Travesía
del Relámpago
Tal
vez el verdadero sentido de la poesía se halle en el deslumbramiento
o el asombro que nos produce mirar al infinito del horizonte, al
anciano que habita un banco solitario de un parque cualquiera o a un
laberíntico espacio que el tiempo desnuda cada día en un ritual
inagotable. Pero si la poesía es, en palabras del poeta Francisco
Brines, «aquella que se ejerce con afán de conocimiento», o, “la
que revive en mí la pasión por la vida”, para el poeta Theodoro
Elssaca (Santiago de Chile, 1958), es fulgor de la palabra, eclosión
de armónicos sonidos, alumbramiento continuo de la Naturaleza en
comunión con el hombre, fuego abrasador, turbadora razón,
abarcadora visión del universo. En su “Arts poética”, que
precede a los versos contenidos en este libro antológico “Travesía
del relámpago”, el poeta se confiesa, y escribe: “Antes de ser
parido, ya era poesía…Yo, antes de nacer, ya era poesía”, y
efectivamente, así es. Cuando uno se adentra en esta inmensa selva
habitada por la magia y el misterio de la palabra, se siente que,
verdaderamente, Elssaca ya era poesía antes de ser parido, que todas
las fuerzas de la Naturaleza ya estaban en él, en el poeta,
dictándole al oído las palabras precisas, esas a las que el poeta
canta en el poema que cierra esta antología, “Árbol de las
Palabras”, cuando así escribe: «Hay palabras rápidas como el
rayo / grandes igual a mamuts / transparentes más que el viento, /
palabras acorazadas o desnudas, / lentas como terrestres quelonios /
antiguas, risueñas o vanguardistas (…) Palabras que los lingüistas
coleccionan en insectarios, / y las clasifican como a escarabajos,
saltamontes o escorpiones. / Primeras palabras del que aprende a
pronunciar, / últimas palabras de quien se despide y no regresa».
Los versos de Theodoro Elssaca son frescos y transparentes,
devastadores en ocasiones y luminosos otras, porque para él la
poesía es, en esencia, la vida misma, y en su experiencia acumula
toda suerte de vivencias, algunas tan dolorosas como la sentida tras
la muerte de su hijo Américo, plasmada en el poema “Viaje al fin
de la Noche”, del que reproducimos el siguiente fragmento: «La
noche no condujo al día. / Viajo en sombras al fin de la tristeza. /
En la oscuridad he creído escuchar tus palabras, / las voces no se
borran de la mente. / En Madrid me dijiste hace un tiempo: / cada vez
que respiremos estaremos juntos. ¿Hace un siglo que te has ido, o
fue recién anoche?» Es el luto de la noche como un cuchillo que
sesga vértebras y vísceras, que se adentra muy adentro y duele
hasta después de la eternidad, y el poeta lo sabe por ser suyo en la
absoluta soledad de los días. Pero Elssaca no se detiene, reanuda el
camino porque en el camino se hallan las respuestas y la luz de la
palabra, la que tanto ama y reivindica como la esencia misma de esta
vida. En él la tierra americana, los nombres primigenios, los ríos
y las cordilleras en un único canto, porque “si se calla el cantor
calla la vida”, y el poeta Elssaca es ese canto de “El espejo
humeante-Amazonas”, tan americano como perturbador, nacido de la
tierra y en ella vivo, penetrante hasta dejarnos mudos y ciegos de
tanta sonoridad selvática y tanta luz y colorido evanescente, pues
nace del corazón del poeta y se adentra en el silencio majestuoso
del Amazonas hasta encontrar en ese espacio su propia voz, la voz
tribal de sus habitantes, que nos devuelve la esperanza en el ser
humano y en la Naturaleza, como así podemos confirmarlo en este
extenso y bellísimo poema que dedica a las tribus Sharanahua,
Amaracairy, Machiguenga, Campas, Wayapi, Adaré, Asurini, Yanomami y
Aguaruna y del que extraemos los siguientes fragmentos: «El primer
día es la Tierra / regresando a mi materia original / útero
planetario de todas las semillas / penetro en ella / enlodándome /
desde la caverna de iniciación / hasta el barro más grueso (…)
Bosques Amazónicos / ¡Catedrales de nuestra América! (…) Yo /
Theodoro / en el corazón del Amazonas / concebido de la tempestad /
encuentro al que habita dentro de mí / alma que a horcajadas tantea
el bosque de los huesos».
Pero además, Theodoro Elssaca es un poeta
visual y en esta antología podemos comprobarlo en los siete
caligramas contenidos en figuraciones espirales, de labios, pirámides
o árboles. Poesía esencial la de Elssaca, también humanista, pues
el hombre camina siempre junto al poeta, como muestran estos versos:
«Un día cualquiera, / la tierra dejará de girar. / Cansada de
tanto tumulto, / tantos momentos que no fueron, / dejará de girar
(…) De tanta sangre, de tanto llanto derramado / ¡Tantos cuchillos
que asesinan inocentes! un día cualquiera / la tierra / dejará / de
girar». Poesía a borbotones en la voz inconfundible del poeta
Theodoro Elssaca, esencia de la tradición poética chilena,
hermanada en lo sustancial a la más grande poesía en lengua
castellana.
Título:
Travesía del relámpago
Autor:
Theodoro Elssaca
Edita:
Vitruvio (Madrid, 2013)
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