ESPECTRAL CÓMIC. Poemas comentado por JOSÉ ANTONIO SANTANO

 
SALÓN DE LECTURA

 

 

Espectral Cómic.

Espectral CÓMIC. ÁNGEL GUINDA y JOSEMA CARRASCO

JOSEMA CARRASCO Siempre la poesía, como bálsamo o luz que ilumina la oscuridad de la vida. La poesía para reencontrarse con uno mismo y los otros, para sentirse libre como un río que recorre el paisaje de la vida y nunca se detiene, para soñar lo desconocido. Y si después de todo hallas en su voz el verdadero camino hacia lo absoluto y la nada, si consigue deslumbrarte su palabra viva y cristalina, si desnuda se muestra, un nuevo mundo renacerá de las cenizas como ave Fénix. Si el hallazgo de esa voz toma en su voz el nombre de Ángel Guinda (Zaragoza, 1948) ocurre que el hallazgo de su palabra es como el descubrimiento de un tesoro en una isla perdida. Nace al ser y desde el ser del poemario “Espectral”, publicado en la colección “Papeles del Trasmoz” (2011), este “Espectral cómic”, una apuesta innovadora, moderna y diferenciadora de la expresión artística, y digo bien, porque en ella se reúne la palabra y la plástica, el poeta y el dibujante, para crear una obra tan brillante en su ejecución como magistral en su contenido. “Espectral cómic” responde a la necesidad de construir un universo pleno de belleza en su sentido más amplio. 

Es, como escribe el crítico Antón Castro en su prólogo, «el libro de un vómito del alma y de la inteligencia», y refiriéndose al dibujante y poeta Josema Carrasco y a su trabajo en este libro: «...en el cómic todo puede hacerse: la gravedad de existir, la belleza del dolor, el diálogo incesante que cualquier ser humano mantiene con sus fantasmas». En esta dualidad de las artes, que se complementan, el verso en prosa de Guinda no deja de sorprendernos, porque igual descendemos a lo más oscuro que ascendemos hasta una luz cegadora: «¿Eres tú, la oscuridad, la llama que me llama? ¡Apagada en la sombra hay otra sombra! La necesidad de saber, de saberse quién, permite a Ángel Guinda indagar, meditar sobre sí y el mundo que le rodea, comparar y vivir en plenitud. Quiere saber y por ello se pregunta y se responde: «¡Para saber quién soy comienzo a dialogar con mis fantasmas! ¿Dónde está el trillo quee ralló el temblor? ¿Dónde los fuegos fatuos de la infancia? ¿De qué eran clave las chispas espaciales?». Y en el camino que se traza el poeta desde la infancia existe la libertad plena de imaginar de saberse otro y distinto en cada palabra o pensamiento: «De niño yo veía en Zaragoza rinocerontes con cabeza de hombre, hombres con cabeza de pistola, hombres con cabeza de falo, hombres con cabeza de copón, hombres con cabeza de mardano, con cabeza de buey, de jíbaro; hombres cabezones, cabezudos, hombres con la cabeza en los pies». Sutileza y desnudez convergen en la palabra de Guinda y la plástica de Carrasco, un corpus sólido y frágil a la vez, dependiendo de la mirada de cada lector, pero nunca indiferente. «¿Esta sed insaciable es el destino?», se pregunta el poeta. 


Esa insaciable necesidad de conocimiento del “yo” lírico y su trascendencia y metamorfosis en lo distinto, en los otros, deviene en magma inagotable, en imperecedera luz que ilumina el espacio. La palabra y la imagen en una fusión única, sincera, tal verdad al desnudo, en una sincronía absoluta, solidaria y humanista que recorre la geografía del desastre para ser eco y altavoz de la continua deshumanización de la sociedad actual: «En mi frente triscada de enfrentarse tatuadme los países destrozados». Y así se inicia un viaje hacia el dolor ajeno y la muerte desde el desdoblamiento del yo poético que recorrerá ciudades como Saigón: «¿Por qué, bajo el firmamento de Saigón, donde otros ven la atmósfera como un lienzo etéreo, polvo de arroz, polvo de agua, veo un aire triturado por las mandíbulas del desastre, calambrazo de luz de la tortura?», las ruinas de Palmira o Alepo, Amán, New York, Sarajevo («¡Me ha traído el dolor a Sarajevo!», Madrid («Suicidarse en Madrid ofende al sol. ¿Será el canto del cisne este poema?» o Berlín («Abracé las huidas en Berlín. Los verdugos imploran a sus víctimas con bozales infartados en el almirez del terror»). En “Espectral” Guinda sacude la existencia misma, la suya y la ajena, se desangra en la dolencias de un mundo cada vez más deshumanizado, de espaldas a la razón y el amor. La angustia y el desastre golpea al poeta: «Yo no debo escuchar como si nada los ejes desquiciados, volver la cara al hedor de las masacres». 

 Guinda es el poeta total, pero también el hombre: «Yo soy el hombre que llora dentro de una lágrima», escribe, pero también la voz que se desvive y se desnuda ante sí y ante el mundo. Palabra e imagen en en perfecta comunión. La gran preocupación del poeta es la vida, pero también la muerte. Dirá: «No se agota una vida en su vivir. ¡Vivir es arrojarse a convivir! o ¡Quiero morir de pie, como mueren los árboles! La palabra es esencia y salvación: «¡Si me dejo la vida en la palabra, la palabra me devolverá a la vida!»...y así hasta el final de los días o el silencio de la noche que brama en sus oídos: «Ya la noche se ha tapado la cara con las nubes para no iluminar, no ver, no oler, no decir nada. Para que yo, en sus brazos, me abandone al silencio y al reposo infinito».

Josema Carrasco
Título: Espectral Cómic 
Autor: Angel Guinda y Josema Carrasco 
E ditorial: Olifante (2018)

Espectral CÓMIC. ÁNGEL GUINDA y JOSEMA CARRASCO

 

 

 

Espectral CÓMIC. ÁNGEL GUINDA

JOSEMA CARRASCO

JOSEMA CARRASCO

Siempre la poesía, como bálsamo o luz que ilumina la oscuridad de la vida. La poesía para reencontrarse con uno mismo y los otros, para sentirse libre como un río que recorre el paisaje de la vida y nunca se detiene, para soñar lo desconocido. Y si después de todo hallas en su voz el verdadero camino hacia lo absoluto y la nada, si consigue deslumbrarte su palabra viva y cristalina, si desnuda se muestra, un nuevo mundo renacerá de las cenizas como ave Fénix. Si el hallazgo de esa voz toma en su voz el nombre de Ángel Guinda (Zaragoza, 1948) ocurre que el hallazgo de su palabra es como el descubrimiento de un tesoro en una isla perdida. Nace al ser y desde el ser del poemario “Espectral”, publicado en la colección “Papeles del Trasmoz” (2011), este “Espectral cómic”, una apuesta innovadora, moderna y diferenciadora de la expresión artística, y digo bien, porque en ella se reúne la palabra y la plástica, el poeta y el dibujante, para crear una obra tan brillante en su ejecución como magistral en su contenido. “Espectral cómic” responde a la necesidad de construir un universo pleno de belleza en su sentido más amplio.


