CIUDAD CELESTE
Antología homenaje a
Valente
Visitar la casa de
Valente es uno de los mayores placeres que puede encontrar un poeta
que viva en Almería. Dejarse aromar por los recuerdos que la
imaginación redime en las estancias no se puede describir. La luz de
Almería, lo dijo el poeta hasta la saciedad, lo atrapó, y no de
forma transitoria, sino hasta su muerte. También el desierto, y yo
añadiría el silencio que, curiosamente, casi no aparece en su obra
pero está en él, en la casa y el Cabo. A esa luz se ha referido el
poeta en multitud de ocasiones, como en esta: «No sabríamos decir
cuánto debemos ya a esa luz, que puede ser alta y terrible como un
dios o declinar como animal de fuego hacia el crepúsculo,
arrastrando con ella todo el cielo hacia la línea donde no acaba
ciertamente el mar». En el prólogo del libro, escrito por Ismael
Diadé, hallamos el calor de la palabra también, la iluminada voz,
el verbo preciso, el reconocimiento a la obra de Valente, a su vida y
a su muerte: «Con el tiempo, la muerte acaba poniendo a cada uno en
su sitio.
Ni esa muerte, último inconveniente de haber nacido, ni el
nacer común a todos bajo el sol hacen una notoria diferencia entre
los hombres. La diferencia les viene del camino entre el nacimiento y
la muerte. En ese caminar entre la cuna y la tumba, Almería fue un
hito decisivo, casi el último que Valente vivió. Almería es su
ciudad celeste de tenue y nítida luz. Aquí, José Ángel Valente
encontró en sus últimos años el jardín de sus delicias y la
claridad que precisaba. Aquí, dio con su lugar 4respondiento a la
vocación íntima del desierto que llama y llena a sus allegados
entre el silencio y la nada anidada entre sus versos y su diálogo
con Ibn al-Arif, Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, Miguel
de Molinos, y todos aquellos místicos que vivieron entre la materia
y la memoria iluminada, el abismal sentir de lo divino». “Ciudad
celeste” no es sino el resultado de una antigua deuda de Almería y
sus poetas con Valente; una antología con el canto de 45 poetas:
Faun Ataya, Julio Béjar, Alfonso Berlanga, Antonio Bocero, Aureliano Cañadas, Antonio Carbonell, Concha Castro, Juan José Ceba, Pepe Criado, José María de Benito, Guillermo de Jorge, Alonso de Molina, Julio Alfredo Egea, Virginia Fernández Collado, Aníbal García, Antonio García Vargas, Juan José Guerrero, Germán Guirado, Perfecto Herrera, Toño Jérez, Rafael Jiménez, María Ángeles Lonardi, José Luis López Bretones, Carmen López, Estefanía Martín, José Luis Martínez Clares, Estefanía Montero, Domingo Nicolás, Juan Pardo Vidal, Álvaro Perals, Emilio Picón, Raúl Quinto, Pilar Quirosa-Cheyrouze, Diego Reche, Juan Carlos Rodríguez Búrdalo, Ana María Romero Yebra, Andrés Rubia, José Antonio Sáez, Francisca Sánchez, José Antonio Santano, Mario Sanz, Pedro Soler, José Tuvilla, Francisco Vargas y Graciela Zárate.
Faun Ataya, Julio Béjar, Alfonso Berlanga, Antonio Bocero, Aureliano Cañadas, Antonio Carbonell, Concha Castro, Juan José Ceba, Pepe Criado, José María de Benito, Guillermo de Jorge, Alonso de Molina, Julio Alfredo Egea, Virginia Fernández Collado, Aníbal García, Antonio García Vargas, Juan José Guerrero, Germán Guirado, Perfecto Herrera, Toño Jérez, Rafael Jiménez, María Ángeles Lonardi, José Luis López Bretones, Carmen López, Estefanía Martín, José Luis Martínez Clares, Estefanía Montero, Domingo Nicolás, Juan Pardo Vidal, Álvaro Perals, Emilio Picón, Raúl Quinto, Pilar Quirosa-Cheyrouze, Diego Reche, Juan Carlos Rodríguez Búrdalo, Ana María Romero Yebra, Andrés Rubia, José Antonio Sáez, Francisca Sánchez, José Antonio Santano, Mario Sanz, Pedro Soler, José Tuvilla, Francisco Vargas y Graciela Zárate.
La palabra
poética para quien tanto hizo por ella, para quien se desnudó ante
sí y el mundo, en una suerte de mística ineludible para el lector
que desee conocer una de las páginas de la poesía universal más
destacadas del siglo XX y comienzos del XXI: la poesía de José
Ángel Valente. En esta tierra almeriense, en este sur tan
olvidadizo, y del que dijo el poeta: «El sur como una larga / lenta
demolición.», la luz de la palabra vuelve para ascender a la
negrura de la noche y adentrarse en su silencio y soledad –que
tanto frecuentó Valente- y luego de escuchar sus sonidos, sentir el
escalofrío de la poesía, de la palabra. Por ser una empresa
imposible citar fragmentos de todos los poetas contenidos en este
libro, haré referencia sólo a los más representativos respecto a
la obra de Valente y aun a pesar del riesgo que pudiera derivar de
esta circunstancia. Ya en las primeras páginas hallamos “Poema en
azul”, de Alfonso Berlanga, que alude a ese color tan cercano al
Valente mediterráneo: «Si alborada de azul tiñera tu ventana, /
encendido carbón en azul tus sentidos, / tu almohada de azul, / azul
tu sueño, / cuánto de azul sintieras / si el azul te dejara… te
dejara». Frente a la veteranía de un poeta, la juventud de otro,
Juan Pardo Vidal, en la palabra trascendida, que se adentra en la
nada, a la que tantas veces acudiera también Valente: «Amo el
cántaro, tiene la suprema / realidad de la forma, hueco
inánime, / bello y servil el cántaro y el canto, / se
desmorona el aire desde el aire, / que disuelve la piedra en polvo al
fin… ». “Ciudad celeste” respira por cada poro de sus páginas
a través de los poetas participantes, pues muchas son las voces y
muchos los registros, y en todos, la luz de la poesía en el recuerdo
al gran poeta José Ángel Valente.
Título:
Ciudad celeste
Autor:
AA.VV
Edita:
Instituto de Estudios Almerienses (Almería, 2016)
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