DANIEL GOROSITO PÉREZ. MONTEVIDEO

DANIEL GOROSITO
MONTEVIDEO DE DANIEL GOROSITO

CENIZAS

                                 “Montevideo es un lugar muy lejos

                                  donde no puedo mentir, y alguien siempre

                                  me está esperando”.

                                  Juan Carlos Onetti en su exilio español



LLUEVE


en la ciudad que mira al Monte.

entumecida por la ventisca helada

y la terrible soledad

de los hombres.

Borrosa existencia

como los colores

de la bandera roída

que  tirita en la proa de la chalupa

mientras se mece

en las aguas mudas del Plata.

Desarticulando mitos y temores

se pierde el viento

en un día de cenizas

lo gris contra lo gris.






MI CIUDAD…”MONTE VIDE EU”…



Está frío y garúa,

rigores del invierno del Sur.

El silencio late

en la piel de los adoquines.

Al final de la calle

el mar bravío guarda secretos.

Mientras, un hombre,

camina por la interminable escollera.

Mudo de soledad

con él,

la sombra frágil de las ausencias

suspiros lejanos

añoranzas

memorias inasibles.

La tenue luz de la tarde

muy temprano va muriendo.

Unas aves melancólicas

huyen en perfecta formación.

Los pétalos del cielo se abren

se derrama el dulce néctar

que al rato será poesía

multicolor celestial.

El hombre sigue caminando

y sólo ve un monte.





MONTEVIDEO  

                                             “Montevideo es mi ciudad, fui para allí a vivir con cuatro años,  y cuando estoy fuera siento nostalgia”.
Mario Benedetti




Montevideo,                                                                                         vistes tu cuerpo de siglos,                                                                
silencioso y gris.

Ciudad oxidada,
el pasado es polvo.

En tus muros,
el pueblo hace poesía.

Anónimas angustias se desplazan,
miradas distraídas y lejanas,
la memoria germinando
recuperando historias que nos pertenecen
perpetua tristeza.

Museo de Blanes, Rosedal del Prado y Tango llorón.