Es, como escribe el crítico Antón Castro en su prólogo, «el libro de un vómito del alma y de la inteligencia», y refiriéndose al dibujante y poeta Josema Carrasco y a su trabajo en este libro: «...en el cómic todo puede hacerse: la gravedad de existir, la belleza del dolor, el diálogo incesante que cualquier ser humano mantiene con sus fantasmas». En esta dualidad de las artes, que se complementan, el verso en prosa de Guinda no deja de sorprendernos, porque igual descendemos a lo más oscuro que ascendemos hasta una luz cegadora: «¿Eres tú, la oscuridad, la llama que me llama? ¡Apagada en la sombra hay otra sombra! La necesidad de saber, de saberse quién, permite a Ángel Guinda indagar, meditar sobre sí y el mundo que le rodea, comparar y vivir en plenitud. Quiere saber y por ello se pregunta y se responde: «¡Para saber quién soy comienzo a dialogar con mis fantasmas! ¿Dónde está el trillo quee ralló el temblor? ¿Dónde los fuegos fatuos de la infancia? ¿De qué eran clave las chispas espaciales?». Y en el camino que se traza el poeta desde la infancia existe la libertad plena de imaginar de saberse otro y distinto en cada palabra o pensamiento: «De niño yo veía en Zaragoza rinocerontes con cabeza de hombre, hombres con cabeza de pistola, hombres con cabeza de falo, hombres con cabeza de copón, hombres con cabeza de mardano, con cabeza de buey, de jíbaro; hombres cabezones, cabezudos, hombres con la cabeza en los pies». Sutileza y desnudez convergen en la palabra de Guinda y la plástica de Carrasco, un corpus sólido y frágil a la vez, dependiendo de la mirada de cada lector, pero nunca indiferente. «¿Esta sed insaciable es el destino?», se pregunta el poeta. 

Esa insaciable necesidad de conocimiento del “yo” lírico y su trascendencia y metamorfosis en lo distinto, en los otros, deviene en magma inagotable, en imperecedera luz que ilumina el espacio. La palabra y la imagen en una fusión única, sincera, tal verdad al desnudo, en una sincronía absoluta, solidaria y humanista que recorre la geografía del desastre para ser eco y altavoz de la continua deshumanización de la sociedad actual: «En mi frente triscada de enfrentarse tatuadme los países destrozados». Y así se inicia un viaje hacia el dolor ajeno y la muerte desde el desdoblamiento del yo poético que recorrerá ciudades como Saigón: «¿Por qué, bajo el firmamento de Saigón, donde otros ven la atmósfera como un lienzo etéreo, polvo de arroz, polvo de agua, veo un aire triturado por las mandíbulas del desastre, calambrazo de luz de la tortura?», las ruinas de Palmira o Alepo, Amán, New York, Sarajevo («¡Me ha traído el dolor a Sarajevo!», Madrid («Suicidarse en Madrid ofende al sol. ¿Será el canto del cisne este poema?» o Berlín («Abracé las huidas en Berlín. Los verdugos imploran a sus víctimas con bozales infartados en el almirez del terror»). En “Espectral” Guinda sacude la existencia misma, la suya y la ajena, se desangra en la dolencias de un mundo cada vez más deshumanizado, de espaldas a la razón y el amor. La angustia y el desastre golpea al poeta: «Yo no debo escuchar como si nada los ejes desquiciados, volver la cara al hedor de las masacres».
 Guinda es el poeta total, pero también el hombre: «Yo soy el hombre que llora dentro de una lágrima», escribe, pero también la voz que se desvive y se desnuda ante sí y ante el mundo. Palabra e imagen en en perfecta comunión. La gran preocupación del poeta es la vida, pero también la muerte. Dirá: «No se agota una vida en su vivir. ¡Vivir es arrojarse a convivir! o ¡Quiero morir de pie, como mueren los árboles! La palabra es esencia y salvación: «¡Si me dejo la vida en la palabra, la palabra me devolverá a la vida!»...y así hasta el final de los días o el silencio de la noche que brama en sus oídos: «Ya la noche se ha tapado la cara con las nubes para no iluminar, no ver, no oler, no decir nada. Para que yo, en sus brazos, me abandone al silencio y al reposo infinito».

Josema Carrasco


Título: Espectral Cómic
Autor: Angel Guinda y Josema Carrasco
Editorial: Olifante (2018)

