Es cierto que la poesía casi siempre está en entredicho, si no es por una cosa es por otra…guerrillas de corrientes poéticas que intentan imponerse unas a otras, poetas que ametrallan verbalmente a la competencia u otras muchas veleidades carentes de sentido y que a fin de cuentas no merece la pena tenerlas en cuenta, porque lo único que debe de importar –así lo pienso y así lo digo-, tanto al lector como al creador es “el alma”, esa zona desconocida y misteriosa donde el poeta siente la plenitud del vacío y el silencio en absoluta soledad. Cuando esto pasa es que nos encontramos ante la poesía en su esencia. Todos los caminos son válidos para llegar a la meta, la poesía es una, y los poetas son muchos, cada uno tendrá, desde la honestidad, que elegir el suyo. Las experiencias son tan disímiles como lo es la voz de cada poeta, que habrá de buscar su propio destino. La vida es un instante y cada instante la eternidad misma, esa que trasciende la realidad para convertirse en algo nuevo, creado para universalizar la palabra cuando en verdad habita el poema. De cada instante vivido depende la dirección que el poeta tome, y en cada poeta ese mismo instante será distinto y la expresión de lo sentido o vivido también. Tal vez pudiera ser –mera elucubración- que el título del libro que recomendamos en esta ocasión sea un poco de todo lo dicho, o, esencialmente, la certeza de saber que existe la eternidad del momento. “Esta momentánea eternidad” es eso y algo más, porque su autora, Raquel Lanseros (Jerez de la Frontera, 1973), nos convoca a vivir los instantes que dieron lugar, desde el año 2005 hasta hoy, a este libro que contiene su poesía reunida. La propia autora declara en las páginas introductorias que «siempre he sentido que todo lo que tiene que ver con la poesía es, de algún modo, un acto de amor. En mi opinión, operan en la poesía muchas fuerzas de índole afectiva, todas ellas necesarias para que pueda ser exactamente lo que es: el amor a las palabras, el amor a las raíces, el amor a los libros, el amor a la Belleza, el amor por la indagación, el amor a los grandes poetas de la historia, el amor a esa identificación única y sobrenatural –sin importar tiempo y espacio- que la poesía brinda». Reúne este volumen toda la poesía escrita por Raquel Lanseros en los últimos once años, que dan como balance final cinco libros: “Leyendas del promontorio” (2005), “Diario de un destello” (2006), “Los ojos de la niebla” (2008), “Croniria” (2009) y “Las pequeñas espinas son pequeñas” (2013), más una última parte con el título de “Poemas exentos. Poemas inéditos” (2008-2016). En este viaje la poeta nos invita a vivir intensamente cada momento o instante, desea perpetuarse en cada sílaba o palabra partiendo de la necesidad de expresar esencialmente su mundo interior respecto a todo lo que fluye a su alrededor, convencida de que su experiencia poética será, sin duda, como la vida misma.
Sus versos hablan por sí mismos, como en este fragmento del poema “La gravidez del odio”: «Por supuesto que el odio requiere un gran esfuerzo. / No es para cualquier pecho. / El odio es denso y sólido. / Está hecho de cemento, / de plomo, de nostalgia», versos que muestran en este viaje iniciático una extraordinaria sensibilidad. Del poema titulado “Locus amoenus” extraemos estos otros: «La Tierra está llorando. / Por suerte / ayer salieron a la calle unos pocos / armados de coraje para intentar curarla. / Los disolvieron los antidisturbios». Lanseros refleja en los poemas siempre un lado interno, y reflexivo donde la emoción y el sentimiento se aúnan para conformar un sólido cuerpo poético, como en estos versos que afloran después de un adiós: «Yo nunca resistí las despedidas / porque en cada una de ellas se marchita la voz / de todas las personas que yo he sido / y ya no puedo ser». También fluyen los versos cuando mira hacia atrás, como cuando homenajea a “Doña Juana” y todas las mujeres libres, o se trata de recuperar la memoria de “los otros”, “de los vencidos”: «Todos nosotros somos ahora y para siempre / las pisadas de Yago contra la piedra helada, / yo soy el pan callado de aquella Nochebuena, / tú eres la luna oscura que le ayuda a esconderse. / Y hoy es mil novecientos treinta y nueve». Hacia el encuentro del hombre y la mujer, del ser humano camina por estos otros versos de “El hombre olvidado”:«Puede que sea el olvido / -mientras sus ojos turbios regresan del pasado- / el lugar donde vive la memoria», o en “Beatriz Orieta. Maestra nacional (1919-1945) cuando escribe: «El silencio es de mármol. / El silencio / es la respuesta de todas las preguntas». Late en la poesía de Lanseros la vida misma, que podríamos resumir, sin duda, en estos versos rotundos: «Ahora ya entiendo por qué vivo cuando amo. / Ahora comprendo / que el principio del mundo ocurre cada día».
Sus versos hablan por sí mismos, como en este fragmento del poema “La gravidez del odio”: «Por supuesto que el odio requiere un gran esfuerzo. / No es para cualquier pecho. / El odio es denso y sólido. / Está hecho de cemento, / de plomo, de nostalgia», versos que muestran en este viaje iniciático una extraordinaria sensibilidad. Del poema titulado “Locus amoenus” extraemos estos otros: «La Tierra está llorando. / Por suerte / ayer salieron a la calle unos pocos / armados de coraje para intentar curarla. / Los disolvieron los antidisturbios». Lanseros refleja en los poemas siempre un lado interno, y reflexivo donde la emoción y el sentimiento se aúnan para conformar un sólido cuerpo poético, como en estos versos que afloran después de un adiós: «Yo nunca resistí las despedidas / porque en cada una de ellas se marchita la voz / de todas las personas que yo he sido / y ya no puedo ser». También fluyen los versos cuando mira hacia atrás, como cuando homenajea a “Doña Juana” y todas las mujeres libres, o se trata de recuperar la memoria de “los otros”, “de los vencidos”: «Todos nosotros somos ahora y para siempre / las pisadas de Yago contra la piedra helada, / yo soy el pan callado de aquella Nochebuena, / tú eres la luna oscura que le ayuda a esconderse. / Y hoy es mil novecientos treinta y nueve». Hacia el encuentro del hombre y la mujer, del ser humano camina por estos otros versos de “El hombre olvidado”:«Puede que sea el olvido / -mientras sus ojos turbios regresan del pasado- / el lugar donde vive la memoria», o en “Beatriz Orieta. Maestra nacional (1919-1945) cuando escribe: «El silencio es de mármol. / El silencio / es la respuesta de todas las preguntas». Late en la poesía de Lanseros la vida misma, que podríamos resumir, sin duda, en estos versos rotundos: «Ahora ya entiendo por qué vivo cuando amo. / Ahora comprendo / que el principio del mundo ocurre cada día».
Título: Esta momentánea eternidad
Poesía reunida (2005-2016)
Autora: Raquel Lanseros
Edita: Visor (Madrid, 2016)
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