Arcadia desolada. Pedro Juan Gomila Martorell

Título: Arcadia desolada
Autor: Pedro Juan Gomila Martorell
Edita: La Lucerna (Palma de Mallorca, 2013)

Me acerco por vez primera a la obra del poeta mallorquín Pedro Juan Gomila y he de decir que quedo gratamente sorprendido. No es frecuente hallar una concepción poética como la suya, tanto desde el punto de vista estético como ético. Gomila es un poeta que bebe de la más pura tradición cultural greco-latina, y por ello, en su poesía está muy presente la mitología, la épica y el simbolismo, además de la experiencia que viene a ser el eje central, el ser mismo como ente primigenio, lo vivido trascendido en emoción siempre, arrebato, asombro continuo. 

El poeta es un buscador de palabras, un loco rebelde que se enfrenta al sistema, porque el sistema oprime y humilla, reduciendo al hombre a mercancía. El poeta nos hablará entonces de sus miedos, certezas y dudas, será su voz un grito contra una sociedad hipócrita y falaz. Mas Gomila se opone a todo tipo de privación, y busca su paraíso, el edén, la soñada Arcadia, tal vez un refugio donde solo habitan los libros, la palabra escrita como única salvación, fulgor entre tanta mediocridad y sombras. Arcadia desolada”, del poeta mallorquín Pedro Juan Gomila es todo eso y más. Dedica este poemario «A todos los que, tentados por la voz del miedo, no sucumben» -¿ha sido el poeta una víctima más de ese miedo que se adentra en las entrañas?-; preceden a los poemas tres citas esclarecedoras y premonitorias de lo que será el contenido, de autores tales como Javier Sologuren, Alberto Escobar y Rimbaud, y que nos hablan del dolor, el amor y el sexo. La palabra fluye y el poeta bucea en sus orígenes y siente al niño que respira sueños en «algunos cromos de parejas célebres / de la Historia Antigua y la Literatura; / masculino, femenino, azul y rosa, / dinosaurios de cartón o bien muñecas, / el patrón original para los niños, / desde aquel Adán primero y su Costilla», los libros como continuada referencia de lo vivido y amado en la fantasía de Julio Verne o el descubrimiento de una sexualidad distinta y oculta:«la beligerancia creciente y alarmante / de mis tensas relaciones escolares / está a punto de prender la de Verdún: / ¿tal vez porque intuyen mi placer oculto, / o acaso perciben de algún modo extraño / cómo el grano de mostaza va creciendo, / penetrando en la ternura de mi corazón, / aunque nunca me han llamado maricón / todavía como burla en plena cara?». El poeta se desnuda ante sí mismo y el mundo en el amor, la única verdad –su verdad-, y así escribe: «Ábreme las puertas, Amor, y no consientas / que usurpe esa calima la cálida morada, / potencia que se place en encarnarse / según la apariencia que invoca el deseo». 

Llama la atención de este poemario su estructura, en la que el tiempo irrumpe a manera de interludio, en un juego de espejos que propician el recuerdo mostrado en las horas del día, dolorosas en el insulto y las vejaciones: «mediodía, la costumbre fija la hora / del paseo por el patio de la cárcel; / se acerca el momento de lapidaciones / con balones de cemento y el milagro / cotidiano, tanto que pierde su misterio, / de los salivazos en mi bocadillo / de jamón, tortilla, mas bien untado / con la miel amarga de las vejaciones».

 Luego, el poeta vuelve al hilo de su discurso poético, a su particular Arcadia, y siente el dolor de nuevo en las risas de sus verdugos, y el miedo vuelve como vuelven los fantasmas en la idea del suicidio: «ni las dagas afiladas contra el César, / ni tampoco la bañera de Petronio; / si no tienes las agallas, o las alas, / de quien salta con desprecio a los vacíos, / no mereces más castigo que el severo / cumplimiento de la dura penitencia / del seguir con esta vida…»; Gomila recupera la dolorosa experiencia de la milicia en los años tempranos: «¡Cien flexiones ininterrumpidas / por cargar, bulto sin nombre, / sobre el hombro equivocado tu fusil! […] ¿De qué te lamentas, pedazo de animal? / ¿Tal vez porque no encuentras en los patios / del Todo por la Patria, placenta de varones, / algún bardaje hambriento que comparta / contigo íntimamente la manta y el jergón?», ese nefasto lugar, casa de locos habitada por la crueldad humana: «me travisto con la piel de los civiles, / y cruzo las puertas de los bedlamitas». Mas el poeta, en su solitario camino, halla siempre esa luz resplandeciente aun a pesar de la desolación, la libertad al fin, la verdad de la existencia –su existencia-, la razón del ser. Sin duda, Pedro Juan Gomila, nos convoca en la verdadera poesía, la que nace del silencio y fluye viva por sus venas.

Perseverancia. María Ángeles Lonardi

Perseverancia


Hay un abismo entre el paraíso prometido y el mundo que nos rodea y aniquila.
Los hombres caminan asqueados y se hace eco el discurso repetido.
 Voces huecas que resuenan y no dicen nada.
Reina la injusticia y el caos en la nueva Babel
 y nos sentimos perdidos...
Un niño hambriento sin futuro, se refugia en los ojos de su madre
que, a pesar de la impotencia, le infunden esperanza.
 Y vuelve a soñar con un feliz mañana cuando se pone el sol.
Nos movemos entre lo cierto y lo desconocido.
Entre lo que tomamos prestado y lo que tomamos sin permiso.
Nos creemos dueños de todo y todo será nuestro por un ratito.
Si lo único que queda son los huesos
de qué sirven el Poder o el Nihilismo?
¿Es que nadie piensa en el dolor de una madre cuando pierde un hijo?
¿Es que nadie sabe dónde van los pájaros cuando se tala un árbol o se seca un río?
Y entonces me pregunto:
¿En qué piensa el condenado en el “corredor de la muerte”?
¿En quién tiene puesto su último recuerdo?
¿Qué hay de cierto en eso de que los niños piden a la puerta
de una iglesia envuelta en oro, que no abandona los despachos
y vuelve la mirada ante el compromiso?
¿Importan esas almas que se desviven por salvar al moribundo
y desde el anonimato luchan, sin medios ni medida?
Nada cabe en un puño y todo cabe en una sonrisa.
Va de prisa la vida y no perdona el vil descuido.
¿Por qué no todos pueden vivir en la tierra donde han nacido,
donde están los olores conocidos?
¿Por qué es tan cruel el desarraigo cuando se vuela lejos del nido?
¿Por qué el cobarde, temeroso de saberse poca cosa,
pretende imponerse a golpes,
cuando impotente siente que los demás lo aplastan?
Por no enfrentar su propia decadencia se hunde en su miseria de asesino.
¿Qué hay de cierto en eso de que el cigarrillo mata
si suele convertirse en la mejor compañía en la espera?
Hay tanta porquería en el mundo...
¿no es acaso más terrible el virus de la impunidad y la hipocresía
que corroen los valores que alguna vez nos hicieron dignos?
Nos han hecho más daño los falsos remedios de los necios
que por dinero venden hasta su propia identidad.
¿Por qué se matan tantos inocentes en una guerra insensata
producto del nefasto amiguismo?
...Esa devastadora individualidad del juego globalista que resquebraja...
Y se tiran las migajas del gran banquete:
las sobras para alimentar al mendigo.
El Nazareno se lleva las manos a la cabeza
y enjuga sus ojos empapados a la derecha del Olvido.
¿Dónde está la libertad, el amor y la moral bien entendida?
¿el tesoro que heredamos?¿O sólo existe el día a día que nos inventamos?
Y seguimos tirando del carro maltrecho sin mirar lo que hay que ver,
sin arremangarnos, para cortar el mal de cuajo.
Yo quise cambiar el mundo,
y el niño hambriento y el pobre sin tierra y el exiliado,
el que escapa en pateras, la mujer golpeada y el inocente de la guerra,
el enfermo de sida, el desvalido, el marginado y la puta violada,
el que no tiene trabajo, el postergado, el arrepentido y el otro...
Y querer es poder...
Entonces me levanto, me sacudo el polvo,
y como todos ellos miro al cielo y pido otra oportunidad.
Temo quedarme sola.
Temo que el barco se hunda en el mar de la incomprensión.
Temo el infierno que nos espera, el final del cuento,
de final abierto que escogimos...
Mientras tanto,
Mis pies arrastran el peso de las mentiras,
sobre mis hombros, el cansancio de quienes guardan silencio sin salida,
la mirada puesta en un horizonte feliz que no llega,
los dientes apretados conteniendo el grito,
el corazón aletargado repitiendo de memoria el latido,
los brazos quietos ya, faltos de heroísmo
y en la palma de la mano,
un crucifijo.


