García Márquez y el 23 de abril. Estación Sur


García Márquez ha muerto. Todo el mundo lo sabe. Muchos han escrito sobre él en estos días. Algunos con conocimiento de causa, otros, desgraciadamente, se atrevieron sin saber casi nada de él ni de su obra. La importancia del momento era saberse protagonista, aunque fuese en una fotografía irrelevante. Los verdaderos lectores de García Márquez tal vez lloren en silencio su muerte. García Márquez se nos ha ido con las fragancias primaverales, con la luz dorada de los atardeceres y nadie podrá ya rescatarlo del abismo y la nada en la que nos convertiremos todos más tarde o más temprano. Habrían bastado unos días más para que hubiera coincidido su muerte con la de los dos grandes talentos de la Literatura Universal: Miguel de Cervantes y William Shakespeare, causantes de que se conmemore cada 23 de abril el Día Internacional del Libro. Sin embargo, no ha sido así, y poco importa, porque lo fundamental es el incalculable valor de la obra literaria que nos lega a todos y cada uno de los seres humanos que habitan el planeta Tierra. 

García Márquez seguirá vivo mientras seamos capaces de acercarnos a su obra como si fuese la primera vez, con la mirada fija en la magia de su palabra, descubriendo y descubriéndonos en el laberinto imaginario de su Macondo; mientras bebamos sorbos lentos de su centenaria soledad, saboreemos los amaneceres junto al fuego del tiempo y cada día crezca en nuestro interior el lenguaje y la voz de una realidad que puede transformarse, metamorfosearse en algo bien distinto a lo que soñamos mientras nuestros pasos se hacían huella en la piedra milenaria, en los oscuros bosques de la subsconciencia.
Nadie habla ya a las puertas de las casas, como antiguamente las abuelas. El tiempo acabó con todo la frescura del instante, ese que García Márquez consagró en sus libros tras el eco de los cuentos contados por su abuela en las noches de la infancia. Aquellas palabras, como un pálpito inacabable fueron adornándose de una tinta negra aromática, para luego, con los años, volar hacia todos los hogares del mundo. Podría haber sido un 23 de abril, pero no fue así. Y ahora, que su cuerpo no es nada, la palabra impresa brilla en cada página como si fuera una estrella. A fin de cuentas, lo único importante es la obra, imperecedera y eterna, viva más allá de la muerte del escritor. El libro en su fulgor y en su sombra; García Márquez, en la inmensa vastedad de los silencios, junto a Cervantes y Shakespeare, en otro afortunado 23 de abril.

José Antonio Santano.

Siete poetas árabes en España. Salón de lectura

SALÓN DE LECTURA.-  Por José Antonio Santano




SIETE POETAS ÁRABES EN ESPAÑA
Hijos de la Travesía


Llegaba días atrás a mis manos la antología «Siete poetas árabes actuales en España. Hijos de la Travesía», edición del también poeta malagueño José Sarria. La poesía árabe siempre ha tenido una excelente acogida en Andalucía. La influencia de la cultura árabe en estas tierras sureñas viene de antiguo, y tal vez sea esta una consecuencia directa, a priori, de un entendimiento y sentimiento compartido. La poesía como patria única y verdadera. La poesía árabe, desde las Mu’allaqat o Mufaddaliyat hasta la más reciente, como la que presentamos en esta reseña, viene a confirmar la existencia de lo que podría denominarse «hermanamiento» con la cultura andaluza, y más particularmente, con su poética. Grandes han sido los poetas árabes contemporáneos ya desaparecidos (Jalil Gibran, Al-Sayyab, al-Malaika, Nizar Qabbani, Maj,id Darwish, entre otros) o actuales como Ali Ahmad Said Ester «Adonis», Tahar Ben Jelloun, Barghouti o Saadi Yusuf. Pero no podemos perder de vista que, por fortuna, existen hoy, herederos de esa tradición poética árabe, otros nombres, y con ellos otros universos. Como bien dice José Sarria en las primeras páginas del libro: «La poesía árabe no se concibe como ornato o complemento, sino como parte indisoluble de la vida, de la existencia». Y ciertamente, cuando nos acercamos a la poesía de cada uno de estos siete poetas árabes: Talat Shani (Egipto), Mohamad Osman (Siria), Malak Mustafa (Siria), Muhsin Al-Ramli (Irak) Abdul Hadi Sadoun (Irak), Ahmad Yamani (Egipto) y Khalid Kaki (Irak), hallamos esa concreción de la palabra, el pensamiento trascendido de la meditación, los aromas y los colores de las cosas sencillas, la frescura del verso inmerso en los silencios de la vida. Si a ello, añadimos que los siete poetas mencionados tienen en común su residencia en España, se acrecienta el interés por ser todos representantes de la escritura del exilio.
Interesa significar algunas de las características poéticas de este heterogéneo grupo de poetas árabes. La primera –afirma Sarria- es «la utilización de la poesía libre, rayando con el verso en prosa»; otras, «la simbiosis entre tradición y cuidado del lenguaje, diligencia por la palabra exacta» achacable a que la mayoría de ellos ejercen como traductores; existencia de «una gran preocupación social», así como la generación de una «poesía de la búsqueda”, en cuanto a la identidad personal como de pueblo, consecuencia de la condición de exilados de estos poetas.
Para reproducir aquí algunos de los versos de estos siete poetas árabes sería necesario un espacio del que no disponemos. Sin embargo, alentamos a la lectura de esta antología que nos aproxima mucho y bien a cada uno de estos poetas. Los versos comprometidos de Talat Shani (¿Acaso el mártir se desangra / para que el traidor entregue las espadas al enemigo?), el amor en la poesía de Mohamad Osman (El amor es para mí un árbol / en las entrañas. / El beso es / sangría de la aorta sobre los labios), o la identidad, el desarraigo en los poemas de Malak Mustafa (El desarraigo era mayor que la nostalgia / hacia ti, hacia mi madre), la búsqueda continua de la libertad en los versos de Muhsin Al-Ramli (He venido a Granada / buscando a Lorca. / Tal vez… / para que escribiera sobre los asesinados de mi familia. / Pero… le encontré asesinado), la mirada profunda del poeta iraquí Abdul Hadi Sadoun ( Y es la ciudad ahora / una línea torcida en mis manos / un callejero de desilusiones), el nacimiento de una nueva forma de expresión poética en la voz de Ahmad Yamani ( Cerraron bien el lugar / y arrojaron las llaves al estómago del sepulturero. / ¿Por qué nos abandonáis en las afueras de la ciudad?) y por último, la palabra nostálgica, evocadora de las pérdidas, del poeta Khalid Kaki ( En una noche de tormenta, / el delgado ciprés, / herido de recuerdos, / cayó fulminado por un relámpago). Siete poetas árabes que nos devuelven la esperanza en la poesía, en la esencialidad de la palabra.