SALA DE LECTURA. IDEAL. POR JOSÉ ANTONIO SANTANO

Barro del Paraíso
BARRO DEL PARAÍSO. ALFREDO PÉREZ ALENCART
            No es fácil adentrarse en el territorio de la poesía. Necesita de un esfuerzo que muy pocos están dispuestos a afrontar. Esa continua lucha con las palabras y su significado, su simbología y la interiorización del discurso poético no está entre las aspiraciones o anhelos de la mayoría de los seres humanos.  Pero hay que decir, por el contrario, que la minoría que sustenta y participa de la creación poética es suficiente para que esta no desaparezca, para que la esperanza sea esa luz que siga iluminando el horizonte. Y, sin duda, la poesía es esa luminaria inextinguible que nos hace expresarnos a través de la palabra en comunión perfecta con el pensamiento y la experiencia vital individualizada y colectiva. De toda esa amalgama de elementos interconectados nace la necesidad de comunicar, comunicarse los unos con los otros, y de esa relación surge, por decirlo de alguna manera, la humana mística de la interiorización del Amor, en su más amplio sentido, al prójimo, al otro, en lo absoluto. Mucho tiene que ver con lo dicho la última entrega poética del peruano-español Alfredo Pérez Alencart, “Barro del Paraíso”, notable edición con magníficas ilustraciones de portada e interior del pintor y profesor universitario Miguel Elías. La mirada del poeta sigue siendo limpia y abarcadora. Desde la serena contemplación y la experiencia de lo vivido, en esta ocasión el poeta desnuda su espiritualidad, interioriza y reflexiona en su condición de hombre religioso, creyente de lo sobrenatural por ser lo sobrenatural tan mistérico y desconocido que el poeta no puede sino indagar y adentrarse en ese universo donde lo absoluto es ensueño, vida nueva. La celebración del Amor es una constante en la poesía de Pérez Alencart, y siempre está alerta para defenderse de los embaucadores y fariseos de la palabra, de los poderosos y tiranos. Por el contrario, siempre hallamos al poeta junto a los humildes, los exiliados, cercano a los que sufren, a los vencidos, dispuesto siempre al fraternal abrazo. Es tal su humanidad que uno no puede sino sentir las brasas de su palabra continuamente, también, como no podía ser de otra forma, en este libro Alencart nos ofrece su penetrante y moldeada palabra, como si del mismo barro se tratara. El barro es aquí símbolo de vida, y así vivir ha de ser siempre esa continuada lucha por alcanzar el Paraíso –su Paraíso-, al que nos invita desde la primera página que abre el libro: «Barro del Paraíso con espíritu del Gólgota soy, / y perdono lo que hacen y perdono / lo que me harán». Entregado en plenitud a la poesía, Pérez Alencart ha construido en estos últimos años una obra sincera y extensa, que nos atrapa tanto en su plano estético como ético, y que no deja indiferente al lector. Su capacidad de observación e interpretación de la realidad es tal que consigue siempre transformarla en un juego de seducción notable. El poemario que ahora comentamos, “Barro del Paraíso”, es una nueva apuesta por la espiritualidad y en este sentido, también un reto que ahonda en lo sagrado, en la divinidad y en la esperanza de que a través del Amor pueda el hombre transformar el mundo. El poeta se ofrece así al mundo, desnudo y honesto, solidario y justo, porque su anhelo es el Paraíso, su libertad también: «Alguien de uñas frías pretende arañar mi paz / y esconderla en un ventisquero de contiendas. / Pero yo no vendo mi corazón para otros vuelos / ni látigo alguno me hace decir sí cuando me niego.». Pérez Alencart no quiere pasar la ocasión de ofrecerse en su esencia espiritual, tal y como lo hicieran Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, en su entrega al Amado renace la esperanza, se afianza la fe y el amor al prójimo como elemento aglutinador del ser. Esa es la clave de este libro que nos deja versos tan abrasadores como estos: «…Yo / pertenezco al Amado: su ejemplo me destetó ya maduro / y sudo en pleno invierno y desde mi pecho dejo ver / la brasa de la resurrección. Ningún silencio en la hora / infinita, ninguna nieve enfriándome el alma. // A mí no me quemarán en sus hogueras, señores / patriarcas del albañal, señorones que nunca sintieron / el fogonazo de Dios. Los recuerdo de antes, pavoneándose / amparados por el sobreentendido terror al Senedrín / o al Santo Oficio.». El poeta no es aquí sino un hombre dolorido y deslumbrado por la fe y el Amor, convencido que su prédica solo puede beneficiar a los hombres, pues es tal su generosidad, también su misericordia, que no cabe en él más grandeza que la entrega a los demás en su bondad infinita. Nos dice Alfredo Pérez Alencart: «La única brújula es el Amor enhebrado / al misterio de la amistad, a la comunión del sentimiento, / a las despiertas pupilas de un linaje que   nos consagra / a buscar certezas en la inolvidable cruz del calvario.». Es esta una manera de expresar su espiritualidad, de interiorizar en el gran silencio de la soledad para sembrar la semilla del Amor que vive en el poeta a través del Dios y que comparte con su prójimo: «…Cambiemos la mirada para ver / la urgencia del otro. Acoger es otra forma de Amar, / aunque no se ganen todas las batallas. //…Hay que cambiar la mirada. / No todo es hermoso, es cierto, pero se debe ayudar / al que llega, al que enferma, al que se marcha, al que sufre.». Este es el poeta y esta su poesía, cargada de humanismo y fraternidad sin límite, lo que bien pudiera resumirse así: «Lo que suma no es cantar victorias con  monedas: basta darle un apretón de manos a la esperanza / para que nazca un camino / injertado al espíritu mismo del hombre».  
 
Título: Barro del Paraíso       
  
Autor: A. Pérez Alencart
Editorial: Arspoética (2019) 