Maria Angeles Lonardi del libro “Entre calamidades y milagros”

Rafael de Cózar por José Antonio Santano





EL FUEGO EN LA PALABRA 
DE RAFAEL DE CÓZAR


Cuando disponía este espacio para el comentario y la reflexión de una singular obra poética de un poeta mallorquín, me llega la triste y desoladora noticia de la inesperada muerte del amigo, profesor de literatura, pintor, escritor y poeta andaluz Rafael de Cózar, propicia, como no podía ser de otra manera que, “Salón de lectura”, venga a ser el lugar esencial para recordar su extensa obra.

 Rafael de Cózar (Tetuán, 1951), era doctor en Filología Hispánica y catedrático de Literatura Española en la Universidad de Sevilla. Fue Presidente de la Sección Andaluza  de  la   Asociación Colegial de Escritores y Predidente de Honor de ACE-Andalucía. Traducido al francés, portugués, inglés, polaco, ruso, alemán e italiano. Fue miembro asesor del Centro Andaluz de las letras (Junta de Andalucía), y lo fue de la Comisión de Ayudas a la Edición de la Consejería de Cultura desde su creación, y colaborador semanal del programa El Público de Canal Sur radio. Ha sido Premio Vargas Llosa de Novela en 1996 con “El Corazón de los trapos”. Entre otras obras destacan: “El Motín de la Residencia”,   (novela, l978), Bocetos de los sueños. (Relatos, en 2001) y los poemarios: “Entre Chinatown y River Side”:  (New York (1987), “Ojos de uva” (1988),  “Con-cierto visual sentido” (Antología, 2006), “Piel Iluminada” (2008), “Los huecos de la memoria” (2011) y “Cronopoética” (2013).

No se me ocurre otra forma más emotiva y certera para recordar al hombre y al poeta comprometido siempre con el tiempo que le tocó vivir que acercarnos a su obra, al fuego –un incendio ha acabado con su vida- de la palabra, la que surge de los orígenes y va creciendo en el alma del poeta, la que ahonda en los silencios y pregona su luz por los confines del mundo, la que recorre las venas y es sangre en la voz del aire, la que cubre de amapolas los campos del mundo, esa que clama al Hombre que oficia de Hombre, nunca jamás acallada porque existirá por siempre impresa en el papel, en la memoria, en el tiempo, eternizada en las calles de todas las ciudades del planeta Tierra: «Entre Chinatown y River Side / los ángeles guardianes del subway / colectarán mis sueños esta noche / hasta el borde de la calle 42, / Theater district, / prostitutas iluminadas de neón / o el carro blindado de los turistas / en las húmedas sendas de Harlem, / salamandras de cartón ateridas / en la hoguera eléctrica de la ciudad sin fin, / aquel pequeño bar de Chinatown, / los vientres abiertos de las tiendas chinas / derramando las aceras,  Little Italy, / blancas corbatas de las familias / embutidas en extensas limousines, / un vino blanco vendido en español / con impuesto de inmigrante y la tristeza colgando de los labios...»; en los mares y ríos, los bosques y las montañas. El sueño es siempre un viaje hacia la Nada de la propia existencia y en él el poeta se aferra para seguir siendo: «Ya no espero esta noche que la nada / se reencuentre de nuevo con su dueño. / Si la vida, como dicen, es sueño, / tengo entonces perdida otra jornada. / En mi agenda me apunto las heridas / de las noches que llevo y que me quedan / aguardando las sombras del demonio. / Ya sabes que es inútil que lo pidas / pues los sueños que sueñas que te esperan / son los sueños de amor: este es tu insomnio».

La palabra siempre sobrevolando el sol, la luna, la soledad de la noche, los nombres y las cosas que sus labios pronunciaron con la emoción de su ser entero. Hace unos meses me llegaba su palabra de seda y agua en un texto que expresamente elaborara para una antología sobre el yacimiento arqueológico de Torreparedones, inédito, del que ahora y para esta ocasión luctuosa, en su recuerdo, reproduzco unos fragmentos: «Los montes grises abotonados de olivos,  el  cielo entreverado de nubes en aquel día lluvioso en que fuimos camino de la historia:  La torre de la vírgenes Nunilo y Alodia en la Pompeya andaluza. […]Estaba yo ensimismado en estas reflexiones cuando un aguacero vino a sacarme de golpe al mundo real: Nuestro guía, arqueólogo y responsable del recinto, nos confirma que no podremos realizar la visita del yacimiento por la lluvia, y que intentaría explicarnos con fotos, planos  y videos lo que fue antiguamente Torreparedones. Al volver a Baena, en el autobús, pensé en el maestro autor del “Cancionero” la primera de nuestras grandes antología poéticas. Me curé la decepción de Torreparedones a base de cancionero, un gran vino de la zona». Quizá sean estas palabras de las últimas que escribiera, tal vez no, lo cierto es que todas ellas en su voz pervivirán en la memoria y la historia de la literatura española para siempre.

Rafael de Cózar por José Antonio Santano





EL FUEGO EN LA PALABRA 
DE RAFAEL DE CÓZAR


Cuando disponía este espacio para el comentario y la reflexión de una singular obra poética de un poeta mallorquín, me llega la triste y desoladora noticia de la inesperada muerte del amigo, profesor de literatura, pintor, escritor y poeta andaluz Rafael de Cózar, propicia, como no podía ser de otra manera que, “Salón de lectura”, venga a ser el lugar esencial para recordar su extensa obra.