SALÓN DE LECTURA: José Antonio Santano.- SUR

SALÓN DE LECTURA. SUR

SUR, ANTONIO SOLER



SUR
«La leche tibia del cielo se derrama en silencio sobre todas las cosas». Así comienza “Sur”esta imponente y magistral novela de Antonio Soler que ha merecido el premio de “Andalucía de la Crítica 2019”, fallado recientemente en Málaga, ese lugar donde “todas las cosas”, y añado, todos los seres que la habitan pueden ser”los otros”, en alusión a la cita de Octavio Paz en el frontispicio de “Sur”: «...la ciudad de la que no podemos salir nunca sin caer en otra idéntica aunque sea distinta; la ciudad, realidad inmensa y diaria que se resume en dos palabras: los otros». Así es como Soler construye los cimientos y andamiaje no solo de una historia sino de la propia v ida, la nuestra y la de “los otros”. Desnuda su voz Soler al socaire de un discurso narrativo brillante, desgarrador y tan ágil que a veces parece que se abismará en segundos por no se sabe qué precipicio o dónde, pero que nunca sucede porque es tal la maestría y el tratamiento de las situaciones y los personajes, amén de las técnicas narrativas, incluidas las que corresponden a las nuevas tecnologías (whatsapp), que el lector no puede salir de la espiral en la que ha sido envuelto, y así hasta el final. La descripción e interiorización de la psicología de los personajes es como un magma, una luz que deslumbra, pero no para cegarte, sino para iluminar el camino de las sombras que cruzan la ciudad -Málaga- de un extremo a otro. Si en anteriores entregas Soler no había sido capaz de conquistar enteramente a lectores y críticos -a algunos al menos-, aun a sabiendas de que la presencia del narrador puro que es estaba merodeando, en cambio en esta novela su autor se vacía hasta límites insospechados, creando una nueva manera de narrar, de la que deberán aprender los jóvenes que ahora se inician en el difícil arte de novelar. En “Sur” Soler ha creado un microcosmos -quizá no tan micro-, un lugar, un territorio propio -como aquel Celama de Luis Mateo Díez- en el cual conforma, mediante un juego de espejos extraordinario, lo que se esconde y no se dice, pero está ahí, vivo, esperando el momento de su reflejo en cosas y seres. Esta no es una novela cualquiera, una novela de circunstancia, sino “la novela”, y creo no equivocarme si digo, la novela del siglo XXI. Un hecho cotidiano, aunque en la forma pudiera no parecerlo, cual es el descubrimiento de un cadáver cubierto de hormigas, y a partir de ahí que bien podría pensarse en una historia policíaca, Soler nos conducirá por toda una ciudad, por su variopintos personajes y barrios malagueños; nos descubrirá, en suma las entrañas de la ciudad. Podría parecer desmesurado y pensarse que con 200 personajes que fluyen por las páginas de esta novela, su autor acabaría desbordado y a punto de enloquecer, o al menos, de abandonar su escritura, pero ocurre todo lo contrario, se crece con cada situación y cada personaje hasta el punto de conciliar todas las formas expresivas y concitar al lector a no detenerse, a seguir hasta el final, exhausto pero feliz de haber conseguido culminar esta particular colmena «que convierten a Málaga en un universo emocional», como así se señala en el fallo del jurado del Premio Andalucía de la Crítica. Un ambiente envolvente está presente a lo largo de sus casi 500 páginas, la vibración de unas vidas en una cotidianidad que sorprende por su forma de narrarla, de introducir sus códigos y claves para entender unos hechos tan normales como mágicos a la hora de llegar al lector en forma de grafías, como si de un sueño se tratara, porque nunca se sabe a ciencia cierta, por el mantenimiento de una tensión discursiva apabullante, llena de matices y elementos que al mezclarse desconciertan por su equilibrio y armonía a pesar de que pudiera sentirse todo lo contrario. Esa es, verdaderamente, la fuerza de Soler, también zu gran virtud, al menos para quien esto escribe. Multiplicidad de historias y personajes en un mismo lugar, en una misma ciudad, la del burgués y la del paria, el empresario y el parado, el drogadicto y el médico, la fiesta y el dolor, el sexo y la mentira, la vida y la muerte, pero todo enhebrado con la maestría y el dominio de la palabra en todas sus formas posibles. Soler no ha querido dejar ningún hilo suelto, y por ello, ha tomado para sí las riendas del relato y los personajes, para que nada ni nadie se desbandara, se apartara del camino trazado consciente y concienzudamente, sin prisas pero sin pausa, día a día, como si de un encaje de bolillos se tratara o una filigrana cordobesa. Es verano en la ciudad (agosto para ser exactos) y un calor húmedo lo impregna todo, también al lector que lo siente y lo padece conforme avanza en la lectura; un viento terral que va y viene de un lado a otro, del centro a los extremos y viceversa; la rutina de los días que golpean la ciudad y sus habitantes. La noche y el mar como elementos aglutinadores del discurso narrativo; la vida y la muerte como esencia de un tiempo finito. Sin duda que Soler ha escrito la mejor de sus novelas hasta ahora, diría que, posiblemente, la novela referente de la literatura española del siglo XXI.
ANTONIO SOLER


Título:Sur
Autor: Antonio Soler
Editorial: Galaxia Gutember g (2018)

SUR. ANTONIO SOLER por JOSÉ ANTONIO SANTANO

SALÓN DE LECTURA. SUR

SUR, ANTONIO SOLER



SUR
«La leche tibia del cielo se derrama en silencio sobre todas las cosas». Así comienza “Sur”esta imponente y magistral novela de Antonio Soler que ha merecido el premio de “Andalucía de la Crítica 2019”, fallado recientemente en Málaga, ese lugar donde “todas las cosas”, y añado, todos los seres que la habitan pueden ser”los otros”, en alusión a la cita de Octavio Paz en el frontispicio de “Sur”: «...la ciudad de la que no podemos salir nunca sin caer en otra idéntica aunque sea distinta; la ciudad, realidad inmensa y diaria que se resume en dos palabras: los otros». Así es como Soler construye los cimientos y andamiaje no solo de una historia sino de la propia v ida, la nuestra y la de “los otros”. Desnuda su voz Soler al socaire de un discurso narrativo brillante, desgarrador y tan ágil que a veces parece que se abismará en segundos por no se sabe qué precipicio o dónde, pero que nunca sucede porque es tal la maestría y el tratamiento de las situaciones y los personajes, amén de las técnicas narrativas, incluidas las que corresponden a las nuevas tecnologías (whatsapp), que el lector no puede salir de la espiral en la que ha sido envuelto, y así hasta el final. La descripción e interiorización de la psicología de los personajes es como un magma, una luz que deslumbra, pero no para cegarte, sino para iluminar el camino de las sombras que cruzan la ciudad -Málaga- de un extremo a otro. Si en anteriores entregas Soler no había sido capaz de conquistar enteramente a lectores y críticos -a algunos al menos-, aun a sabiendas de que la presencia del narrador puro que es estaba merodeando, en cambio en esta novela su autor se vacía hasta límites insospechados, creando una nueva manera de narrar, de la que deberán aprender los jóvenes que ahora se inician en el difícil arte de novelar. En “Sur” Soler ha creado un microcosmos -quizá no tan micro-, un lugar, un territorio propio -como aquel Celama de Luis Mateo Díez- en el cual conforma, mediante un juego de espejos extraordinario, lo que se esconde y no se dice, pero está ahí, vivo, esperando el momento de su reflejo en cosas y seres. Esta no es una novela cualquiera, una novela de circunstancia, sino “la novela”, y creo no equivocarme si digo, la novela del siglo XXI. Un hecho cotidiano, aunque en la forma pudiera no parecerlo, cual es el descubrimiento de un cadáver cubierto de hormigas, y a partir de ahí que bien podría pensarse en una historia policíaca, Soler nos conducirá por toda una ciudad, por su variopintos personajes y barrios malagueños; nos descubrirá, en suma las entrañas de la ciudad. Podría parecer desmesurado y pensarse que con 200 personajes que fluyen por las páginas de esta novela, su autor acabaría desbordado y a punto de enloquecer, o al menos, de abandonar su escritura, pero ocurre todo lo contrario, se crece con cada situación y cada personaje hasta el punto de conciliar todas las formas expresivas y concitar al lector a no detenerse, a seguir hasta el final, exhausto pero feliz de haber conseguido culminar esta particular colmena «que convierten a Málaga en un universo emocional», como así se señala en el fallo del jurado del Premio Andalucía de la Crítica. Un ambiente envolvente está presente a lo largo de sus casi 500 páginas, la vibración de unas vidas en una cotidianidad que sorprende por su forma de narrarla, de introducir sus códigos y claves para entender unos hechos tan normales como mágicos a la hora de llegar al lector en forma de grafías, como si de un sueño se tratara, porque nunca se sabe a ciencia cierta, por el mantenimiento de una tensión discursiva apabullante, llena de matices y elementos que al mezclarse desconciertan por su equilibrio y armonía a pesar de que pudiera sentirse todo lo contrario. Esa es, verdaderamente, la fuerza de Soler, también zu gran virtud, al menos para quien esto escribe. Multiplicidad de historias y personajes en un mismo lugar, en una misma ciudad, la del burgués y la del paria, el empresario y el parado, el drogadicto y el médico, la fiesta y el dolor, el sexo y la mentira, la vida y la muerte, pero todo enhebrado con la maestría y el dominio de la palabra en todas sus formas posibles. Soler no ha querido dejar ningún hilo suelto, y por ello, ha tomado para sí las riendas del relato y los personajes, para que nada ni nadie se desbandara, se apartara del camino trazado consciente y concienzudamente, sin prisas pero sin pausa, día a día, como si de un encaje de bolillos se tratara o una filigrana cordobesa. Es verano en la ciudad (agosto para ser exactos) y un calor húmedo lo impregna todo, también al lector que lo siente y lo padece conforme avanza en la lectura; un viento terral que va y viene de un lado a otro, del centro a los extremos y viceversa; la rutina de los días que golpean la ciudad y sus habitantes. La noche y el mar como elementos aglutinadores del discurso narrativo; la vida y la muerte como esencia de un tiempo finito. Sin duda que Soler ha escrito la mejor de sus novelas hasta ahora, diría que, posiblemente, la novela referente de la literatura española del siglo XXI.
ANTONIO SOLER