Título: Siete poetas árabes actuales en España. Hijos de la travesía.
Autor: Ed. José Sarria
Edita: Verbum (Madrid, 2013

Máximo Cuervo. Estación Sur


No hay día que pase que se agrande más la pesada carga del olvido, del injusto olvido al que someten a quienes, tan españoles como otros, duermen eternamente no se sabe dónde. Es muy raro todo lo que está sucediendo. El olvido que sigue imponiendo la derecha más cerril de este país es hasta insultante. Cuando se habla de la crisis, la culpa es de la herencia recibida, de los socialistas, claro; también cuando se hace de la Memoria Histórica se condena a la izquierda que quiere remover el pasado para enfrentar de nuevo a los españoles, incluso la Iglesia, siempre fiel a esa derecha, amedrenta a los ciudadanos con el fantasma de otra guerra civil. Todos son culpables de algo, excepto ellos, que cuidan y consienten, transigen con la herencia recibida del franquismo, de sus símbolos y signos, de sus políticas, de su adoctrinamiento y propaganda, y lo que es más grave, de su espíritu en pleno siglo XXI. 

 
Esa derecha rancia vive y se pavonea por doquier. Existe aún, por desgracia, en muchos pueblos y ciudades de España. Es la derecha despótica y corrupta, destructora de derechos, aniquiladora de sueños. El olvido –decía- se impone como norma. Es curioso comprobar hasta qué grado contagia a los representantes de la izquierda que, acomodados en su rutina, se mantienen ajenos e indiferentes a este debate. Existe en el municipio de Roquetas de Mar un pabellón polideportivo con el nombre de Máximo Cuervo, ¿lo sabían? ¿Conocen la trayectoria de quién responde a ese nombre? Si le preguntáramos al Sr. Amat, Alcalde de Roquetas y Presidente de la Diputación de Almería, nos diría que fue un español de pro, que solo hizo el bien, como constituir la Sociedad Urbanizadora de Aguadulce, construir el Hotel del mismo nombre, haber sido declarado Hijo Adoptivo de Roquetas de Mar y Medalla de Oro de la Provincia. ¿Les parece poco? Sin embargo, Máximo Cuervo fue, por encima de todo, un estratega de la represión franquista, que se entregó a prácticas inhumanas en los recintos carcelarios de la dictadura siendo Director General de Prisiones y Presidente del Patronato para la Redención de Penas por el Trabajo; fue el inventor del turismo carcelario y el responsable del exterminio por hambre en las prisiones franquistas. Miembro destacado de Acción Católica permitió que la crueldad, las fiebres tifoideas y la tuberculosis provocaran la muerte de muchos españoles, entre ellos la del poeta universal Miguel Hernández. Máximo Cuervo fue la viva representación de la maldad, y por eso, al día de hoy, luce su nombre en un pabellón polideportivo de Roquetas.


ESTACIÓN SUR______________________________José Antonio Santano

DON MÁXIMO CUERVO

Adriático. Salón de lectura



Mucho y bien se ha escrito sobre la ciudad de Venecia: Petrarca, Goethe, Dickens, Mann, Hemingway, Proust, Gauthier, James, etc. Ni escritores ni pintores se han resistido a su belleza, a su misterio, a su magia. La ciudad de los canales y los palacios, de las placetas recoletas, de las iglesias, la música, el cine o los carnavales. Venecia, la ciudad donde el tiempo parece haberse detenido, donde los sueños flotan igual que los vaporettos o las negras góndolas sobre el Adriático. Brodsky dejó escrito:«Al rozar el agua, esta ciudad mejora la imagen del tiempo, embellece el futuro. Ése es el papel de esta ciudad en el universo». ¡Cuánta verdad le asiste al poeta ruso! Venecia es un universo a descubrir en cada esquina, en cada puente, en la amplitud de San Marcos o en las recónditas plazuelas, en la estrechez de sus calles o el silencio de la noche. Rilke tampoco pudo resistirse a su belleza y dijo de ella: «Pues lo bello no es más que ese grado de lo terrible que aún podemos soportar. Todo ángel es terrible». Y algo de todo esto le ocurre a la autora de la novela Adriático, Eva Díaz Pérez, recientemente galardonada con el Premio Andalucía de la Crítica 2014. En esta narración confluyen el espacio, el tiempo, los tópicos atópicos, los silencios, pero sobre todo la mirada de su autora. Una mirada profunda, que llega hasta el mismo fondo de la laguna, que bucea en la condición del ser humano a través de los objetos que se abisman lentamente y quedan atrapados en el tiempo. Eva Díaz nos cuenta la historia de la saga Brunelleschi, encarnada en el último del linaje, el profesor Vittorio Brunelleschi, que tendrá como misión fundamental inventariar o catalogar los objetos o enseres extraídos de la laguna de Venecia. Con un lenguaje pulcro y de una gran belleza, llegando a veces al puro lirismo tras una prosa poética extraordinaria, Eva Díaz nos sugiere y nos descubre un universo escondido y secreto, hilado con gran maestría y oficio. 

  1. Título: Adriático
  2. Autor: Eva Díaz Pérez
  3. Edita: Fundación José Manuel Lara 
  4. (Sevilla, 2013)

Estructurada la novela en capítulos, su autora, va desgranando la historia de Vittorio Brunelleschi, de su fantasmal familia, que aún habita el Palazzo del Aire: Desde luego es una Venecia que no aparece en los mapas ni en los grabados que cuelgan de las paredes de viejos y silenciosos museos. En esta Venecia submarina las corrientes lagunares provocan en las casas un ruido de oleaje que llega distorsionado y que al subir hasta las estancias más altas sugiere una conversación de fantasmas. Acompañará a Vittorio, en este devenir narrativo, Pietro, un viejo enjuto, que dice haber sido «buzo, pulidor de espejos, pescador, recadero, cazador de ratas venecianas y hasta figurante en una película de Visconti». Cada objeto naufragado comportará una historia distinta y así, lo considerado baladí adquiere importancia y significado. Esta sucesión de narraciones independientes, pero integradas en el conjunto textual, están enlazadas por el mismo hilo conductor: los vientos. El siroco como evocación de un tiempo pretérito, incluso con cierto halo de Clarin: «Vittorio admira el paisaje calmo de Venecia que parece dormir la siesta»; el bora, frío y seco, que le recuerda la hermosa ciudad de Trieste, del pasado familiar:«El pasado de todos los que le habían precedido se incorporó a su existencia sin que él tuviera algo que ver. Era como si cargara con los pecados familiares acumulados durante siglos; y por último, el maestral, como símbolo del presente, de la realidad vivida, del reencuentro con la verdadera Venecia: «Una Venecia frágil, húmeda, de un verde viscoso y piedras en cuyas grietas se congelaba el agua. Venecia herida, pero eterna..Una Venecia para los venecianos». 


