I Premio Internacional de Poesía Joven JOSÉ ANTONIO SANTANO

 

I Premio Internacional de Poesía Joven José Antonio Santano




BASES


1. El Ayuntamiento de Baena, a través de su concejalía de Cultura, convoca el presente concurso literario, que tiene por objeto el reconocimiento de la figura del poeta José Antonio Santano, tanto por su obra como por su trayectoria poética en el panorama actual de la literatura contemporánea, distinguida en el ámbito nacional e internacional, así como por su labor impulsora de numerosas iniciativas culturales en su ciudad natal de Baena (Córdoba).

La presente convocatoria establece dos niveles o ámbitos de participación:


Internacional: al que podrán presentarse los mayores de 18 años y menores de 30, con trabajos cuya extensión no podrá ser inferior a 300 versos ni superior a 500. El premio consistirá en una estatuilla, la edición de la obra y 25 ejemplares.


Local: al que podrán presentarse alumnos matriculados en ESO, BACHILLER y CICLOS FORMATIVOS de cualquiera de los centros educativos de Baena y Albendín durante el curso 2020/2021. Para este nivel se establecen premios para los tres mejores trabajos presentados, que no podrán ser inferiores a 14 versos ni superiores a 100. Los premios para cada uno de los ganadores consistirán en una estatuilla, diploma y lote de libros de poesía. Los trabajos premiados podrán ser editados por el Ayuntamiento de Baena.

2. Las obras presentadas estarán escritas en castellano, serán originales, inéditas y no premiadas en otros concursos. No se admitirán traducciones ni adaptaciones. Cada autor/a podrá presentar un único trabajo de tema y forma libres.

3. Se presentará un único ejemplar, a una sola cara en folio blanco y en formato PDF, a doble espacio y letra Times New Roman o Arial 12, sin firma, bajo lema o título y ámbito de participación: internacional o local.


Al objeto de preservar el anonimato de los autores:

A la dirección de correo electrónico cultura@ayto-baena.es indicando en el asunto I PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA JOVEN “JOSÉ ANTONIO SANTANO”, se remitirán en dos archivos separados, uno que contenga el poema con LEMA, que será el título del mismo y el ámbito de participación: internacional o local; y otro con el contenido de la PLICA (Nombre y apellidos, dni/pasaporte escaneado, teléfono de contacto y breve currículum).

4. El plazo de presentación concluirá el 28 de febrero de 2021.

5. El fallo del jurado será comunicado a los premiados por teléfono o correo electrónico, así como en la página web: www.juanalfonsodebaena.org/

6. Los premios podrán declararse desiertos si el jurado entiende que los trabajos presentados no alcanzan la calidad suficiente. En todo caso, la decisión del jurado será inapelable.

7. El jurado calificador estará compuesto por reconocidos poetas y profesores de literatura, y presidido por el poeta José Antonio Santano.

8. Los participantes responden de la autoría y originalidad del poema, asumiendo la total responsabilidad frente a cualquier reclamación que, en este sentido, pudieran efectuar terceras personas. Los concursantes se responsabilizan totalmente de que no existan derechos de terceros en las obras presentadas así como de toda reclamación por derechos de imagen.

9. La resolución del presente certamen tendrá lugar durante la Feria del Libro del año 2021 y la entrega de los premios se realizará en un acto público cuya fecha y lugar se comunicará con antelación y al que los premiados estarán obligados a asistir, salvo causa de fuerza mayor.

10. La participación en este certamen supone la total aceptación de las presentes bases.

El participante acepta expresamente cumplir todas y cada una de las bases del presente concurso. El incumplimiento de alguna de las bases dará lugar a su exclusión del concurso.


Ayuntamiento de Baena /Delegación de Cultura. Enero 2021


Ayuntamiento de Baena- Córdoba- España

Ayuntamiento de Baena, Córdoba, España


El temerario y otros poemas

SALÓN DE LECTURA

 JoséAntonio Santano

 

José Antonio Santano. Salón de lectura

 

El temerario y otros poemas

 

       