Título: Sur
Autor: Antonio Soler
Editorial: Galaxia Gutember g (2018)

GAUDEAMUS. de Aldredo Pérez Alencart por José Antonio Santano

GAUDEAMUS, por José Antonio Santano

GAUDEAMUS
¨GaudeamusViajar a Salamanca es adentrarse en los orígenes del saber, la más grande aventura humana. Cada vez que esto sucede una indescriptible sensación de paz y melancolía se apodera del viajero, que una vez alimentado por su historia y el fulgor de la piedra desea quedarse en Salamanca para siempre. Sabemos que existen variadas formas de viajar, según el gusto de cada cual, pero hay una que es infalible y, sobre todo, económica, me refiero a los libros, a través de ellos conocemos, sentimos, en una palabra vivimos. A través de sus páginas podemos desplazarnos de una ciudad a otra, conocer a sus gentes, escuchar su voz y amar su historia. En esta ocasión la ciudad de Salamanca se erige en canto y patria. Quien canta es el poeta peruano-español Alfredo Pérez Alencart, y la patria, la Universidad de Salamanca, a la que pertenece y presta su voz en forma de libro, de título “Gaudeamus” (‘Alegrémonos pues, / mientras seamos jóvenes…). Pérez Alencart ha construido un discurso cimentado en su experiencia como profesor de dicha Universidad y como celebrado poeta. Desde que llegara a tierras salmantinas su casa fue la Universidad. La Universidad es su vida, como lo es la poesía, irrenunciables ambas. Y así lo anuncia en el primer poema del libro: «Uno viene a ti y rompe / el reloj de arena / de la espera, // y te retiene / en un prolongado abrazo / por el tiempo, // y sorbe de tu calíz / anhelando saberlo todo. // Curso a curso, / nadie olvidará el rastro / que dejas». “Gaudeamus” consta de cinco partes: “Distinto y junto” (al que pertenece el poema reproducido; “Patio de Escuelas”, “La piedra en la lengua” (unamuniana al alimón), “Ofrendas para Teresa de Cepeda y Ahumada y Juan de Yepes Álvarez, doctores por Salamanca” y “Triptico final”. En la poesía de Pérez Alencart hallamos siempre una razón para seguir amando la poesía, la palabra abarcadora de universos y luces, ese temblor que nos invita a detener el tiempo y elevarnos sine die a la altura del aire y sus silencios. Habrá en este poemario de Alfredo Pérez lugar para el recuerdo para su maestro en leyes Carlos Palomeque, Fray Luis de León, para el abad Salinas, para Torres de Villarroel, Aníbal Núñez, Unamuno, para su amigo y hermano y pintor de los poetas Miguel Elías, Antonio de Nebrija, Santa Teresa y San Juan de la Cruz, y siempre de fondo la Ciudad Dorada de Salamanca y su Universidad. Pérez Alencart es un poeta, un visionario que ya no puede detener la máquina de la palabra que nace de la soledad y el silencio para ser compartida en lujuriosa hermandad. Su atenta mirada de poeta escudriña allá donde el dolor o la tristeza emerge, donde el desvalimiento deshumaniza y el frío anubla los sentidos y la vida. El poeta está con todos, con los humildes y desfavorecidos por encima de todo, con lo que su poesía adquiere un valor añadido, el de la solidaridad y el humanismo al que obedece su espíritu:
«Porque descreo de la estatura de los poderosos. / Porque sólo soy un hombre tratando de decir que el milagro de un vveso me ha resucitado. / Porque descanso entre músicas densas que resisten cualquier chillido. / Porque huyen de mí los murmuradores», o podemos comprobar el afecto y el reconocimiento en el espejo de la vida en las cosas sencillas, aquella que deslumbran más a veces que un diamante,como en este poema que dedica a Victoria Muñoz, trabajadora de la limpieza en la Facultad de Derecho, por su jubilación: «Siete lustros, Victoria, / tú que de Boada viniste / y tan temprano ya / limpiaste los despachos. // Ahora te toca el sosiego / y las horas más libres». La Universidad en el verdor de sus patios y el esqueleto de su piedra que aún vive y recrea el pasado fulgor del pensamiento más libre y humanista: «No escatimo alabanzas para Salmatica Docet / pues su nombre representa un esqueje de la dicha, / la presencia continua a cuyo humus me aferro / por ser palabra y por ser idea». En sus muros de luz se refugia el poeta hasta trascender lo aprehendido y sentido. Su mirada es un un rayo que no cesa como aquel del poeta de Orihuela, homenaje continuo al más grande Unamuno: «Crece -con la temperatura del tiempo- el filtro para alejar cenizas y atraer lo perdurable Miguel de Unamuno -sementera y centella atada a la piedra de Villarmayor- existe en todas las estaciones, en todos los imanes, en todos los pulmones. No exista quietud mientras elvasco indómito siga respirando en su Salamanca». 
“Alegrémonos pues”, como reza el título de este libro, porque la palabra ardiente y serena de Alencart vibra en los vítores escritos en la piedra, en las aguas del Tormes, porque su voz renace cada día en «Salamanca, luciérnaga de piedra» y así «Afirmas con la verdad / de tu palabra, / sin armas en las manos» con el compromiso por la vida y la poesía, en cumplimiento de una existencia que dura ya más de 30 años: «Uno viene a ti y rompe / el reloj de arena, / de la espera / y te retiene / en un prolongado abrazo / por el tiempo, / y sorbe de tu cáliz, / anhelando saberlo todo. Curso a curso, / nadie olvidará el rastro / que dejas».
Aldredo Pérez Alencart



