EL UNICORNIO EN EL CAFÉ LIBERTAD

IDEAL, 26/01/2020



SALÓN DE LECTURA ___ Por José Antonio Santano



PEDRO RODRÍGUEZ PACHECO
PEDRO RODRÍGUEZ PACHECO
El Unicornio en el Café Libertad

Hora es de llamar a las cosas por su nombre. En la literatura como en tantas otras cuestiones de la vida existe un momento en que hay que decir, ¡basta ya! Hasta ahora la poesía española parece obedecer a un solo canon, o, mejor dicho, a un solo gurú, tan poderoso, que nadie se atreve a oponerse a él, a contradecirlo en lo más mínimo, porque ¡ay de aquél que ose a enfrentársele! El silencio será la condena y ya nunca más podrá vivir de sus migajas. Ocurre ahora lo mismo que con aquella eclosión mercantilista y efímera que allá por los años 60 se llamó Novísimos y que silenció a otro elenco de poetas de gran calidad y diferencia estética notable. En nuestros días, y aún después de un momento que parecía que otra “poesía era posible” con aquella “rebelión de los diferentes”, que luego vino en llamarse poesía “De la Diferencia” y que bien por sus luchas internas o por la hegemonía de la llamada poesía “De la Experiencia”, que aún cuenta con el poder mediático, junto a las grandes editoriales, digo, poco ha cambiado la situación, y sin embargo, a raíz de la publicación de “La otra mirada” y “El unicornio en el Café Libertad”, ambos autoría del también poeta, profesor universitario y ensayista Pedro Rodríguez Pacheco (Sevilla, 1941)), parece que vuelve a estar vigente el argumentario que sostuvo a “La Diferencia” y con el que, posiblemente, muchos poetas actuales estarían de acuerdo. Salvando la distancia del tiempo, en aquella diatriba de “Novísimos” y “Poetas del Lenguaje” o “Promoción del 60” como se la llamó también, en la actualidad, se dan parecidas circunstancias entre seguidores de una “poesía de la Experiencia” (¿acaso puede entenderse la creación poética ajena a la experiencia? y el resto de poetas tan ajenos a este movimiento, como diferentes en su concepción de la poesía. Dicho lo cual, es de una oportunísima aparición “El unicornio en el Café Libertad. 25 años después. Antología”. No es este un libro más, un texto pretencioso y oportunista, todo lo contrario. Tras el paso de los años, con una mirada serena y respetuosa, sabiendo que sólo los argumentos y el análisis son los aliados del investigador o ensayista, también de la justicia poética, se puede vislumbrar el hecho histórico que supuso aquella “rebelión de los diferentes”, poetas todos en el más puro sentido de la palabra, como lo demuestran las diferentes poéticas de cada uno de ellos, pero siempre bajo el paraguas de la Poesía. Si ya en “La otra mirada”, Rodríguez Pacheco expuso ampliamente el devenir “De la Diferencia”, sus orígenes, sus causas y objetivos o metas, con “El unicornio en el Café Libertad”, de una manera resumida aporta su particular visión, al tiempo que analiza pormenorizadamente las poéticas de cada uno de los vates antologados y que fueron artífices de aquella rebelión: Manuel Jurado López, Pedro J. de la Peña, Ricardo Bellveser, Antonio Enrique, María Antonia Ortega, José Lupiáñez, Concha García, Antonio Rodríguez Jiménez y Fernando de Villena. Es, pues, de agradecer que, con absoluta libertad, su autor, Pedro Rodríguez Pacheco, se haya desnudado y presentado, con la honestidad que le caracteriza y el conocimiento experiencial adquirido también por su relación con aquella propuesta “De la Diferencia”, ante el lector, a sabiendas que muchos serán, todavía, sus detractores. Con todo, es de reconocer que pocos son los que se atreven a “enfrentarse” dialécticamente al contrario, siempre desde el respeto. Y todo ello lo demuestra cuando, desde un sentido crítico, analiza la obra de cada uno de estos poetas. Rodríguez Pacheco toma como símbolo al Unicornio y lo hace presente en el Café Libertad donde aquellos poetas se reunieron para rebelarse contra el sistema; el Unicornio: “Un animal fabuloso…, con figura de caballo, que lleva un solo cuerno muy puntiagudo sobre su frente. Es veloz y muy valeroso. Según la leyenda nadie podía cazarlo por la fuerza”. En su recorrido por la poesía de estos autores, Rodríguez Pacheco no ceja en su empeño por demostrar la vitalidad de aquella rebelión en el marco de la poesía española del siglo XX. De Manuel Jurado López, el primero de los poetas seleccionados, Rodríguez Pacheco dice: “Jurado López es un cóndor sobre las altas cimas de la poesía: andaluza hasta la médula ha sabido asumir ese río interiory dejarse llevar por su corriente hacia otros mares de civilización y plenitudes fraternas”. De Poemas de Ginebra, estos versos: “Soy hombre y mujer al mismo tiempo porque ya estás / en mí igual que la palabra que pronuncio / para que la oigas tú y caiga en mí, muy honda, / como en un pozo.”. Escribe Rodríguez Pacheco sobre el siguiente antologado: “La poesía de Pedro J. de la Peña se mueve entre dos polos que, sin ser antagónicos, distinguen dos poéticas, y aunque con carácter oposicional para que el sistema funcione, el poeta intenta que sus universos, los íntimos y los exteriores, es decir, los de la vida y su experiencia y los de la cultura (los paisajes del sueño y los de deseo) encajen en esa caja china de múltiples registros. De El soplo de los Dioses, estos versos: “Cuando un amor se pierde es asunto sabido / que los débiles buscan desamores livianos / que ayuden a ahuyentarlo.”. El siguiente perfil trata del poeta valenciano Ricardo Bellveser, de quien escribe Rodríguez Pacheco: “La poesía de R. Bellveser se nutre de urgentes afirmaciones y, seguidamente, de sus refutaciones; es una tensión en la que el sujeto poético vive su sinvivir”. De su poesía seleccionamos estos versos: 