 Rafael de Cózar (Tetuán, 1951), era doctor en Filología Hispánica y catedrático de Literatura Española en la Universidad de Sevilla. Fue Presidente de la Sección Andaluza  de  la   Asociación Colegial de Escritores y Predidente de Honor de ACE-Andalucía. Traducido al francés, portugués, inglés, polaco, ruso, alemán e italiano. Fue miembro asesor del Centro Andaluz de las letras (Junta de Andalucía), y lo fue de la Comisión de Ayudas a la Edición de la Consejería de Cultura desde su creación, y colaborador semanal del programa El Público de Canal Sur radio. Ha sido Premio Vargas Llosa de Novela en 1996 con “El Corazón de los trapos”. Entre otras obras destacan: “El Motín de la Residencia”,   (novela, l978), Bocetos de los sueños. (Relatos, en 2001) y los poemarios: “Entre Chinatown y River Side”:  (New York (1987), “Ojos de uva” (1988),  “Con-cierto visual sentido” (Antología, 2006), “Piel Iluminada” (2008), “Los huecos de la memoria” (2011) y “Cronopoética” (2013).

No se me ocurre otra forma más emotiva y certera para recordar al hombre y al poeta comprometido siempre con el tiempo que le tocó vivir que acercarnos a su obra, al fuego –un incendio ha acabado con su vida- de la palabra, la que surge de los orígenes y va creciendo en el alma del poeta, la que ahonda en los silencios y pregona su luz por los confines del mundo, la que recorre las venas y es sangre en la voz del aire, la que cubre de amapolas los campos del mundo, esa que clama al Hombre que oficia de Hombre, nunca jamás acallada porque existirá por siempre impresa en el papel, en la memoria, en el tiempo, eternizada en las calles de todas las ciudades del planeta Tierra: « Entre Chinatown y River Side / los ángeles guardianes del subway / colectarán mis sueños esta noche / hasta el borde de la calle 42, / Theater district, / prostitutas iluminadas de neón / o el carro blindado de los turistas / en las húmedas sendas de Harlem, / salamandras de cartón ateridas / en la hoguera eléctrica de la ciudad sin fin, / aquel pequeño bar de Chinatown, / los vientres abiertos de las tiendas chinas / derramando las aceras,  Little Italy, / blancas corbatas de las familias / embutidas en extensas limousines, / un vino blanco vendido en español / con impuesto de inmigrante y la tristeza colgando de los labios...»; en los mares y ríos, los bosques y las montañas. El sueño es siempre un viaje hacia la Nada de la propia existencia y en él el poeta se aferra para seguir siendo: «Ya no espero esta noche que la nada / se reencuentre de nuevo con su dueño. / Si la vida, como dicen, es sueño, / tengo entonces perdida otra jornada. / En mi agenda me apunto las heridas / de las noches que llevo y que me quedan / aguardando las sombras del demonio. / Ya sabes que es inútil que lo pidas / pues los sueños que sueñas que te esperan / son los sueños de amor: este es tu insomnio».

La palabra siempre sobrevolando el sol, la luna, la soledad de la noche, los nombres y las cosas que sus labios pronunciaron con la emoción de su ser entero. Hace unos meses me llegaba su palabra de seda y agua en un texto que expresamente elaborara para una antología sobre el yacimiento arqueológico de Torreparedones, inédito, del que ahora y para esta ocasión luctuosa, en su recuerdo, reproduzco unos fragmentos: «Los montes grises abotonados de olivos,  el  cielo entreverado de nubes en aquel día lluvioso en que fuimos camino de la historia:  La torre de la vírgenes Nunilo y Alodia en la Pompeya andaluza. […]Estaba yo ensimismado en estas reflexiones cuando un aguacero vino a sacarme de golpe al mundo real: Nuestro guía, arqueólogo y responsable del recinto, nos confirma que no podremos realizar la visita del yacimiento por la lluvia, y que intentaría explicarnos con fotos, planos  y videos lo que fue antiguamente Torreparedones. Al volver a Baena, en el autobús, pensé en el maestro autor del “Cancionero” la primera de nuestras grandes antología poéticas. Me curé la decepción de Torreparedones a base de cancionero, un gran vino de la zona». Quizá sean estas palabras de las últimas que escribiera, tal vez no, lo cierto es que todas ellas en su voz pervivirán en la memoria y la historia de la literatura española para siempre.

Rafael de Cózar. Salón de lectura





EL FUEGO EN LA PALABRA 
DE RAFAEL DE CÓZAR


Cuando disponía este espacio para el comentario y la reflexión de una singular obra poética de un poeta mallorquín, me llega la triste y desoladora noticia de la inesperada muerte del amigo, profesor de literatura, pintor, escritor y poeta andaluz Rafael de Cózar, propicia, como no podía ser de otra manera que, “Salón de lectura”, venga a ser el lugar esencial para recordar su extensa obra.

 Rafael de Cózar (Tetuán, 1951), era doctor en Filología Hispánica y catedrático de Literatura Española en la Universidad de Sevilla. Fue Presidente de la Sección Andaluza  de  la   Asociación Colegial de Escritores y Predidente de Honor de ACE-Andalucía. Traducido al francés, portugués, inglés, polaco, ruso, alemán e italiano. Fue miembro asesor del Centro Andaluz de las letras (Junta de Andalucía), y lo fue de la Comisión de Ayudas a la Edición de la Consejería de Cultura desde su creación, y colaborador semanal del programa El Público de Canal Sur radio. Ha sido Premio Vargas Llosa de Novela en 1996 con “El Corazón de los trapos”. Entre otras obras destacan: “El Motín de la Residencia”,   (novela, l978), Bocetos de los sueños. (Relatos, en 2001) y los poemarios: “Entre Chinatown y River Side”:  (New York (1987), “Ojos de uva” (1988),  “Con-cierto visual sentido” (Antología, 2006), “Piel Iluminada” (2008), “Los huecos de la memoria” (2011) y “Cronopoética” (2013).

No se me ocurre otra forma más emotiva y certera para recordar al hombre y al poeta comprometido siempre con el tiempo que le tocó vivir que acercarnos a su obra, al fuego –un incendio ha acabado con su vida- de la palabra, la que surge de los orígenes y va creciendo en el alma del poeta, la que ahonda en los silencios y pregona su luz por los confines del mundo, la que recorre las venas y es sangre en la voz del aire, la que cubre de amapolas los campos del mundo, esa que clama al Hombre que oficia de Hombre, nunca jamás acallada porque existirá por siempre impresa en el papel, en la memoria, en el tiempo, eternizada en las calles de todas las ciudades del planeta Tierra: «Entre Chinatown y River Side / los ángeles guardianes del subway / colectarán mis sueños esta noche / hasta el borde de la calle 42, / Theater district, / prostitutas iluminadas de neón / o el carro blindado de los turistas / en las húmedas sendas de Harlem, / salamandras de cartón ateridas / en la hoguera eléctrica de la ciudad sin fin, / aquel pequeño bar de Chinatown, / los vientres abiertos de las tiendas chinas / derramando las aceras,  Little Italy, / blancas corbatas de las familias / embutidas en extensas limousines, / un vino blanco vendido en español / con impuesto de inmigrante y la tristeza colgando de los labios...»; en los mares y ríos, los bosques y las montañas. El sueño es siempre un viaje hacia la Nada de la propia existencia y en él el poeta se aferra para seguir siendo: «Ya no espero esta noche que la nada / se reencuentre de nuevo con su dueño. / Si la vida, como dicen, es sueño, / tengo entonces perdida otra jornada. / En mi agenda me apunto las heridas / de las noches que llevo y que me quedan / aguardando las sombras del demonio. / Ya sabes que es inútil que lo pidas / pues los sueños que sueñas que te esperan / son los sueños de amor: este es tu insomnio».