Título: Gaudeamus
Autor: Alfredo Pérez Alencart
Editorial: Edifsa (2018)

MECÁNICA DE FLUIDOS.

Diario de Almería. Salón de lectura.

SALÓN DE LECTURA ____________________ José Antonio Santano




MECÁNICA DE FLUIDOS
Autor: Santiago Redondo Vega
Ocurre, no con la frecuencia que uno desearía, pero ocurre. Son muchos los libros que llegan al buzón cada día y que recibo con la alegría que el hecho en sí merece. Libros que van aumentando no solo la biblioteca, que por importante que sea, no lo es tanto como conformar un gran acervo literario-cultural, capaz de hacernos, ante todo, más libres. Con esa necesidad de conocimiento y transmisión al resto de lectores nace este espacio y por eso, como decía al principio, agradezco sinceramente que algunos de los libros que me llegan sean, además del bello objeto que es siempre un libro, una nueva lección de vida. Y así es que un buen día, y en tierras salmantinas, llega a mis manos “Mecánica de fluidos”, del poeta Santiago Redondo Vega (Villalón de Campos, Valladolid, 1958). Con anterioridad a este poemario ha publicado otros como “Laberintos de inercias” y “Naturaleza viva”. El libro que nos ocupa viene a ser como un soplo de aire fresco, de esas cosas que ocurren pocas veces y que deberían suceder más. La palabra poética de Santiago Redondo es un río que ha ido creciendo y creciendo poco a poco hasta desbordarse. El amor es todo su significado es el elemento aglutinador de su poesía. Para el poeta la esencia de la vida nos es otra que el amor, en un doble significado o desdoblamiento, ese que nos sorprende un día y del cual nace el fruto más jugoso para seguir viviendo, a la esposa y los hijos, el carnal, por decirlo de una forma gráfica y el metapoético, cuando precisamente la poesía es pura razón de ser, el modus vivendi de quien siente en todo su esplendor que uno y otra forma son inseparables, indivisas. Contumaz en su expresión: «Y sin embargo -amor- / la vida es un enigma cuadrado y pedregoso, / un aguafuerte intruso», un amor, y el otro. «Pósate en mí, / moja tu boca en tinta de mi ser y emerge / del poema más íntimo y genial / que mi desierto de abrasión te inspire. // No temas tanto ardor / solo acaricio / tu nombre, Poesía». El amor en cualquiera de sus formas que no da descanso. Es un amor pasional, de una extraordinaria sensualidad, que no nunca se conforma con poco, que no se rinde porque en todo él se sabe hombre y poeta:
 «Camino junto al mundo de tu piel,
 / te llevo / desde siempre en la palma de la voz; 
/ casi es costumbre 
/ sentir que te avaricio la cintura 
/ o que mi mano inventa hasta tu cuello 
/ un caos de luciérnagas».
 Amor Mujer y amor Poesía, indistintos en su origen, grandiosos cuando crecen y ascienden a lo más ignoto y mágico. Y el poeta medita y observa el mundo que le es cercano, y se pregunta, porque quiere saber: «Si no es para feliz, ¿para qué nace el hombre?» En cuerpo y alma el acto amoroso, mas el tiempo, implacable, establece el territorio, el espacio donde se ha de librar la batalla: «El tiempo es un gigante / que engulle cuanto ignora, / auspicia lo que odia, reclama lo infinito / y acaba por velarnos el sueño entre cipreses». Los días se suceden y para cada uno el poeta vive. Día a día, “los lunes, sin carmín y sin memoria”, “los martes se embosca la memoria”, “los miércoles transcriben el diario / que la rutina van dictando en braile”, “en cada jueves de vino y de abstinencia”, “las espigas morenas de los viernes”, “...de los hombres-patera / que se escoran al fondo de los sábados”, o “de un domingo cualquiera”; cada día de la semana el poeta se alumbra de lo cotidiano, del tiempo que huye y se escapa silencioso y en soledad absoluta: «La soledad, / la soledad que muerde / -acre estela de bruma en la distancia- / nos escora a estribor de cualquier puerto / y nos cita, nos goza, y nos despecha / convertida en placebo de nuestro propio acíbar». Santiago Redondo bucea en la palabra, a sabiendas que hallará en su su luz la luz de la vida, esa que nos aviva los despertares y nos hace más humanos: 
«Extenuado y maldito, 
/ pero libre
 / torna el poeta al papel de la palabra en alto,
 / demudad o intacta, como un áspide,
 / pero erguida y en armas, nunca inerte».
 Su poesía bebe de la misma realidad que distorsiona sutilmente de regreso al origen de los días. El amor, el tiempo ocupan en esta “Mecánica de fluidos”, un lugar de relevancia, al igual que la soledad y el miedo: «¿Con cuanta oscuridad se alumbra el miedo, / en bulevares de silencio ilícito», y en última instancia, en la mejor tradición poética actual, Santiago Redondo no puede sino ahondar en el sentido y concepción de la muerte: 
«La muerte es un lugar, una inclemencia 
 vacía y delatora 
 de filo embaucador negro y cortante. 
 La muerte es impiedad, aunque no duela;
  al fin y al cabo -amor- 
 la muerte es muerte sólo».
 Se agradece y mucho que una voz tan personalísima como la de Santiago Redondo devuelva a la poesía la razón de su existencia, desde la alternancia de conocimiento y emoción, ahondando en la cotidianidad de la existencia humana -la suya y la de los otros-, perpetuada en el cálido abrazo. Amor y poesía, y viceversa, son la esencia misma del hombre y del poeta que encarna la singular voz de Santiago Redondo.