HERMAN MELVILLE

  De todos es conocida la novela Moby Dick y de igual forma a su autor, Herman Melville. Los lectores siempre unirán el nombre de Melville a la mejor narrativa americana, pero quizá menos sepan que también ejerció de poeta. Citar su nombre es abismarse en los mares y en la pesca de ballenas, entrar en las aguas procelosas de la memoria para descubrir las vidas de unos hombres que siempre bordearon la tragedia por un puñado de monedas. Sin embargo, la poesía es capaz de mostrarnos todos los mundos posibles, como lo hizo Herman Melville (Nueva York, 1819-1891), como poeta, aunque tardío, no por ello menos destacable, tal que se puede comprobar en esta selección de su poesía, realizada por el profesor y poeta cubano Axel Presas. Y ciertamente, así es que su poesía atrae siempre hacia el mar. Presas escribe que “en la poesía de Melville el paisaje es el mar y el mar e es el paisaje, los barcos son objetos de un espectáculo inconmensurable que es el océano”: Grita el ave marina, sobrevolando arriba, / “¿Tripulación, la tripulación?” / Y la ola, temeraria, vagabunda, / ¡Se mueve nuevamente! En algunos poemas también hallaremos al poeta romántico, “el que escribe sobre jardines, villas romanas y la hermosura de la campiña” dice Presas (Las belicosas águilas cierran su ala, / Pero no ante la influencia de César; / Cantamos que Roma no ha sido vencida por brazos romanos, / Como en el día de Farsalia…), y a más, al poeta místico “que se adentra en temas religiosos haciendo énfasis en el Oriente” (El amuleto sirio de Salomón aparece; / Ópalo y anillo supremo. / Los rayos que alumbran este vino mago / Se exaltan de las apariencias divinas). La profunda reflexión sobre todo lo sucede alrededor del poeta es siempre una ocasión única para la creación. Melville, al igual que otros muchos poetas, supo tomar de la realidad su parte más trascendente para transformarla en otra realidad, la que se hospeda no solo en la observación, sino en la emoción que siempre ha de existir en todo poema, si así se quiere llamarse. El hombre, el poeta, con su experiencia, el conocimiento y los afectos ha de construir un universo donde la verdad, su verdad, sea irrefutable. El hombre y el poeta al unísono, en un mismo canto capaz de conmovernos, capaz de hacernos más humanos, si cabe: “Todas las guerras son inmaduras”, nos dice el poeta en su poema La marcha hacia Virginia, aquí nos habla de los muchachos combatientes, de su entusiasmo para alcanzar la gloria, pero ¿qué es la gloria?: Todo lo que ellos sienten es esto: esto es la gloria, / Un afilado arrebato, aunque transitorio, / Aún imperecedero en ficción enaltecida. / Así van ellos a combatir, / Conversando por un lado, riendo por el otro. Esta antología a cargo de Axel Presas es un motivo más para apostar por la poesía como el instrumento capaz de salvar almas y presentir que la esperanza del género humano está en ella. Esfuerzos editoriales como este de Poéticas es un motivo también de esperanza y satisfacción, por entender que un mundo sin poesía no es sino un lugar oscuro y tenebroso, vacío, sin futuro, así con esta particular aportación sabemos que está en el camino de la luz.

 

Herman Melville

HERMAN MELVILLE

Título: El temerario y otros poemas

Autor: Herman Melville

Editorial: Poéticas (2019) 

Felizidad de OLGA NOVO


FELIZIDAD
 SALÓN DE LECTURA, IDEAL por José Antonio Santano


Felizidad

AUTORA: OLGA NOVO

FELIZIDAD
FELIZIDAD, OLGA NOVO

 Sería aterrador vivir sin poesía. La poesía está en todos los objetos y seres vivos. No podemos escapar a su influencia, a su perseverancia, a su existencia, no solo la que fluye en la palabra escrita, sino también aquella que revolotea en cada uno de los silencios que nos acompañan mientras vivimos. Nada existe sin ella. Podría decirse que la poesía nos hace ser lo que fuimos, somos y seremos, nos condiciona, aunque nos cueste percibirlo. Está ahí, delante de nuestros ojos, en el aire que respiramos, en la voz de la lluvia o en la tierra que pisamos. Poesía de la nostalgia y de la luz. La poesía como estallido y quietud, ley de contrarios, como la vida, vida en sí misma, como lo es  el libro objeto de este comentario, Felizidad, que merecidamente ha sido galardonado recientemente con el Premio Nacional de la Crítica de poesía en gallego, autoría de Olga Novo (A Pobra  do Brollón, Lugo, 1975), publicado por uno de los sellos editoriales españoles más singulares del momento actual, Olifante, con traducción y notas de Xoán Abeleira, quien nos aclara que «el título original del libro es un calambur creado a partir de la división en dos partes de las sílabas del vocablo gallego felic-idade: Feliz Idade (Feliz Edad). Un juego semántico que, por desgracia no es posible mantener en castellano». Desde sus primeras páginas el lector puede comprobar que se trata de un poemario lúcido, nacido de una experiencia vital que trasciende lo puramente cotidiano y donde el tiempo marca la expresividad del yo poético, que se debate entre el nacimiento a la vida de su hija Lúa y la muerte del padre. Principio y fin de un tiempo que no puede detenerse y en el que Novo proclama el amor y la belleza como razón existencial. Todo se sucede de forma natural, y entre el crecer de la hija y el decrecer del padre, queda al descubierto un poderoso vínculo con la palabra, con la poesía. La poesía entonces toma el vuelo hacia lo más secreto y lo más hondo hasta sentir que el oxígeno se acomoda muy adentro del cuerpo, muy adentro del alma, en el centro mismo del corazón, y fluye y fluye sin parar. Felizidad es un libro mágico, doloroso y tierno al mismo tiempo, porque bebe de una experiencia vital única, pero también un canto extraordinariamente bello. Olga Novo afirma que “la belleza salva”, como también la poesía, añado yo. Y así, con estas mimbres, Novo construye un universo personal de una grandeza inequívoca: «porque un milímetro de vida / basta / para saber / que un milímetro de vida basta / para que persista la vida». Esta es la poesía honda e introspectiva de quien se ha dejado embaucar por el sonido de una rama, el rugido de un bosque o el silencio de la piedra, una poesía directa al corazón. Como dice la poeta en la Carta proemio, “la poesía es un acto radical de vida”, y, ciertamente, indiscutible parece esta aseveración cuando nos adentramos poco a poco en Felizidad, cuando nos dejamos llevar por la música de sus versos en nombre del amor paterno:

 «Estabas allí 

 sentado

 yo admiraba tu potencia de bicho sin domesticar 

 que hozaba en el aire y me había concebido a mí 

 que lloro leyendo los versos de Derek Walcott

 como si entre nosotros mediasen tres siglos o más 

y era una victoria sobre el mundo que tu hija escribiese libros 

 que tú no leerás nunca».