“El tiempo tenaz todo lo ha cambiado: 
/ el techo no es tan grande, ni tan alto, 
/ ni tan misterioso, ni me acongoja.
 / La cama, sólo es un campo de plumas 
/ que el tiempo con la muerte ha desolado.”.

 Es un perfil poético de Antonio Enrique, escribe así Rodríguez Pacheco: “Antonio Enrique, como poeta, en su esencialidad como poeta, es un místico humanista…Esa rehumanización que compromete a toda la Naturaleza, es el hallazgo diferencial de Antonio Enrique”. De La palabra muda, estos versos: “No me importa morir / porque he conocido a la mujer / que ha sido mi madre, mi hermana, / mi amante y mi amiga: / El todo mi ser.”. Nos descubre ahora Rodríguez Pacheco el perfil poético de María Antonia Ortega: “En toda su obra se detecta un profundo ardor, un fuego, un magma volcánico que cuando entra en fase eruptiva y se derrama libre por las laderas de su universo, nos deja esas ascuas incandescentes que son sus poemas, sus revelaciones, sus iluminaciones…”. De “El emparrado”, sean estos versos: “Mi alma es antigua / y ya no volverá a reencarnarse; / por eso necesito el desierto / y los días de luz interminables, / igual que antes la proximidad / de los cuerpos”. José Lupiáñez, para Rodríguez Pacheco es ese inmenso poeta proclive “a dos grandes movimientos que vertebraron -y para algunos aún vertebran- el universo de la creación literaria: el Barroco, como tiempo de violenta aceleración temporal y, más acusadamente, el Modernismo”. En su sabiduría, capacidad de creación y emoción confía el antólogo; de su poesía estos versos que la ilustran: 

“Mis manos acarician la piedra 
/ en esta inmensa grita del mundo.
 / Hasta hoy fue el desierto,
 / con su aliento de fuego, azotándonos 
/ sin misericordia, y la arena en los ojos 
/ o los labios cuarteados por la sed”. 

La poeta cordobesa afincada en Barcelona, Concha García es, para nuestro antólogo, otro de los perfiles elegidos y de ella habla así: “Concha García había montado su insurrección heterodoxa ejerciendo una especie de violencia en el lenguaje normativo que era de uso canónico en las hegemonías…”. Aquí una breve muestra de sus versos: 

“…Tú me amas. 
/ La hermosa nada que recupero 
/ me pasea en automóvil”.

 Si hay un poeta que, por su vitalismo, “La Diferencia” irrumpió en el panorama poético español con fuerza inusitada, ese es Antonio Rodríguez Jiménez. “El “yo” poético de Rodríguez Jiménez -nos dice R. Pacheco- lo es blindado por seres mitológicos, intuiciones fantásticas, espectros que se reparten lo benéfico y lo maligno”, y añade: “Rodríguez Jiménez es prototipo del paroxismo visionario, lleno de intuiciones y de frenesíes fantasmales”. De su poema inédito “Escala primera” tomamos estos versos: 

”Las escalas indican el momento vivido, 
 el pasado de humo, el presente 
de plástico y el futuro de goma, 
como un alambre que se derrite  
una y otra vez hasta que chorrea 
como un líquido más ligero que
 el agua”.