CECILIA ÁLVAREZ


José Antonio Santano

SALA DE LECTURA : José Antonio Santano


Versos Enhebrados


Si observamos el actual panorama de la poesía española, en general, comprobaremos que no es muy frecuente hallar en él referencias a poetas canarios, por no decir olvidados absolutamente del circuito peninsular. Esta circunstancia resulta incomprensible, más aún si se tiene en cuenta la calidad de la que goza la lírica canaria en la actualidad. Prueba de lo que digo es la reciente publicación del libro “Versos enhebrados. (Antología 2008-2018), de la poeta Cecilia Álvarez (La Palma, 1955) y publicado por Ediciones Aguere e Idea. A su autora la conocí el pasado año con motivo del XXI Encuentro de Poetas Iberoamericanos celebrado en la monumental ciudad de Salamanca. Ciertamente hay que reconocer que estos Encuentros vienen siendo para todos los poetas de la comunidad iberoamericana una ocasión extraordinaria para intercambiar experiencias poéticas de incalculable valor, pero también para celebrar el milagro de amistades imperecederas aunque sea desde la distancia que nos separa a muchos de los poetas representados en Salamanca año tras año. Pues bien, en esa ocasión pude comprobar y descubrir la voz poética de Cecilia Álvarez, diferente y de una sensibilidad poco común en los tiempos que corren. La poesía que escribe Cecilia posee un natural latido, un ritmo hondo y transparente al mismo tiempo, capaz de hacernos vibrar y sentir de otra manera hasta entonces desconocida.

En Salamanca conocí a la poeta de “Almenara de sueños”, libro con el que celebramos nuestro encuentro y del cual se recogen en esta antología (“Versos enhebrados”) algunos de sus poemas. Nos dice de Cecilia el poeta Carlos Murciano que «Su escritura desvela “lo que el amor esconde” y lleva de la mano al lector, con delicadeza y sabiduría, hasta asomarlo a ese “cristal de la memoria”, a cuyo través puede contemplar lo mejor de su envés: el verso palpitante, colmado de verdad». No se puede decir con más claridad. Efectivamente, la poesía recogida en esta antología y perteneciente a sus poemarios “El alma deshabitada” (2008), “Primera luz” (2009), “Palabras al alba” (2012), “Adagio del silencio “ (2013), “El lento suspirar de la aurora” (2016) y el ya citado “Almenara de sueños (2018) son un vivo reflejo de su honda y precisa poesía amorosa fundamentalmente, si bien aderezada de los elementos que siempre acompañan al amor: melancolía, miedo, derrota, dolor o sufrimiento, silencio, el tiempo pero signado todo con un lenguaje depurado y exquisito, y la palabra exacta que define su verdadera concepción de lo poético como universo trascendental de lo desconocido o mistérico. Cecilia Álvarez es una poeta que produce un cierto encantamiento, que nos seduce y reconforta de la soledad y el acelerado vivir del hombre sobre la tierra, que nos aparta de lo vacuo para transmitirnos la verdad que la empuja a escribir y escribir como antídoto de un mundo cruel e insolidario. Su mirada, a veces triste, es la mirada que hipnotiza desde la más absoluta entrega amorosa, ella es el amor en toda su esencia: «Hiere el amor y vano vacío de las horas, / hiere el mar y el aire salobre que te cubre. / Hiere la vida cuando sólo el silencio te vive.». Así va entretejiendo Cecilia su verdad más precisa, su andadura vital que no es otra que un darse al otro, incondicionalmente, la otredad como razón de la existencia. 
En ese camino, que es como la vida misma, la poesía de Cecilia Álvarez bebe de la más clara tradición literaria española, a la que aporta su particular experiencia y conocimiento desde su isla amorosa, con sus miedos y recelos, su soledad («Hay una soledad que buscas / y otra que te encuentra, al doblar / la esquina de tu propio silencio. // Es esa soledad tercamente ungida / de ausencia, extraviada / entre crepúsculos sin soles»), el silencio que habita el mar («Se encadenan las horas del lado del silencio / y un mar embravecido esparce su espuma sutilmente / calando hasta los huesos la piel de la memoria»), el dolor de la ausencia amorosa («No hay más lumbre que el tacto de tus manos / ni más llama que el calor de tus latidos. / No hay más aliento que el aire que te azota / ni más cruel derrota que el grito de la ausencia.») y sobre todo su continua melancolía, quizá el elemento más sugerente en este recorrido vital y poético por el amor y sus dominios («Ahora que el tiempo / añusga la piel de la memoria, / ahora que se duelen los días vividos / agolpados uno a uno tras mis días, / recorro aquellas viejas estancias, / aquellos paisajes de antaño / desde la clara luz de una azotea.»). Un canto de amor y por el amor es la esencia poética de Cecilia Álvarez, que en su condición de mujer trasciende aún más si cabe a zonas donde la voz es un hilo de aire y la ternura un huracán descontrolado que se adentra hasta el alma y nos reconcilia con la vida. “Crece el amor del lado de la herida, tenazmente…”, y aún así la poeta vive en él, entregada, a corazón abierto, porque sabe que sólo el amor puede salvarla, salvarnos a todos. Nos llega su voz, certera, honda, inolvidable, universal en su esencia, dulce como la miel, abarcadora, pues como dice su prologuista, Juan Francisco Santana, “la poeta pamera-lagunera nos deja impresionados con su expresividad, con su buen hacer literario”. ”Versos enhebrados” es una muestra más que suficiente para adentrarse en el universo poético de Cecilia Álvarez, donde el amor y la otredad ocupan un lugar preeminente.
Versos enhebrados.
CECILIA ÁLVAREZ