 

 Pero la palabra viene a la vida y se va también hasta oscurecer el mundo en el más aterrador de los silencios y olvidos:


 «Porque al fin

 papá

 te diriges a mí sin orden en tus órdenes

y deshaces la sintaxis igual que desgranabas habas

y todo cobra el sentido profundo de cuanto no tiene lógica

ni está sometido a nada. 


Igual ves cómo se me encoge el alma

 cuando se te encoge la tuya».

 

Es la poesía de Olga Novo vital, amorosa, indómita en su belleza, y la emoción, el instrumento que la crea y la define:

«Y yo aún no sabía

que la poesía tiene ojos

como el pan

esas burbujas de dióxido de carbono 

que contienen los secretos del Universo  

y calman el hambre

y ven 

más allá de lo invisible».


OLGA NOVO
Título: Felizidad     

Autor: Olga Novo

Editorial: Olifante (2020)

 

Estanterías Vacías

Ricardo Bellveser

SALÓN DE LECTURA. JOSÉ ANTONIO SANTANO, IDEAL 07/12/2020

  




Estanterías vacías




   Nunca el verbo se hizo tan carne, carne herida y sangrante. Carne de otra carne dolorida, carne hermana, carne gemela, esa que solo la palabra puede explicar en sí misma, porque grande y generosa son las huellas dejada en ella, la carne, señales y cicatrices que solo el verbo es capaz de mostrar en su rotundo esplendor de cenizas o de luz. Horadada la carne se halla el verso más limpio y puro, como si te hubieran abierto las entrañas y notaras fluir toda su esencia, desnuda y libre, cuando el tiempo cae sobre el mundo como una gigantesca losa que acalla todos sonidos del silencio. La carne y el verbo, la palabra renacida una vez y otra, hasta la extenuación. Nunca el verbo se hizo tan carne como ahora, nunca. Y digo esto por aquello de que la “literatura es artificio”, que queda bien para la abstracción teórica, pero no para el poeta, sobre todo, que es un ser ungido por la revelación, el conocimiento y la emoción. El poeta, desde su experiencia no puede ni debe dejar de expresar lo que adentro lleva, lo que es carne y alma al mismo tiempo. No puede abstraerse de lo que es, de su humanidad como tal, de su lugar en el mundo, de la emoción que contiene todo lo creado y sobrevenido a su mirada, a su verdadera concepción vital. Porque la poesía es vida, y la vida, todos lo sabemos, nos sitúa en realidades que no se pueden abordar exclusivamente desde el artificio, sino también y acompañándose de la emoción al sentirlas, al vivirlas. Esta es la cuestión de fondo. La poesía que se escribe desde el mestizaje de lo uno y lo otro, es decir, desde el conocimiento y la emoción, trasciende, llega al lector con una gran dosis de humanidad, que no puede ser talada de un hachazo por la simpleza de una modernidad falsa y una mirada corta, sin horizonte alguno. El poeta verdadero bebe de una y otra fuente, y esa es la diferencia entre una poesía clónica, plana, amorfa y otra, personalísima, clara, culta y viva. Y en esta estamos cuando hablamos de un libro, una obra singular, diría que maestra, de la poesía española actual, cual es Estanterías vacías, del gran poeta valenciano Ricardo Bellveser, y publicada por la destacada editorial OléLibros. No es Estanterías vacías un libro más que viene a engrosar la lista del gran número de títulos que se vienen publicando en nuestro país, todo lo contrario es “el libro” que uno querría haber escrito o el que siempre se deseó leer. Es un libro, que si se me permite, diría que tensa, que identifica, que marca un camino y una esperanza, a pesar de su dramatismo argumental, que no deja indiferente al lector que se acerca a sus páginas, que desde la primera lo mantiene imantado a ellas. Los anteriores libros de Bellveser cumplieron sobradamente su propósito, y en su buen hacer nadie duda, pero estas Estanterías vacías son, por decirlo de una manera gráfica, la guinda del pastel. Sabiduría y emoción son su esencia, y ambas, al unísono, se reparten el protagonismo, sin duda, pero si tuviéramos que delimitar alguna, diría que la emoción potencia a la otra. El yo lírico de Bellveser en este libro es de tal calibre que deja al lector perplejo, por serlo en su grandeza y generosidad poética. Es el mejor, que ya lo era, de todos los Bellveser anteriores, el Bellveser definitivo, el más puro poéticamente hablando, el poeta de raza, que ha sabido, nunca mejor dicho, trascender lo aprehendido al verso, a la palabra, que fue siempre el más sobresaliente de sus dones, y Estanterías vacías, lo contiene: 

Desde su alto, 
ya no llueven palabras 
 ni se enredan los espesos nubarrones 
entre mis libros. 
 Mi biblioteca viva,
 tenía su voz y sus truenos, ahora
 el silencio se ha ido adueñando 
 de los estantes, y apenas percibo
 su jadeo, como el de quien retrepa 
 el empinado barranco de la melancolía.
 En ellas no hay susurros como antes
 los había, ni eco de voces que retruenen
 por las paredes del desfiladero 
 que se inventaban las portadas alineadas 
 como abedules en los rusos bosques, 
 cuyas hojas el otoño ha enrojecido. 
 No existe lugar donde protegerme 
 de los vendavales de las ideas. 
 Aquel griterío, se ha transformado
  en silencio y ausencia de las cosas.