La palabra siempre sobrevolando el sol, la luna, la soledad de la noche, los nombres y las cosas que sus labios pronunciaron con la emoción de su ser entero. Hace unos meses me llegaba su palabra de seda y agua en un texto que expresamente elaborara para una antología sobre el yacimiento arqueológico de Torreparedones, inédito, del que ahora y para esta ocasión luctuosa, en su recuerdo, reproduzco unos fragmentos: «Los montes grises abotonados de olivos,  el  cielo entreverado de nubes en aquel día lluvioso en que fuimos camino de la historia:  La torre de la vírgenes Nunilo y Alodia en la Pompeya andaluza. […]Estaba yo ensimismado en estas reflexiones cuando un aguacero vino a sacarme de golpe al mundo real: Nuestro guía, arqueólogo y responsable del recinto, nos confirma que no podremos realizar la visita del yacimiento por la lluvia, y que intentaría explicarnos con fotos, planos  y videos lo que fue antiguamente Torreparedones. Al volver a Baena, en el autobús, pensé en el maestro autor del “Cancionero” la primera de nuestras grandes antología poéticas. Me curé la decepción de Torreparedones a base de cancionero, un gran vino de la zona». Quizá sean estas palabras de las últimas que escribiera, tal vez no, lo cierto es que todas ellas en su voz pervivirán en la memoria y la historia de la literatura española para siempre.

13.- Dime Palabra. María Ángeles Lonardi

Dime Palabra


Dime palabra ¿de dónde vienes o a dónde vas?
¿Desde dónde reiteras vigilias y lunas?
Eres como una querencia.
De pronto se doblan las aventuras
y se subyugan inquietas experiencias
 rendidas ante ti.
¿Tengo algo que ver contigo?
¿Tenemos algo pendiente?
¿Te has parado en mi ventana
a preguntar por mí o te ha llamado la curiosidad?
No disimules…
Tengo la sensación de que tu locura
no va conmigo y sin embargo, conmigo juegas.
No me equivoco cuando evoco
momentos de lucidez…
Al menos, puedes quedarte esta tarde
a tomar unos mates conmigo, en la cocina,
desenhebrando juntas la madeja de la vida.
Pero no te vayas, no huyas de mí tan de prisa.
En la precariedad del silencio
sólo me escucho a mi misma…
Algún día podré retenerte
y seré feliz
y será el poema
en el umbral de una sonrisa.

                                      Abril 2012

Poesía y compromiso. José Antonio Santano

ESTACIÓN SUR_____________
_________________José Antonio Santano


POESÍA Y COMPROMISO

    Acaba de ver la luz pública la antología “Humanismo solidario. Poesía y compromiso en la sociedad contemporánea”, al cuidado de la prestigiosa editorial “Visor”, con estudio preliminar de la profesora de la Universidad de Granada (España), Remedios Sánchez y la selección de poemas de Marina Bianchi, de la Universidad de Bérgamo (Italia). Es ésta la primera antología que nos acerca al movimiento o corriente denominada “Humanismo Solidario”, que nace concretamente en Andalucía, allá por el mes de febrero de 2013, cuyo grupo fundacional está integrado por los poetas Manuel Gahete, Francisco Morales Lomas, José Antonio Santano, José Sarria y Alberto Torés, el narrador Fracisco Huelva y Remedios Sánchez, profesora e investigadora de la Universidad de Granada. Ya en el estudio preliminar es definido el “Humanismo Solidario” como «una corriente crítica e intelectual de personas libres que, desde la heterodoxia estética, asumen el uso de la palabra como obligación social bajo los irrenunciables principios del compromiso y el comportamiento ético, sin estar sometidos a ideología, filosofía, política o religión alguna». La clave, consecuentemente, de este movimiento o corriente, no es otra que la libertad de pensamiento tanto en su sentido estético como ético. Precisamente esta antología, primera publicación colectiva de esta corriente, es la muestra fehaciente de lo expresado con anterioridad. Un total de 49 poetas de reconocido prestigio en España (Raquel Lanseros, Luis García Montero, Juan Carlos Mestre, Benjamín Prado, Javier Salvago, Fernando Valverde, Isla Correyero o Julia Otxoa, entre otros), Hispanoamérica (Alí Calderón, Efraín Bartolomé, Jorge Galán, Eduardo Chirinos o Andrea Cote) y del Magreb (Mohammed Doggui, Abderramán el Fathi, Khédija Gadhoum  o Fátima Galia) constituyen ese aval necesario de toda publicación, hombres y mujeres que desde la estética más variada comprenden y hacen suyo el compromiso de desprenderse del “yo” para fundirse al “otro” para ser el “otro”, en toda su esencia. Cada una de esas voces nos invita a formar parte de esa gran familia que es el género humano, porque en los momentos actuales de crisis socioeconómica es cuando se hace más necesario, imprescindible un nuevo Renacimiento, donde el Hombre vuelva a ser el centro del universo. Esta antología poética refleja, precisamente, ese sentimiento de universalidad, de fraternidad y solidaridad humanas, donde la palabra es y pretende ser por y para  siempre la única arma capaz de cambiar el mundo.