Ahora se imponen la realidad: las basuras de la laguna, los objetos naufragados, el anonimato, la magia, la recreación de lo acontecido, la caza de ratas venecianas, y todo con un lenguaje medido, pulcro y poético. Adriáticoes la imagen de una Venecia atrapada en el pasado, pero viva aún: «Trieste esta ahora dentro de Venecia y ambas a la vez dentro del rumor de un recuerdo adriático. Es él mismo, una corriente de aire que vuelve al mismo lugar después de un largo recorrido: la vida». Así es esta novela.

XX PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA 2014

XX PREMIO ANDALUCÍA
DE LA CRÍTICA 2014


EVA DÍAZ PÉREZ, MARILUZ ESCRIBANO Y ÁNGEL OLGOSO OBTIENEN EL XX PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA EN LAS MODALIDADES DE NOVELA, POESÍA Y RELATO/CUENTO, RESPECTIVAMENTE.


Siendo 13:00 horas del 29 de marzo de 2014, en Málaga (España), se anuncia el fallo del XX PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA 2014.

El jurado, constituido por Francisco Morales Lomas, Manuel Gahete, Antonio Hernández, Antonio Garrido Moraga, Rafa...el de Cózar, Carlos Clementson, José Sarria, Rosa Díaz, José Cabrera Martos, Paloma Fernández Gomá, Ricardo Bellveser, Remedios Sánchez, Juan Gaitán, Pilar Quirosa-Cheyrouze, José Antonio Santano, Francisco Huelva y Antonio Moreno Ayora concede el XX PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA DE NOVELA a la obra Adriático de Eva Díaz Pérez por la enorme reconstrucción histórica de ese gran fresco que conforma la necrópolis de Venecia y Trieste, un ejercicio artístico del pasado que conforma el presente y crea una alegoría desde sus despojos en una novela de gran potencial expresivo y una extraordinaria atmósfera decadente, con el culto de la sensualidad, los olores y la mirada a través del simbolismo de los vientos.

Eva Díaz Pérez Eva Díaz Pérez nació en Sevilla en 1971. Licenciada en Ciencias de la Información y columnista de opinión en el diario El Mundo. Como escritora comenzó su carrera literaria con la publicación del libro satírico "El polvo del camino. El libro maldito del Rocío" (2001). En el año 2005 la Fundación José Manuel Lara le publicó la novela histórica "Memoria de cenizas", por la que se le concedió en el año 2008 el Premio Unamuno. Ese mismo año fue finalista del Premio Nadal con su obra "El Club de la Memoria" (Destino). En 2006, nuevamente la Fundación José Manuel Lara, publicó "Hijos del Mediodía" que obtuvo el premio de narrativa El Público de Canal Sur. En 2011 publicó su cuarta novela “El sonámbulo de Verdún” (Destino) y en 2013 con "Adriático" obtuvo el VII Premio Málaga de Novela. Entre sus ensayos destacan "La Andalucía del exilio" (2008), la guía literaria “Sevilla, un retrato literario” (2011) y es coautora de la biografía "Salvador Távora. El sentimiento trágico de Andalucía" (2005). Además de los premios citados anteriormente en 2012 ganó el XXIX Premio de Artículos Periodísticos Unicaja. También ha obtenido importantes premios de periodismo como el Ciudad de Málaga 2012, el Universidad de Sevilla 2008; el Ciudad de Huelva (1997); además de Accésit de otros cuantos premios.


Igualmente, el jurado ha decidido conceder el XX PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA DE POESÍA a la obra Umbrales de otoño de Mariluz Escribano por su clasicismo expresivo y la fuerza y vehemencia de las emociones en una lírica que nace de la memoria y el sentimiento amoroso, el compromiso, la exaltación y la energía vital poblada por el recuerdo de amor y los afectos.

Mariluz Escribano Nació en Granada (1935). Licenciada en Filosofía y Letras y doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Granada, en la que ha ejercido como Catedrática de Didáctica de Lengua y Literatura en la Facultad de Ciencias de la Educación. Colaboradora habitual de revistas de Filología y Didáctica, simultanea sus estudios científicos con la creación literaria. Entre sus obras destacan Sonetos del alba, (1991), Desde un mar de silencio (1993), Canciones de la tarde (1995), Cartas de Praga (prólogo de Luis García Montero, 1999), Sopas de ajo (2001, 2ª ed.), Memoria de azúcar (2002), Ventanas al jardín (2002), El ojo de cristal (2004), Sonetos del alba (prólogo de Gregorio Salvador [RAE] y Estudio Preliminar de Remedios Sánchez García, 2005, 2ª ed.),Jardines pájaros (2007), Los caballos ciegos (Devenir, 2008) y Escuela en libertad (2009). Es columnista habitual de Ideal. Diario Regional de Andalucía desde 1971 como antes lo fue de Patria. Dirige y preside desde su fundación, en 2005, la prestigiosa publicación semestral EntreRíos. Revista de Arte y Letras.



Igualmente se ha concedido el XX PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA DE RELATO/CUENTO a la obra narrativa Las frutas de la luna de Ángel Olgoso por su caudal de experiencias narrativas y procesos escriturales, construyendo con maestría múltiples situaciones que nacen de la irrealidad, la fantasía o lo que habita detrás de las cosas y sus símbolos. Profundidad, plenitud y versatilidad para un escritor que se mueve con agilidad y soltura en todo tipo de situaciones narrativas y crea mundos sorprendentes con una proyección universalista.

