Anibal García Rodríguez. Pequeños desnudos.





Con esta cita: «Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde», de uno de los grandes poetas de la Generación del 50, Jaime Gil de Biedma, se sirve el poeta almeriense Aníbal García para mostrarnos sus “Pequeños desnudos”, el libro que mereció ser Premio Andaluz “Villa de Peligros”, en su edición de 2013. Y de la vida trata este poemario, tal vez de esas pequeñas cosas, pero que no por ello dejan de ser importantes. La vida se nos escapa casi sin darnos cuenta, por eso el poeta siempre está vigilante, fija su mirada en lo profundo, en la hondura del tiempo para arrancarle la esencia misma del ser, como si se tratara de vivir intensa y dignamente hasta el último segundo. Está compuesto el libro por un total de dieciocho poemas de temática variada y en los cuales hallamos la influencia de otros poetas, como es el caso de Luis García Montero, Claudio Rodríguez, Joan Margarit o Ángel González, entre otros. Quizá la más predominante sea la de Luis García Montero, del que toma unos versos para iniciar el primero de los poemas que contiene el libro, de título “Que la vida te trate dignamente” y del que extraemos algunos versos: «Por si ya no nos vemos / que la vida te trate dignamente.  / Que un mar sin nombre bañe tus pupilas / en las noches de luna / y que todos los sueños, / uno a uno, / se te vayan cumpliendo». Es el deseo de vivir cada segundo como si fuera el último. Así nos recuerda ese instante del adiós definitivo al padre, en su particular elegía “Despedida”, que dedica a sus hermanos, donde puede vislumbrarse el fuego de la casa y los enseres que son recuerdos de lo vivido en la imagen del padre perpetuándose en los objetos, en las paredes, en todas y cada una de cosas que fueron un día parte de la vida: «Las paredes se quitan a jirones / la pintura marrón / para mostrar el blanco de su alma / y el verde de sus orlas / a los cinco herederos / que han llegado con él a mediodía / para decir adiós y recoger / las pertenencias últimas». Lo vivido como reclamo de la luz, de la verdad poética, las secuencias progresivas que la contienen, al igual que sucede con los fotogramas de las películas en color o en blanco y negro, y en la cual las descripciones conforman un submundo en la voz del poeta, como ocurre con el poema “1978”, que rememora los primeros días de la transición política española, vista con los ojos de la infancia: «Aquel año murieron / Blas de Otero y Santiago Bernabeu / y fue ratificada nuestra Constitución. / El miedo era un cuchillo que segaba las calles / detrás de las banderas, / pero soñaba el sol una luz diminuta / en los barrios obreros». En ella, la infancia, otra tierra, Cataluña, una madre que minaba sus ojos remendando trajes de payeses o un padre que transportaba turistas; la infancia en blanco y negro.
Pero también existe en el poeta un cierto, cabría decir, voyerismo poético, cuando quiere ver a través de las paredes cuanto sucede en otros hogares, o al menos, imaginarlo, en los vecinos del quinto piso,  del tercero o del ático, hasta despertar por los gritos de la mujer del cuarto: «Algunos han notado el terremoto / que hubo a las cuatro y media de la noche / y todos despertaron con los gritos / de la mujer del cuarto / después de recibir otra paliza. / Las calles, a pesar de su silencio, / lo saben hace años: / detrás de las paredes / las historias son siempre más reales». En “Pequeños desnudos” el poeta retrata la vida misma, lo cotidiano es expresión de la realidad trascendida, caso del poema “Soledad”: «Debo reconocer / que me gusta estar solo / en la quietud ardida de mi casa. […] Me gusta disfrutar la soledad.  / Porque la soledad lleva en su sombra / la desnudez del cuerpo que nos vive / sin aristas, / sin esquinas, / sin tiniebla, y nos ofrece la oportunidad /de conocernos a nosotros mismos». De la experiencia el poeta recibe el don de la palabra y con ella vuela hacia lugares emblemáticos, míticos, a ciudades que se exponen a ser diseccionadas en su semblanza tal es Granada, así el verso fluye por las calles del Albaicín o el Generalife, la Alhambra o el Paseo de los Tristes. La mirada del poeta se transforma entonces para mostrarnos la urbe y sus habitantes, a esos “pequeños desnudos” de la vida diaria que nos hacen, quizá, más humanos y solidarios, y en ese tránsito hacia las esencias se escribe el último poema “Diciembre”: «…quizá el próximo año / diciembre duela menos, / quizá nosotros, hijos de las luces, / nos sintamos distintos, quizá otro año diciembre amanezca con nieve / en todas las ciudades». Ánibal García ha mezclado en su alambique conocimiento, palabra y emoción, tres ingredientes imprescindibles para alcanzar esa pócima o brebaje mágico llamado poesía.    