 La decisión de donar sus libros determina el hecho poético de este libro. Esa vaciedad de las estanterías, para el hombre que siempre anduvo pegado a ellos, viviendo en ellos, provoca una terrible  tormenta interior, pero aún así, se sabe recompensado. Es esa soledad contemplativa del vacío la que conduce a la revelación, al origen de lo creado para vivirla en primera persona, y crear él un mundo nuevo donde el dolor de esa soledad y la esperanza de lo por venir adquieran el valor de la emoción, que traslada magistralmente al verso:

 Con ello me voy despidiendo 
 de los amigos que han viajado 
 conmigo tantos años y recuerdos
 tras la colosal ruido que allí había, 
 los ensayos, las epopeyas, las historias 
 inventadas contadas como verdades,
 mis libros amados, compañeros, reos.
 El tiempo ha podido con todo, 
 y podrá hacerme olvidar 
 aquel que fui cuando no sea. 

Esta es la poesía tonificadora, expresión máxima de un sentir que deviene en magisterio y en creación intachable. Es el verbo hecho carne que decía al inicio del texto. La carne y el alma consumidas. Esta es la verdad poética de Ricardo Bellveser, indiscutible, trascendente, sin artificio, pero con el magisterio que los libros y la cotidianidad de lo vivido han hecho de él un gran ser humano y un gran poeta. En su poética se advierte lo diferente, que no es sino lo íntimo, el yo poético llevado hasta sus últimas consecuencias, y en esa diferencia estriba la riqueza respecto al otro, y respecto a sí mismo. La pluralidad de lo diferente es la grandeza de lo particular, de lo individual frente a una misma realidad externa. Esa es, quizá, la principal enseñanza de estas Estanterías vacías, el hallazgo más sobrecogedor de este libro que nace para perpetuarse en quienes aman la poesía y la vida. No hay más magia que la de la propia palabra, la inspiración sustentada en lo vivido y sentido, como el río que nunca se detiene y en su soledad desemboca en una otra más inmensa tal es la mar: 

 

Las estanterías vacías. 
 El péndulo del reloj, detenido.
 El viento en calma chicha. 
 El sol abrasador, la brisa muda.  
 Un alacrán camina mi conciencia, 
 mientras una mosca se ha enredado
 en la tela de araña, y sus alas se ha pegado
 a la viscosa red casi transparente, 
 en la que la agonía va tomando forma.

 Todo anuncia el fin y el fin adviene.


 He aquí la esencia poética de Ricardo Bellveser, en un solo poema, el primero de la serie que compone este libro, y en el que solo he querido detenerme expresamente por entender que en él confluye todo en un tiempo único. El resto de poemas lo complementan y lo engrandecen también, pero he querido, conscientemente, dejarlo para los lectores que se acerquen a él, con la convicción que seguirán deleitándose con su lectura, pero a veces, un solo poema condensa y perpetua toda una obra. Resumo este comentario, que no ha sido sino un aleccionador viaje a la médula de la poesía,  en este caso a la esencialidad de una de las voces más sobresalientes del panorama actual de la poesía española, la del valenciano Ricardo Bellveser, con los versos que cierran esta apasionada aventura poética:

 No es necesario coincidir en el tiempo, 
 basta con hacerlo en la emoción 
 y el tiempo desaparece al abreviarse. 
 Yo ya no estaré cuando leas esto, 
 mas mi voz pensada, en ti se preserva.

 Poesía a borbotones, diferente, en la que el verbo se hace carne, pura emoción y esencia.


Ricardo Bellveser



Título: Estanterías vacías     

Autor: Ricardo Bellveser

Editorial:OléLibros (Valencia, 2020)



LA METÁFORA DEL MIRLO

IDEAL CULTURAS. Domingo 29/11/2020


SALÓN DE LECTURA 
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José Antonio Santano

La Metáfora del Mirlo 
Pedro Ojeda Escudero

En los días aciagos de un año, 2020, que difícilmente olvidaremos, y con una voluntad férrea, emergía de entre las sombras, un hálito de esperanza en un pueblecito de la provincia de Salamanca, Béjar. En aquellos días del mes de marzo, cuando todo parecía desvanecerse, como queriéndose parar el mundo, sin horizonte casi, y anidando un silencio sepulcral en todas las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades, amén de que los muertos comenzaban a contarse por decenas primero y luego por centenares hasta alcanzar miles de cadáveres a causa de un maldito virus, nos esperanzaba, aunque no mucho, todo hay que decirlo, escuchar la voz de un poeta, leer una novela o dejarse llevar por el sueño de un paisaje deseado o una música que recorriese el cuerpo de pies a cabeza. 