CECILIA ÁLVAREZ

Título:  Versos enhebrados
Autor:  Cecilia Álvarez
Editorial: Idea / Aguere (2019)

CECILIA ÁLVAREZ.


José Antonio Santano

SALA DE LECTURA : José Antonio Santano



Versos Enhebrados


Si observamos el actual panorama de la poesía española, en general, comprobaremos que no es muy frecuente hallar en él referencias a poetas canarios, por no decir olvidados absolutamente del circuito peninsular. Esta circunstancia resulta incomprensible, más aún si se tiene en cuenta la calidad de la que goza la lírica canaria en la actualidad. Prueba de lo que digo es la reciente publicación del libro “Versos enhebrados. (Antología 2008-2018), de la poeta Cecilia Álvarez (La Palma, 1955) y publicado por Ediciones Aguere e Idea. A su autora la conocí el pasado año con motivo del XXI Encuentro de Poetas Iberoamericanos celebrado en la monumental ciudad de Salamanca. Ciertamente hay que reconocer que estos Encuentros vienen siendo para todos los poetas de la comunidad iberoamericana una ocasión extraordinaria para intercambiar experiencias poéticas de incalculable valor, pero también para celebrar el milagro de amistades imperecederas aunque sea desde la distancia que nos separa a muchos de los poetas representados en Salamanca año tras año. Pues bien, en esa ocasión pude comprobar y descubrir la voz poética de Cecilia Álvarez, diferente y de una sensibilidad poco común en los tiempos que corren. La poesía que escribe Cecilia posee un natural latido, un ritmo hondo y transparente al mismo tiempo, capaz de hacernos vibrar y sentir de otra manera hasta entonces desconocida.