Título: Pequeños desnudos
Autores: Aníbal García Rodríguez
            Editorial: Diputación de Granada (Granada, 2014)

Pequeños desnudos. Aníbal García Rodríguez





Con esta cita: «Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde», de uno de los grandes poetas de la Generación del 50, Jaime Gil de Biedma, se sirve el poeta almeriense Aníbal García para mostrarnos sus “Pequeños desnudos”, el libro que mereció ser Premio Andaluz “Villa de Peligros”, en su edición de 2013. Y de la vida trata este poemario, tal vez de esas pequeñas cosas, pero que no por ello dejan de ser importantes. La vida se nos escapa casi sin darnos cuenta, por eso el poeta siempre está vigilante, fija su mirada en lo profundo, en la hondura del tiempo para arrancarle la esencia misma del ser, como si se tratara de vivir intensa y dignamente hasta el último segundo. Está compuesto el libro por un total de dieciocho poemas de temática variada y en los cuales hallamos la influencia de otros poetas, como es el caso de Luis García Montero, Claudio Rodríguez, Joan Margarit o Ángel González, entre otros. Quizá la más predominante sea la de Luis García Montero, del que toma unos versos para iniciar el primero de los poemas que contiene el libro, de título “Que la vida te trate dignamente” y del que extraemos algunos versos: «Por si ya no nos vemos / que la vida te trate dignamente.  / Que un mar sin nombre bañe tus pupilas / en las noches de luna / y que todos los sueños, / uno a uno, / se te vayan cumpliendo». Es el deseo de vivir cada segundo como si fuera el último. Así nos recuerda ese instante del adiós definitivo al padre, en su particular elegía “Despedida”, que dedica a sus hermanos, donde puede vislumbrarse el fuego de la casa y los enseres que son recuerdos de lo vivido en la imagen del padre perpetuándose en los objetos, en las paredes, en todas y cada una de cosas que fueron un día parte de la vida: «Las paredes se quitan a jirones / la pintura marrón / para mostrar el blanco de su alma / y el verde de sus orlas / a los cinco herederos / que han llegado con él a mediodía / para decir adiós y recoger / las pertenencias últimas». Lo vivido como reclamo de la luz, de la verdad poética, las secuencias progresivas que la contienen, al igual que sucede con los fotogramas de las películas en color o en blanco y negro, y en la cual las descripciones conforman un submundo en la voz del poeta, como ocurre con el poema “1978”, que rememora los primeros días de la transición política española, vista con los ojos de la infancia: «Aquel año murieron / Blas de Otero y Santiago Bernabeu / y fue ratificada nuestra Constitución. / El miedo era un cuchillo que segaba las calles / detrás de las banderas, / pero soñaba el sol una luz diminuta / en los barrios obreros». En ella, la infancia, otra tierra, Cataluña, una madre que minaba sus ojos remendando trajes de payeses o un padre que transportaba turistas; la infancia en blanco y negro. Pero también existe en el poeta un cierto, cabría decir, voyerismo poético, cuando quiere ver a través de las paredes cuanto sucede en otros hogares, o al menos, imaginarlo, en los vecinos del quinto piso,  del tercero o del ático, hasta despertar por los gritos de la mujer del cuarto: «Algunos han notado el terremoto / que hubo a las cuatro y media de la noche / y todos despertaron con los gritos / de la mujer del cuarto / después de recibir otra paliza. / Las calles, a pesar de su silencio, / lo saben hace años: / detrás de las paredes / las historias son siempre más reales». En “Pequeños desnudos” el poeta retrata la vida misma, lo cotidiano es expresión de la realidad trascendida, caso del poema “Soledad”: «Debo reconocer / que me gusta estar solo / en la quietud ardida de mi casa. […] Me gusta disfrutar la soledad.  / Porque la soledad lleva en su sombra / la desnudez del cuerpo que nos vive / sin aristas, / sin esquinas, / sin tiniebla, y nos ofrece la oportunidad /de conocernos a nosotros mismos». De la experiencia el poeta recibe el don de la palabra y con ella vuela hacia lugares emblemáticos, míticos, a ciudades que se exponen a ser diseccionadas en su semblanza tal es Granada, así el verso fluye por las calles del Albaicín o el Generalife, la Alhambra o el Paseo de los Tristes.
La mirada del poeta se transforma entonces para mostrarnos la urbe y sus habitantes, a esos “pequeños desnudos” de la vida diaria que nos hacen, quizá, más humanos y solidarios, y en ese tránsito hacia las esencias se escribe el último poema “Diciembre”: «…quizá el próximo año / diciembre duela menos, / quizá nosotros, hijos de las luces, / nos sintamos distintos, quizá otro año diciembre amanezca con nieve / en todas las ciudades». Ánibal García ha mezclado en su alambique conocimiento, palabra y emoción, tres ingredientes imprescindibles para alcanzar esa pócima o brebaje mágico llamado poesía.    