De ese tiempo, digo, y aun sabiéndose herido por la incertidumbre y el desasosiego, brotó una creciente necesidad de ser otredad, de compartir con el resto del mundo las horas y los días vividos, recluido en su hogar de Béjar. De la experiencia vivida al límite, como jamás se hubiera pensado que sería unos meses antes, surge “La metáfora del mirlo”, del poeta, escritor, ensayista, crítico literario y profesor de Literatura española en la Universidad de Burgos, Pedro Ojeda Escudero (Valladolid, 1963). Narra Ojeda en este libro su experiencia vital durante los meses de marzo, abril y mayo, centrada en la profunda meditación sobre la sociedad actual, donde la tensión ideológica, política, social, económica y cultural ha venido a replantearnos, quizá, un nuevo modelo más acorde con los tiempos por venir. “La metáfora del mirlo” es un viaje al interior hacía sí, al pensamiento y las ideas, a la necesidad de sustentar una sociedad, la nuestra, sobre bases más sólidas, es decir, más humanas. En ese trayecto Ojeda ha sabido sustanciar lo mejor y lo peor de nuestra sociedad actual, pero sobre todo, ha construido un universo en el que convivir todos sin discriminación alguna. La expresión humanista del contenido de este libro es suficiente para acrecentar la esperanza en el futuro, a sabiendas que el camino no será fácil, que necesitará, como todas las conquistas, del esfuerzo y la capacidad creadora para convertir en realidad nuestros sueños. 

Reflexiones sobre política, economía, ética, naturaleza, literatura son acicate suficiente para acercarse a este texto, pero sobre todo, y permítanme que lleve el agua a mi molino, se aprecia una considerable tensión expresiva en el terreno puramente literario. Abordar tan variadas temáticas y mantener esa sensibilidad creciente con la que Pedro Ojeda vislumbra y certifica al mismo tiempo su oficio de escritor, su capacidad creadora para mostrarnos el interior de las cosas en ese abismarse en la nada para alcanzar lo absoluto no es fácil, y él lo ha conseguido. Prueba de todo ello es ese continuo ir y venir de lo hondo a lo cotidiano, y viceversa. Este es un libro, un diario del tiempo detenido, donde la fuerza de la palabra lo es todo, y el hombre su actor principal, el único capaz de atemperar calamidades, el centro de la vida y de la muerte. Y en ese estado laberíntico, el escritor no puede ser sino esa luz que muestra la salida del túnel.

 Escribe Ojeda: «Es curioso. A pesar de que solo hace tres días que no salimos de casa, echo de menos, sobre todo, andar sin dirección fija. Con las manos en los bolsillos, despreocupado, como quien no tiene más oficio que no ir a ningún sitio en concreto». La ansiada libertad de un tiempo detenido y cautivo, como si nada más importara en el mundo, solo el deseo de ser libres, como los pájaros que sobrevuelan la sierra de Béjar, ese lugar mítico donde tanto brilla el silencio de los atardeceres y el amor es el único horizonte: «En el centro del paisaje, Mayca, que me salvó de la tristeza». He aquí, una vez más, el verdadero poder de la literatura en la serena voz del escritor y poeta Pedro Ojeda Escudero. 



Título: La metáfora del mirlo 
Autor: Pedro Ojeda Escudero 
Editorial: Eolas & menos lobos (2020)

 

 

 

 

LA SÍLABA DEL ÓNICE. JOSÉ ANTONIO RAMÍREZ LOZANO

  

SALÓN DE LECTURA

José Antonio Santano

La sílaba de ónice

josé antonio ramírez lozano

        

La sílaba de Ónice
José Antonio Ramírez Lozano


Título: La sílaba de ónice

Autor: José Antonio Ramírez Lozano

Editorial: Junta Castilla-León (2020)