Poesía y compromiso. José Antonio Santano

ESTACIÓN SUR_____________
_________________José Antonio Santano


POESÍA Y COMPROMISO

    Acaba de ver la luz pública la antología “Humanismo solidario. Poesía y compromiso en la sociedad contemporánea”, al cuidado de la prestigiosa editorial “Visor”, con estudio preliminar de la profesora de la Universidad de Granada (España), Remedios Sánchez y la selección de poemas de Marina Bianchi, de la Universidad de Bérgamo (Italia). Es ésta la primera antología que nos acerca al movimiento o corriente denominada “Humanismo Solidario”, que nace concretamente en Andalucía, allá por el mes de febrero de 2013, cuyo grupo fundacional está integrado por los poetas Manuel Gahete, Francisco Morales Lomas, José Antonio Santano, José Sarria y Alberto Torés, el narrador Fracisco Huelva y Remedios Sánchez, profesora e investigadora de la Universidad de Granada. Ya en el estudio preliminar es definido el “Humanismo Solidario” como «una corriente crítica e intelectual de personas libres que, desde la heterodoxia estética, asumen el uso de la palabra como obligación social bajo los irrenunciables principios del compromiso y el comportamiento ético, sin estar sometidos a ideología, filosofía, política o religión alguna». La clave, consecuentemente, de este movimiento o corriente, no es otra que la libertad de pensamiento tanto en su sentido estético como ético. Precisamente esta antología, primera publicación colectiva de esta corriente, es la muestra fehaciente de lo expresado con anterioridad. Un total de 49 poetas de reconocido prestigio en España (Raquel Lanseros, Luis García Montero, Juan Carlos Mestre, Benjamín Prado, Javier Salvago, Fernando Valverde, Isla Correyero o Julia Otxoa, entre otros), Hispanoamérica (Alí Calderón, Efraín Bartolomé, Jorge Galán, Eduardo Chirinos o Andrea Cote) y del Magreb (Mohammed Doggui, Abderramán el Fathi, Khédija Gadhoum  o Fátima Galia) constituyen ese aval necesario de toda publicación, hombres y mujeres que desde la estética más variada comprenden y hacen suyo el compromiso de desprenderse del “yo” para fundirse al “otro” para ser el “otro”, en toda su esencia. Cada una de esas voces nos invita a formar parte de esa gran familia que es el género humano, porque en los momentos actuales de crisis socioeconómica es cuando se hace más necesario, imprescindible un nuevo Renacimiento, donde el Hombre vuelva a ser el centro del universo. Esta antología poética refleja, precisamente, ese sentimiento de universalidad, de fraternidad y solidaridad humanas, donde la palabra es y pretende ser por y para  siempre la única arma capaz de cambiar el mundo.






Poesía y compromiso. Estación Sur



POESÍA Y COMPROMISO

    Acaba de ver la luz pública la antología “Humanismo solidario. Poesía y compromiso en la sociedad contemporánea”, al cuidado de la prestigiosa editorial “Visor”, con estudio preliminar de la profesora de la Universidad de Granada (España), Remedios Sánchez y la selección de poemas de Marina Bianchi, de la Universidad de Bérgamo (Italia). Es ésta la primera antología que nos acerca al movimiento o corriente denominada “Humanismo Solidario”, que nace concretamente en Andalucía, allá por el mes de febrero de 2013, cuyo grupo fundacional está integrado por los poetas Manuel Gahete, Francisco Morales Lomas, José Antonio Santano, José Sarria y Alberto Torés, el narrador Fracisco Huelva y Remedios Sánchez, profesora e investigadora de la Universidad de Granada. Ya en el estudio preliminar es definido el “Humanismo Solidario” como «una corriente crítica e intelectual de personas libres que, desde la heterodoxia estética, asumen el uso de la palabra como obligación social bajo los irrenunciables principios del compromiso y el comportamiento ético, sin estar sometidos a ideología, filosofía, política o religión alguna». La clave, consecuentemente, de este movimiento o corriente, no es otra que la libertad de pensamiento tanto en su sentido estético como ético. Precisamente esta antología, primera publicación colectiva de esta corriente, es la muestra fehaciente de lo expresado con anterioridad. Un total de 49 poetas de reconocido prestigio en España (Raquel Lanseros, Luis García Montero, Juan Carlos Mestre, Benjamín Prado, Javier Salvago, Fernando Valverde, Isla Correyero o Julia Otxoa, entre otros), Hispanoamérica (Alí Calderón, Efraín Bartolomé, Jorge Galán, Eduardo Chirinos o Andrea Cote) y del Magreb (Mohammed Doggui, Abderramán el Fathi, Khédija Gadhoum  o Fátima Galia) constituyen ese aval necesario de toda publicación, hombres y mujeres que desde la estética más variada comprenden y hacen suyo el compromiso de desprenderse del “yo” para fundirse al “otro” para ser el “otro”, en toda su esencia. Cada una de esas voces nos invita a formar parte de esa gran familia que es el género humano, porque en los momentos actuales de crisis socioeconómica es cuando se hace más necesario, imprescindible un nuevo Renacimiento, donde el Hombre vuelva a ser el centro del universo. Esta antología poética refleja, precisamente, ese sentimiento de universalidad, de fraternidad y solidaridad humanas, donde la palabra es y pretende ser por y para  siempre la única arma capaz de cambiar el mundo.

Antonio García Vargas. Epífora Metra

EPÍFORA METRA
(a Al-MAriyya)

Quedarán solo doce de los antiguos versos
cual pulsante residuo que prófugo se inmola.
¿Hubo acaso una noche donde escanciar las jarchas?
¡Hubo, sí, una noche, tal no habrá noche alguna!

No vendrán nunca más las sangrantes espadas
a fornicar vigilias ni corpóreos dones,
ni a perforar las puertas o a violar alcazabas.

¿Hubo acaso un después?
¡No preguntes, zagala!

¿Una jarcha, un Bagdad, donde posar desnudos?
¡Cállate ya, mujer!

La playa se hace espejo, el puerto caracola,
el olor de la pólvora una hidra de escamas
que asaetando el aire se zambulle en el alba.

Lloran las axabebas. Sus lúgubres sonidos
entierran las moaxajas en los zocos
de mi arena quemada.

Un cierto olor a piel desollaba la noche, gritándonos:
¡Rompeos ya, malditos!
¡Abrid de par en par las puertas de al-Mariyya!

La runa muta en versos.
Solo doce.
¡Ay!
¡Y apócrifos!









7.- Invierno, María Ángeles Lonardi

INVIERNO


Ha venido
corriendo detrás del soplo
enfurecido del viento,
que arrastró las hojas secas del otoño.
Ha venido y se ha derramado
como un manto de escarcha
congelando las ganas
y la ilusión.
Ha venido hasta mí…
Ha flirteado con el aire
y se ha sentado a mi lado
para hacerme compañía
como quien pasa inadvertido
sin nada que hacer en esta tarde
pensé…
Ha venido para quedarse.
Ha venido
casi sin presentarse, como
un parpadeo repentino.
De pronto, lo vi encogerse de hombros
levantar el vuelo 
y encaramarse furtivamente
a una bufanda desprejuiciada
que enredada en un extraño abrigo
se deshilachaba, en una danza provocativa.
Y lo vi alejarse,
huir despavorido
sin embargo, siento que dejó su alma conmigo
en este helor de huesos
de frío invierno…clandestino.

El amigo de la luna menguante. Salón de lectura.


