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Ukigumo. ÁNGEL OLGOSO.



Ukigumo (Floating Clouds) es el título original de la película dirigida por Mikio Naruse allá por el año 1955, pero también y sobre todo, el título de un libro de poemas Ukigumo (nubes pasajeras), del granadino y una de las voces más destacadas del relato en España, Ángel Olgoso (Premio Andalucía de la Crítica de relato, 2014). Publicado por la editorial Nazarí de Granada (colección Daraxa), en esta ocasión Olgoso cambia de género y se adentra en la poesía con un buen ramillete de haikus que compusiera en la década de los 90 y que ven ahora la luz pública. Nos invita su autor a un viaje por las nubes, en esas donde anida la palabra como único fulgor del poeta-narrador, de la palabra que alumbra los caminos y senderos, los bosques y los ríos, los mares, la tierra entera, de oriente a occidente. En ese universo de silencios y memoria el poeta resurge y observa detenidamente la naturaleza (el haikus ha de contenerla) y toda su plenitud es recreada de forma breve a través de diecisiete sílabas y en tres versos (5-7-5). Olgoso sabe mucho de cercanías, de observación y meditación contenida, de lugares lejanos, orientales, y también de los otros, de los de occidente. En ese entramado de experiencias y lecturas previas ha fundado su mundo ficcional y creativo, y a él se ofrece día a día en cuerpo y alma. El haikus se muestra en toda su sencillez expresiva (otorga la importancia al momento en que suceden las cosas y es captado por el poeta,), y por ello el uso del sustantivo prevalece y nos invita a recorrer un camino donde la realidad y los sentidos se complementan hasta crear un nuevo tiempo, una nueva forma de sentir y de vivir.


Ukigumo se presenta en edición bilingüe español-italiano, con traducción al italiano de Paolo Romerini, lo que sin duda es un acierto más, dada la musicalidad y la fuerza expresiva de la lengua italiana, que provoca en el lector una dulce y sedosa sensación, de mágica armonía y equilibrio. El poemario se divide en tres partes: Kaoru (aroma), Akashi (gema-gemma) y Utsusemi (caparazón de cigarra-guscio di cicala). En la primera de ellas, «aroma», el otoño es protagonista


De nuevo el otoño, plácido y austero.

Al caer la tarde,

pequeños incendios de broza sobre los campos,


o lo que equivale a decir la naturaleza que aviva los sentidos


Suenan al caer,
en las raíces ensortijadas del olivo,
un par de aceitunas,


el tempus fugit


La profunda noche sola

en la casa silenciosa.

El sonido del reloj,


el valor de lo etéreo


Cuando intentes conocerla,
la nube noes más que una nube,
y se disipa


o la vejez en suma


Hoy se ha desprendido,
exhausto, el último clavo negro
del portón centenario.


La segunda parte, gema (piedra preciosa) nos obsequia con verdaderas perlas de haikus:


Acá y allá
sendas de hojas crujientes,
mondos los álamos,


nos alerta de la soledad:


En soledad,
sin el daño del deseo.
Tarde nublada,


la esencialidad poética de la ciudad –su ciudad-:


Seco y maduro,
dulce y amargo fruto:
todo es Granada»,


también el desaliento o la desesperanza, cuando el poeta dice:


Olvida al hombre,
mira la gentil nube,
y entenderás»,


o la constatación de realidades sociales:


Inseparables,
el siervo y el señor.
Avinagrados.


La tercera y última parte (caparazón de cigarra), con dos únicos versos y sin número fijo de sílabas, Olgoso vuelve a indagar y al meditar sobre el mundo que le rodea, sobre hechos y cosas que surgen como realidades o sueños, en los que la palabra en ese juego secreto de la alquimia es trascendida:


La uva no conoce el vino que destilará.
El vino no conoce la uva que habitaba,




y en esa observación de lo vital y cotidiano escribe:



El paseante mira la montaña con veneración.
La montaña mira al paseante con zozobra,


o este otro:


El transeúnte ladra en silencio
por las esquinas de la multitud,


o este que resume toda una manera de pensar y vivir:


El fuego es frío a veces;
lo alto es bajo con frecuencia.


Así respira el narrador y ahora poeta Ángel Olgoso en este libro, Ukigumo,  en el cual las «nubes pasajeras» son como los sueños, pero que en la voz del poeta se perpetúan. Es la luz de la palabra como única patria y paraíso, alma y alimento.

Librerías y libros andaluces.