 De Fernando de Villena, último poeta antologado, R. Pacheco escribe: “El proyecto poético de Fernando de Villena lo es en constante erupción: todo lo incita, todo lo provoca. Hay, principalmente, cuatro elementos conformadores o incitadores en su poesía: el amor, el tiempo, las creencias y los paisajes del mundo con sus consanguíneos: la alta cultura, sus símbolos y mitos”. Reflejo de su humana condición, sean estos versos pertenecientes al poema “Vacilaciones de la fe”: “No sé si de verdad existes, / pero ahora quisiera / que de verdad existieses / para sanar tanta pena, / para colmar tanta esperanza”. Esta ha sido una pequeña muestra de lo que significó, y creo que convendría decir, lo que aún significa hoy “La Diferencia”, conscientemente silenciada por quienes todavía mantienen la hegemonía poética en España, tan alejada de la calidad que requiere toda creación que se precie.
EL UNICORNIO EN EL CAFÉ LIBERTAD 25 AÑOS DESPUÉS
PEDRO RODRÍGUEZ PACHECO
Título: El unicornio en el Café Libertad. 25 años después

Autor: Pedro Rodríguez Pacheco

Editorial: Carena (Barcelona, 2019)


FRANCISCO LUCIO





SALÓN DE LECTURA  


JOSÉ ANTONIO SANTANO

 José Antonio Santano 

      
FRANCISCO LUCIO

FRANCISCO LUCIO






 LUCIO RESUCITADO


Como otras veces, me había citado con mis buenos amigos libreros Isidoro y Carlos Salvador (padre e hijo) en la librería Metáfora, que regentan en Roquetas de Mar. Hacía un día claro, con un cielo azul intenso y un sol que ya calentaba como si fuera primavera, cuando sólo habían transcurrido unos días de este recién parido 2020. Enfrascados en nuestra tertulia improvisada, concretamente hablábamos de poesía, Isidoro interrumpe la conversación para avisar de la entrada en la librería de un poeta, diciendo: “¡Sois tantos los poetas!, instante en el que pregunto de qué poeta se trata, a lo que responde; Francisco Lucio, se llama, y rematé yo: “uno de los grandes”. Casi no podía creerlo. Había preguntado por él a conocidos poetas y nadie nunca supo darme noticias suyas. Fue algo grandioso, como una resurrección. Lucio resucitado, Francisco Lucio estaba allí, en carne y hueso, acompañado de su esposa y yo, sin saber qué hacer ni qué decir. Me acerqué a él con el respeto y la admiración que su figura me merece, no de ahora, sino de cuando lo conocí años atrás en la presentación de algún libro o evento poético, acompañando a Julio Alfredo Egea o a Pilar Quirosa, lamentablemente desaparecidos ambos, u otros destacados poetas almerienses de aquellos años. Era tan sublime el momento de aquel reencuentro, tan esperado por creer que no sucedería nunca que, allí estaba junto a él y su esposa, conversando amigablemente de lo humano y lo divino, aunque como es de suponer, mucho más de poesía, claro está. Lucio me había devuelto de nuevo la fe y la esperanza en la poesía, en este irrenunciable oficio de poeta. Francisco Lucio, resucitado por fortuna, y frente a mí. Supe que un maldito ictus fue el causante de su larga ausencia, del incomprensible silencio que nadie supo informarme cuando tantas veces pregunté por su paradero. Hoy, todas esas adversas circunstancias ya son olvido, porque, al fin, Lucio ha regresado y a mí esa vuelta me alegra mucho.
En toda esta historia, lo que espejea con notoria insistencia, es el olvido al que sigue sometido el intelectual y el poeta grande que es Francisco Lucio. Estando en la librería Metáfora Isidoro tuvo la deferencia de obsequiarme con un libro de Lucio, “Tiempo Romance, y yo como reconocimiento a su magisterio poético, tuve a bien, regalarle mi último libro “Marparaíso”, galardonado recientemente con el “XXIV Premio Rosalía de Castro 2019”, en el que rindo homenaje a otro de los grandes poetas olvidados y Nobel de Literatura en 1977, Vicente Aleixandre. Y cosa curiosa, de Vicente Aleixandre habíamos conversado minutos antes de concluir nuestro reencuentro, lo que venía a demostrar nuestra sintonía poética. Nos despedimos con un “hasta luego”, seguro de que volveríamos a vernos. Algo muy adentro de mí me hacía pensar que esto sucedería a no muy tardar. Me prometí entonces restablecer ese inmerecido olvido al hombre y al poeta que viven en Francisco Lucio. No puede ser que a sus 87 años, este Roquetero y poeta insigne sea carne de olvido por parte de los actuales gobernantes del municipio, de las instituciones provinciales y, si me apuran nacionales, y de los propios poetas que habitan estas tierras almerienses. No puede ser que quien tanto ha dado a la cultura y la poesía española, nada reciba cumplidos ya sus lúcidos 87 años de edad. Desde estas páginas quiero hacer público mi convencimiento y mi entrega para que se haga justicia con este roquetero de pro, por nombre Francisco Lucio. Con algunos de sus versos incluidos en “Tiempo Romance”, concretamente de su poema de tono elegíaco “No digo tu nombre en vano” (romance-glosa), en el que nos recuerda a los más grandes poetas de todos los tiempos que cantaron a España: Fernán González, Juan Ruiz, Juan del Encina, Alonso de Ercilla, Miguel de Cervantes, Gabriel Bocángel, José Cadalso, José de Espronceda, Joan Maragall, Jacinto Verdaguer, Miguel de Unamuno, Rubén Darío, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, César Vallejo, Luis Cernuda, Federico García Lorca, León Felipe, Nicolás Guillén, Jorge Guillén, Pablo Neruda, Miguel Hernández, Gabriel Celaya, Blas de Otero o Max Aub, y con el que quiero restituir del olvido a Francisco Lucio: 
«Porque hay dolor en el mundo, 
/ madre, porque hay gente mala
 / que roba el trigo a los pobres 
/ y luego siembra cizaña./ 
Si alguno cierra tus puertas, /
 otro, más fuerte, las abra …// 