Título: Pequeños desnudos
Autores: Aníbal García Rodríguez
            Editorial: Diputación de Granada (Granada, 2014) 
           

  

Pequeños desnudos. Aníbal García Rodríguez





Con esta cita: «Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde», de uno de los grandes poetas de la Generación del 50, Jaime Gil de Biedma, se sirve el poeta almeriense Aníbal García para mostrarnos sus “Pequeños desnudos”, el libro que mereció ser Premio Andaluz “Villa de Peligros”, en su edición de 2013. Y de la vida trata este poemario, tal vez de esas pequeñas cosas, pero que no por ello dejan de ser importantes. La vida se nos escapa casi sin darnos cuenta, por eso el poeta siempre está vigilante, fija su mirada en lo profundo, en la hondura del tiempo para arrancarle la esencia misma del ser, como si se tratara de vivir intensa y dignamente hasta el último segundo. Está compuesto el libro por un total de dieciocho poemas de temática variada y en los cuales hallamos la influencia de otros poetas, como es el caso de Luis García Montero, Claudio Rodríguez, Joan Margarit o Ángel González, entre otros. Quizá la más predominante sea la de Luis García Montero, del que toma unos versos para iniciar el primero de los poemas que contiene el libro, de título “Que la vida te trate dignamente” y del que extraemos algunos versos: «Por si ya no nos vemos / que la vida te trate dignamente.  / Que un mar sin nombre bañe tus pupilas / en las noches de luna / y que todos los sueños, / uno a uno, / se te vayan cumpliendo». Es el deseo de vivir cada segundo como si fuera el último. Así nos recuerda ese instante del adiós definitivo al padre, en su particular elegía “Despedida”, que dedica a sus hermanos, donde puede vislumbrarse el fuego de la casa y los enseres que son recuerdos de lo vivido en la imagen del padre perpetuándose en los objetos, en las paredes, en todas y cada una de cosas que fueron un día parte de la vida: «Las paredes se quitan a jirones / la pintura marrón / para mostrar el blanco de su alma / y el verde de sus orlas / a los cinco herederos / que han llegado con él a mediodía / para decir adiós y recoger / las pertenencias últimas». Lo vivido como reclamo de la luz, de la verdad poética, las secuencias progresivas que la contienen, al igual que sucede con los fotogramas de las películas en color o en blanco y negro, y en la cual las descripciones conforman un submundo en la voz del poeta, como ocurre con el poema “1978”, que rememora los primeros días de la transición política española, vista con los ojos de la infancia: «Aquel año murieron / Blas de Otero y Santiago Bernabeu / y fue ratificada nuestra Constitución. / El miedo era un cuchillo que segaba las calles / detrás de las banderas, / pero soñaba el sol una luz diminuta / en los barrios obreros». En ella, la infancia, otra tierra, Cataluña, una madre que minaba sus ojos remendando trajes de payeses o un padre que transportaba turistas; la infancia en blanco y negro. Pero también existe en el poeta un cierto, cabría decir, voyerismo poético, cuando quiere ver a través de las paredes cuanto sucede en otros hogares, o al menos, imaginarlo, en los vecinos del quinto piso,  del tercero o del ático, hasta despertar por los gritos de la mujer del cuarto: «Algunos han notado el terremoto / que hubo a las cuatro y media de la noche / y todos despertaron con los gritos / de la mujer del cuarto / después de recibir otra paliza. / Las calles, a pesar de su silencio, / lo saben hace años: / detrás de las paredes / las historias son siempre más reales». En “Pequeños desnudos” el poeta retrata la vida misma, lo cotidiano es expresión de la realidad trascendida, caso del poema “Soledad”: «Debo reconocer / que me gusta estar solo / en la quietud ardida de mi casa. […] Me gusta disfrutar la soledad.  / Porque la soledad lleva en su sombra / la desnudez del cuerpo que nos vive / sin aristas, / sin esquinas, / sin tiniebla, y nos ofrece la oportunidad /de conocernos a nosotros mismos». De la experiencia el poeta recibe el don de la palabra y con ella vuela hacia lugares emblemáticos, míticos, a ciudades que se exponen a ser diseccionadas en su semblanza tal es Granada, así el verso fluye por las calles del Albaicín o el Generalife, la Alhambra o el Paseo de los Tristes.
La mirada del poeta se transforma entonces para mostrarnos la urbe y sus habitantes, a esos “pequeños desnudos” de la vida diaria que nos hacen, quizá, más humanos y solidarios, y en ese tránsito hacia las esencias se escribe el último poema “Diciembre”: «…quizá el próximo año / diciembre duela menos, / quizá nosotros, hijos de las luces, / nos sintamos distintos, quizá otro año diciembre amanezca con nieve / en todas las ciudades». Ánibal García ha mezclado en su alambique conocimiento, palabra y emoción, tres ingredientes imprescindibles para alcanzar esa pócima o brebaje mágico llamado poesía.    