SALÓN DE LECTURA_
_______Por José Antonio Santano


EL AMIGO DE LA LUNA MENGUANTE

Se sabe que la fase que cierra el ciclo lunar es el de la luna menguante. Si nos atuviéramos a otros significados podríamos hablar de decrecimiento o de madurez, esa que hace posible tratar asuntos de honda sabiduría. Por eso quizá, el título de este poemario: “El amigo de la luna menguante”, cuyo autor no es otro que el gran poeta granadino Antonio Enrique, una de las voces más sugestivas de la poesía española contemporánea. ¿Qué nos quiere decir con este título el poeta, hacia qué lugar del cosmos desea que nos aventuremos en su compañía? Sin duda alguna, “El amigo de la luna menguante” es un poemario concebido desde el conocimiento y la sabiduría que el paso del tiempo ha ido acopiando en el hombre y el poeta, indistintamente, que es Antonio Enrique. De alguna manera ese ciclo vital de la luna (nacimiento y muerte) acontece también en las páginas de este poemario, en los textos que lo contienen. Ya desde el proemio se aprecia la consecuencia del haber vivido todas las soledades y silencios, de ser la nada misma, cuando el poeta se sabe casi abatido por el paso del tiempo, incluso hasta ver a Dios en los ojos de una perra: «Dios, el Todopoderoso, / no puede librar al hombre / de su inútil sufrimiento. / Ni a una perra de la maldad / de los seres humanos hechos / a su imagen y semejanza. / Por eso estaba triste Dios / en los ojos de una perra». Conocimiento, asombro y emoción en la voz del poeta, la palabra trascendida es luz y aire que habita el cosmos. El poeta es ahora “el amigo de la luna menguante”, el único ser capaz de desmembrarse en el silencio de la noche, de abismarse. En “Arco de las ardillas” plantea un diálogo continuo con la Naturalaza: árboles, nubes, pájaros, agua, tal milagro y explosión de vida: «El milagro de la creación / es lo instantáneo. Se acerca sobre mí y pasa. / Palpita su carne caliente. / El tiempo nace de la ceniza. / La luz, de la nostalgia del fuego. / Piaba casi humana», dice el poeta en el poema “Luz de enero”. En “Delicias de estío”, será el mar, el juego de los niños, el agua, y la mirada del poeta que observa y capta ese instante mágico, el reencuentro con la infancia, la vida misma en lo aparentemente intrascendente: «El mar también respira, / inspira, espira. / Su pecho huele a sal, / como las algas huelen a leche / y los peces a pájaros. / Un olor no es más que un estado febril. / El mar a estas horas / despierta. Quién supiera su olor, / cuando sueña».

En la tercera parte, “Viene gente”, las nubes, la nieve («Es un absoluto, el absoluto, la nieve. / Y es blanca, el absoluto de lo blanco»), diciembre («Qué quietud, diciembre. / El silencio es el de la tierra que duerme / y la luz perfila los árboles / con más suavidad»), el otoño en “madre naturaleza”, como único credo del poeta: «Gracias, Madre Naturaleza, […] Gracias por existir dentro y fuera de mí, / porque todo ser es de tu aliento / que está en los cielos y en la tierra / y en el agua, en la paz, en el silencio, / en el aire y en la sangre. / Gracias por morir y por vivir». Y en ese transcurrir del tiempo, el invierno en “Madre Tierra”, en el verde de clara resonancia lorquiana («Verde y el ruiseñor, / verde y las brisas, / verde el ópalo del cielo. / Huele a luz. / Y el caserío blanco / del pueblo a lo lejos», en la ciudad de Granada, cara y cruz, alborada y noche; lo existencial, el ser del ser: «Qué milagro yo / andando, respirando, mirando / en medio de tanta vida. / Qué vida tan buena ser, / solamente ser». En “El valle del Caracol” el poeta ahonda, interioriza, se pregunta y responde, filosofa, bucea en lo desconocido, es alma, puro misticismo en el poema “Mirando la salida del sol”: «Húndete en mí / y lléname de vida / cólmame de luz […] Húndete en mí, hiéndeme / mitad por mitad / para que aflore en mí el sol, / y sea como tú, incandescente», o cuando el “yo” se convierte en el “otro” y es entrega, alteridad al fin: «Amar es gravitar. Nunca estamos solos / porque un corazón y otro corazón / es un solo corazón / en el frío de la deriva sideral. […] Pero somos un solo corazón / esparcido por la galaxia. / Una sola constelación cada cuerpo / que se extiende por el infinito». Concluye el poeta Antonio Enrique con “Despedida en Isleta del Moro”. De vuelta al mar, al recuerdo de un tiempo pretérito, al fulgor de los blancos y azules de la paradisíaca Isleta del Moro: «La raíz del tiempo es el mar, / nosotros apenas uno de sus pálpitos. / Juega el niño-ola de Luis Rosales, / mientras Egea ríe y ríe sintiendo en la espuma / el vértigo que le queda por vivir. / Isleta del Moro, / donde el mar se ve llegar de lejos». Demuestra Antonio Enrique, una vez más, su sabiduría y madurez poética en este prodigioso poemario.
Título: El amigo de la luna menguante
Autor: Antonio Enrique
Edita: Carena (Barcelona, 2014)




1.- El amigo de la luna menguante. José Antonio Santano


SALÓN DE LECTURA_
_______Por José Antonio Santano


EL AMIGO DE LA LUNA MENGUANTE

Se sabe que la fase que cierra el ciclo lunar es el de la luna menguante. Si nos atuviéramos a otros significados podríamos hablar de decrecimiento o de madurez, esa que hace posible tratar asuntos de honda sabiduría. Por eso quizá, el título de este poemario: “El amigo de la luna menguante”, cuyo autor no es otro que el gran poeta granadino Antonio Enrique, una de las voces más sugestivas de la poesía española contemporánea. ¿Qué nos quiere decir con este título el poeta, hacia qué lugar del cosmos desea que nos aventuremos en su compañía? Sin duda alguna, “El amigo de la luna menguante” es un poemario concebido desde el conocimiento y la sabiduría que el paso del tiempo ha ido acopiando en el hombre y el poeta, indistintamente, que es Antonio Enrique. De alguna manera ese ciclo vital de la luna (nacimiento y muerte) acontece también en las páginas de este poemario, en los textos que lo contienen. Ya desde el proemio se aprecia la consecuencia del haber vivido todas las soledades y silencios, de ser la nada misma, cuando el poeta se sabe casi abatido por el paso del tiempo, incluso hasta ver a Dios en los ojos de una perra: «Dios, el Todopoderoso, / no puede librar al hombre / de su inútil sufrimiento. / Ni a una perra de la maldad / de los seres humanos hechos / a su imagen y semejanza. / Por eso estaba triste Dios / en los ojos de una perra». Conocimiento, asombro y emoción en la voz del poeta, la palabra trascendida es luz y aire que habita el cosmos. El poeta es ahora “el amigo de la luna menguante”, el único ser capaz de desmembrarse en el silencio de la noche, de abismarse. En “Arco de las ardillas” plantea un diálogo continuo con la Naturalaza: árboles, nubes, pájaros, agua, tal milagro y explosión de vida: «El milagro de la creación / es lo instantáneo. Se acerca sobre mí y pasa. / Palpita su carne caliente. / El tiempo nace de la ceniza. / La luz, de la nostalgia del fuego. / Piaba casi humana», dice el poeta en el poema “Luz de enero”. En “Delicias de estío”, será el mar, el juego de los niños, el agua, y la mirada del poeta que observa y capta ese instante mágico, el reencuentro con la infancia, la vida misma en lo aparentemente intrascendente: «El mar también respira, / inspira, espira. / Su pecho huele a sal, / como las algas huelen a leche / y los peces a pájaros. / Un olor no es más que un estado febril. / El mar a estas horas / despierta. Quién supiera su olor, / cuando sueña».