En Salamanca conocí a la poeta de “Almenara de sueños”, libro con el que celebramos nuestro encuentro y del cual se recogen en esta antología (“Versos enhebrados”) algunos de sus poemas. Nos dice de Cecilia el poeta Carlos Murciano que «Su escritura desvela “lo que el amor esconde” y lleva de la mano al lector, con delicadeza y sabiduría, hasta asomarlo a ese “cristal de la memoria”, a cuyo través puede contemplar lo mejor de su envés: el verso palpitante, colmado de verdad». No se puede decir con más claridad. Efectivamente, la poesía recogida en esta antología y perteneciente a sus poemarios “El alma deshabitada” (2008), “Primera luz” (2009), “Palabras al alba” (2012), “Adagio del silencio “ (2013), “El lento suspirar de la aurora” (2016) y el ya citado “Almenara de sueños (2018) son un vivo reflejo de su honda y precisa poesía amorosa fundamentalmente, si bien aderezada de los elementos que siempre acompañan al amor: melancolía, miedo, derrota, dolor o sufrimiento, silencio, el tiempo pero signado todo con un lenguaje depurado y exquisito, y la palabra exacta que define su verdadera concepción de lo poético como universo trascendental de lo desconocido o mistérico. Cecilia Álvarez es una poeta que produce un cierto encantamiento, que nos seduce y reconforta de la soledad y el acelerado vivir del hombre sobre la tierra, que nos aparta de lo vacuo para transmitirnos la verdad que la empuja a escribir y escribir como antídoto de un mundo cruel e insolidario. Su mirada, a veces triste, es la mirada que hipnotiza desde la más absoluta entrega amorosa, ella es el amor en toda su esencia: «Hiere el amor y vano vacío de las horas, / hiere el mar y el aire salobre que te cubre. / Hiere la vida cuando sólo el silencio te vive.». Así va entretejiendo Cecilia su verdad más precisa, su andadura vital que no es otra que un darse al otro, incondicionalmente, la otredad como razón de la existencia. 
En ese camino, que es como la vida misma, la poesía de Cecilia Álvarez bebe de la más clara tradición literaria española, a la que aporta su particular experiencia y conocimiento desde su isla amorosa, con sus miedos y recelos, su soledad («Hay una soledad que buscas / y otra que te encuentra, al doblar / la esquina de tu propio silencio. // Es esa soledad tercamente ungida / de ausencia, extraviada / entre crepúsculos sin soles»), el silencio que habita el mar («Se encadenan las horas del lado del silencio / y un mar embravecido esparce su espuma sutilmente / calando hasta los huesos la piel de la memoria»), el dolor de la ausencia amorosa («No hay más lumbre que el tacto de tus manos / ni más llama que el calor de tus latidos. / No hay más aliento que el aire que te azota / ni más cruel derrota que el grito de la ausencia.») y sobre todo su continua melancolía, quizá el elemento más sugerente en este recorrido vital y poético por el amor y sus dominios («Ahora que el tiempo / añusga la piel de la memoria, / ahora que se duelen los días vividos / agolpados uno a uno tras mis días, / recorro aquellas viejas estancias, / aquellos paisajes de antaño / desde la clara luz de una azotea.»). Un canto de amor y por el amor es la esencia poética de Cecilia Álvarez, que en su condición de mujer trasciende aún más si cabe a zonas donde la voz es un hilo de aire y la ternura un huracán descontrolado que se adentra hasta el alma y nos reconcilia con la vida. “Crece el amor del lado de la herida, tenazmente…”, y aún así la poeta vive en él, entregada, a corazón abierto, porque sabe que sólo el amor puede salvarla, salvarnos a todos. Nos llega su voz, certera, honda, inolvidable, universal en su esencia, dulce como la miel, abarcadora, pues como dice su prologuista, Juan Francisco Santana, “la poeta pamera-lagunera nos deja impresionados con su expresividad, con su buen hacer literario”. ”Versos enhebrados” es una muestra más que suficiente para adentrarse en el universo poético de Cecilia Álvarez, donde el amor y la otredad ocupan un lugar preeminente.
Versos enhebrados.
CECILIA ÁLVAREZ


CECILIA ÁLVAREZ

Título:  Versos enhebrados
Autor:  Cecilia Álvarez
Editorial: Idea / Aguere (2019)

ELOCUENCIA DE SILENCIOS. ELOQUENCE OF SILENCE

Elocuencia de silencios. SALA DE LECTURA
SALA DE LECTURA: José Antonio Santano
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Elocuencia de Silencios
Eloquence of Silence
Francisco Muñoz Soler

