Tierra madre. José Antonio Santano |
Tierra Madre
(Premio “José Antonio Ochaíta” 2017. Diputación de Guadalajara)
Ay sur, de más allá del sur,
extensión de mi herida
cuando llega la tarde
y tengo que sentir
tu voz atormentada
y todas las crueldades
vividas en tu nombre.
Alfonso Berlanga
Volver a Sandua
En Sandua aúlla el viento por los viejos tejados
por los muros ruinosos y la negra veleta.
(Elegía VII. R.M.)
A Ricardo Molina. In memoriam
Vuelve la luz a Sandua
arcoíris de pájaros en vuelo
hacia la tarde y sus dominios
verde fragor de campos
en plata de olivar
y silencios,
en sombras que se escapan
y huyen
evanescentes
más allá de la nada y el agua
en hilos de soledad
vuelta la hora exacta
de un otoño lluvioso
que ya es memoria
resplandor solo
la voz dulcísima del viento
acariciando los tejados
y el hollín de la pobreza
el tiempo en su grisura
sin dios ya
sin palabras ni risas
solo cuerpo
dorada carne del pecado
en brasas y labios
toda la estancia en penumbra
los libros
los estantes
el viejo sillón y la mesa del despacho
y en tus manos de ángel
el universo todo
junto a Pablo, Juan y Mario
en un leve suspiro
Cántico luz de madrugada
en las pupilas del sueño
en las tabernas
y el vino como el néctar
y el verso como daga
que se adentra en el costado y gime
sin esperanza
oscurecido el tacto y los sentidos
a orillas del Genil
los amantes
vuelven a Sandua:
Pablo mira al río y los crepúsculos
Juan las nubes de cristal
vivas
resplandecientes
Mario en universo de pueblo
y una soleá en Ricardo
que parte el alma en dos
y desde entonces un dolor punzante
vuelve a Sandua
para nunca más alejarse
vuelve a Sandua en la voz de los poetas
que miran al infinito olivar
y presienten que el destino es allí
un rubí incandescente
tal vez un nombre
que se repite incansable cada tarde de otoño
y nos seduce en su canto único
imperecedero
luciente de cal viva
y el corazón abierto de la casa
ruge como la lluvia en los espejos
y se deja soñar de palabras y sones
para siempre volver a Sandua
estremecida y triste
lumínica campiña
dominio todo
de regreso a la nada y el alma
a esa paz que se advierte
en la anónima piedra
de una tierra que brama
de silencios y olvido
Agua siempre
Tierra
Fuego
Aire
en Sandua Pablo y Juan y Mario
Ricardo en vuelo de luciérnagas
que vuelve a Sandua
para siempre.
Volver a Sandua…
Eterno Don
Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría,
y que obtiene inteligencia;
porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata,
y sus frutos más que el oro fino.
Proverbios 3:13-14
La sabiduría es el alma perfecta, llevada al grado más alto
y más excelente, ya que es el arte de la vida.
Séneca
¿Y de qué me sirvió sabiduría
si ahora, extraviado, no sé a dónde voy?
Antonio Colinas
A José María Barrera, por todos los encuentros
Sin saber dónde ir…
Contemplo el horizonte
la fuerza del silencio
atrapado al crepúsculo
por ser la hora última
fijada ya en la piedra
y al madero pupitre
acaso en el olvido
del rumor de las sílabas
en la luz primigenia
que ilumina los nombres
escritos en el tiempo
que atesora este claustro
supremo entre los arcos
y bóvedas celestes
por más clara razón
de toda transparencia
señal de la verdad
prensil y nutricia
que busca en los caminos
la fuente del saber
que sacie y calme el alma
en honda soledad
ya viva y trascendente
inserta en el misterio
que los ojos ocultan
del abismo y el caos.
Sin saber dónde ir…
Atravieso la luz
de lo invisible
y adentro
en su fulgor me aferro
más allá de la noche
y su esencia
despiadadamente
poseso del silencio
que me habita
en plenitud de aire y fuego
eterno don callado
y triste
de los labios en la rosa
y los mármoles
de este instante que vuela
por el cielo más puro
que los dioses crearon
de la nada en el barro.
Y sin saber a dónde ir
camino
advierto el aire en las mejillas
oigo canciones de pájaros
siento el tacto de la lluvia
su voz de espuma y ola
el fuego del crepúsculo
en las sienes
y el abismo
habito en los estambres
del tiempo y sus derrotas
vuelvo sobre mis pasos
una vez más exhausto
en asombro de días
que la vida me ofrece
generosa y ubérrima.
Incorpórea alcanza ya
el relámpago
invoca la existencia
de sus ojos hirvientes
en la luz
hacedora de ensueños
y liviana regresa
traslúcida y astral
al corazón del alma
plenitud magisterio
de la vida.
Cercano al fin
en lo absoluto ya
descubro el camino
rememoro el temblor
de la palabra
de toda verdad
anunciadora
de sabiduría.