Título: Mecánica de fluidos
Autor: Santiago Redondo Vega
Editorial: Vitruvio (2018)

EL CUARTO DEL SIROCO




La poesía no es otra cosa que una búsqueda constante del “yo” frente al mundo, un instrumento para entender y entendernos. Bucear en nuestro propio “yo” abismándonos en los misterios de la vida, de cuanto amamos y odiamos, del bien y del mal; un continuo indagar el espacio y el tiempo para reconocer o reconocernos en lo que fuimos, somos o desearíamos ser. Decía días atrás el poeta Antonio Gamoneda que “la poesía no sirve para nada en una sociedad como la nuestra”, para añadir acto seguido que sí puede, en cambio, “intensificar la conciencia de un modo personal e individualizado, algo muy útil a la hora de enfrentarse con realidades objetivas como los desbarajustes en nuestros días”. 
EL CUARTO DEL SIROCO
Se trata, pues, de que la poesía sea ese antídoto contra la tiranía en todos sus estadios. Por esta y muchas razones más la poesía viene a ser una luz deslumbradora que nos precipita sobre el cosmos y nos colma con un cálido e infinito abrazo. De esta manera se nos muestra en “El cuarto del siroco”, última entrega del poeta Álvaro Valverde (Plasencia, 1959). La voz del poeta es en este poemario raíz misma del ser, se adentra en la oscuridad de lo desconocido y resurge como un ciclón devastador de la palabra, esa que revive en cada verso de una manera transgresora a la vez que sencilla. Valverde no se deja amilanar por este viento temible del siroco, su encierro en ese “cuarto” es solo aparente, porque en él se halla y se abarca el universo todo. Contra el siroco, ese viento enfurecido de la existencia, aplica el bálsamo de la poesía, de cada verso en la palabra esencia que lo contiene. La vida late en cada palabra, en un temblor que se reconoce heredero de la más grande tradición poética. Álvaro Valverde nos descubre en cada uno de los poemas que conforman este libro las luces y las sombras del humano existir, de la capacidad del hombre para transformar y transformarse.
Ya desde el primero de los poemas “A modo de poética” nos aproxima Valverde a su particular visión del mundo, que a fin de cuentas es poesía, donde el agua, esa que nos sacia la sed, en su transparencia y pureza es como la vida misma:
«Como el agua,
 que limpia se detiene en esas balsas
 formadas por las hojas cuando obstruyen
 el frágil discurrir de la corriente.
 Como el agua,
que la mano atraviesa confiada
y nunca, sin embargo, toca fondo.
Como el agua, metáfora y verdad.
Sí, como el agua».
 Con suma sencillez, con la palabra justa y necesaria, nos abre las puertas de su universo poético Álvaro Valverde. Todo es búsqueda y hallazgo en su poética, que responde al devenir de la existencia, del tiempo que se escapa para no volver. Toda inquietud o incertidumbre queda fijada en la mirada del poeta, toda nostalgia o melancolía, toda la belleza y el amor trasciende en este poemario:
«Esta palmera, amor,
es más que un árbol:
es el testigo fiel 
de lo que fuimos 
y el testigo veraz 
de lo que somos
y el testigo de aquello
que ya nunca seremos». 
Humanismo y Naturaleza se muestran como dos grandes pilares de la poética de Valverde, y en esa dicotomía se forma y construye la verdadera esencia, su generosa entrega a los otros, a la vida que discurre a su alrededor y que contiene en las pequeñas cosas el más acertado juicio: «No es un pájaro / al que los ornitólogos / ni los aficionados a las aves / destaquen por su brillo o su belleza… / Sin embargo, su canto, / que se levanta poderoso / antes del alba, / detrás de mi ventana, / como un tenue milagro, / hace del mirlo / la más maravillosa criatura. / Posado sobre el muro, / su trino da sentido a la mañana».  Avanza siempre Valverde hacia la luz de lo cotidiano, de aquello que acontece en derredor suyo, observa, medita y florecen en su escritura significados y significantes de tal manera que todo deslumbramiento es posible, que la vida es y está ahí desde aquel niño que fue o su contrario, la vejez («Yo también envejezco / y como él necesito / realidades, no humo»; también los amigos, las mujeres que fueron en su vida («Sí, mas con todo, ellas son la fracción que este hombre precisa para serlo al completo»),  los libros («Sólo los libros / me sirven de consuelo / en estos interiores donde habita / la sombra y la penumbra»), la fugacidad del tiempo o la muerte son hilos conductores de su escritura. En definitiva, el hombre como centro del universo, como así queda meridianamente claro en el poema “Aquél”, del que reproducimos estos versos: «AQUÉL que se levanta cada día / y piensa que la muerte se le acerca. / El que triste se afeita distraído / sin más motivación que la costumbre. / Aquél que va al trabajo y que camina / con su turbio pasado a las espaldas… // El hombre que a pesar de todo eso / se resigna o se obstina, mas no cede. / Quien resiste sereno a la intemperie. / Aquél que no consigue / ni darse por vencido». Un libro que nos devuelve la esperanza y la creencia en la poesía, en la más grande poesía actual española, cual es la que representa Álvaro Valverde: «La poesía / que hoy sólo se me antoja / tan sencilla / como el gesto de alguien / que da un vaso de agua / a quien padece sed».
ÁLVARO VALVERDE
Título:El cuarto del siroco              
Autor: Álvaro Valverde
Editorial: Tusquets (2018) 

