SALÓN DE LECTURA
____________ José Antonio Santano
LA VOZ CALLADA
R
egresar
en el tiempo, saberse atrapado en sus esquinas y ser eco, voz
anunciadora de un universo donde la palabra reina y es luz, temblor
que se repite en cada sílaba. Reconstruir la realidad de lo vivido
para ser sueño. Algo de esto tiene la poesía cuando es sincera,
cuando estética y ética se entregan apasionadamente en un acto de
amor sin precedentes. Es esa voz interior abismándose en el misterio
o alzándose en vuelo la verdadera razón de su existencia. «Y es la
voz interior que se identifica con algunas voces, con algunas
palabras que se escuchan no se sabe bien si dentro o fuera, pues que
se escuchan desde dentro. Y se sale también a escucharlas, se sale
sí. Y entre dentro y fuera el ánimo queda suspendido…Y el total
olvido de sí cuando se escucha lo que ni tan siquiera se sabía
estar aguardando», palabras introductorias de María Zambrano al
libro que comentamos en esta ocasión “La voz callada”, de la
poeta Soledad Zurera (Córdoba, 1947). Honda voz que nos sumerge en
un universo poético propio, de la más clara tradición clásica,
humanista. Soledad Zurera es poeta por encima de todo, desde los
orígenes, cuando en compañía de Alfredo Jurado y Encarna García
Higuera crearan el Aula de Cultura Astro, al que se sumaría más
tarde los también poetas Antonio García Varo y Pilar Sanabria. Leer
a Soledad Zurera deriva en la asunción de una verdad poética –su
poética-, que concreta en el primero de los poemas contenidos en
este libro, titulado “Teoría poética”: «Son ellas, las
palabras: / si las palabra no existen un poeta muere […] El verso
mana de una fuente: / es agua, agua». Y clara, cristalina en este
caso, habría que decir. Su extraordinaria formación clásica está
presente en sus textos: la mitología recreada, su verbo grácil,
sonetos, verso alejandrino, la cadencia y el ritmo poético conforman
una voz singular, voz que quiere ser grito, denuncia y rebelión por
cuanto sucede a su alrededor y que no puede callar, como es el caso
de poema “Lampedusa” y del que reproducimos algunos versos:
«Hombres sin escrúpulos te prometieron el paraíso, / si te
adentrabas en las caravanas hacia tierras fabulosas. / No hubiste de
alcanzar la libertad de un mundo mejor, / pues los mundos mejores no
existen. Huyes del hambre y las desdichas de la guerra […] Nadie
vendrá ahora a reparar en tu belleza; / ya tuso ojos apagados como
lunas en la media noche; / en sombra tus pezones socavados a los
quince años […] Tu cuerpo aguarda el retorno a los ínferos de los
muertos. / Oye el rezo a Alá en esta playa desangelada de
Lampedusa». El dolor ajeno, la injusticia perpetrada en carne humana
argumentan el discurso poético de los poemas contenidos en la
primera parte del libro,“Casa del ciprés”. Toma título este
libro del poema “La voz callada”, que la autora dedica a la
memoria de otra poeta, editora y mujer singular, Luzmaría Jiménez
Faro: «Se fueron las palabras entre lluvias y nieblas, / por la
mansedumbre de los lugares solitarios / desde el alba desnuda, limpio
espejo de las horas; / las velas blancas, el luto impuesto en el
vestido; / la memoria de aquellos que el tiempo ha arrebatado. / Ya
la voz callada». Merecido homenaje y lúcidos versos que ahondan en
la condición humana. Voz en libertad la de Soledad Zurera, como así
la muestra en poemas “Casa del ciprés” y Elena y Paris,
críticos con la realidad poética y social actuales. Ya en la
segunda parte del libro, “Libro de las pérdidas”, Zurera, más
humana si cabe, hace balance y recuento de todo aquello que quedó en
el camino, que ya nunca más volverá. Conoce de la fugacidad del
tiempo, de su huella imborrable que advierte en el espejo cada día.
Escribe Zurera desde el sentimiento profundo y el dolor que supone
toda pérdida, sea de los padres o el esposo: «No encuentro a veces
la razón de tu partida; / no encuentro a veces. Déjame ser ceniza.
/ Ser ceniza», sea la del amigo, como así lo canta en este poema
dedicado al poeta Domingo Faílde: «Buscabas la belleza que te
habitaba siempre; / ávido del saber de los libros antiguos. / Amigo,
te nostalgio y evoco como entonces; / ya el ocaso de tu voz, el texto
y la palabra; / ciegamente en las zubias de tu verso y su canto; / a
contraluz el alma, las umbrías, cenizas». La muerte y vida para
sentir y ser, estar para vivir, y evocar el paraíso en la ciudad de
Córdoba: «Sempiterna ciudad, memoria de los siglos, / paraíso de
vírgenes y efebos trashumantes, en un hermoso verso del poeta Juan
Bernier». Poesía pura y a borbotones la que mana de este libro de
Soledad Zurera.
Título:
La voz callada
Autor:
Soledad Zurera
Edita:
Asoc. Cultural Andrómina (Córdoba, 2016)