Por la perpetua soledad del tiempo...





Por la perpetua soledad del tiempo
discurren nuestras muecas
erosionando el aire, alzando túmulos
a rastros fugitivos de promesas.
En los secretos palcos
del ocaso se estrena
un compendio de instantes
que mantienen invicta nuestra esencia,
nuestra luz amatoria, nuestros símbolos,
nuestra carne, reducto de la niebla.
Y mi vista, velada
por un capricho que arde en las estrellas,
que flota en los arroyos
como islote que evita su condena.

Podrá cruzar la tarde este minuto
y tu inquietud con ella
le servirá de indicio
frente a un sol que tal vez se desvanezca.
Nuestras manos, fundidas
en las fraguas secretas
del crepúsculo huirán hacia el estanque
donde otra mano excelsa
nos ungirá en el pacto
del alfarero. Aquel que nos modela
con enjambres de verbos
que en nuestra sangre, dulces, avispean.

Por la perpetua soledad del tiempo
navegan tus ofrendas
hacia el amor, celoso pasadizo
que a lo incógnito lleva.
  

© Abraham Ferreira Khalil




FRUTO DEL TIEMPO CON NOSOTROS HOMENAJE A MANUEL URBANO



MANUEL URBANO PÉREZ ORTEGA




Siempre recordaré al hombre y al poeta que habitaba en él, en su mirada límpida y serena, ese temblor de la palabra justa y segura que nace del amor y la fraternidad humanas y confluía en Manuel Urbano. «Aguijo la mirada, tomo las gafas, y el memorial del fracaso se ofrece: recuento y cuento tanta ausente presencia, las huelas heridas, las lágrimas aprisionadas en la profundidad oceánica del espejo. Imposible la poesía sin esa anécdota de la que nace el dolor, por siempre plural y alguna vez compartido, cosas que recordar no quiero», escribe el poeta Manuel Urbano (Alcalá la Real, 1940-Jaén, 2013) en su poema “Confieso”, perteneciente al libro “Camino de la nieve”, que el crítico Juan Carlos Abril analiza, también,  como personal aportación en este libro homenaje a la figura del polígrafo giennense Manuel Urbano. Entre los estudios de la obra poética del poeta giennense cabe destacar el realizado por el también poeta y doctor en Filología Hispánica José Cabrera,  Javier Cano, Antonio Chicharro, Juan Manuel Molina Damiani, Francisco Morales Lomas, Dionisio Pérez Venegas,  Pilar Quirosa-Cheyrouze, José Román Grima y de Fanny Rubio. En la parte segunda “Evocaciones y semblanzas” participan profesores, poetas, artistas y críticos: José María Barrera, Antonio Carvajal, Salvador Compán, Antonio Checa Lechuga, Rosa Díaz,  Juan Espejo González,  Manuel Gahete, Guillermo González, Antonio Hernández, Francisco Silvera, Francisco Vélez Nieto o Miguel Viribay. En el aparado “Creación” participan los poetas Francisco Acuyo, Rosaura Álvarez, José Cabrera Martos, Francisco Castaño, Rafael de Cózar, Francisco Domene, Paloma Fernández Gomá, Tomás Hernández,, Rafael Juárez, Dolores Montijano, Jesús Munárriz, Belén Núñez, Manuel Ruiz Amezcua, Francisco Ruiz Noguera, José Antonio Santano, José Sarria, María del Valle Rubio, y en narrativa, Aliana Gómez Gray y Fernando de Villena. En el apartado de ilustraciones, existen las propias referentes a Manuel Urbano y otras de autores como  Antonio Blanca, Víctor Ceprián, Luis Flores, Mar Garrido, Antonio Hervás, Julio Juste, Manuel Kayser, Marite Martín-Vivaldi, Francisco Molinero, José Olivares, Cristina Pérez Gabrielli, José Rodríguez Gabucio, Sebastián Rosales y Carmelo Trenado. Una extensa nómina de personas allegadas al poeta y amigo de sus amigos siempre, que pudieron comprobar la humanidad y nobleza de uno de los más grandes de la literatura española de finales del s. XX y primeros del XXI. Hombre y poeta, ensayista, antropólogo y flamencólogo que bebió de la cultura popular, que se adentró en el laberinto de esencia para trascenderla, difundirla a la colectividad, asumirla como propia hasta crear una voz singular y única, abarcadora del paisaje (extensísimo campos de olivares y olivares) y el paisanaje, mestizaje que siempre llevó a gala. “Fruto del tiempo con nosotros” es un libro imprescindible para acercarse a la figura del polígrafo Manuel Urbano, un libro en el cual la literatura es el germen, principio y fin en sí mismo, como la vida misma. Este merecido homenaje a Manuel Urbano  no es sino el principio para una mayor dedicación a su obra, inmenso legado, que habrá que reunir para las generaciones venideras, propiciando así un acercamiento definitivo al hombre, al humanista, poeta, flamencólogo y erudito que fue Manuel Urbano. Testimonia Antonio Carvajal: «Ahí está su obra. Aquí lo tenemos de cuerpo presente, pero ya sin poderle dar el abrazo con que siempre nos saludábamos.