No es habitual, pero a veces sucede. De sorprendente y casi milagroso podríamos catalogar lo acaecido hace unos días cuando me dirigía a la librería Metáfora, en Roquetas de Mar. Conducía atento a la carretera y al mismo tiempo enfrascado en mis pensamientos sobre determinados asuntos relacionados con la literatura andaluza y su escasa promoción o difusión en las librerías. Los escritores andaluces, desgraciadamente, son unos perfectos desconocidos para el público en general. Hallar un libro de autor andaluz en las bibliotecas públicas –que no sea lo suficientemente mediático, claro-, o en las de los centros de enseñanza es muy difícil. Los que ocupan los anaqueles, incluso de las universidades, corresponden a poetas o escritores generalmente conocidos por sus intervenciones en las televisiones, radios o prensa –escrita o digital-. Lamentablemente –pensaba durante el corto trayecto-, esta es una realidad constatable, pero sobre todo, triste, dado el buen número de escritores y poetas andaluces con una trayectoria literaria coherente y textos de sobrada calidad. La nómina de estos escritores andaluces sorprendería a muchos, si bien hay que tener en cuenta que forman parte de lo que viene denominándose “autores independientes”, no sujetos a la imperiosa necesidad comercial de las editoriales más famosas, todo lo contrario, afines a editoriales pequeñas e independientes también, que apuestan por la calidad de los textos, por la buena literatura, como debe ser. En estos pensamientos andaba cuando al llegar a la citada librería, me asombro al contemplar en el escaparate un expositor con los libros ganadores de la vigésima edición de los Premios Andalucía de la Crítica, año 2014.
No podía creerlo, una librería que destacaba en su escaparate los libros de autores andaluces, que los críticos literarios consideraron en su día que merecían el máximo reconocimiento de entre todos los publicados en el año 2013 en Andalucía, un premio, además, sin dotación económica alguna (a los premiados se les entrega una estatuilla, obra original del escultor jiennense Andrés Calatrava, y reproducida en Almería por la Escuela del Mármol). Allí estaban alineados sobre el fondo negro del expositor, eran libros andaluces destacados: en poesía, “Umbral de otoños”, de la granadina Mariluz Escribano; en relato, “Las frutas de la luna”, del también granadino Ángel Olgoso, y, por, último, en novela, “Adriático”, de la sevillana Eva Díaz Pérez.
¡Merecido homenaje de esta librería al libro andaluz!



Las frutas de la luna. Salón de lectura.

Ángel Olgoso, (Cúllar Vega, 1961) Es autor de varios libros de relatos, entre los que destacan Los demonios del lugar (2007) y Astrolabio (2007).           

Desde el mismo título ya se adivina el dominio de la metáfora, la condición de fabulador neto de  Ángel Olgoso, el autor de los relatos contenidos en este libro.

 Publicado en la columna Salón de Lectura de Diario de Almería 28/07/2013.

Cercano DOMENE. Estación Sur

ESTACIÓN SUR:             CERCANO DOMENE


SUCEDE con frecuencia, casi no le prestamos atención pero ocurre.  Vivimos contemplándonos, ensimismados en nuestro propio ombligo y no vemos más allá de nuestras narices. 
Es tal el narcisismo que a duras penas comprendemos que existen otras cosas, otros lugares u otros hombres y mujeres dedicados en cuerpo y alma al conocimiento y su divulgación, personas mantenedoras de una solidaridad sin límites. Nos dice el escritor granadino Ángel Olgoso en el último de los relatos que componen el libro "Las frutas de la luna": "Siempre nos sentimos más atraídos por la brumosa lejanía y por lo desconocido que por aquello que yace ante la vista". Y algo de esto ocurre con el escritor, ensayista y crítico literario Pedro M. Domene, que la cercanía de su persona y su obra es tal que ignoramos, desafortunadamente, a uno y otra. Domene, lector infatigable, desde su tierra madre nos lega, lo mejor de sí mismo, como el que encerrado entre cuatro paredes dedica su vida a los libros, verdadero y singular amanuense; creador y docente, ensayista y crítico vuela por el espacio fúlgido de la literatura dándonos a conocer una ingente cantidad de textos. Huércal Overa es ese pueblo silencioso y frontera, pero su patria es otra más grande y universal, la de la literatura de todos los tiempos y tendencias, la única literatura posible, y de su generosidad aprendemos cada día, de su magisterio indiscutible. A esa actitud generosa dedico hoy estas líneas. Hace unos días recibía uno de sus breves pero jugosos ensayos: "Disidencias. (en la Literatura Española del siglo XX)". Extraordinario estudio sobre el olvido al que se han visto sometidos muchos de nuestros escritores, "Disidencias: antología del olvido", podría titularse sin temor a engaño. Con unas palabras preliminares del desaparecido Medardo Fraile, Domene nos acerca a una nómina de autores desgraciadamente ignorados, pero que conformaron, independientemente de ideologías, lo mejor de nuestra literatura respecto al siglo XX (Lanza, Sawa, Colombine, Villaespesa, Díez Canedo, Gutiérrez Solana, Jarnés, Bergamín, Barea, Dieste, Salazar Chapela, Ros, Ayala, Rodoreda y Ridruejo). Así y no de otra forma se escribe la historia. Tal vez para algunos esta actitud generosa no tenga la menor importancia. Lamento llevarles la contraria, pero son estas aportaciones al conocimiento lo que nos hace libres de verdad, y Pedro M. Domene es sabedor de ello, como humanista que es.