Título: Pequeños desnudos
Autores: Aníbal García Rodríguez
            Editorial: Diputación de Granada (Granada, 2014) 
           

  

José Antonio Santano analiza la obra "Eros en el espejo" de Pepe Criado y Antonio Carbonell.



EROS EN EL ESPEJO




El amor es un bien escaso, aunque pueda dar la sensación de todo lo contrario debido, fundamentalmente, a la frecuencia con la cual se pronuncia esa palabra. Existen aún demasiadas barreras y limitaciones para el amor pleno, ese que nace sin condiciones, el que se entrega al otro sin pedir nada a cambio, libre y libres el alma y la piel, dejando que los labios besen cada palmo de carne, el que es un solo cuerpo y espíritu, una sola voz y un único deseo, el mismo sueño repetido hasta la saciedad, perpetuándose en el tiempo, como si nada ni nadie existiera, solos los amantes y el leve y ardiente rumor de sus besos. Nada iguala ese momento que acelera el latido hasta alcanzar el éxtasis o la culminación del amor. Hallar la compenetración de los sentidos y el tacto de las sílabas sobre el amado, vaciarse en el otro hasta el paroxismo después del ciego resplandor de los cuerpos sobre el lecho, uno frente al otro, como si fuera el último segundo de vida. De este Amor, con mayúscula, trata el poemario “Eros en el espejo”, concebido y escrito por los poetas Pepe Criado y Antonio Carbonell en un acto de absoluta pasión, despojándose de toda vestidura para presentarse libres ante el mundo, libres ante el espejo, en un canto a dos voces único, que desvela la verdadera naturaleza del ser humano, esa que nace y crece del conocimiento y la tolerancia, también de la bondad y el amor. “Eros en el espejo” es una experiencia vivencial que nos acerca al amor pleno, íntegro, sentido como solo saben hacerlo los amantes, en la esplendente desnudez de los cuerpos y ante todos, mostrándosenos tal es, sin disfraces o artificios, sin engaño alguno. 