Está en el camino de la nieve última, mientras intento mirar las fotos del día de su boda con Nieves para que no se nos olviden las alegrías compartidas. Lo diré con palabras suyas: «un recuerdo que alberga otro recuerdo» y, sobre todo, el de la entera verdad con que, camino de Baeza, nos anunció su aceptado final». Hago mías, en su recuerdo imborrable, las palabras del también poeta Manuel Gahete cuando dice: «Aprendo de ti, amigo, y el deseo de emularte no es más que lógico resultado de mi imperturbable admiración». Siempre vivo en la memoria el hombre y el polígrafo Manuel Urbano.


 Título:Fruto del tiempo con nosotros
 Autores: Varios
 Coordinador: José Cabrera
 Edita: Diputación de Jaén.
 Instituto de Estudios Giennenses 2015

FRUTO DEL TIEMPO CON NOSOTROS HOMENAJE A MANUEL URBANO



MANUEL URBANO PÉREZ ORTEGA




Siempre recordaré al hombre y al poeta que habitaba en él, en su mirada límpida y serena, ese temblor de la palabra justa y segura que nace del amor y la fraternidad humanas y confluía en Manuel Urbano. «Aguijo la mirada, tomo las gafas, y el memorial del fracaso se ofrece: recuento y cuento tanta ausente presencia, las huelas heridas, las lágrimas aprisionadas en la profundidad oceánica del espejo. Imposible la poesía sin esa anécdota de la que nace el dolor, por siempre plural y alguna vez compartido, cosas que recordar no quiero», escribe el poeta Manuel Urbano (Alcalá la Real, 1940-Jaén, 2013) en su poema “Confieso”, perteneciente al libro “Camino de la nieve”, que el crítico Juan Carlos Abril analiza, también,  como personal aportación en este libro homenaje a la figura del polígrafo giennense Manuel Urbano. Entre los estudios de la obra poética del poeta giennense cabe destacar el realizado por el también poeta y doctor en Filología Hispánica José Cabrera,  Javier Cano, Antonio Chicharro, Juan Manuel Molina Damiani, Francisco Morales Lomas, Dionisio Pérez Venegas,  Pilar Quirosa-Cheyrouze, José Román Grima y de Fanny Rubio. En la parte segunda “Evocaciones y semblanzas” participan profesores, poetas, artistas y críticos: José María Barrera, Antonio Carvajal, Salvador Compán, Antonio Checa Lechuga, Rosa Díaz,  Juan Espejo González,  Manuel Gahete, Guillermo González, Antonio Hernández, Francisco Silvera, Francisco Vélez Nieto o Miguel Viribay. En el aparado “Creación” participan los poetas Francisco Acuyo, Rosaura Álvarez, José Cabrera Martos, Francisco Castaño, Rafael de Cózar, Francisco Domene, Paloma Fernández Gomá, Tomás Hernández,, Rafael Juárez, Dolores Montijano, Jesús Munárriz, Belén Núñez, Manuel Ruiz Amezcua, Francisco Ruiz Noguera, José Antonio Santano, José Sarria, María del Valle Rubio, y en narrativa, Aliana Gómez Gray y Fernando de Villena. En el apartado de ilustraciones, existen las propias referentes a Manuel Urbano y otras de autores como  Antonio Blanca, Víctor Ceprián, Luis Flores, Mar Garrido, Antonio Hervás, Julio Juste, Manuel Kayser, Marite Martín-Vivaldi, Francisco Molinero, José Olivares, Cristina Pérez Gabrielli, José Rodríguez Gabucio, Sebastián Rosales y Carmelo Trenado. Una extensa nómina de personas allegadas al poeta y amigo de sus amigos siempre, que pudieron comprobar la humanidad y nobleza de uno de los más grandes de la literatura española de finales del s. XX y primeros del XXI. Hombre y poeta, ensayista, antropólogo y flamencólogo que bebió de la cultura popular, que se adentró en el laberinto de esencia para trascenderla, difundirla a la colectividad, asumirla como propia hasta crear una voz singular y única, abarcadora del paisaje (extensísimo campos de olivares y olivares) y el paisanaje, mestizaje que siempre llevó a gala. “Fruto del tiempo con nosotros” es un libro imprescindible para acercarse a la figura del polígrafo Manuel Urbano, un libro en el cual la literatura es el germen, principio y fin en sí mismo, como la vida misma. Este merecido homenaje a Manuel Urbano  no es sino el principio para una mayor dedicación a su obra, inmenso legado, que habrá que reunir para las generaciones venideras, propiciando así un acercamiento definitivo al hombre, al humanista, poeta, flamencólogo y erudito que fue Manuel Urbano. Testimonia Antonio Carvajal: «Ahí está su obra. Aquí lo tenemos de cuerpo presente, pero ya sin poderle dar el abrazo con que siempre nos saludábamos.

