Marparaíso |
Lema: Tiempo de amapolas
No me resigno a que las cosas vayan
por la tierra peor que por el cielo.
Para cumplir con mi verdad escribo.
Leopoldo de Luis
Aquí tenéis mi voz
alzada contra el cielo de los dioses absurdos…
Blas de Otero
Hacia Cuatro Caminos, al número 3
de la calle Wellingtonia, en donde me esperaba,
bajo dos ojos con chispas azules,
la sonrisa que nunca he vuelto a ver
en el rostro
-plenilunio rosado-
de Vicente Aleixandre,
que dejé allí a vivir con sus ausentes.
Pablo Neruda
Aquel hombre tenía el recuerdo marcado
en claridad. Los ojos como olas pastueñas,
sosegadas, y, en ellos, una serena rama
del paraíso.
Antonio Hernández
El hombre es el poeta, y su imagen el hombre:
a Vicente Aleixandre, por su humano magisterio
Marparaíso
Por eso hoy, mar,
con el polvo de la tierra en mis hombros,
impregnado todavía del efímero deseo apagado del hombre,
heme aquí, luz eterna,
vasto mar sin cansancio,
rosa del mundo ardiente.
Heme aquí frente a ti, mar, todavía.
Vicente Aleixandre
NO FUE LA ÚNICA
hubo otras
dibujadas en la umbría
de la tarde más sola
y silenciosa, allí
en el centro del salón
esperaba su turno
inmóvil y callada.
Nacida de la hondura
de los ojos
tan azules como el agua
tan inmensa
como la mar que arde
a esta hora de la tarde
ya plegaria
oración crepuscular
que se derrama toda
en aquella blanca casa
en su paz de mediodía
allá donde alcanza la luz
su luz intensa
de niño que jugaba entre sus manos
con la mar
aquel mar de Málaga
y la brisa un eco
en su blanca piel mediterránea.
TEJER LA MAR DE NUEVO QUISE
respirar el aroma salobre
en las esquinas del Puerto
en ese instante mágico
de pescadores y barcos
naciendo de las sombras gigantes
cuando ya solo queda
allá en la cima Gibralfaro
como un ciprés inerte
que se adentra en sus ojos
y se abisma al fondo acuoso
de un sueño imposible
abrasadoramente vivo
pleno de paz
de gloria arrebatada
a la inocencia de los días
que suceden monótonos
hondos
después de haber besado
su cálida mirada.
A LA ALTURA DE LOS OJOS
verde luz de alameda
un pecho abierto al universo pleno
quietud deslumbrante y paraíso
génesis
o verbo que todo lo esclarece
en el silencio de la casa
cuando a solas vuelves
y subes la escalera como un rayo
las piernas como alas
batiéndose en el aire
que crece en las paredes
de regreso al azul de la inocencia
a la mar que resplandece
la calle de los juegos
y la fina voz del viento en las ventanas
que se hospeda entre los dedos de una infancia
ferviente
viva
eterna.
DE PURO AZUL
la luz del día
el rumor despierto de los pájaros
tras el balcón
y las aguas calmas de un mar
de gloria
que resucita en la retina
cuando dirige sus pasos
de calle en calle solo
camino de la escuela
del viejo don Ventura
alto en la estampa
de grande y noble corazón
tan humano en palabra
que recorre España toda
de colores en el hule
desgastado
y que esplende el crepúsculo
sobre el pupitre aquel
sobre el tintero
donde los días fueron
lugar para las risa
salvación junto al amigo
nombrado Emilio
con el que vuela hasta la altura
de la luz y en las pupilas se anilla
para seguir viviendo.
LA TENUE LUZ INVADE LOS ESPEJOS
y en el escaparate
centellea su nombre en los juguetes,
también el eco de las aves
en la cancela y la alcoba
nace al día cada mañana
en los azules ojos de Vicente
que miran incesantes el futuro
en la tangente del aire
o en la arena de la orilla
donde los pies desnudos
penetran el silencio de la espuma
y el tiempo
ese que nunca se detiene
que te espera y se desdice
y es señal o signo, un gesto solo
errante
desmemoriado
la grácil forma de unos dedos que vuelan
inocentes y libres
para alcanzar el borde de las nubes
el río que desemboca en la espesura
de las calles
zubia a Marparaíso
juego de mortecina luz
y enramada perenne de ola y sal.