Quizá no sea necesario tanto  alboroto. El ruido nos desequilibra y nos hace irascibles, inconsecuentes. Nos regresa a la barbarie de un tiempo inenarrable por díscolo y aciago. La razón del hombre se nubla y la violencia y el infortunio lo asiste cuando el mundo se vuelve retumbante en todos sus estadios. Será el silencio entonces como una luz que alumbre el camino, que nos dirija al deseado jardín, a todos los silencios que huyeron un día de nuestras vidas. Regresaremos al origen y allí en su silencio de siglos se hará verbo. Algo de esto sucede con este libro, “Elocuencia de silencios” (edición bilingüe español-inglés), de Francisco Muñoz Soler (Málaga, 1957). Despierta el interés del poeta la realidad social que le rodea, y desde una actitud puramente humanista se posiciona, libremente:  «¿Qué es ser poeta y por qué serlo?  / Nunca me hice las preguntas,  / fluye del venero de mi ánima,  / forjando elección de vida  / mi posicionamiento en el mundo,  / manifestarme en la palabra  / y en los silencios /  con belleza y humanismo».  Su poesía parte así de un compromiso cívico, donde estética y ética van de la mano, al unísono, convencido que solo de esta forma, la verdad –su verdad- nos hará libres a todos. Sitúa al poeta en el centro de ese silencio abarcador, capaz de transformar, de cambiar una realidad por otra, siempre desde la creencia justa de que la palabra es en sí misma el medio para alcanzar el fin. La palabra poética, en toda su intensidad, merodea por doquier, nos abisma en la oscuridad y nos ilumina al mismo tiempo. Crece de esta manera en el poeta la necesidad de comunicar y comunicarse con el mundo exterior, y no puede detenerse ahora, que todo parece imposible o al menos inalcanzable. Es precisamente en esta hora adversa cuando el poeta regresa a los silencios y en ellos redescubre la esperanza, y la palabra se hace luz en su interior para proyectarla luego hacia el cosmos. Su mirada, la del poeta que vive en Muñoz Soler, percibe la dolorosa tragedia de la vida, y a ella se entrega en cuerpo y alma: «Debemos tenerle miedo / a no atrevernos / a desear una vida digna». En su visión humanista del mundo no cabe sino la reivindicación plena de la dignidad en primer término, de no claudicar a lo que nos pertenece por nacimiento, a lo que es inherente al hombre. Es por ello que nos quiere mostrar otros silencios, esos que pueden cambiar y transformar la triste realidad que nos doblega: «La basura inunda los arcenes, terrales que separan del matorral, / entre ellos, hogares donde la / pobreza es dueña desde el principio de los tiempos y la violencia / ordena el tránsito de los años / de sus moradores». Pero el poeta necesita resistir, renacer de las cenizas, no claudicar, convencido de que solo la palabra será el haz de luz que entre, aunque sea poco a poco, en el corazón del ser humano. Mas la realidad está ahí, presente en cada acto de vida, en cada ser que habita este planeta moribundo, como así nos muestra el poeta en el poema que titula “Mujer Mara”: «Tengo fija en mi mente su mirada, con un odio que rasga la vida. / La muerte esculpida en su / joven rostro. // Solo su esencia de madre la hace dudar de volver a matar, no por / temor o desafecto, sino por / apartar a sus hijos de tanta crueldad, cuya recompensa es recibir y causar daño. // Su sangre, convertida en futuro, sacude la empatía que aún / queda en su naturaleza». Adentrarse en los silencios es una clara meta del poeta, hundirse en su interior y respirar su aire y sus aromas, ser su sangre, para sentirse libre como el vuelo de los pájaros: «Que el silencio no sea resignación, / sino pausa con más alcance que las palabras, / que derribe los muros invisibles de la infamia / y su sonido simiente de esperanza / sea espacio de belleza y piedad / donde se construya convivencia plena». El poeta se rebela contra toda injusticia, para él como ya dijera el poeta, el hombre es el centro del universo y con él pretende caminar de la mano, asumir este compromiso cívico en la defensa de los marginados y desfavorecidos socialmente es un deber ineludible para el poeta. Así lo entiende Muñoz Soler y así se traduce en “Elocuencia de silencios”. Emigración, violencia machista o cualesquier conculcación de los derechos humanos. Mientras esto suceda allí estará el poeta, allí estarán sus versos como única arma, la palabra que aviva el corazón de los hombres y los hace más fuertes y libres. El poeta siente la necesidad de vivir, como anuncia en la última parte del libro, de “sentir cada día como un regalo”:  «Recorro en un canto íntimo  / habitadas escenas del mundo  / de mi yo en otro,  / sombras de mi alma  / desplegadas en recuerdos…  // solo nuestro silencioso amor  / se alza sobre el ocaso /  con escalas de ternuras.».  El poeta se resiste a vivir en «una patria de cenizas / donde brota el odio / y el sol siempre está lejano.», de aquí su voz en grito a través de la palabra que ahonda en los silencios, en el alma humana. “Elocuencia de silencios”, un lugar para la reflexión y la esperanza.

Francisco Muñoz Soler (Autor)  Málaga 24/12/1957.

 

Detalles del Libro

Título: ELOCUENCIA DE SILENCIOS
ISBN/13:
Num. Páginas:
Tamaño:
Año de publicación:
Editorial:
Categoría:
9788417669041
126
152 X 228 mm
2018
POESÍA

 