Está en el camino de la nieve última, mientras intento mirar las fotos del día de su boda con Nieves para que no se nos olviden las alegrías compartidas. Lo diré con palabras suyas: «un recuerdo que alberga otro recuerdo» y, sobre todo, el de la entera verdad con que, camino de Baeza, nos anunció su aceptado final». Hago mías, en su recuerdo imborrable, las palabras del también poeta Manuel Gahete cuando dice: «Aprendo de ti, amigo, y el deseo de emularte no es más que lógico resultado de mi imperturbable admiración». Siempre vivo en la memoria el hombre y el polígrafo Manuel Urbano.


 Título: Fruto del tiempo con nosotros
 Autores: Varios
 Coordinador: José Cabrera
 Edita: Diputación de Jaén.
 Instituto de Estudios Giennenses 2015

CANTERAS CALIFALES. JOSÉ ANTONIO SANTANO

En el Día Mundial de la Poesía, estos versos dedicados a José Campoy y en su nombre a todos los habitantes del barrio de La Chanca, a las faldas de la colosal Alcazaba de Almería.




a José Campoy, amador en La Chanca.


Hay un silencio muy adentro
de las rocas desnudas
cavidades profundas e invisibles
que crecen en la altura
al límite de la luz
de otra luz distinta
origen del verbo y la palabra
celeste y pétrea aurora
sendero único
claro abismo
azul zureo de nubes
en vuelo de gaviotas
ensoñación solo
de una y mil noches
de densa oscuridad.
Hay un silencio extremo
casi un grito ya
que asciende a la cima
se adentra en la medina
aroma de olvido
el arrabal en su grisura
de sueño inalcanzable
un silencio que habla
con la piedra y la muralla
en las tardes de otoño
y es lluvia de colores
en las cúbicas casas
aire perlado en primavera
sobre las torres altas
de oriente hacia el albor
primero.
Hay un silencio líquido
de tiempo detenido
en el estanque aquel
de agua verdosa
de sonoro jardín
cantos de almuédano
alcazaba incólume
de sillares enormes
adentro en la cantera
a las faldas del monte
abierto en sus entrañas
oferente y callado.
Hay un silencio
que araña las pupilas
y vuelve al infinito
mar al cielo
en espejos diminutos
rutilantes
estrellas olas ubérrimas
alzándose en el aire
sepulto muy adentro
eterno en el silencio
de La Chanca.
Hay un eco lejano
surtidor de casidas
que laten en la piedra
encalada de las cuevas
laberinto de sueños
que se escapan por el hueco
de unos labios heridos
de sedosa piel
en desiertos y dunas.
Hay silencios de espuma
regreso a los asombros
los nombres de las flores
hay un sol que alumbra
la tristeza el abandono
los ríos de inmundicia
corriente arriba
hasta la copa del ciprés
que duerme eternamente
en estridente soledad
de cementerio.
Hay un silencio
que grita cada día
muy adentro
que grita cada noche
muy adentro
que grita cada hora
muy adentro
que grita y grita y grita
muy adentro muy adentro
un grito de silencio
inextinguible.

© José Antonio Santano
(Almería, 21 de marzo de 2016)