Ángel Olgoso (Cúllar Vega, Granada, 1961). Estudió Filología Hispánica. Ha publicado, entre otros, La hélice entre los sargazos, Nubes de piedra, Granada, año 2039 y otros relatos, Cuentos de otro mundo, El vuelo del pájaro elefante, Los demonios del lugar (Libro del Año 2007 según La Clave y Literaturas.com y finalista del XIV Premio Andalucía de la Crítica), Astrolabio, La máquina de languidecer (Premio Sintagma 2009), Los líquenes del sueño. Relatos 1980-1995 (finalista del XVII Premio Andalucía de la Crítica), Cuando fui jaguar, Racconti abissali, Almanaque de asombros (Libro de 2013 según Fernando Iwasaki) y Las uñas de la luz (premio 2013 del Gremio de Libreros de Almería). Su trayectoria ha sido avalada por la inclusión de relatos suyos en cuarenta antologías sobre el cuento. Ha obtenido otros premios importantes como el Clarín y Caja España. La crítica lo considera un maestro del cuento en España: «Es uno de los autores de referencia del relato breve y fantástico en español».

La entrega del premio, que se llevará a cabo en Sevilla el próximo 19 de mayo. Consiste en la entrega de estatuillas creadas por el escultor, de fama internacional, Andrés Alcántara, y reproducidas por la Escuela del Mármol de Andalucía. Los premios cuentan con el patrocinio y la colaboración la Fundación Unicaja, la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla.

El rico de Wyoming. Estación Sur


EL RICO DE WYOMING


Parece que a la derecha y a los medios de comunicación que la sustentan -altavoz de sus desvaríos e improperios- les preocupa la libertad de expresión. Los canales de televisión afines a esta derecha no se cortan un pelo a la hora de abanderar la mentira o la manipulación más salvaje para arrinconar, deteriorar o insultar a otros compañeros de la profesión, en el mejor de los casos, y a la mayoría de los españoles, en el peor. No es ésta una cuestión baladí. La actual crisis evidencia más que nunca las escandalosas decisiones políticas de un gobierno ávido de poder pero cada vez más ajeno y de espaldas a las necesidades de los ciudadanos. Lamentablemente, y desde que esta derecha radical e intolerante consigue una amplia mayoría absoluta, los españoles soportamos el castigo de sus atolondradas leyes, y, sobre todo, de sus miedos, porque en la raíz de todo, existe un miedo atroz: a las manifestaciones, la protesta, las acampadas, en resumidas cuentas, a la libertad de expresión. Esta derecha chulesca, mentirosa y corrupta, que nos representa en las Instituciones (Ayuntamientos, Diputaciones, Cortes Generales, etc.) es un vivo ejemplo de nuestro tiempo, un tiempo incivil e insolidario, marcado por la manipulación de los medios audiovisuales (13 TV, La Razón, El Mundo, ABC, COPE, esRadio, etc.), que responden solo a la voz de su amo. Ahí están, cada día, como fieras salvajes que esperan a sus presas, y lo más preocupante con su falsa moral, arropados por las millonarias aportaciones del Estado. Los podemos ver (quien tenga estómago, claro) desafiantes, provocadores, tergiversando las noticias, sumisos del aparato de propaganda gubernamental, tienen nombres y apellidos, ellos representan la indecencia periodística. Ahí están, enlodándolo todo con sus improperios y falsas acusaciones, dementes, herederos de una España gris e iletrada. Para la derecha española, la ignominia como razón única y primera de su existencia, la desproporcionada beligerancia, la burla y el acoso continuos. Así parece que sucede con las últimas informaciones acerca del patrimonio de del presentador del “Intermedio” José Miguel Monzón Navarro, más conocido por el Gran Wyoming, objeto de incomprensible persecución. La cuestión es contaminar, distraer la atención sobre los verdaderos problemas de los españoles. El patrimonio de Wyoming es consecuencia directa de su trabajo, y, en todo caso, ¿es incompatible ser rico y solidario? 



Código de la niebla. Alfredo Jurado

Vuelve la poesía a este particular salón de lectura, y lo hace de manos de un poeta cordobés, Alfredo Jurado, cofundador, junto a las poetas Encarna García Higuera y Soledad Zurera, primero, y luego con Antonio Varo y Pilar Sanabria, del grupo Astro.Desde la fundación de este grupo poético allá por la década de los ochenta se han sucedido los poemarios de Alfredo Jurado (Mar de Liturgias, Mester de Amante y Paraíso Perdido, entre más de una decena de títulos), hasta hoy, que de nuevo nos llega su singular voz poética con el poemario «Código de la niebla». La poesía cordobesa ocupa un lugar destacado en el panorama actual de la poesía andaluza en particular y española en general, desde los más experimentados, como es el caso de los ya citados y también de otros poetas más jóvenes como Juan Antonio Bernier, Francisco Onieva, Antonio Luis Ginés o Joaquín Pérez Azaústre, del que nos ocuparemos próximamente.
«Código de la niebla», consta de dos partes: El cuaderno del aire, con veintiún poemas, contando el que da título a esa parte, y, Quemar las naves, con diez. El poeta, desde el primer momento declara y manifiesta, a modo de proemio, cuáles son las claves de ese primer bloque de poemas titulados «El cuaderno del aire», y así escribe: «Cuando era tan sólo adolescente, / entregaba mis tardes en lecturas; / en ellas descubriera personajes fantásticos; / algunos fascinantes, pero otros / me hicieron sentir miedo». 

En esta especie de declaración programática nos adelanta el poeta el discurrir de los veinte primeros poemas del “Cuaderno del aire”. Y ciertamente, comprobamos que los seres fantásticos, tomados de las lecturas adolescentes y que toman vida en estos versos, de manera que los personajes de la mitología griega (Glauco, Dríope…), fenómenos naturales (Simún, Perseidas…), monstruos marinos (Manatíes, Caribdis, Leviatán…) o paisajes concretos como “Los baños de Popea, conforman un corpus en el que la evocación y los recuerdos de la adolescencia producen en el poeta ese sabor agridulce de lo sentido en el pasado y de lo recreado ahora, después del tiempo transcurrido. Y todo hasta el punto de afirmar: «Por morir de algún modo, / moriré de tristeza cualquier tarde de invierno». Es ese sentido trágico de la vida una vez hecho verso, ese que siempre aflora en la poesía andaluza, y que en Alfredo Jurado pervive todavía. También la segunda parte, titulada «Quemar las naves» nos muestra las intenciones del poeta, su vuelta a los orígenes, al alumbramiento primero, a la vida: «Un día me alumbraste, cuando el tiempo de Marzo / alzaba su estandarte de luz en las paredes; / cuando el musgo en las tapias perdía su fragancia; / Cuando quiso la luna, con su fanal de plata / trepar al campanario, cuando el reloj marcaba / las once de la noche. / Algún gallo anunciaba su canto a solanares». Asumir que no hay vuelta atrás y hay que seguir avanzando, perseguir los sueños hasta darle alcance, escribir sin descanso, al límite, como si fuera el día último. El poeta consigo mismo, al calor de los sentidos, en los silencios de la noche y sus fantasmas.