Era la sangre del pueblo /
 el oro que t e quedaba…//

 Era la sangre más pura /
 la sangre más acendrada, /
 cayendo desde el camino /
 al fondo de la barranca…//

 Dales de beber: su sed / 
de justicia no se sacia. /
 Dales de beber; y nunca /
 se rompa, madre, tu cántara…
 Hambre tenemos de ti, 
/ hambre que nunca se harta; / 
de que tu ser y tu nombre / 
venzan al tiempo y sus taras…// 

Porque tú, sueño del mundo; /
 tú, tan abrupta y tan brava, /
 eres el solo camino, /
 la larga senda soñada…//

 Siempre belleza posible, 
/ tal vez sueño, mas cercana; / 
siempre nueva, viva siempre, / 
hermosa y trágica España.» 

Así es y así escribe uno de los grandes poetas olvidados de nuestra tan cacareada patria. Esta es sólo una breve muestra de su magna obra que hoy quiero restituir del olvido. Sirvan estas líneas como testimonio de mi consideración a su admirada Poesía.
Francisco Lucio camina lentamente, asido al brazo de su esposa. Sale de la librería Metáfora, encorvado se aleja. Volverá al santuario de los libros otro sábado, y allí estaré, esperándolo sereno entre el bosque de libros, seguro de reanudar la conversación que dejamos pendiente. Conforme su figura se desvanecía a través de los cristales de la librería me dije: “Qué gran fortuna la mía con este reencuentro. ¡Qué excelso goce: Lucio resucitado!