Y así leemos, precediendo al poema una cita de Valente,“Y yo lato en ti”: «Magmática quietud, / me desnudan, en la mañana, / tus olas. / A la tarde, / eres tú marejada, / pericia de oleaje / en mi soledad». El espejo refleja los cuerpos sobre el lecho y los amantes abismándose el uno en los ojos del otro, sintiéndose en la plenitud y en ese temblor indescriptible que sube y acaricia la piel. El poemario recuerda algunos versos del “Cancionero andalusí”, de Ibn Quzmān: «Bebe vino, besa a quien amas y deja reventar a los que te envidian», en alusión a esos advenedizos que nada entienden del amor porque nunca amaron. No hay frontera o muro insalvable cuando se trata del Amor. No existe fuerza capaz de destruirlo cuando está cimentado en la entrega absoluta y en la pasión; vuele hacia las más altas torres o descienda a la sima más oscura e impenetrable, de todos estos lances saldrá airoso. Y esto ocurre entre estos poetas y amantes que al unísono han bebido del Amor y la palabra, que han sentido en sus entrañas su sacudida y gemido, su luz cegadora:«Sí a los gemidos, / al compromiso de la tierra / en este hombre que me ama. / Sí al humano calor / en voluntad de luz / cuando mi amor por él / es sinrazón y bondad». La palabra precisa, la que es capaz de alterar el curso de los días y las noches amorosas, porque en ella habita el fuego que abrasa, que destierra la impostura para crear un universo nuevo y distinto, el de los amantes entregados a la vida: «Él se busca / y el espejo le llama él. / Él goza / y la piel le nombra él. / Él y él, apenas dos hombres que se aman». Nada exige el uno al otro, sólo la complicidad de los gestos y el silencio que recorre la estancia cuando cae la tarde, y en el aire el misterio, la mística de la palabra que vuelve a ser regalo en la soledad de la noche, cuando las manos ateridas buscándose se rozan y se enlazan, en la eternidad de la alcoba: «No pido nada, / su sombra y su luz, / la voz oceánica de la marea. / No pido nada, un sol y sus lunas, / la savia abundante. / No pido nada, sin temor en sus brazos / amo». 

Título: Eros en el espejo

Autores: Pepe Criado / Antonio Carbonell

Editorial: Arma Poética (Sevilla, 2014)
Del mar tenebroso y la oscuridad, de la ignominia y el odio, a la luz de la palabra hallada en la poesía desnuda y conmovedora de Antonio Carbonell y Pepe Criado en aras de la verdad –su verdad- amatoria, libres para el deleite, gozosos y puros. Sincero y bello a la vez este poemario escrito a cuatro manos, en esa búsqueda de otros mundos y otras percepciones que compartir con los demás, socializadora de la pasión y el vértigo amoroso: «Y póstrate para mí al galope, / enloquecido jinete / en la voracidad del vértigo». Ciertamente, y como dicen Mar Verdejo y Sensi Falán en el prólogo “somos testigos de la declaración más pura de Amor, siendo el Amor el fundamento de la existencia, quedando los amantes al amor consagrados y Eros en el Espejo”, una obra alentadora, sensual y valiente, que nos descubre otras maneras de vivir y entender el mundo, desde una perspectiva conceptual de la poesía como sustancia sanadora. Un encuentro necesario en un tiempo en el que la libertad se halla continuamente amenazada.

José Antonio Santano analiza la obra "Eros en el espejo" de Pepe Criado y Antonio Carbonell.