El poeta en su propio abismo, solo y vivo en la luz de la poesía, entregado a la naturaleza, desnudo y libre, cuerpo y alma: «Es el alma una isla que flota en el silencio», humano ser, la vida: «Es la vida aquel río con múltiples meandros, / liturgia sacratísima que embriaga la consciencia, / es árbol a la orilla de un estanque / la nieve que declina lentamente la cumbre. / Es beso de la madre en el recuerdo, / la honda cicatriz que te deja su ausencia…». Siempre de vuelta el poeta al «paraíso perdido» de la infancia. Solo una objeción, a corregir para futuras ediciones, los continuados errores, tanto tipográficos (los más) como ortográficos (los menos). Salvando esta cuestión, hallamos en «Código de la niebla» al poeta de siempre.


Título: Código de la niebla
Autor: Alfredo Jurado
Edita: Aula de Cultura Astro
 (Col. Astrolabio, Córdoba, 2013)

Revocados. Estación Sur


Leo el periódico y no salgo de mi asombro. La noticia no tiene desperdicio y en sí misma es un galimatías para quienes no siguen los últimos acontecimientos políticos de la ciudad de Roquetas de Mar. Y no me refiero precisamente a los escandalosos por reiterados casos de corrupción que se han denunciado recientemente y que la ciudadanía debería estar repudiando a todas horas, hasta conseguir que los culpables paguen, de una vez por todas, el daño causado, no sin antes devolver al erario público lo sustraído. Sin embargo, los ánimos andan revueltos en la casa de los socialistas roqueteros, que han provocado una nueva situación de crisis política de efectos imprevisibles. Para más inri o mayor escarnio, se llega a esta situación en nombre de la “cordura” y de la “unión”, palabras usadas hasta la saciedad pero sin significado alguno para quienes las abanderan. 

Nada que ver con el verdadero sentir socialista. Los unos se enfrentan a los otros, pero al mismo tiempo los unos y los otros son los mismos que han decidido revocar a “los unos” aunque realmente “los otros” se revocan a sí mismos. Al parecer, y según leo en el periódico:«Tanto oficialistas, como críticos, y personas que no se definieron, apelaron a la unión del partido y al sentido común», pero sigo leyendo y descubro que los “críticos” son los mismos que días antes eran los “oficialistas”, y además, y esto si que es verdaderamente kafkiano, los “críticos” de ahora, que eran hasta hace unos días oficialistas y miembros de la Ejecutiva local, amén de concejales en el Ayuntamiento, recogen firmas para revocar al Secretario General, y, en consecuencia, a sí mismos que son parte de dicha Ejecutiva. Quiere decir esto que los socialistas roqueteros vuelven a las andadas de otros tiempos, a desmembrarse una vez más con dimes y diretes vacuos e intrascendentes. 

Vuelven a ser la diana perfecta del enemigo político. Curiosamente, sólo 9 de las 29 personas que componen la Ejecutiva Municipal apoyaron a los nuevos “críticos” (antes oficialistas) y 4 de los cinco concejales electos, también. Incido en que todo esto es muy raro, o, al menos, exageradamente incomprensible, cuando no deplorable dadas las circunstancias de la lucha política dentro de una misma familia. Esto es lo verdaderamente preocupante, y no es la primera vez que sucede. Quizá sea necesario cambiarlo todo de una vez y para siempre. Cortar por lo sano, si es que hay algo sano. No obstante, los “críticos” andan contentos por haberse revocado a sí mismos. 

La historia rescatada. Salón de lectura


Título: Bandoleros, piratas y hugonotes
Autor: Joan Reglá
Urgoiti Editores
Hace unos meses, y en esta misma sección, me ocupaba del libro «Los judíos de España. Estudios históricos, políticos y literarios», del polígrafo baenense José Amador de los Ríos, con excelente estudio preliminar de Nitai Shinan y al cuidado de Urgoiti Editores. En esta ocasión, dos nuevos títulos de Urgoiti Editores son protagonistas de este Salón de Lectura. Dos nuevas reediciones que vienen a confirmar la extraordinaria trayectoria de este sello editorial y que recuperan o rescatan textos historiográficos imprescindibles para entender el devenir o desarrollo posterior de la sociedad española. El primero de ellos es una obra publicada originariamente en Barcelona por la Editorial Selecta, en 1969, con el título «Bandolers, pirates i hogonots a la Catalunya del segle XVI», de Joan Reglá (1917-1973), historiador catalán, que este libro llega a plantear los problemas fundamentales del reinado de Felipe II y, por ende, de la España del siglo XVI, aportando así nuevos elementos de análisis y una visión distinta, al menos, de la propia historia de Cataluña, lo que incidirá, lógicamente, en el posterior desarrollo de la España de los Austrias.


El prólogo a esta reedición de «Bandoleros, piratas y hogonotes», corre a cargo del profesor emérito de Historia Moderna de la Universidad de Barcelona, Pere Molas, quien nos acerca a la vida de Joan Reglá, y, expresamente a las claves de esta obra, que no es sino una edición reformada y actualizada del libro «Felip II i Catalunya», publicado por Reglá en 1958. Es justo destacar de esta obra, además de sus aportaciones a la historia de Cataluña del siglo XVI, su fácil lectura, hecho que hará que los aficionados a la historiografía encuentren en esta obra un motivo más para no cesar en su conocimiento.



Título: Las constituyentes de la República española
Autor: Miguel Morayta
Urgoiti Editores
El segundo de los libros objeto de este comentario se publicó originariamente en París, por Sociedad de Ediciones Literarias y Artísticas en 1907 y con el mismo título de ahora: «Las constituyentes de la República española»; su autor, Miguel Morayta (1834-1917), histórico líder del republicanismo español del XIX, periodista, historiador y Gran Maestre del Gran Oriente Español.

Un extenso prólogo del profesor de Historia del pensamiento y movimientos sociales y políticos de la Universidad Complutense, Jorge Vilches, nos inicia en el conocimiento biográfico de Morayta y, cómo no, de esta obra. Para ello, el profesor Vilches analiza la vida política de la época, en esa concepción o idea de «la tradición de los hombres frente a la tradición de la Corona» y que tanto calaría en el propio Morayta. Testigo de los hechos más destacados de la historia del republicanismo español, en consecuencia del conocimiento de Las constituyentes de la República española, de la I República de 1873. Morayta dejó escrito en 1907: «Por el poder pasaron, y ellos, que ocuparon los más altos puestos de la nación; que hicieron nombramientos, contratas y empréstitos y que solucionaron expedientes, volvieron a la oposición tan pobres como en el gobierno entraron; ni uno solo se lucró valiéndose de sus cargos: Figueras, Cautelar, Pi y Margall, como todos los demás menos notados, no dejaron al morir ni lo bastante para pagar un entierro modesto». Todo lo contrario a estos tiempos de continuada y deplorable corrupción política. Dos libros, pues, que Urgoiti Ediciones recupera para deleite de los lectores, y con los cuales, afortunadamente, la historia se rescata del olvido.