SALÓN DE LECTURA. ANNIE HALL YA NO VIVE AQUÍ



Annie Hall ya no vive aquí

ANNIE HALL YA NO VIVE AQUÍ
L eía días atrás y no recuerdo dónde que «la poesía despierta pasión a muy temprana edad, aunque no se entienda». Para quienes tienen por hábito y costumbre leerla, aprender y emocionarse con ella, no extraña esta afirmación. La poesía, efectivamente, aún sin llegar a entenderla en ocasiones, es como esas canciones extranjeras que, por mucho que no entendamos lo que dice, en su conjunto (música y letra) valoramos, en muchas ocasiones y así la historia lo demuestra, como verdaderas obras de arte. El arte, en cualquiera de sus expresiones, no tiene límites, es algo que aun sin poder explicarse, se eleva hasta cotas desconocidas y es capaz de transformar y transformarnos, de ser alma en sí mismo, espíritu inagotable que vuela por los confines de la luz y el universo. Por todo, la poesía llega siempre para quedarse, anegar el espacio y los sentidos con su música inextinguible. Salamanca fue el lugar de encuentro, allí la poesía nos convocó y allí la fraterna amistad y la palabra se fundieron en un abrazo imperecedero. “Annie Hall ya no vive aquí”, del poeta argentino Boris Rozas, nos reunió entonces y nos une ahora. Es este un poemario con el que su autor fue distinguido con el XVI Premio Internacional de Poesía “León Felipe”, Tábara 2018. La madurez poética de Rozas está ya avalada por una sólida trayectoria que resumimos en la publicación de once libros, entre los que podemos destacar “Ragtine” (2012), “Invertebrados” (2014), ganador del prestigioso premio Internacional “Pilar Fernández Labrador” y “La libertad de los girasoles” (2016). Con “Annie Hall ya no vive aquí”, Rozas avanza por un camino, no siempre fácil, cual es el del genero poético. En este libro el poeta, llevado por su admiración al séptimo arte, el cine, nos muestra una obra que parte, como otras, del viaje, esa manera de indagar en lo desconocido y misterioso, y en esta ocasión con un destino al que la poesía y la literatura han dedicado atención preferente. El viaje siempre es un reto, antes, durante y después de realizado, como un sueño. El deseo de vivir que nos transporta al paraíso imaginado. Así, de esta manera, Boris Rozas nos muestra en cinco partes lo que significa “Annie Hall ya no vive aquí”. En la primera de ellas, titulada “Lowcost”, como si se tratara de una huida hacia adelante, el viaje como aventura vital hacia el centro de su soñado universo, tal es el cine, y la espera en esas salas que anteceden al patio de butacas, hacia la búsqueda de un tiempo futuro que vive intensamente, asido inseparable a una maleta: «Van a sellarme el pasaporte sin apenas mirarme a la cara / para ellos soy otro animal que viaja por instinto, / oculto tras gafas de sol y metros de auriculares / en silencio…». 
En la segunda parte del libro “Permiso concedido”, Rozas muestra su particular visión de la ciudad y el misterio que acude al poeta en forma de abstracción o surrealismo propio de poetas que le antecedieron en su cita con Nueva York, lugar donde todo puede suceder. En este sentido, su gran apuesta será el amor, que concreta en un curioso paralelismo entre el ruidoso vivir de la ciudad y la pura expresión de su poética, con acento machadiano: «El viejo olmo que aún vigila los cadáveres del río / se afana en jugar a las sombras / con los atardeceres del puente de Brooklyn… // se han citado a las puertas de esta noche / tu frente con mi cara, / mi atisbo de pobreza / con tu figura de permisos ya concedidos». En la tercera parte, “Anchorage” , el poeta, nos guiará a través de la música, esa que lleva muy adentro, el jazz, y al ritmo del gran Jhon Coltrane, por la bulliciosa ciudad y la sensación de desvalimiento que la misma le produce: «Soy una vieja actitud acomodada en los bolsillos / de un vaquero, / souvenir de puesto ambulante / cerca de un buzón ahogado entre pintadas, / soy un letrero de neón / con iniciales fundidas / hasta derramarse por los bancos verdes de metal, / me siento como un minúsculo hombre / que se intuye logotipo modal / a ritmo de jazz». Rozas titula la cuarte parte del poemario: “La primera vez que salté por una escalera de incendios”. En ella recorrerá lugares emblemáticos de Nueva York, como Greenwich Village, Gay Stree, el Bronx o la estación Gran Central y sentirá que la soledad y el amor fluyen al unísono en su íntimo ser: «Una vez ue un hombre sentado añorando las montañas / como quien se siente bosque, / estrechando el cuelo de botella de la primavera / como el lobo que camino solo / por Gran Central / lamiéndose las heridas con los dedos». La quinta y última parte que da título al libro “Annie Hall ya no vive aquí”, es la más destacada y determina en mi opinión la fuerza del sujeto poético, el vuelo de su voz a la altura del sueño que revela la verdad poética contenida en este poemario de Boris Rozas: «Me dicen que la felicidad dura lo que dura una mañana, / un verso. / Un café extendido sobre una vieja mesa / un niño extraviado que busca una ventana / en medio del invierno. / En esa media luna envuelta en leche caliente / descansa una verdad / que no por sobada y bizca / deja de ser menos verdad».
BORIS ROZAS
Título: Annie Hall ya no vive aquí
A utor: Boris Rozas
Editorial: Celya (2018)

EL HILO DE ARIADNA. por JOSÉ ANTONIO SANTANO


EL HILO DE ARIADNA

EL HILO DE ARIADNA
LITERATURA Y CRÍTICA CONTEMPORÁNEA
L a literatura y la crítica en España discurre por desiguales espacios, que bien pudieran ser prensa, suplementos culturales, revistas especializadas, sea en formato digital o papel, y últimamente, en las redes sociales. Las editoriales de peso son poco dadas a publicar un estudio extenso de las corrientes literarias actuales o de crítica literaria en sus distintos géneros, a no ser que ésta provenga de los críticos más mediáticos. No es fácil, por tanto, hallar, en primer lugar un autor cuya trayectoria literaria y crítica sea intachable por su rigor y su excelencia, ni tampoco un sello editorial capaz de aventurarse en un proyecto de tanta envergadura. Sin embargo ocurre que, en contadas ocasiones, podemos disfrutar de un texto extenso, casi 700 páginas, en el cual la literatura y la crítica contemporáneas se dan cita bajo el llamativo título de “El hilo de Ariadna”, en alusión al personaje mitológico y expresión referida a la observancia y deducciones al objeto de resolver un determinado problema, en el caso que nos ocupa, la relacionda con la heterodoxia literaria actual. El autor de este extraordinario trabajo literario y crítico es el profesor de la Universidad de Málaga, poeta, novelistas, ensayista, crítico literario, dramaturgo y académico de las correspondientes Academias de Buenas Letras de Granada, Artes Escénicas de España y Real Academia de Córdoba, además de Presidente de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios, Presidente de la Asociación Internacional Humanismo Solidario y vicepresidente de la Asociación Colegial de Escritores de España (Sección Autónoma de Andalucía), amén de uno de los intelectuales más destacados, hoy por hoy, de Andalucía y de España, y así lo avalan las más de setenta obras publicadas de los géneros ya indicados con anterioridad, nos referimos al jiennense de nacimiento (Campillo de Arenas, 1957) y malagueño de adopción Francisco Morales Lomas. Su incansable dedicación a la literatura y crítica española y andaluza, y sus aportaciones ensayísticas, marcan un antes y un después en la actual conformación de los estudios literarios. Morales Lomas ha construido una obra amplia, en la que recoge el acontecer de las últimas décadas de la literatura española, que considera «mucho más rica y dilatada de lo que se ha considerado habitualmente. 