En la tercera parte, “Viene gente”, las nubes, la nieve («Es un absoluto, el absoluto, la nieve. / Y es blanca, el absoluto de lo blanco»), diciembre («Qué quietud, diciembre. / El silencio es el de la tierra que duerme / y la luz perfila los árboles / con más suavidad»), el otoño en “madre naturaleza”, como único credo del poeta: «Gracias, Madre Naturaleza, […] Gracias por existir dentro y fuera de mí, / porque todo ser es de tu aliento / que está en los cielos y en la tierra / y en el agua, en la paz, en el silencio, / en el aire y en la sangre. / Gracias por morir y por vivir». Y en ese transcurrir del tiempo, el invierno en “Madre Tierra”, en el verde de clara resonancia lorquiana («Verde y el ruiseñor, / verde y las brisas, / verde el ópalo del cielo. / Huele a luz. / Y el caserío blanco / del pueblo a lo lejos», en la ciudad de Granada, cara y cruz, alborada y noche; lo existencial, el ser del ser: «Qué milagro yo / andando, respirando, mirando / en medio de tanta vida. / Qué vida tan buena ser, / solamente ser». En “El valle del Caracol” el poeta ahonda, interioriza, se pregunta y responde, filosofa, bucea en lo desconocido, es alma, puro misticismo en el poema “Mirando la salida del sol”: «Húndete en mí / y lléname de vida / cólmame de luz […] Húndete en mí, hiéndeme / mitad por mitad / para que aflore en mí el sol, / y sea como tú, incandescente», o cuando el “yo” se convierte en el “otro” y es entrega, alteridad al fin: «Amar es gravitar. Nunca estamos solos / porque un corazón y otro corazón / es un solo corazón / en el frío de la deriva sideral. […] Pero somos un solo corazón / esparcido por la galaxia. / Una sola constelación cada cuerpo / que se extiende por el infinito». Concluye el poeta Antonio Enrique con “Despedida en Isleta del Moro”. De vuelta al mar, al recuerdo de un tiempo pretérito, al fulgor de los blancos y azules de la paradisíaca Isleta del Moro: «La raíz del tiempo es el mar, / nosotros apenas uno de sus pálpitos. / Juega el niño-ola de Luis Rosales, / mientras Egea ríe y ríe sintiendo en la espuma / el vértigo que le queda por vivir. / Isleta del Moro, / donde el mar se ve llegar de lejos». Demuestra Antonio Enrique, una vez más, su sabiduría y madurez poética en este prodigioso poemario.
Título: El amigo de la luna menguante
Autor: Antonio Enrique
Edita: Carena (Barcelona, 2014)




1.- El amigo de la luna menguante. José Antonio Santano


SALÓN DE LECTURA_
_______Por José Antonio Santano


EL AMIGO DE LA LUNA MENGUANTE

Se sabe que la fase que cierra el ciclo lunar es el de la luna menguante. Si nos atuviéramos a otros significados podríamos hablar de decrecimiento o de madurez, esa que hace posible tratar asuntos de honda sabiduría. Por eso quizá, el título de este poemario: “El amigo de la luna menguante”, cuyo autor no es otro que el gran poeta granadino Antonio Enrique, una de las voces más sugestivas de la poesía española contemporánea. ¿Qué nos quiere decir con este título el poeta, hacia qué lugar del cosmos desea que nos aventuremos en su compañía? Sin duda alguna, “El amigo de la luna menguante” es un poemario concebido desde el conocimiento y la sabiduría que el paso del tiempo ha ido acopiando en el hombre y el poeta, indistintamente, que es Antonio Enrique. De alguna manera ese ciclo vital de la luna (nacimiento y muerte) acontece también en las páginas de este poemario, en los textos que lo contienen. Ya desde el proemio se aprecia la consecuencia del haber vivido todas las soledades y silencios, de ser la nada misma, cuando el poeta se sabe casi abatido por el paso del tiempo, incluso hasta ver a Dios en los ojos de una perra: «Dios, el Todopoderoso, / no puede librar al hombre / de su inútil sufrimiento. / Ni a una perra de la maldad / de los seres humanos hechos / a su imagen y semejanza. / Por eso estaba triste Dios / en los ojos de una perra». Conocimiento, asombro y emoción en la voz del poeta, la palabra trascendida es luz y aire que habita el cosmos. El poeta es ahora “el amigo de la luna menguante”, el único ser capaz de desmembrarse en el silencio de la noche, de abismarse. En “Arco de las ardillas” plantea un diálogo continuo con la Naturalaza: árboles, nubes, pájaros, agua, tal milagro y explosión de vida: «El milagro de la creación / es lo instantáneo. Se acerca sobre mí y pasa. / Palpita su carne caliente. / El tiempo nace de la ceniza. / La luz, de la nostalgia del fuego. / Piaba casi humana», dice el poeta en el poema “Luz de enero”. En “Delicias de estío”, será el mar, el juego de los niños, el agua, y la mirada del poeta que observa y capta ese instante mágico, el reencuentro con la infancia, la vida misma en lo aparentemente intrascendente: «El mar también respira, / inspira, espira. / Su pecho huele a sal, / como las algas huelen a leche / y los peces a pájaros. / Un olor no es más que un estado febril. / El mar a estas horas / despierta. Quién supiera su olor, / cuando sueña».

En la tercera parte, “Viene gente”, las nubes, la nieve («Es un absoluto, el absoluto, la nieve. / Y es blanca, el absoluto de lo blanco»), diciembre («Qué quietud, diciembre. / El silencio es el de la tierra que duerme / y la luz perfila los árboles / con más suavidad»), el otoño en “madre naturaleza”, como único credo del poeta: «Gracias, Madre Naturaleza, […] Gracias por existir dentro y fuera de mí, / porque todo ser es de tu aliento / que está en los cielos y en la tierra / y en el agua, en la paz, en el silencio, / en el aire y en la sangre. / Gracias por morir y por vivir». Y en ese transcurrir del tiempo, el invierno en “Madre Tierra”, en el verde de clara resonancia lorquiana («Verde y el ruiseñor, / verde y las brisas, / verde el ópalo del cielo. / Huele a luz. / Y el caserío blanco / del pueblo a lo lejos», en la ciudad de Granada, cara y cruz, alborada y noche; lo existencial, el ser del ser: «Qué milagro yo / andando, respirando, mirando / en medio de tanta vida. / Qué vida tan buena ser, / solamente ser». En “El valle del Caracol” el poeta ahonda, interioriza, se pregunta y responde, filosofa, bucea en lo desconocido, es alma, puro misticismo en el poema “Mirando la salida del sol”: «Húndete en mí / y lléname de vida / cólmame de luz […] Húndete en mí, hiéndeme / mitad por mitad / para que aflore en mí el sol, / y sea como tú, incandescente», o cuando el “yo” se convierte en el “otro” y es entrega, alteridad al fin: «Amar es gravitar. Nunca estamos solos / porque un corazón y otro corazón / es un solo corazón / en el frío de la deriva sideral. […] Pero somos un solo corazón / esparcido por la galaxia. / Una sola constelación cada cuerpo / que se extiende por el infinito». Concluye el poeta Antonio Enrique con “Despedida en Isleta del Moro”. De vuelta al mar, al recuerdo de un tiempo pretérito, al fulgor de los blancos y azules de la paradisíaca Isleta del Moro: «La raíz del tiempo es el mar, / nosotros apenas uno de sus pálpitos. / Juega el niño-ola de Luis Rosales, / mientras Egea ríe y ríe sintiendo en la espuma / el vértigo que le queda por vivir. / Isleta del Moro, / donde el mar se ve llegar de lejos». Demuestra Antonio Enrique, una vez más, su sabiduría y madurez poética en este prodigioso poemario.
Título: El amigo de la luna menguante
Autor: Antonio Enrique
Edita: Carena (Barcelona, 2014)