2017- Poemas Selectos-Select Poems. Costa Literaria- España 2016- Poemas Selectos- Selected Poems. Instituto Indo Hispanic - Calcuta-India. 2016- Cuaderno de Viaje. Hanan Hurawi - Perú 2014- Latido íntimo- Inner heartbeat. Corona del Sur- España 2014- Selected Poems- Poemas Selectos. CreativeSpace- California-USA 2014- En tiempo de prodigios - Navegando sueños - El Salvador. 2013- Zona Cero- Zero Zone-. La ovejitabooks- Nueva York, USA 2012- Esencias – Transtextual - México 2012- Alma entre almas -Transtextual- México 2012- La claridad asombrosa (2.ª ed.)- El barco ebrio - España 2011- La incierta superficie - Colección Sur La Habana-Cuba 2011- Ícaro. El barco ebrio - España 2011- Selección natural. Ediciones Rubeo- España 2010- La voz del pensamiento - A bordo del polen- México 2010- Restauración - A bordo del polen - México 2010- Una flor erguida - Paracaídas, Lima, Perú 2009- La claridad asombrosa - Voces de hoy, Florida- USA 2008- La densa corporeidad de mi memoria. Ediciones Estival, Venezuela 2006- Áspero tránsito, Pájaros en los cables, Lima - Perú 2000- Lluvia ácida, Vicio Perfecto, Lima - Perú 1996- Prehistoria poética (1978-1996). Ediciones Estival - Venezuela Traducido al inglés, árabe, italiano, bengalí, rumano, assamese, alemán. Traslated to english, arabic, italian, bengali, romanian, assamese, german.

Washington Daniel Gorosito Pérez POEMARIO ALADO ROMPE CRISIS



Autor: Washington Daniel Gorosito Pérez


PÁJARO POETA

Una máquina de escribir rota,
descansa bajo el encino,
vieja como las enigmáticas estrellas.
Un pájaro azul
pica las teclas desvencijadas,
extendiendo sus delicadas alas.

Las palabras,
vuelan una a una
se acomodan a su gusto
formando líneas de versos,
que el viento susurra
y
surgen
rayos luminosos por doquier
en la etérea transparencia.

Extraño conflicto,
poesía y luz
retan a la oscuridad
de las crisis humanas,
más versos para amanecer
y llegará la claridad.

CLARIDAD

¿Cuáles son los límites de la noche
que trajo el hombre?

¿Hay nostalgia en la sombra?

Mi mente ya enajenada
busca la claridad.

Mi energía está mal orientada.
¿Cómo escribir poesía?

Cuando hay tantas cosas “útiles”
por hacer dicen por ahí.

Crisis, crisis, crisis, crisis,
se oye un murmullo que
acaba en grito ensordecedor.

De valores, económica, moral,
racial, política, crisis…

Mientras yo poeta,
humildemente,
descargo mis frustraciones
en unos cuantos versos
en los que se incluyen
trocitos de esperanza.

ESPERANZA EN EL ASCENSO

Descendemos
de eso no hay dudas.
la paz endeble en que vivíamos
se ha roto dicen “para siempre”.

¿Qué nos queda a los poetas?

Escoger, entre el conformismo
y la sedición

Callar o escribir,
sólo eso nos queda.

Eso sí,
aborrecer la neutralidad
existir pese a todo
a pesar de los presagios,
de las crisis, de la muerte.

Es que hay mucho por hacer
en el exilio de las palabras.

Descendemos,
como el sol al final del día,
y
como la luna
los poetas
nos rebelamos.



PALABRAS PERDIDAS

Lluvia de letras sobre el
paisaje del desamparo- O. Paz.

Me envuelvo en las palabras
como un manto protector.

La poesía me separa
del áspero mundo de las manipulaciones
mecánicas y normalizadas.

Desciendo recordando
el abismo del destino.

Me faltan las palabras redentoras
para alumbrar las tinieblas humanas,
sacudidas por el estruendosas crisis
y sus monstruos,
las bombas, la pobreza, la esclavitud,
que no dejan percibir
el triste susurro del alma.

Por lo tanto tristemente
no me puedo sorprender
que me falle una y otra vez
el lenguaje
para pintar la realidad
y brindar una
esquelética esperanza.

ESQUELÉTICA ESPERANZA

No se ven las mariposas,
sólo un puñado de gorriones
caminan velozmente dando tumbos por la calle,
picando piedritas de colores.
El aire frío duele
y la falsa calma abruma.
Antesala de metamorfosis,
palabras clausuradas
el tiempo del silencio
o la complejidad del silencio.
Un pájaro símbolo
hilvana melodías
ese poema sonoro es la ruptura
esquelética esperanza.