacía de país y herencia
asiste
al
velatorio del espejismo.
Entre
los monumentos de la muerte
ha
olvidado:
de
qué savia está hecha su sangre,
de
qué oficio se yerguen sus huesos.
No
quiso retornar cuando pudo,
es
tarde
para
alcanzar las carabelas.
Lo
que dejó
se
lo comió el apetito de la ausencia.
Volver
al mismo mar
es
volver al desencuentro.
DESPUÉS
DEL VERANO
Agosto:
los arces -resignados-
empiezan
a perder sus verdes.
Septiembre:
del verde ha nacido el fuego.
Desfile
de rojos en las ramas.
Octubre:
el viento se viste de hojas secas
-camisa
y pantalones de hojarasca-.
Noviembre:
en la desnudez del bosque
el
frío establece sus moradas.
Diciembre:
la muerte es blanca.
LAS
NIÑAS BIEN
(Puerto
de Manta, playa El Murciélago)
Con
la nieve asoman
las
mañanas junto al mar de Manta
cuando
el colegio apestaba
y
nos íbamos
a
patear las olas
entre
sorbos de ron.
Debajo
de las palmeras
los
quiosquitos fueron
cocos
inmensos
y
las chicas de colegios nocturnos
que
allí atendían
nos
regalaron
el
ojo de la envidia.
Si
acaso hubiesen sabido
que
detrás de nuestro buen nombre,
detrás
de nuestras risitas
y
poses de clase,
adentro,
en las mochilas caras
se
agazapaba la miseria.
Allá
en el Murciélago
hicimos
juramentos de olas:
largarnos
algún día.
Ahora,
lejos
en
estos campos de greñas gélidas,
recuerdo
esas arenas calientes
donde
el sol se divertía
y
nosotras nos pasábamos
el
último cigarrillo...
EL
INDIGENTE ALLÁ AFUERA
Aquel
hombre
le
exige un milagro a la noche
mientras
lleva su casa a cuestas
en
un carrito de supermercado.
Largo,
descuidado, sucio,
con
el mismo suéter verde desde hace un siglo,
verde-desteñido,
verde-quebrado, verde-triste.
Hasta
acá puedo olerlo.
Hiede
a desconsuelo,
a
calle pa’ arriba y pa’ abajo,
a
centavo tirado en el piso,
a
noche sin techo,
a
basura vieja de país rico.
Maldice
una botella, luego la besa.
Se
escucha una carcajada, después un gemido.
RENUENTES
Ellos
conservan
el
rumbo de la costumbre.
Me
han contado que salen
a
las horas de siempre.
Por
las mañanas al trabajo,
retornan,
hacen la siesta
y
se apuran a buscar atardeceres.
Suben,
bajan
de los buses,
atienden
conciertos,
cines,
recitales.
Se
sientan en algún café,
sacan
la pluma,
conciben
los hijos de las calles.
Pobrecitos
mis zapatos viejos
ellos
aún no entienden
que
me he marchado.
LLUEVEN
LÁGRIMAS (QUE CURSI) Y SIN PARAGUAS
La
tristeza se riega
como
agua de lluvia,
corretea
por las calles,
se
enreda en los botines,
se
mete en tu vestido.
La
lluvia y la tristeza
son
la misma cosa
y
a menudo
te
empapan.
EXPECTATIONS
La
mala hierba
crece
en todas partes.
A
veces
el
fuego de la razón llega
y
la extermina
pero
hay rituales
que
nunca mueren
y
entonces
la
mala hierba
vuelve
a crecer.
DESPUÉS
DEL OCASO
Cuídate
de la noche,
no
te le acerques demasiado
es
capaz de capturar tu aliento
en
su cueva de roca negra.
Cuídate
de la noche,
nunca la mires de frente
sus
mil ojos con pupilas de asterisco
quieren
encantar cada uno de tus pasos.
Cuídate
de la noche,
ella va a enamorarte y tú vas a sufrir
porque
no podrás entender su corazón blanco que:
se
achica, se agranda, se redondea, se esconde, se eclipsa.
Cuídate
de la noche...
EL
TIEMPO NOS HIZO DIFERENTES
Ya
todo es ajeno,
yo
misma soy otra.
Cada
cosa tan pequeña,
nada
es como el recuerdo.
La
casa familiar
es
solo una casita.
Mi
cuarto:
cuatro
esquinas que se juntan.
El
jardín:
minúscula
geometría de tierra seca.
No
siento nada mío:
ni
al barrio con su bulla de acero,
ni
el aleteo de los viejos libros,
tampoco
la música de long-play que me dejó el abuelo.
Mi
vida antigua se ha borrado,
sílabas
que
no retuvieron las paredes.
LEJOS
DE LO URBANO
Adentro,
en el bosque
junto
a los lagos, sobre la arena,
despiertas
a media noche
bajo
el conjuro de la vía láctea,
ves
la marea empinada de los astros
abrazando
tu cuerpo,
cortando
el silencio de tu sueño,
salvando
tu existencia.
ROAD
TRIPS
El
viento, viene corriendo entre los árboles.
Valles
gigantescos, autopistas larguísimas.
Rocas
fálicas, rocas suaves, rocas brutales,
rocas
osadas balanceándose en otras rocas.
Millas
de cielos inmensos,
cañones
errantes,
monolitos
de arena roja,
alturas
graníticas, esculturas suicidas,
glaciares
milenarios,
islas
de pinos, jardines silvestres,
rutas
amadas por el sol.
Presencia
indómita
diminuta,
enorme,
reverente,
peligrosa.
La
ardilla, el puma, el oso,
el
ciervo, el búfalo,
el
propósito del pájaro carpintero.
Imperios
que ya no existen,
ciudades
vivas, otras ya muertas.
Lugares
que nunca antes vimos
y
que tal vez no volveremos a ver.
Cronistas
de kilómetros,
acampamos
sobre
la huella del dinosaurio,
escalamos
nevados
con los ojos,
entramos
a
ese nudo de abedules, sauces, robles que es el bosque
pero
que también es uno mismo
y
entonces al tocar la tundra,
el
paisaje como siempre, nos hizo
tragar
las palabras.