LUCIO RESUCITADO. POR JOSÉ ANTONIO SANTANO





SALÓN DE LECTURA  


JOSÉ ANTONIO SANTANO

 José Antonio Santano 

      
FRANCISCO LUCIO
FRANCISCO LUCIO
  




















 LUCIO RESUCITADO


Como otras veces, me había citado con mis buenos amigos libreros Isidoro y Carlos Salvador (padre e hijo) en la librería Metáfora, que regentan en Roquetas de Mar. Hacía un día claro, con un cielo azul intenso y un sol que ya calentaba como si fuera primavera, cuando sólo habían transcurrido unos días de este recién parido 2020. Enfrascados en nuestra tertulia improvisada, concretamente hablábamos de poesía, Isidoro interrumpe la conversación para avisar de la entrada en la librería de un poeta, diciendo: “¡Sois tantos los poetas!, instante en el que pregunto de qué poeta se trata, a lo que responde; Francisco Lucio, se llama, y rematé yo: “uno de los grandes”. Casi no podía creerlo. Había preguntado por él a conocidos poetas y nadie nunca supo darme noticias suyas. Fue algo grandioso, como una resurrección. Lucio resucitado, Francisco Lucio estaba allí, en carne y hueso, acompañado de su esposa y yo, sin saber qué hacer ni qué decir. Me acerqué a él con el respeto y la admiración que su figura me merece, no de ahora, sino de cuando lo conocí años atrás en la presentación de algún libro o evento poético, acompañando a Julio Alfredo Egea o a Pilar Quirosa, lamentablemente desaparecidos ambos, u otros destacados poetas almerienses de aquellos años. Era tan sublime el momento de aquel reencuentro, tan esperado por creer que no sucedería nunca que, allí estaba junto a él y su esposa, conversando amigablemente de lo humano y lo divino, aunque como es de suponer, mucho más de poesía, claro está. Lucio me había devuelto de nuevo la fe y la esperanza en la poesía, en este irrenunciable oficio de poeta. Francisco Lucio, resucitado por fortuna, y frente a mí. Supe que un maldito ictus fue el causante de su larga ausencia, del incomprensible silencio que nadie supo informarme cuando tantas veces pregunté por su paradero. Hoy, todas esas adversas circunstancias ya son olvido, porque, al fin, Lucio ha regresado y a mí esa vuelta me alegra mucho.
En toda esta historia, lo que espejea con notoria insistencia, es el olvido al que sigue sometido el intelectual y el poeta grande que es Francisco Lucio. Estando en la librería Metáfora Isidoro tuvo la deferencia de obsequiarme con un libro de Lucio, “Tiempo Romance, y yo como reconocimiento a su magisterio poético, tuve a bien, regalarle mi último libro “Marparaíso”, galardonado recientemente con el “XXIV Premio Rosalía de Castro 2019”, en el que rindo homenaje a otro de los grandes poetas olvidados y Nobel de Literatura en 1977, Vicente Aleixandre. Y cosa curiosa, de Vicente Aleixandre habíamos conversado minutos antes de concluir nuestro reencuentro, lo que venía a demostrar nuestra sintonía poética. Nos despedimos con un “hasta luego”, seguro de que volveríamos a vernos. Algo muy adentro de mí me hacía pensar que esto sucedería a no muy tardar. Me prometí entonces restablecer ese inmerecido olvido al hombre y al poeta que viven en Francisco Lucio. No puede ser que a sus 87 años, este Roquetero y poeta insigne sea carne de olvido por parte de los actuales gobernantes del municipio, de las instituciones provinciales y, si me apuran nacionales, y de los propios poetas que habitan estas tierras almerienses. No puede ser que quien tanto ha dado a la cultura y la poesía española, nada reciba cumplidos ya sus lúcidos 87 años de edad. Desde estas páginas quiero hacer público mi convencimiento y mi entrega para que se haga justicia con este roquetero de pro, por nombre Francisco Lucio. Con algunos de sus versos incluidos en “Tiempo Romance”, concretamente de su poema de tono elegíaco “No digo tu nombre en vano” (romance-glosa), en el que nos recuerda a los más grandes poetas de todos los tiempos que cantaron a España: Fernán González, Juan Ruiz, Juan del Encina, Alonso de Ercilla, Miguel de Cervantes, Gabriel Bocángel, José Cadalso, José de Espronceda, Joan Maragall, Jacinto Verdaguer, Miguel de Unamuno, Rubén Darío, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, César Vallejo, Luis Cernuda, Federico García Lorca, León Felipe, Nicolás Guillén, Jorge Guillén, Pablo Neruda, Miguel Hernández, Gabriel Celaya, Blas de Otero o Max Aub, y con el que quiero restituir del olvido a Francisco Lucio: «Porque hay dolor en el mundo, / madre, porque hay gente mala / que roba el trigo a los pobres / y luego siembra cizaña./ Si alguno cierra tus puertas, / otro, más fuerte, las abra …// Era la sangre del pueblo / el oro que t e quedaba…// Era la sangre más pura / la sangre más acendrada, / cayendo desde el camino / al fondo de la barranca…// Dales de beber: su sed / de justicia no se sacia. / Dales de beber; y nunca / se rompa, madre, tu cántara….Hambre tenemos de ti, / hambre que nunca se harta; / de que tu ser y tu nombre / venzan al tiempo y sus taras…// Porque tú, sueño del mundo; / tú, tan abrupta y tan brava, / eres el solo camino, / la larga senda soñada…// Siempre belleza posible, / tal vez sueño, mas cercana; / siempre nueva, viva siempre, / hermosa y trágica España.» Así es y así escribe uno de los grandes poetas olvidados de nuestra tan cacareada patria. Esta es sólo una breve muestra de su magna obra que hoy quiero restituir del olvido. Sirvan estas líneas como testimonio de mi consideración a su admirada Poesía.
Francisco Lucio camina lentamente, asido al brazo de su esposa. Sale de la librería Metáfora, encorvado se aleja. Volverá al santuario de los libros otro sábado, y allí estaré, esperándolo sereno entre el bosque de libros, seguro de reanudar la conversación que dejamos pendiente. Conforme su figura se desvanecía a través de los cristales de la librería me dije: “Qué gran fortuna la mía con este reencuentro. ¡Qué excelso goce: Lucio resucitado!