Para un tiempo de desolación e incertidumbre como el que estamos viviendo, cuando el hombre no es capaz de ejercer de hombre y cumplir con su verdadero destino en la tierra, que no es otro que avivar el fuego de la solidaridad y convivir en paz y plenitud con sus semejantes, el remedio más eficaz es la lectura, si me apuran, un buen libro de poesía. En el panorama actual no es fácil hallar textos poéticos que, desde la primera a la última, nos entusiasmen; textos capaces de hacernos olvidar este disparatado e infernal mundo en que vivimos, y ofrecernos otros distintos, creados exprofeso para vivirlos con absoluta emoción. Entre esos pocos libros que a veces uno tiene la suerte de poseer está “La sílaba de ónice”, de José Antonio Ramírez Lozano (Nogales, Badajoz, 1950), merecido “Premio Fray Luis de León, 2020”.  Como una premonición resulta la primera cita del libro, de Octavio Paz: “En la verdad del tiempo no fechado”. Es este tiempo sin tiempo el que hace al poeta meditar sobre sí y el mundo que le rodea, buscar nuevas fórmulas que aplicar al poema, rebelarse y revelar lo oculto para crear otros espacios donde el poder de fabulación sea tan elocuente como intenso y lo narrado configure una verdad poética tan subjetiva como real. La capacidad creadora de Ramírez Lozano es extraordinaria y su voz un oasis de palabras de innegable belleza. En él siempre admiré al narrador y al poeta, pero he de confesar que a día de hoy, y tras la lectura de “La sílaba de ónice”, creo no exagerar si digo que estamos ante uno de los grandes poetas de España y el mejor de sus poemarios. Ejerce en este libro de poeta orfebre, y lo hace desde el primer poema “Fabián Duclés” («Este  hombre no sabe que se llama / Fabián Duclés y Samarí, / ni que ha vuelto a salir de un barrio de Munara, / una ciudad que tiene un río que se lleva  / las palabras usadas y a la que debe un día / volver para besar la piedra negra en que está escrita / la cruz de su orfandad, / el filo de una sílaba de ónice / con la que abrirse paso en las tinieblas.») hasta el último, “Vaca sola”, excepcional en su forma y fondo («Hay una vaca enorme aquí en mi sueño / que pasta entre las tumbas. / Una vaca que ignora el himno de los mártires, / el ciclo de las témporas / y que apedrean los deudos cuando acuden / con su hebra de luto y sus flores de plástico.»).  La capacidad de fabulación y síntesis de Ramírez Lozano es abrumadora, no deja descanso para el lector y así construye un universo que destella, que crece hasta alcanzar la luz incendiada de la luna. Dividida en tres partes: “Fabulaciones”, “Invertebrados” y “Vaca sola”, el poeta muestra una originalidad infrecuente, con un lenguaje y pulso narrativo, a veces surrealista y otras de una certera observación del mundo que le rodea o intuye esencial en su existencia: «Hay vidas que no fueron vividas y de noche / toman cuerpo en las sombras y frecuentan / las vidas que los hombres descuidan cuando duermen». Podría señalar algún poema en concreto, pero todos y cada uno de ellos bebe de lo absoluto y la nada al mismo tiempo, se complementan y brillan con luz propia, crecen en su voz de sílaba y vuelan por el firmamento azul del lenguaje, de tal manera que un fulgor inesperado nos vive desde entonces para siempre. Ramírez Lozano busca en el abismo de la hondura, de las profundidades, debajo de la nada, la luz del pensamiento, y en la mar se precipita hasta encontrar su tesoro, el tesoro del mundo: 

«En el mar de Estambul hay una llave 
perdida para siempre 
que abre un cofre en Esmirna que contiene 
la edad del mundo en cuentas 
pequeñas de granates, el préstamo de los desheredados, el diapasón del iris».
“La sílaba de ónice”, es un libro memorable y apasionante, escrito por una de las plumas más destacadas del panorama literario español, José Antonio Ramírez.  


NECESITO UNA ISLA GRANDE. RAFAEL SOLER

  

SALÓN DE LECTURA

José Antonio Santano

 

Necesito una isla Grande

RAFAEL SOLER

 


El mejor de los refugios para estos días aciagos que vivimos es la lectura. Dejarse llevar por la letra impresa a los lugares más insospechados es de una extraordinaria necesidad. Romper momentáneamente al menos con la realidad más cruel y abismarse en los variados mundos que nos proporcionan las páginas de un libro parece perfilarse como uno de los remedios para este tiempo de penurias. Los libros nos ayudan a pensar, a comprendernos y comprender el mundo y ser más libres. Sin libros, por mucho que quieran sus detractares son un elemento esencial en la vida de los seres humanos, y como tal debiera de procurársele atención, una especial atención. Sin embargo, otras son las miras de quienes administran el común. Craso error que pagamos, ya lo estamos pagando, con el desmesurado crecimiento de la intransigencia y la insolidaridad, algo que no debe ni puede consentir el género humano. Para evadirnos, circunstancialmente, o penetrar en esos otros mundos del imaginario o la fantasía están los libros, su utilidad más inmediata, pero también para conformar nuestra personalidad, nuestra identidad y nuestra libertad. En este sentido, cabe destacar un libro, una novela no muy extensa pero de una extraordinaria ejecución que nos acerca al mundo de nuestros mayores, concretamente a un grupo de ancianos de una residencia y que responde al título de “Necesito una isla grande”, publicada por la editorial Contrabando, y de uno de los escritores más solventes del actual panorama literario español, Rafael Soler (Valencia, 1947). A estas alturas no hay duda alguna de la excelencia narrativa de Soler, algo que viene demostrando con cada entrega, sorprendiéndonos siempre por esa continua superación de su apasionante discurso narrativo.  No me duelen prendas en reconocer que Rafael Soler es una de las voces más interesantes y necesarias de la actual narrativa. Su concepción del hecho narrativo es de una brillantez poco usual. Soler se adueña de las palabras para construir un universo único, el suyo, el de su verdad y no ceja nunca en el intento de aprovechar cuantos recursos le están a su alcance para dar vida a sus personajes de una manera diferente al resto de narradores españoles. Es su toque personal y contenido en la natural frescura de sus diálogos, por ejemplo, hasta el punto de hacer hablar a los muertos cuando tan complejo ya por sí es hacer hablar a los vivos; el mimo con el que estructura la narración, los silencios, el humor y la ironía que hacen de él un atípico novelista. “Necesito una isla grande”, en resumidas cuentas, es historia de un grupo de ancianos que viven en una residencia y al que les toca un segundo premio de la lotería que marcará un antes y un después en sus vidas. Soler es un maestro del diálogo, por su gracia natural en construirlo, y en esta historia mucho tiene que ver este recurso.
 La historia que se nos cuenta en esta novela contiene todos los ingredientes: amor, soledad, ternura, generosidad, compañerismo, miedos, humor, ironía, humanidad, muerte, y todos en esa coctelera mental del novelista toman las formas más variadas de emocionarnos, de producir en el lector ese temblor propio de la escritura rigurosa, rica en conocimiento y valores humanos, esa literatura capaz de hacernos creer que, pese a todo, hay que seguir caminando en la búsqueda de la felicidad, aunque solo sea de una pequeña porción de ella, porque la vida no es si no se vive intensamente a cada segundo. No es la primera vez que me acerco a la escritura de Soler y nunca hasta ahora me ha decepcionado, ni creo que me decepcione en futuras ocasiones, si las hubiera, que espero que sí. La razón es bien sencilla, Rafael Soler es un excelente narrador, su grado de percepción de lo oculto e imaginario es tan profundo que en su observación detenida del mundo que le rodea está su don más preciado, la luz que ilumina su literatura, tan especial y cercana a la vez, tan precisa en el lenguaje, tan viva y abarcadora, tan suculenta y necesaria.  