EROS EN EL ESPEJO




El amor es un bien escaso, aunque pueda dar la sensación de todo lo contrario debido, fundamentalmente, a la frecuencia con la cual se pronuncia esa palabra. Existen aún demasiadas barreras y limitaciones para el amor pleno, ese que nace sin condiciones, el que se entrega al otro sin pedir nada a cambio, libre y libres el alma y la piel, dejando que los labios besen cada palmo de carne, el que es un solo cuerpo y espíritu, una sola voz y un único deseo, el mismo sueño repetido hasta la saciedad, perpetuándose en el tiempo, como si nada ni nadie existiera, solos los amantes y el leve y ardiente rumor de sus besos. Nada iguala ese momento que acelera el latido hasta alcanzar el éxtasis o la culminación del amor. Hallar la compenetración de los sentidos y el tacto de las sílabas sobre el amado, vaciarse en el otro hasta el paroxismo después del ciego resplandor de los cuerpos sobre el lecho, uno frente al otro, como si fuera el último segundo de vida. De este Amor, con mayúscula, trata el poemario “Eros en el espejo”, concebido y escrito por los poetas Pepe Criado y Antonio Carbonell en un acto de absoluta pasión, despojándose de toda vestidura para presentarse libres ante el mundo, libres ante el espejo, en un canto a dos voces único, que desvela la verdadera naturaleza del ser humano, esa que nace y crece del conocimiento y la tolerancia, también de la bondad y el amor. “Eros en el espejo” es una experiencia vivencial que nos acerca al amor pleno, íntegro, sentido como solo saben hacerlo los amantes, en la esplendente desnudez de los cuerpos y ante todos, mostrándosenos tal es, sin disfraces o artificios, sin engaño alguno. 

Y así leemos, precediendo al poema una cita de Valente,“Y yo lato en ti”: «Magmática quietud, / me desnudan, en la mañana, / tus olas. / A la tarde, / eres tú marejada, / pericia de oleaje / en mi soledad». El espejo refleja los cuerpos sobre el lecho y los amantes abismándose el uno en los ojos del otro, sintiéndose en la plenitud y en ese temblor indescriptible que sube y acaricia la piel. El poemario recuerda algunos versos del “Cancionero andalusí”, de Ibn Quzmān: «Bebe vino, besa a quien amas y deja reventar a los que te envidian», en alusión a esos advenedizos que nada entienden del amor porque nunca amaron. No hay frontera o muro insalvable cuando se trata del Amor. No existe fuerza capaz de destruirlo cuando está cimentado en la entrega absoluta y en la pasión; vuele hacia las más altas torres o descienda a la sima más oscura e impenetrable, de todos estos lances saldrá airoso. Y esto ocurre entre estos poetas y amantes que al unísono han bebido del Amor y la palabra, que han sentido en sus entrañas su sacudida y gemido, su luz cegadora:«Sí a los gemidos, / al compromiso de la tierra / en este hombre que me ama. / Sí al humano calor / en voluntad de luz / cuando mi amor por él / es sinrazón y bondad». La palabra precisa, la que es capaz de alterar el curso de los días y las noches amorosas, porque en ella habita el fuego que abrasa, que destierra la impostura para crear un universo nuevo y distinto, el de los amantes entregados a la vida: «Él se busca / y el espejo le llama él. / Él goza / y la piel le nombra él. / Él y él, apenas dos hombres que se aman». Nada exige el uno al otro, sólo la complicidad de los gestos y el silencio que recorre la estancia cuando cae la tarde, y en el aire el misterio, la mística de la palabra que vuelve a ser regalo en la soledad de la noche, cuando las manos ateridas buscándose se rozan y se enlazan, en la eternidad de la alcoba: «No pido nada, / su sombra y su luz, / la voz oceánica de la marea. / No pido nada, un sol y sus lunas, / la savia abundante. / No pido nada, sin temor en sus brazos / amo». 

Título: Eros en el espejo

Autores: Pepe Criado / Antonio Carbonell

Editorial: Arma Poética (Sevilla, 2014)
Del mar tenebroso y la oscuridad, de la ignominia y el odio, a la luz de la palabra hallada en la poesía desnuda y conmovedora de Antonio Carbonell y Pepe Criado en aras de la verdad –su verdad- amatoria, libres para el deleite, gozosos y puros. Sincero y bello a la vez este poemario escrito a cuatro manos, en esa búsqueda de otros mundos y otras percepciones que compartir con los demás, socializadora de la pasión y el vértigo amoroso: «Y póstrate para mí al galope, / enloquecido jinete / en la voracidad del vértigo». Ciertamente, y como dicen Mar Verdejo y Sensi Falán en el prólogo “somos testigos de la declaración más pura de Amor, siendo el Amor el fundamento de la existencia, quedando los amantes al amor consagrados y Eros en el Espejo”, una obra alentadora, sensual y valiente, que nos descubre otras maneras de vivir y entender el mundo, desde una perspectiva conceptual de la poesía como sustancia sanadora. Un encuentro necesario en un tiempo en el que la libertad se halla continuamente amenazada.