DIECISIETE ALFILES de MARÍA ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ por JOSÉ ANTONIO SANTANO

JOSÉ ANTONIO SANTANO para IDEAL 22/12/2019
diecisiete alfiles de MARÍA ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ

por JOSÉ ANTONIO SANTANO

para IDEAL, Domingo, 22/12/2019

diecisiete alfiles. María Ángeles Pérez López


 DIECISIETE ALFILES 

 de MARÍA ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ







María Ángeles Pérez López
Título: diecisiete alfiles    
    
Autor: María Ángeles Pérez López
Editorial: Abada (2019) 
            © Carmen Burgo








SALÓN DE LECTURA  


JOSÉ ANTONIO SANTANO

 José Antonio Santano 

      










  




















  Es muy frecuente, en estos últimos años, la edición de libros de haikus, tal vez por esa misteriosa y mágica estructura de 5-7-5 versos que hacen de la concentración silábica y la reflexión de lo cotidiano joyas de incalculable valor. A nadie le es ajeno que precisamente por estas condiciones específicas la dificultad en la resolución de un verdadero haiku es mayor, aunque parezca a simple vista lo contrario. El poeta que se atreve con este tipo de composición lo sabe bien y aunque su proliferación haya aumentado, la verdad es que no siempre con el mismo efecto según sean sus autores.


______________________________________________
Para esta ocasión abogamos por un libro, “Diecisiete alfiles” y una autora María Ángeles Pérez López (Valladolid, 1967), poeta y profesora titular de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Salamanca, una de las voces femeninas más interesantes del panorama poético actual. Otros libros publicados de su autoría son, entre otros: Tratado sobre la geografía del desastre, La sola materia, La ausente, Atavío y puñal, Fiebre y compasión de los metales, Interferencias o Mapas de la imaginación del pájaro. “Diecisiete alfiles”, al cuidado de Abada Editores es un libro polifónico en el cual hallaremos haikús de temáticas variadas (del amanecer, de Epicuro, de las perseidas, del trabajo, del hielo, del camino…), hasta 32 en total. En cada uno de ellos Pérez López nos muestra la belleza y el hondo pensamiento, trasunto todos de la cotidianidad, de la vida en su natural esencia, del asombro ante lo mistérico o desconocido: «Frente a los páramos / desnudan los jardines / sus pies de sándalo. // Libar la vida. / Que en su jugo se empapen / omega y sigma». La magia de la palabra, esa que nace del abismo y vuela hasta alcanzar el nombre de las cosas, puro mestizaje de forma y fondo, ética y estética en equilibro, sincero lirismo que adecua al tiempo que le toca vivir. Así María Ángeles Pérez López recorre la singular aventura de la palabra escrita, en un continuo fluir, sin desvanecimiento alguno, segura de su magisterio y de sus creaciones. En “Diecisiete alfiles”, como dice la propia autora en su final de epílogo “se juega el mundo”, “con una tensión estilística infrecuente en un género que suele practicarse con ligereza”, como así matiza Erika Martínez en el prólogo. Hay, sin duda, en este ramillete de haikús una extraordinaria sensibilidad que va más allá de la anécdota, convirtiendo el detalle en manantial de luces que sacian toda sed, que deslumbran hasta encoger el alma: «La luz primera. / Desacato en las hojas / que se impacientan. // La luz cerrada. / En la noche del cuerpo, / rezuma el alba». Intensísima la voz poética de María Ángeles Pérez López, abarcadora y profunda, nacida para redescubrirnos el mundo, el universo que contiene sus versos en un reto que se impone a sí misma de manera natural, y libre, que quiere recorrer todos los caminos posibles o abrir las puertas, el corazón, abrazar la vida, al fin y al cabo:
 «En cada puerta /
 un camino se abre /
 y otro despierta».
 La efectiva musicalidad de haikus, la elegancia del verso y su cadencia deleita la lectura de “Diecisiete alfiles” y nos confirma la excelencia poética de su autora, María Ángeles Pérez López.           