 


Título: Necesito un isla grande

Autor: Rafael Soler

Editorial: Contrabando (2019) 

LA SÍLABA DE ÓNICE

 

SALÓN DE LECTURA

José Antonio Santano

La sílaba de ónice

josé antonio ramírez lozano

        

La sílaba de Ónice
José Antonio Ramírez Lozano


Título: La sílaba de ónice

Autor: José Antonio Ramírez Lozano

Editorial: Junta Castilla-León (2020)



Para un tiempo de desolación e incertidumbre como el que estamos viviendo, cuando el hombre no es capaz de ejercer de hombre y cumplir con su verdadero destino en la tierra, que no es otro que avivar el fuego de la solidaridad y convivir en paz y plenitud con sus semejantes, el remedio más eficaz es la lectura, si me apuran, un buen libro de poesía. En el panorama actual no es fácil hallar textos poéticos que, desde la primera a la última, nos entusiasmen; textos capaces de hacernos olvidar este disparatado e infernal mundo en que vivimos, y ofrecernos otros distintos, creados exprofeso para vivirlos con absoluta emoción. Entre esos pocos libros que a veces uno tiene la suerte de poseer está “La sílaba de ónice”, de José Antonio Ramírez Lozano (Nogales, Badajoz, 1950), merecido “Premio Fray Luis de León, 2020”.  Como una premonición resulta la primera cita del libro, de Octavio Paz: “En la verdad del tiempo no fechado”. Es este tiempo sin tiempo el que hace al poeta meditar sobre sí y el mundo que le rodea, buscar nuevas fórmulas que aplicar al poema, rebelarse y revelar lo oculto para crear otros espacios donde el poder de fabulación sea tan elocuente como intenso y lo narrado configure una verdad poética tan subjetiva como real. La capacidad creadora de Ramírez Lozano es extraordinaria y su voz un oasis de palabras de innegable belleza. En él siempre admiré al narrador y al poeta, pero he de confesar que a día de hoy, y tras la lectura de “La sílaba de ónice”, creo no exagerar si digo que estamos ante uno de los grandes poetas de España y el mejor de sus poemarios. Ejerce en este libro de poeta orfebre, y lo hace desde el primer poema “Fabián Duclés” («Este  hombre no sabe que se llama / Fabián Duclés y Samarí, / ni que ha vuelto a salir de un barrio de Munara, / una ciudad que tiene un río que se lleva  / las palabras usadas y a la que debe un día / volver para besar la piedra negra en que está escrita / la cruz de su orfandad, / el filo de una sílaba de ónice / con la que abrirse paso en las tinieblas.») hasta el último, “Vaca sola”, excepcional en su forma y fondo («Hay una vaca enorme aquí en mi sueño / que pasta entre las tumbas. / Una vaca que ignora el himno de los mártires, / el ciclo de las témporas / y que apedrean los deudos cuando acuden / con su hebra de luto y sus flores de plástico.»).  La capacidad de fabulación y síntesis de Ramírez Lozano es abrumadora, no deja descanso para el lector y así construye un universo que destella, que crece hasta alcanzar la luz incendiada de la luna. Dividida en tres partes: “Fabulaciones”, “Invertebrados” y “Vaca sola”, el poeta muestra una originalidad infrecuente, con un lenguaje y pulso narrativo, a veces surrealista y otras de una certera observación del mundo que le rodea o intuye esencial en su existencia: «Hay vidas que no fueron vividas y de noche / toman cuerpo en las sombras y frecuentan / las vidas que los hombres descuidan cuando duermen». Podría señalar algún poema en concreto, pero todos y cada uno de ellos bebe de lo absoluto y la nada al mismo tiempo, se complementan y brillan con luz propia, crecen en su voz de sílaba y vuelan por el firmamento azul del lenguaje, de tal manera que un fulgor inesperado nos vive desde entonces para siempre. Ramírez Lozano busca en el abismo de la hondura, de las profundidades, debajo de la nada, la luz del pensamiento, y en la mar se precipita hasta encontrar su tesoro, el tesoro del mundo: 

«En el mar de Estambul hay una llave 
perdida para siempre 
que abre un cofre en Esmirna que contiene 
la edad del mundo en cuentas 
pequeñas de granates, el préstamo de los desheredados, el diapasón del iris».
“La sílaba de ónice”, es un libro memorable y apasionante, escrito por una de las plumas más destacadas del panorama literario español, José Antonio Ramírez.  