Andalucía Libre. Estación Sur


ANDALUCÍA LIBRE


Celebremos un año más el día de Andalucía, el que nos hace a todos los andaluces protagonistas de nuestro destino como pueblo. Ya es hora de actuar responsablemente, de mirar a nuestro alrededor, a cada una de las ciudades y pueblos que conforman nuestra Comunidad Autónoma, y expresar así nuestros anhelos, también nuestras diferencias para seguir creciendo en el diálogo y la tolerancia que la tradición nos legó y que nunca debe cesar. Solo desde la libertad y la fraternidad podremos construir un mundo mejor, una Andalucía más justa y equitativa, más libre y solidaria. El pueblo andaluz ha destacado siempre por su sabiduría y su milenaria cultura, producto de la suma de culturas que hicieron posible la convivencia entre todos los habitantes de esta tierra, sin distinción de sexo, religión o raza. En cualquier campo del saber, fuesen las ciencias o las humanidades, hemos tenido dignísimos representantes, hombres y mujeres que alumbraron el camino de las ideas y el pensamiento libre: investigadores de vanguardia, escritores, poetas, filósofos, pintores, músicos, intelectuales en general que, con grandes sacrificios, nos legaron la mayor riqueza que un pueblo pueda tener: la cultura. Así es y así ha sido siempre, desde el origen de los tiempos. Me importa mucho que cuatro descerebrados puedan destruir lo que tanto esfuerzo costó levantar entre todos los andaluces de buena voluntad. Me importa mucho que un creciente letargo se apodere de nosotros y no sepamos afrontar los grandes retos del futuro, que no seamos capaces de discernir el blanco del negro, que caigamos en el abismo del acomodo y naufraguemos en el silencio y la nada. Me importa mucho que la política no sirva sino para ser reflejo del continuo y bochornoso espectáculo de la corrupción, que nuestros gobernantes miren hacia otro lado mientras el miedo, el sufrimiento y la pobreza saquea los hogares. Me importa mucho que sea la palabra esa llama que nunca cesa y que nos une a todos por igual hacia el horizonte perdido de la esperanza. Me importa mucho que los andaluces nos sintamos orgullosos de serlo, pero sin menospreciar a quienes no lo sean. Me importa mucho conocer cada palmo de esta tierra, de sus montes y bosques, de sus ríos y mares, ciudades y pueblos. Me importa mucho que todos, por igual, podamos sentir y vivir Andalucía libre. Hoy, una guitarra llora la muerte de Paco de Lucía, andaluz universal. Andalucía está de luto, la tierra entera.

El escritor que mató a Hitler. Javier Ruiz Portella


París es la ciudad de destino y la trastienda de un viejo anticuario el lugar donde se hallan unos papeles únicos: el manuscrito de Alexander von Hunterbrand, el abuelo de Ilona. Corre el año 2047, pero la historia que se cuenta en esta novela de Javier Ruiz Portella, «El escritor que mató a Hitler», se inicia en Niza, el 22 de junio de 1931, en la Villa Kérylos. La poesía late en las primeras páginas de esta historia, en el encuentro con la mar: «Con la mar, que se abre poderosa, frente a frente. Inmortal, ella. Y mortal, yo. La mar y esa sed de abismos que a uno le embarga. La mar y toda su pujanza de vida…». Dos voces, dos discursos narrativos que se entremezclan, el futuro y el pasado como claves de la narración, que nos advierten de los peligros que representan uno y otro: el silencio –el pasado- y el adormecimiento, el letargo continuo –el futuro. La historia de Hitler y el nazismo que recorre Europa y la nueva sociedad emergente y vigilada que representa el presente-futuro del año 2048. Ambos espacios viven la intensidad narradora de su autor, se complementan, se metamorfosean. El presente-futuro es el Ojo Igualitario y Sanitario que controla a la gente, un lugar donde habitan los fálicos (varones) y las abiertas (mujeres), existen interfollódromos comunitarios («Centros Cívicos que con el fin de fomentar el ocio, la diversión y la higiene sexuales, cada Ayuntamiento pone a disposición de las ciudadanas y ciudadanos» y una Neolengua. El pasado, en cambio, nos conduce a los orígenes del fascismo alemán, al nacionalsocialismo con el Führer Adolf Hitler a la cabeza. Pero sobre todo llama la atención en esta novela la perfecta trama que la sostiene, basada en la posible ascendencia judía del propio Hitler, y el modo en que se desarrollan los acontecimientos: aparición de cartas, intrigas, amor y sexo, y complot internacional como ingredientes fundamentales de aquella.

Título: El escritor que mató a Hitler

Autor:Javier Ruiz Portella

Edita: Áltera (Madrid, 2013)

17,50 €






Javier Ruiz Portella ha construido, sin duda alguna, una novela sólida, que el lector no puede dejar de leer de principio a fin. Europa aparece como el centro del mundo –la del pasado y la del futuro-, pero en esencia, es la misma Europa derrotada (por el totalitarismo la primera y por los mercados la segunda). Es más, me atrevería a decir que una novela premonitoria, porque cabe preguntarse si este futuro que nos presenta Ruiz Portella en su narración, no es sino presente, con algunas diferencias, pero un presente llamado a ser el mismo futuro decadente que nos presenta esta novela. ¿Qué será el hombre, realmente, dentro de trienta y cuatro años? ¿Es ésta, pues, la historia de una derrota anunciada, la de Europa, y con ella, la de toda la humanidad? Tal vez, pero no es menos cierto que alguna de sus páginas la esperanza está presente está presente, sutilmente, pero presente: «Para serte franca, yo no sé si alguien puede salvar o no al mundo […] Sólo el arte puede salvarnos. Sólo la belleza puede sacarnos de este mundo cada vez más vulgar, feo y sin sentido en el que nos ha tocado vivir. Sólo la belleza…, y no porque sea belleza, sino porque es verdadera». No cabe duda alguna que «El escritor que mató a Hitler» es una magnífica novela, y que no dejará indiferente al lector. Javier Ruiz Portella ha sabido crear una trama y un discurso narrativo inteligentes, aportando al mismo tiempo ideas, pensamiento y calidad literaria.