SALÓN DE LECTURA. RESEÑA POÉTICA


POESÍA EN LIBERTAD
SALÓN DE LECTURA:  Reseña del poemario "Memorial de frontera", de Balbina Prior  por JOSÉ ANTONIO SANTANO

TENUE ARMAMENTO de ÁNGEL OLGOSO por JOSÉ ANTONIO SANTANO


___________________ Por José Antonio Santano



TENUE ARMAMENTO
ÁNGEL OLGOSO
Aparecía recientemente, en la colección Mirto Academia, y al cuidado de la editorial Alhulia, una interesante propuesta textual de una de las voces más destacadas de la actual narrativa española, me estoy refiriendo al granadino, Ángel Olgoso, de título Tenue armamento. En esta ocasión Olgoso nos presenta una compilación de textos en prosa referidos principalmente a presentaciones de sus libros o ajenos y prólogos realizados para otros libros. Llama la atención que lo que podrían ser textos escritos con una acertada corrección, sin más, hasta el punto de denominarlos él mismo como “Cartapacio de papeles menores”, en su pluma se conviertan en textos de absoluta filigrana donde las referencias al pensamiento de otros escritores y un lenguaje de una calidad indiscutible provocan en el lector una verdadera catarsis, claro ejemplo de su maestría literaria. Un libro que muestra, una vez más, la esencia de su prosa.

"Oración primitiva por Uruk", de Issa Hasan Al-Yasiri

ISSA HASAN AL- YASIRI
 SALA DE LECTURA  por 

   JOSÉ ANTONIO SANTANO: LA SEMILLA DE URUK




  No sé cuál es la razón exacta, pero desde siempre me supe atraído por la poesía árabe, por la belleza de su grafía y su hondo pensamiento, ese que nos hace vibrar con cada palabra, desde la sencillez y la humildad que acompaña al poeta que lo ejercita y vive. Y supongo, que si eso ocurre con la poesía, también con la historia y la cultura de los principales lugares del mundo árabe, como la mítica Bagdad, claro ejemplo. Tan es así que, al recibir el libro “Oración primitiva por Uruk”, del poeta iraquí Issa Hasan Al-Yasiri (Missan, 1945), sentí un cierto estremecimiento. Allí estaba, encima de la mesa, un misterioso rostro ilustraba la portada del libro, un dibujo de Kareem Sadoom, para ser exactos, autor de todas las ilustraciones del poemario. La traducción al español ha sido realizada por Ignacio Gutiérrez de Terán y la publicación ha corrido a cargo de Alfalfa Ediciones. 
Cuenta el poeta octogenario con libros tales como “Cruzar hacia ciudades de alegría” (1973), “Episodios del viaje del ave sureño” (1976), “Cielo del sur” (1979), “La mujer es mi reino” (1982), “El silencio de las cabañas” (1996), “Te llamo desde lejos” (2008) y “Ave María” (2012). Llama la atención de “Oración primitiva por Uruk”, la espiritualidad que lo contiene, muy cercana a la tradición poética árabe, donde la honda reflexión da paso a la sencillez formal, convirtiendo así a la palabra en esencia misma; la desesperanza a la oración: 
«Dios mío, Dios mío,   por Uruk te invoco,   Uruk,  tu primera semilla,  ancestral entre todas tus ciudades»
de aquí en adelante la tensión discursiva irá en aumento y el poeta será la voz amorosa que clama en el desierto, demandará misericordia y perdón para Uruk y sus pobladores, también para quienes un día la abandonaron: 
«Por ella,
 / y por quienes en ella viven, y por los que un día la abandonaron, sálvala, bendito seas, refugio y luz»
. Hassan Al-Yasiri no puede sino sentir que el tiempo se le escapa entre las manos, y que en ese trayecto final, en ese alumbramiento del silencio total al que todo humano se abisma, solo desea contener la furia de la sinrazón y el despropósito, devolver a su tierra el fruto de los campos y los ríos; la paz de las montañas en su soledad infinita; convencer con la palabra poética de la necesidad de hermanamiento, de la humana mirada. Por eso clama en voz alta y se pregunta: «¿Por qué insistes en reducir a Uruk a un solar / habitado por la tristeza, / pasto de las plañideras?». El poeta sufre con el dolor ajeno, que es también el suyo, el de sus compatriotas y en ese estado se rebela contra él y contra todo, y una vez más demanda el perdón a un dios misericordioso: 
«Perdónala, Dios, /  ¿qué haría cualquier madre  al ver a sus hijos camino de la muerte  rumbo a un lugar lejano,  como una bandada de pájaros sobre cuyos nidos /  se ciernen los chacales de la noche?».  Solo un deseo anima al poeta a seguir el camino, a rebelarse contra el mal de las guerras y la injusticia, concluyendo así con su oración:  «Escucha pues a este siervo, Dios:   haz que Uruk vuelva a ser lo que fue,   conviértela, de nuevo, en Uruk.   Uruk,   la partera,   y la madre, /  y el lecho de la dicha».  