LOS DESLUMBRAMIENTOS SEGUIDO DE RECAPITULACIONES


SALÓN DE LECTURA. JOSÉ ANTONIO SANTANO. IDEAL DE ALMERÍA



   Los Deslumbramientos seguido de Recapitulaciones

AUTOR DEL LIBRO:

 ÁNGEL GUINDA

 


         La poesía es ese lugar al que se acude siempre que la vida golpea con dureza. El refugio donde el silencio trasciende y se hace luz y paz, plenitud. El poeta y Nobel Octavio Paz dejó escrito: «A veces la poesía es el vértigo de los cuerpos y el vértigo / de la dicha y el vértigo de la muerte», una definición que cuando menos nos hace reflexionar, hundirnos en el abismo de la nada y vivir en sus silencios para ser más nosotros y ser, también, en los otros, más hombres y más libres. Abrirnos en canal para vivirnos y asombrarnos por cada tiempo, cada objeto, cada espacio, cada palabra pronunciada, cada acto de vida, único e irrepetible. La poesía es como el oxígeno para nuestros pulmones y sin ella nada somos. La poesía nos embriaga con su fulgor, con su continuo deslumbramiento que nos acerca a lo absoluto y a la nada al mismo tiempo. De este sentido último de la poesía nace este libro “Los deslumbramientos seguido de Recapitulaciones”, del poeta aragonés Ángel Guinda (Zaragoza, 1948) y al cuidado editorial de Olifante, serie Maior. Si nos atenemos a las distintas opiniones existentes sobre la poesía de Ángel Guinda hallaremos distintas y variadas, pero ninguna censurable, algunos, como Fernando Aínsa considera que es “la primera voz aragonesa y una de las más reconocidas de España”, y no le falta razón, porque Ángel Guinda ha construido, a partir de otros mundos, su mundo propio, su universo poético, y lo ha hecho desde una espiritualidad innegable y una profundidad de pensamiento extraordinaria, desde una individualidad enriquecedora por cuanto se precipita en el vértigo de lo vivido y aprendido o experimentado. Solo así puede construirse una obra poética de la calidad y la dimensión de la de Ángel Guinda, un poeta que no deja de preguntarse y ahondar en las muchas realidades y pocas certezas. Una forma de ser y estar trasciende en el luminoso verso de nuestro poeta:

 «¡Ser humano, rodar 
/ entre el suelo y el cielo!
 / ¿Vivir devora el tiempo /
 o el tiempo nos devora? /
¡Quiero abrazar el aire, / 
pero el aire me envuelve /
 sin que yo me dé cuenta! /
 ¡Nacer es deslumbrarse!».

Todo ronda hacia dentro en una búsqueda por despertar la esencia de la vida, de lo que ésta en nosotros y fuera de nosotros, y en ese ir y venir del poeta a los asuntos cotidianos halla su propia existencia, a veces en la nada y otra en lo pleno. Guinda ahonda en la belleza, en su sencillez de diosa y no se oculta, al contrario, regresa a la luz primera, al deslumbramiento del alba, a la génesis de todo, con un lenguaje de precisión de orfebre, revelando en la palabra toda plenitud: «En esta casa con cimientos de árboles. / Muda y aislada como un monasterio. / En esta casa donde el monte reza. / Cerca del cielo, contemplando el mar. / ¡Qué sereno está el mundo en esta casa! / En esta casa yo me quedaría. / A esperar la llegada del adiós». La capacidad de asombro del poeta se muestra desnuda, sin boato alguno, pero con la belleza propia que el verso bien hecho procura a la creación y enraizado en una mística renovada: alma y corazón. Pero si en los deslumbramientos Guinda nos descubre los silencios de la luz, no menos brillante es en lo que sigue, es decir, en las “Recapitulaciones”. Así, el poeta se pregunta por “la grandeza de lo insignificante”, recuperando de nuevo el hálito de lo invisible e indecible hasta alcanzar un estado de absoluta clarividencia. Es el tiempo y la memoria de regreso a la casa del poeta, al interior de su ser, al humano ser que lo habita: «Tápate los ojos con las manos, como un niño, para no / ver el mundo. / Busca las orillas del aire desde el balcón de la lluvia. / ¡Cultiva la serenidad! Vive austero. Apartado de tanta / vanidad, de tanta codicia. (…) Y olvídate de ti para ser tú con todos los demás!». Poesía de gran calado la de Ángel Guinda, determinante, como el último verso que cierra el libro: «No hay más lúcida embriaguez que la Belleza».

 


Título: Los deslumbramientos seguido de Recapitulaciones      

Autor: Ángel Guinda

Editorial: Olifante (2020)