Poeta Domingo Faílde. Estación Sur

Febrero hunde una vez más su cuchillo de muerte en el alma del poeta. Las tristes notas del violonchelo anegan la estancia y un aire de espanto vuela de Jerez a Almería. Anochece en las pupilas del poeta, en la desnuda palabra que se abisma en la mar que lo nombra una vez y otra, incansable. Maldigo este febrero que a muerte sabe y que viste de luto cada esquina y cada casa de Andalucía. Ha muerto un poeta, y con él el hombre generoso y solidario, amigo siempre. Ahora su silencio se hace insoportable. Nunca más oteará el poeta los campos de olivares y vides, la mar entera, ni su voz se hará eco o viento o nube en este sur que sangra por la eterna herida de olvido y soledad. Solo el verso clavará su dardo de esperanza y luz en los ojos y en la carne de otros poetas, de otros hombres y mujeres. Todo tú bonhomía, serena alma en cada nombre escrito, en cada palabra que es ala y surca el universo del silencio para hablarnos de la vida, de las cosas sencillas de la vida, plácidamente, columpiado por el silbo de los pájaros o abrasado en el fuego del amor, fiel siempre a la verdad de los árboles y el agua de los ríos. Tú, mi amigo y poeta, aún estás aquí, brama tu nombre en el silencio de la noche y las estrellas brillan al saberte vivo en la palabra impresa, y los ángeles te alzan por los brazos hasta el azul del verso y en su color pervives y anuncias y proclamas la llama de la vida aún después de muerto. En ti se agitan las ramas del olivo y verdea la aceituna que de la tierra nace y a la tierra vuelve, igual que tú ahora. Febrero es muerte y vida a un tiempo. La mar me trae la belleza encendida de tus versos, la paz de los amaneceres en los acantilados, el verbo amar en los labios del aire que es caricia y terciopelo. 

A la tierra vuelves, amigo y poeta Domingo Faílde, a los orígenes del todo y la nada, al principio del fin, al sueño eterno, desnuda palabra, humano verso: 

    «Sueñas, joven amigo, con las dádivas
      que te ofrece la vida.
      Mas la vida 
     -recuérdalo- es tan sólo
     esa fiebre instantánea que señala 
     tu presencia en el mundo,
      la misma irrealidad de tu sueño.
     La vida, que no el tiempo, 
     porque el tiempo sea acaso 
     todo cuanto posees, 
     es decir, la ilusión de estar vivo
     y disponer de todo. 
     El ángel, sin embargo, 
     te señala el camino. 
     Tú no lo sabes, pero ya estás muerto».
      Febrero vuelve con las manos manchadas de muerte y a muerte sabe el aire que hoy respiro. Mas siempre vivirán en mí los versos de excelso poeta andaluz Domingo Faílde.
    ESTACIÓN SUR______________________________José Antonio Santano


    Nueva York después de muerto. Antonio Hernández

    La ciudad de Nueva York es, una vez más, ciudad de los encuentros, lugar mítico, pero sobre todo, espacio poético. «Nueva York después de muerto» es el poemario que nunca llegó a escribir Luis Rosales, y que su autor, el poeta gaditano Antonio Hernández justifica así en sus primeras páginas: «Luis Rosales, mi maestro, me dijo un día, antes de dejarlo escrito, que quería terminar su obra con una trilogía titulada Nueva York después de muerto; también le diría Luis Rosales lo que significaba para él la ciudad de Nueva York: «la mecanización, el automatismo de la vida, la desigualdad entre distintas razas, el imparable avance del mestizaje…y, obviamente, Federico». Y, ciertamente, todo esto lo hallamos en este singular y extraordinario poemario de Antonio Hernández, en su voz, que no es una sino tres, unidas todas en el dolor y la nostalgia de un pasado doloroso, en el que la sangre, el fuego y la lluvia trepan por el aire de la ciudad de Nueva York, y otean ese universo extraño y apasionado a la vez, en el que habitan las paradojas, las contradicciones, luces y sombras, vida y muerte, el todo y la nada, más allá, incluso, de la agónica y ruidosa soledad.


    Estructurado en tres partes (libro primero, segundo y tercero), el poeta bucea en la condición del hombre, de los poetas que hablan a través de su voz, y es Luis Rosales, y Federico, y también él mismo, Antonio Hernández, que vive y se desvive en cada uno de ellos, y es luz y dolorosa espina que se clava en la carne de los nombres y la palabra, y es luto y sequedad, y plegaria:


    «Oremos pues porque el hombre no pueda
    prescindir de ser amado, ya que
    solo el amado ama, roguemos
    por su copa llena, por su frutero colmado,
    por ese abrazo que no llega a ahogar
    y porque la ojerosa envidia no tenga alojamiento
    en nuestra casa».


    Rosales y Federico están vivos, nunca murieron, porque laten aún sus corazones en cada verso de Antonio: «LUIS ROSALES CAMACHO, DE GRANADA, / ya en Nueva York, después de muerto. / ¿Después de muerto quién, él, Federico, / Nueva York muerta? / Nunca llegó a decírmelo. Lorca está vivo y él está vivo…».


    Pero el poeta es también hombre, y sabe que la vida es un segundo, que no bastan las manos, que es alma el ser entero. Por eso recorre la historia del mundo y de la literatura y de quienes ejercieron de poetas y filósofos. A través de sus ojos veremos


    «En Central Park llorar a un niño seguramente pobre / lágrimas de mocos como casi todos los niños españoles / en la posguerra.»; nos hablará de que «Los yankis más rupestres / creen aún que el comunismo acecha, / que lo ha importado un negro, / un error democrático…», insistirá en «hablar seriamente, muy seriamente», nombrará en los nombres la poesía total, la misma que persiguió hasta la extenuación su maestro Rosales, «por eso ahora vamos a hablar / como siempre de poesía / -la poesía es la máscara / que nos descubre-», y en esa búsqueda de la poesía total se hallará así mismo, al poeta que canta y llora en los atardeceres, junto al Darro y Sierra Nevada o la Alambra, y se le irá un suspiro ¡Ay, Granada!, la del Rosales calumniado y la del Federico fusilado, Granada con sabor a odio y sangre.




    Título: Nueva York después de muerto

    Autor: Antonio Hernández

    Edita: Calambur (Madrid, 2013) 16 €


    En los ojos del poeta otros ojos se miran en el lecho de muerte: «Abrió un ojo sonriente, como / quien no quiere tratos con el luto. / Y al volver a cerrarlo presentimos, / unificados por la voz del alma, / que algo acababa de estrenarse / arriba, en las estrellas». Nueva York al fondo, trascendida, encumbra al hombre cabal y al gran poeta que es Antonio Hernández.