2.- María Angeles Lonardi. El Cayuco

Mi trayectoria


María de los Ángeles Lonardi nació en Larroque, Provincia de Entre Ríos, Argentina en 1970.

Es Profesora y escritora. Desde 2002 se radicó en Almería España y continúa relacionada con las Letras.

  • Realizó varios Talleres Literarios en Entre Ríos y Buenos Aires.
  • Participó en Varios Encuentros de Escritores Nacionales e Internacionales y obtuvo sendos premios Literarios: "Por Una Memoria Viva de Madres de Plaza de Mayo, Certamen Internacional" 20 de Junio ​​"en Rosario, la Bienal de Poesía" Horacio Rega Molina "de La Plata, Concurso Nacional "Ayacucho 2001" en Buenos Aires, 1er Premio Poesía Asociación "Juan de Uceda", 2003 y 3er. Premio Concurso Creativo 2004 en Almería.
  • Fué Socia Fundadora de la Sección Gualeguaychú de la Sociedad Argentina de Escritores 
  • (SADE) en la Provincia de Entre Ríos.
  • En 1997 publicó su primer Libro de poemas "Amores" y en 2005 El Poemario "Entre  Calamidades y milagros" de la Colección Poeta Joaquín Gianuzzi / 10, Argentina.
  • Comparte varias Antologías publicadas en Argentina y en España, entre ellas: Antología de Cuento y Poesía del Grupo Literario Gente de Letras, Entre Ríos, Florilegio de S.A.D.E. Rosario, la Bienal de Poesía Horacio Rega Molina de La Plata y Antología Nuevas Voces Publicado por la Junta de Andalucía en España.
  • Integra El Cuaderno Nº 5 Nueva Literatura de Almería Editado por la Junta de Andalucía en 2003 junto a Paco Luis García Cuenca. 
  • Invitada Por El Centro Andaluz de las Letras formó parte del Ciclo "Tardes Con las Letras" 
  • enero 2004. La Presentación a cargo de la Delegada de Cultura Ma. Isabel Salinas y la escritora Pilar Quirosa Cheyrouze. Tuvo lugar en la Biblioteca Francisco Villaespesa de Almería.
  • Además ha Publicado en varios Diarios Revistas Literarias entre ellas: Transparencias, El candil, Tqplusart, Agora,etc. 
  • Ha participado en Recitales Poéticos, Encuentros y Jornadas LITERARIAS y ha colaborado en Presentaciones de Otros Autores.
  • Participó en las Jornadas Literarias organizadas por la Diputación de Almería. Colaboró ​​con La Asociación Levantisca en Carboneras presentando otros autores. Almería.  2005-2009. 
  • Es MIEMBRO del Instituto de Estudios Almerienses y COLABORA Activamente con el 
  • Departamento de Arte y Literatura.
  • Participó del I Encuentro Nacional de Escritores del Mediterráneo. Almería mayo de 2012.
  • Es miembro de la Asociación Cultural Celia Viñas de Almería y participa en sus Tertulias Literarias.
  • Participó en la Exposición de arte contemporáneo ARS VISIBILIS I y II enmarcadas en el Festival Internacional Miradas de Mujeres 2013 y 2014 a cargo de MECA (Mediterráneo 
  • Centro de Arte) representando a las mujeres poetas con la lectura de poemas de su autoría en el Museo Arqueológico de Almería.
  • Desarrolló un Taller Literario en el Instituto de Secundaria Cardenal Cisneros de Albox Abril de  2013.
  • Desarrolló un Taller Literario en el Colegio Público Virgen del Saliente de Albox Abril 2013.
  • Comparte con otros 183 autores, nacionales e internacionales, la edición del Libro homenaje a los Faros: de Mesa Roldán, de Cabo de Gata y de Roquetas de Mar; titulado “Lo demás es oscuridad” por sus 150 años y leyó su poema en la Presentación del libro el 24 de abril de 2013 en el Castillo de Santa Ana junto al Faro de Roquetas de Mar.
  • Fue Jurado del VII y del VIII Concurso de Cuentos Interculturales de Almería, promovido por el Área de Bienestar Social, Igualdad y Familia, editado por el Instituto de Estudios Almerienses y la Diputación de Almería.
  • Participó del III Encuentro Nacional de Escritores en el Homenaje a la escritora Pilar Quirosa- Cheyrouze y Muñoz.
  • Su libro “El jardín azul” forma parte del libro "Cuatro poetas" publicado en Noviembre de 2014 por el Instituto de Estudios Almerienses y la Diputación de Almería.
  • Libros inéditos: “Soles de nostalgia” y “Letras sobre papel”.
  • Libro de relatos cortos titulado "La cuadratura del círculo" en proceso. 
  • Gestiona y administra una página en facebock llamada “Letras sobre papel”  y posee un blog personal: letras-sobre-papel.blogspot.com.es

EL CAYUCO

La marea sube.

La marea tiene un color.
El cayuco me arrastra.
La marea arrastra el cayuco.
El cayuco es vida 
y vida yo soy.

El cayuco es huída
y huída yo soy.
Qué importa de dónde vengo
o a dónde voy…
El mar, la playa, las montañas
y más allá, el sol.
Primero la mano, después el abrazo,
luego el pan, el agua
y una pregunta obligada ¿Quién soy?
Me tiendes una mano
y  yo necesito las dos.
Tengo la piel en llagas,
el alma sedienta,
la mirada triste,
los sueños rotos,
quebrada la ilusión.
Me ves y te espantas.
He llegado a tierra, me socorres,
me espera un viaje
quizás sin retorno…
Qué importa de dónde vengo
o a dónde voy.
El cayuco me arrastra lejos.
El mar arrastra el cayuco.
El cayuco es vida
y vida yo soy.
La marea sube más de prisa.
La marea tiene color.
El cayuco me arrastra lejos.
Es cayuco es muerte, es miedo, es dolor.
Dejo todo en  la playa
y salgo corriendo…
Es alto el precio a pagar.
El cayuco es odisea, es viento, es mar…
Es la tabla balsa
del último intento
en la arena de los puntos suspensivos.


María  Ángeles Lonardi