LA MAR ES AVENTURA
el silencio más denso
de todos los silencios
una extraña ciudad
que a destiempo recorre
la memoria y el llanto
una tienda de muebles
en aquella calle Larios
un círculo en el aire
un río y una playa
la voz que el alma alienta
y respira en los besos
y es brasa en los amantes
una luz cegadora
un nombre que la brisa
ondea en la Alameda
y repite insistente
Emilio Emilio Emilio
Niño Adolescente Hombre
en eco de olas solo
fulgor de mediodía
solaz en Gibralfaro
cuando la lluvia suena
callada en los cristales
y en las sombras de la tarde
muy lentamente caen
sobre enormes espejos
o en la arena vidriada
al remontar el vuelo
en playa San Andrés
de regreso al silencio
toda luz en los nombres
que aún siguen presentes
donde el sol ilumina
ese tiempo pasado
esa voz de la infancia
como un dardo certero
en el iris del mundo
en la mar de Vicente.
INOCENCIA
La vida es sólo tránsito
fulgor
deseo
la nada y lo absoluto
que una vez y otra
vuela
hasta la infinitud de lo finito
inagotable
imperecedera
y regurgita silencios
y es temblor en la palabra
que lenta y fervorosa
desciende a la frondosa
eternidad
de la inocencia.
Velintonia 3
Yo conozco un jardín
donde es, callado, el amor
Vicente Aleixandre
SIEMPRE QUISE CAMINAR POR SUS CALLES
llegado el invierno
adentrarme en el frío de los verbos
y sentir en el pecho
ese inmenso dolor
de tristeza que sangra.
Lentos los días
demoledores
regresan
a su desnudez de signo
a su clara oscuridad primera.
Volver a Madrid
después de aquella muerte
caminar el Retiro
a las horas más muertas
descansar en un banco y agitado y contrito
en un vuelo hacia el cielo
de la fuente de piedra
Lucifer en el aire
como un ángel caído
manantial de hondo mal
por vivir en su grito
todas las muertes juntas.
Volver a Madrid cada tarde
en las alas del tiempo
en un breve suspiro.
ALLÍ DONDE LA LUZ SE VUELVE OCASO
voz peregrina que aduerme los sentidos
un nuevo hogar
para vivir los días
perderse en la ciudad desdibujada
correr hacia la nada de las sombras
y cobijarse en ellas
en la espesa luz de su negrura
hasta alcanzar la cúspide de la arboleda amiga
nada más saberse aire
en los labios de Cibeles
y ser metálico rumor
de aquel tranvía que cruza la ciudad
y sus silencios.
Allí donde la luz de su palabra
surgía cada mañana
montada en bicicleta
y en las alas del tiempo
recorría las aceras soleadas
abrigado de paz
entre la niebla muchedumbre
donde la soledad toda
en cuerpo y alma
reposa ya en la casa
rosa y piedra
eterna en los azules
que regresan
a la grisura de la carne
adormecido el deseo.
VINO COMO UN RAYO
al corazón
encandilando ojos
abrasado a las manos en la entrega
y todo se alegró con su llegada
eliminó temores y vacíos
pronunció su nombre
y ante él
el mar se mostró
soberano
alocado y febril.
Vino y se fue en muchas ocasiones
en compañía de tardes y de otoños
a la luz de la música
infinitamente hiedra
en el silencio de los ojos vivo
azul
tan azul que deslumbraba al sol
quedo, fuera de sí, huido
como ausente a los dones de la tierra
pero el amor era tan suyo
tan endemoniadamente suyo
que amar amaba
y amó
hasta el último segundo.
Vino como un rayo
al corazón
tejiendo versos.
autor: JOSÉ ANTONIO SANTANO
Detalles del libro
Editorial | Casa de Galicia en Córdoba |
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Edición | 1ª ed. (08/09/2019) |
Páginas | 50 |
Dimensiones | 22x14 cm |
Idioma | Español |
ISBN | 9788493533366 |
ISBN-10 | 849353336X |
Encuadernación | Tapa blanda |
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