    Fitur. Estación Sur

     El significado concreto de estas siglas (FITUR) no es otro que Feria Internacional del Turismo. Se dice que, por orden de importancia,  es la segunda de todas las que se celebran en el mundo. Pero no es menos cierto que, para una gran mayoría de personas, esta Feria es un escaparate desacreditado por la numerosa asistencia de políticos a costa del erario público, lo que, sumado a la actual crisis económica supone un despilfarro de dinero que no se debe permitir, y que para colmo, produce muy poco negocio turístico. Casi nada han cambiado las cosas en los últimos años, ni con la bonanza ni con la crisis cambia el concepto de esta Feria que, fundamentalmente, sirve –según algunos expertos- solo para que los políticos de turno viajen a Madrid durante unos días, importándoles muy poco lo que verdaderamente debería importarles, que la industria turística crezca por la calidad de los productos que se ofrecen y no por el excesivo gasto que genera la presencia de Ayuntamientos, Patronatos, Diputaciones y otras Instituciones. Hay quien ha tachado a esta Feria de una farsa, una farsa que se mantiene en el tiempo y que ningún partido político, sea del signo que sea, está dispuesto a cambiar, innovando en aquellos aspectos necesarios que hagan de FITUR un verdadero lugar de encuentro del sector, de uno de los sectores económicos más importantes de España: el turismo. Sin embargo, el tiempo pasa y nadie es capaz de poner los puntos sobre las íes, de remediar esta alarmante situación en la que el dinero público se gasta tan alegremente.


     La razón y el sentido común ha de imperar de una vez y para siempre en nuestros gobernantes, lo sean del pueblo más pequeño o de la ciudad más grande que exista. Se ha de entender que FITUR –me siguen indicando los expertos- no es la panacea, que, como mucho, es solo una muestra fiable de nuestros mejores productos turísticos, que lo más importante es la calidad de esos productos y no el espectacular boato y la fanfarria con la que se presentan y publicitan a los medios. Menos aún si al final todo queda en un vídeo promocional de un artista local por el que se ha pagado casi doscientos mil euros. Esta es la triste realidad, aunque, como dicen los expertos: hay que reconocer que lo positivo de esta Feria Internacional es su capacidad de aglutinar a una misma provincia en un stand, y ser la segunda mejor Feria del Turismo del mundo, pero eso sí, a la española.


    Del crear y lo creado. Salón de lectura.


    Una vez más, y por gentileza de la librería Nobel, la poesía es protagonista en este particular salón de lectura. En esta ocasión el libro seleccionado lleva por título Del crear y lo creado. Poesía completa 1983-2011, de Hugo Mujica, que viene a ser el primer volumen de los tres que Ediciones Vaso Roto dará a conocer de la obra de este poeta argentino. Contiene este libro otros diez: Brasa blanca (1983), Sonata de violoncelo y lilas (1984), Responsariales (1986), Escrito en un reflejo (1987), Paraíso vacío (1993), Para albergar una ausencia (1995), Noche abierta (1995), Sed adentro (2001), Casi en silencio (2004), Y siempre después el viento (2011).
    Cuando uno se acerca por vez primera a la poesía de Hugo Mujica tiene la sensación de abismarse en el silencio de la palabra misma, como si dentro de ella y a través de sus ojos pudiéramos ver y palpar el propio espacio del silencio, sucumbir ante su desnuda belleza, sentir su leve soplo de caricia o sumergirnos en los fondos marinos de su ardiente voz. La palabra es el centro, el perverso juego de su alquimia nos seduce y nos advierte de la grandeza de su magia («amanece / la palabra sobre el silencio»). La palabra convertida en grito de silencio que se busca en el otro, la alteridad como único deseo de ser, de ahondar en la oscuridad de la luz o permitir su luz oscura como el verdadero camino hacia la vida que muere día a día «he de morir de tanto inútil,/ he de morir de palabras»
    El hombre y el poeta frente a frente, redescubriéndose y rebelándose ante su propio silencio: «soy el deseo de dios muriendo carne,/soy carne deseándose dios»; ambos ante el dolor o el sufrimiento ajenos, atentos a los asombros y los desgarros: «de tantos desgarros/ voy a coserme otro cuerpo/para dar de comer / a mi sombra. /también fuera de las venas hace sangre», insistiendo en esa búsqueda del otro, en el silencio del otro: «Me parezco a mí en el querer ser otro del que soy. / En la soledad me sobro: en eso nos dolemos (yo y no ser yo)». El poeta proyecta sobre sí mismo el pasado, sus formas y sus sombras, y vuelve a ser el niño que fuera: «Llueve / y el jardín huele a infancia, / a cercanía de todos los milagros, / a ausencia de todas las memorias», para volver al canto, al aria: «La voz, no el silencio, / es la desnudez de las palabras», y se confiesa: «El poema, el que anhelo, / al que aspiro, / es el que pueda leerse en voz alta sin que nada se oiga. / Es ese imposible el que comienzo cada vez, / es desde esa quimera / que escribo y borro». Es el hombre y el poeta, al unísono, recorriendo el espacio del silencio y la palabra, es el temblor de la travesía:

    «El viaje más lejano
    es el sosiego, a él vuelven todas las cosas,
    como el hambre vuelve al pan
    y el azul al azul más profundo».
    El poeta se pregunta y se responde a sí mismo, y manifiesta ante su obra: «es casi como ir dejando escalón a escalón, libro a libro, el pasado, y, a la vez, haciéndolo presente: poder entregarlo: como tentativa Poesía Completa. No me cabe a mí juzgar mi obra, o sí, en verdad publicar ya es un juicio, es creer que algo vale, vale transformarlo en otros, darlo a leer… No sé más, eso sí, sé que siento: ¡infinita gratitud!, gratitud ante quien acoja mi vida, poema a poema, y gratitud que la hagan vivir más allá de mí, que eso es lo que el lector devuelve al autor». Poesía mística, metafísica, del silencio: «en el silencio el silencio habla», la que nos ofrece este gran poeta argentino, Hugo Mujica, en este primer volumen de su obra completa.


    Título: Del crear y lo creado. (Poesía completa 1983-2011)
    Autor: Hugo Mujica
    Edita: Vaso Roto (Madrid, 2013)   25 €
     
    SALÓN DE LECTURA ____________________Por José Antonio Santano