Ni la palabra ni el silencio. Nada pudo servirme para que tú vivieras. José Ángel Valente
a Rosa León Salas. In memoriam
Nada pude contra el cuchillo
contra el aire disoluto…
Tendría que haber aceptado
aquella invitación
de los días soleados
la luz de los atardeceres
tu casa en la ladera
los sencillos manjares
dispuestos en la mesa
el perfume a canela
las palabras en vuelo
hacia la altura exacta del sueño
tenía que haberte oído
el canto de los ríos
en la hora más dulce y pura
quizás haber mirado
a la hondura del alma
angelical y fulgente
en la ermita desierta
en los álamos solos
allá en el camino que los pájaros
alegran con sus trinos
tendría que haberte dicho
que abierto el corazón
la fuerza era el fuego de las sílabas
que el tiempo me sustrajo
y nunca fueron dichas…
Tendría que haberme adelantado
al tiempo y los silencios
que ahora me torturan
la voz y las palabras
que inoculado el dolor todo es espanto
intensa pesadilla
incomprensible el mundo
la vida desaliento
oscura noche todo…
Tendría que haberme avisado
de la muerte que siempre merodea
pero nunca pensé
jamás creí
que te llegara el día
que todo lo oscurece
y en sombras vive
eterno ya…
Tendría que haberme preparado
para la liturgia del silencio
pero estaba en otras cosas
y hoy no puedo ya salvarte
reunir en un ramo las flores más bellas
y llevártelas a tu casa en la ladera
hoy ya es tarde
para quedar a la hora precisa
y contar amapolas
avistar los montes de olivos
y hablarte del sonido del agua
en las mañanas de estío
junto al cañaveral amigo
escribirte una carta
pidiéndote perdón por las ausencias.
Tendría que haber ido al encuentro
de ese día que hoy se escapa
abismado en la espesura del tiempo
que nunca volverá
a ser aire y agua, fuego y rosa.
La Voz Iluminada
A Juan Carlos Rodríguez, In Memoriam
Hablan de ti y es otoño
penan tu ausencia
la luz en los albores del verso
que en ti hallaron
la palabra encendida
el verbo en movimiento
cuando la tierra gira
alrededor de una rosa
y el tiempo se detiene
y testigo del caos
tu voz iluminada
siembra estrellas en el cielo
en la quietud toda
de la casa y los libros
de la lluvia en las aceras
golpeando la noche
la piedra y sus silencios
allá en la cima, alto
los ojos son espejos
que el agua resplandece
en los estanques
del jardín laberinto
claridad arcoíris
de las flores lucerna
cuando el sol ya destella
en los cármenes
o en murallas de hiedra.
Yo que no te conocí
que nunca hablé contigo
parece que te tuve
en el abrazo siempre
fraterno en la escritura
visible entre las páginas
de blanco pergamino
de vuelta a la materia
constructo del alma
o el espíritu
te siento ahora
cuando escribo estos versos
cercano al desconsuelo
de saberte huido
después del tránsito
en el tiempo
que fulge allá en lo oscuro
igual que así te viera
al abrigo de tu siempre eterno
sombrero negro
igual que así cantara
tu doble Leonard Cohen
otra noche de otoño
Dance me to the end of love
junto a un vaso de güisqui
en un vuelo infinito
hacia la luz del abismo.
Yo que no te conocí
ni hablé nunca contigo
te escribo ahora
en esta amarga noche
escribo los latidos
escucho los silencios
nombro tu nombre
para sentirme libre
y vivo.
En esta hora gris
te escribo
amado profesor
secreto amigo.
Tierra Madre
a Mari Carmen Tienda. In Memoriam.
En el espacio calmo
de tus ojos vivientes
en esta madre tierra
entierro ya el cuchillo
en los verdes silencios
en el mármol opaco
centelleo de siglos
en el agua y la rosa
más allá de las nubes
en esa extraña luz
que circunda la noche
donde los dioses barro
el aire solo adensan
del otoño en las hojas
al vuelo de los sueños
en la piel de la luna
que obra en el silencio
sepulto en los caminos
después de haber sembrado
semillas de canciones
atardeceres inmensos
en alabanza al sol
que dora los estanques
liturgia de otro tiempo
remoto en los trigales
adentro ya toda alma
que busca la verdad
en los altos cipreses
del único sendero
habitante del cosmos
envuelto en las mañanas
que el frío del invierno
los labios eterniza
en el grito primero
que la voz dolorida
acuchilla al instante
después de haber amado
al alba con locura
el hogar de los hijos
rumor vivo de nanas
callada la tormenta
abierto el corazón
al rumor de los labios
cuando ya todo vuelve
al abismo del fin
en sonidos de réquiem
trascendido y celeste
maternal y nutriente
de los pétalos rosa
en los mármoles huella
para nunca el olvido
en palabras del aire
por los campos de olivos
cuando cae la tarde
la lluvia en los cuerpos
ramillete de rezos
por el cielo abrasados
hasta luego en la tierra
azucena en las aguas
que lentas discurren
por la historia del tiempo
en los juncos descansa
para siempre serena
sin edad en la tierra
madre tierra tu nombre
de regreso a las ramas
de los árboles luz
de la siesta inmortal
en los brazos del viento
la palabra doliente
testimonio del vuelo
que los ojos no alcanzan
al cegarlos las sombras
de la piedra desnuda
después de haber vivido
los sueños bien adentro
el fulgor de los días
como un reloj exacto
en los bosques celestes
habitados de lunas
y en las manos ardientes
por eternas promesas
más allá de los montes
que amamantan fronteras
abierto el corazón
a la tierra y sus dones
en las nieves primeras
nacimiento de labios
que encandilan la noche
aventura en el tiempo
de sedosos silencios
como hiedra en los muros
a la tierra devueltos
en racimos de rosas
que una eterna palabra
en la fuente espejea
por vivir la certeza
que a la tierra volvemos
en alma clara y viva
para ser alma sola
eterna luz de tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.