EL HILO DE ARIADNA. LITERATURA Y CRÍTICA CONTEMPORÁNEA

Existe una tendencia a considerar como existente aquello que figura en los cánones que se han creado por entidades, profesores o críticos que forman parte de colectivos que poseen una presencia mediática evidente». Es esta realidad la que pretende afrontar para demostrar que, hay algo más, que detrás de la propaganda mediática y mercantilista, que «existen obras de gran valía que permanecen en el anonimato o, cuanto no, en el más absoluto de los silencios y solo son descubiertas tardíamente por algún investigador o no son descubiertas nunca», pero que son de gran valía. El presente trabajo es el resultado de más de 20 años de lecturas y sus respectivas reseñas críticas que fueron publicadas en revistas o suplementos de periódicos, con la intención acuciante de descubrir a autores y obras desconocidas en unos casos y a otros de relevancia, pero siempre desde una óptica de revalorización del patrimonio literario actual. El libro consta de grandes apartados en los que se estudia y se profundiza en las obras y los autores de las ocho provincias andaluzas (Acercamiento a Jaén en su literatura, Escritores gaditanos, Literatura granadina actual, Literatura en Córdoba, Sevilla, verso y prosa; La costa malagueña, Almería en su literatura y Huelva en el extremo), Extremadura, Galicia, Comunidad Valenciana, Aragón, Cataluña, Castilla, Hispanoamérica, así como lecciones varias sobre estudios de Luis Cernuda y Rafael Alberti, José Lara Garrido, y temas genéricos y conceptuales de actualidad como Poesía y democracia, Literatura y medios de comunicación, El cuento, El canon abierto respecto a la última poesía en español, para concluir con un repaso a la obra de los ganadores y finalistas del Premio Andalucía de la Crítica 2016. Sin lugar a duda alguna, “El hilo de Ariadna” es una destacada obra de crítica literaria contemporáneas, una referencia esencial en el marco de la literatura española de las últimas décadas, tratada con el rigor intelectual que caracteriza a Francisco Morales Lomas, cuya inmensa capacidad de trabajo se nos muestra en este volumen de imprescindible consulta para todos aquellos investigadores y críticos, pero también un libro necesario para los lectores que quieran conocer la última literatura escrita en nuestro país y allende las fronteras. “El hilo de Ariadna” es una invitación a profundizar en los valores que acompañan a la literatura de calidad, que no imita modas, heterodoxa en su concepción, transformadora y diversa, amena, de la que es fiel reflejo este extenso y encomiable trabajo del profesor y humanista Francisco Morales Lomas. variada

Título: El hilo de Ariadna
Autor: Francisco Morales Lomas
E ditorial: Fundación Unicaja (2018)

TARDE GRIS. PARA TÍ, PILAR.

Siempre estarás acompañándome, Pilar, y yo siempre estaré contigo, como lo hago ahora con este poema que te escribo y que leerás seguro allá donde te encuentres. Gracias por estos años de AMISTAD, COMPAÑERISMO, BONHOMÍA y LITERATURA (todo con mayúsculas). Vuela este poema hasta ti, Pilar:

JOSÉ ANTONIO SANTANO

 

TARDE GRIS


A Pilar Quirosa-Cheyrouze. In Memoriam


La tarde es un caballo desbocado del sueño y de la muerte
que cabalga silenciosa entre semáforos y tempestades
de música atormentada en el iris de los ojos,
una lluvia de soleadas noches y helados mediodías
para nunca más volver a la viva materia de la memoria,
como si toda tú siguieras en la luz de la rosa más bella
que adorna el jardín de las palabras o la voz de la enramada
creciera hasta la altura de un beso inextinguible,
como si toda tú mi amada amiga y compañera
perpetuaras tu mirada y tu sonrisa en los estambres de la vida
y no tuvieras miedo ni al dolor ni a la soledad
justo ahora que el tiempo remansado en tus manos
parecía abrasarte el alma y las mañanas.

La tarde es una inmensa sombra en la ciudad marina
que ahogada hoy en el llanto más amigo y más humano,
reclama en la ausencia otras ausencias, el legado seguro
del lenguaje preso en los labios de la luna,
como si toda tú vinieras al silencio a redimirte en la inocencia
que habita el filo de los años o las paredes de la casa
sellada a fuego en la memoria de los días junto a la madre,
escuchando sus pasos torpes e indecisos acercarse
al comedor donde repasas la última lección,
los nombres de las cosas más sencillas, el verbo amar
o en plenitud esperas velar la vida que se escapa
muy deprisa por la rendija de la puerta de la alcoba.

La tarde va cerrando los ojos poco a poco,
y como si ya nada mereciera la pena, en soledad
te apenas y te buscas a ti misma en el espejo del salón,
pero a nadie ves y todo se oscurece en segundos,
volver atrás no es lo más recomendable
-te dices en silencio-
mas el futuro tampoco lo imaginas placentero
y un bullicio de voces en la calle te parecen de cuchillo
y crees que en el pecho hasta sangrarte se te clavan,
y así toda tú tras los ventanales te anublas,
y así todos en ti regresamos a tu casa,
nos sentamos al calor de la palabra y a tu lado,
recogemos el fruto de los libros y sembramos
tus versos en el huerto, escuchamos tu voz
que el aire lleva por los confines del mundo
y dejamos que el tiempo vuele al paraíso de la luz,
junto a la estrella que siempre soñaras alcanzar
y ahora luce eternamente en tu sonrisa.

¿A dónde irás, Pilar, en esta tarde gris,
a dónde, dime?, que quiero serte abrigo
del frío silencio de la muerte,
y salvarte,
sí, salvarte.

© JOSÉ ANTONIO SANTANO