Título: Oración primitiva por Uruk         
Autor: Issa Hassan Al-Yasiri
Ediciones: Alfalfa  (2019)

LAS COSTURAS DEL HAMBRE


CARMEN PALOMO PINEL
SALÓN DE LECTURA. PERIÓDICO IDEAL 21/10/2019

LAS COSTURAS DEL HAMBRE
LAS COSTURAS DEL HAMBRE


SALÓN DE LECTURA 



por José Antonio Santano



LA LLAMA DEL LENGUAJE

CARMEN PALOMO PINEL


No es habitual, hoy que todo está marcado por la imposición de una moda determinada, una excesiva complacencia en la imitación sin más o la simple clonación, que hallemos a alguien con impronta propia. La poesía vive un momento que, aunque algunos traten de vender como de gran calado, verdaderamente lo es pero mediático y, cuando menos, agridulce. Me alegra comprobar, en el caso de la joven poeta madrileña Carmen Palomo Pinel (Madrid, 1980), que su concepción de la poesía, es decir, de la vida y el lenguaje que determina su voz sea el diferencial, que basa su objetivo en una profunda reflexión de aquello que acontece en su cotidianidad y que al mismo tiempo posee la virtud de descubrirnos otra verdad existente y que trasciende en lo esencial literario. 


El presente poemario, “Las costuras del hambre”, fue merecedor del II Premio Esdrújula de Poesía. Con esta nueva entrega Carmen Palomo se desnuda frente al espejo, hurga en la rutina de los días para ofrecernos, con naturalidad y sentido poético, un ramillete de poemas existenciales, que buscan sorprender al lector mostrándole un universo donde el lenguaje, la palabra en sí misma toma variados matices para señalar y revelarse ante la certeza de una sociedad desequilibrada, ajena a los valores intrínsecos del ser humano. “Costuras del hambre” es un libro abarcador, capaz de generar en el lector esa necesidad de bucear en el misterio del lenguaje poético, tan rico y variado, tan vivo y envolvente: 

«La belleza precisa de fronteras,
 / el amor se demora en los contornos 
/ precisos del amado, 
/ la libertad se ejerce entres sus reglas
 / y en su negarse encuentra sus caminos. 
// Buscas, desbuscas /
 y en tu mirada quieres 
/ caminar lo sonoro, / 
lo fugaz, fundir el núcleo.». 

Vivir es lo importante, descubrir la palabra que exprese la emoción de lo vivido en su exacta medida es el reto, el camino a seguir hasta hallar los silencios liberadores, ese temblor primero de los orígenes y las esencias: 

«Hoy elijo vivir de otra manera / 
palpar en el abrazo la pérdida, /
 abrazar en el hijo tu vida ya quebrada 
/ la cáscara en pedazos 
/ vivir en ese abrazo la plenitud del tiempo 
/ la tensión que olvidamos cada día.». 

Palomo Pinel muestra en este libro una voz madura, que pasa por la asunción de una concepción de la poesía singular e innovadora desde el punto de vista del lenguaje, invitándonos así a separar lo importante de lo banal, y escribe:

 «Aférrate. Atesora /
 las cosas más preciadas: 
/ ni todas juntas lograrán salvarte, 
/ pero ellas te hablarán de lo que salva 
/ con la lengua salvaje del silencio:
 / te enseñarán cómo atrapar la noche.». 

Poesía existencial que no deja al lector indiferente, propicia para un tiempo de caos, o cuando menos, extraño y delirante. Versos para seguir viviendo, para vivir soñando, como lo hace Carmen Palomo Pinel, desde el asombro mismo, desde la esencia de la palabra. 

CARMEN PALOMO PINEL
LAS COSTURAS DEL HAMBRE 
por CARMEN PALOMO PINEL

Título: Las costuras del hambre
Autor: Carmen Palomo Pinel

Editorial: Esdrújula (2019)