EL RICO DE WYOMING
Parece que a la derecha y a los medios de comunicación que la sustentan -altavoz de sus desvaríos e improperios- les preocupa la libertad de expresión. Los canales de televisión afines a esta derecha no se cortan un pelo a la hora de abanderar la mentira o la manipulación más salvaje para arrinconar, deteriorar o insultar a otros compañeros de la profesión, en el mejor de los casos, y a la mayoría de los españoles, en el peor. No es ésta una cuestión baladí. La actual crisis evidencia más que nunca las escandalosas decisiones políticas de un gobierno ávido de poder pero cada vez más ajeno y de espaldas a las necesidades de los ciudadanos. Lamentablemente, y desde que esta derecha radical e intolerante consigue una amplia mayoría absoluta, los españoles soportamos el castigo de sus atolondradas leyes, y, sobre todo, de sus miedos, porque en la raíz de todo, existe un miedo atroz: a las manifestaciones, la protesta, las acampadas, en resumidas cuentas, a la libertad de expresión. Esta derecha chulesca, mentirosa y corrupta, que nos representa en las Instituciones (Ayuntamientos, Diputaciones, Cortes Generales, etc.) es un vivo ejemplo de nuestro tiempo, un tiempo incivil e insolidario, marcado por la manipulación de los medios audiovisuales (13 TV, La Razón, El Mundo, ABC, COPE, esRadio, etc.), que responden solo a la voz de su amo. Ahí están, cada día, como fieras salvajes que esperan a sus presas, y lo más preocupante con su falsa moral, arropados por las millonarias aportaciones del Estado. Los podemos ver (quien tenga estómago, claro) desafiantes, provocadores, tergiversando las noticias, sumisos del aparato de propaganda gubernamental, tienen nombres y apellidos, ellos representan la indecencia periodística. Ahí están, enlodándolo todo con sus improperios y falsas acusaciones, dementes, herederos de una España gris e iletrada. Para la derecha española, la ignominia como razón única y primera de su existencia, la desproporcionada beligerancia, la burla y el acoso continuos. Así parece que sucede con las últimas informaciones acerca del patrimonio de del presentador del “Intermedio” José Miguel Monzón Navarro, más conocido por el Gran Wyoming, objeto de incomprensible persecución. La cuestión es contaminar, distraer la atención sobre los verdaderos problemas de los españoles. El patrimonio de Wyoming es consecuencia directa de su trabajo, y, en todo caso, ¿es incompatible ser rico y solidario?