Eros en el espejo. Salón de lectura.



EROS EN EL ESPEJO




El amor es un bien escaso, aunque pueda dar la sensación de todo lo contrario debido, fundamentalmente, a la frecuencia con la cual se pronuncia esa palabra. Existen aún demasiadas barreras y limitaciones para el amor pleno, ese que nace sin condiciones, el que se entrega al otro sin pedir nada a cambio, libre y libres el alma y la piel, dejando que los labios besen cada palmo de carne, el que es un solo cuerpo y espíritu, una sola voz y un único deseo, el mismo sueño repetido hasta la saciedad, perpetuándose en el tiempo, como si nada ni nadie existiera, solos los amantes y el leve y ardiente rumor de sus besos. Nada iguala ese momento que acelera el latido hasta alcanzar el éxtasis o la culminación del amor. Hallar la compenetración de los sentidos y el tacto de las sílabas sobre el amado, vaciarse en el otro hasta el paroxismo después del ciego resplandor de los cuerpos sobre el lecho, uno frente al otro, como si fuera el último segundo de vida. De este Amor, con mayúscula, trata el poemario “Eros en el espejo”, concebido y escrito por los poetas Pepe Criado y Antonio Carbonell en un acto de absoluta pasión, despojándose de toda vestidura para presentarse libres ante el mundo, libres ante el espejo, en un canto a dos voces único, que desvela la verdadera naturaleza del ser humano, esa que nace y crece del conocimiento y la tolerancia, también de la bondad y el amor. “Eros en el espejo” es una experiencia vivencial que nos acerca al amor pleno, íntegro, sentido como solo saben hacerlo los amantes, en la esplendente desnudez de los cuerpos y ante todos, mostrándosenos tal es, sin disfraces o artificios, sin engaño alguno. 
EROS EN EL ESPEJO.- PEPE CRIADO Y ANTONIO CARBONELL  




Y así leemos, precediendo al poema una cita de Valente,“Y yo lato en ti”: «Magmática quietud, / me desnudan, en la mañana, / tus olas. / A la tarde, / eres tú marejada, / pericia de oleaje / en mi soledad». El espejo refleja los cuerpos sobre el lecho y los amantes abismándose el uno en los ojos del otro, sintiéndose en la plenitud y en ese temblor indescriptible que sube y acaricia la piel. El poemario recuerda algunos versos del “Cancionero andalusí”, de Ibn Quzmān: «Bebe vino, besa a quien amas y deja reventar a los que te envidian», en alusión a esos advenedizos que nada entienden del amor porque nunca amaron. No hay frontera o muro insalvable cuando se trata del Amor. No existe fuerza capaz de destruirlo cuando está cimentado en la entrega absoluta y en la pasión; vuele hacia las más altas torres o descienda a la sima más oscura e impenetrable, de todos estos lances saldrá airoso. Y esto ocurre entre estos poetas y amantes que al unísono han bebido del Amor y la palabra, que han sentido en sus entrañas su sacudida y gemido, su luz cegadora:«Sí a los gemidos, / al compromiso de la tierra / en este hombre que me ama. / Sí al humano calor / en voluntad de luz / cuando mi amor por él / es sinrazón y bondad». La palabra precisa, la que es capaz de alterar el curso de los días y las noches amorosas, porque en ella habita el fuego que abrasa, que destierra la impostura para crear un universo nuevo y distinto, el de los amantes entregados a la vida: «Él se busca / y el espejo le llama él. / Él goza / y la piel le nombra él. / Él y él, apenas dos hombres que se aman». Nada exige el uno al otro, sólo la complicidad de los gestos y el silencio que recorre la estancia cuando cae la tarde, y en el aire el misterio, la mística de la palabra que vuelve a ser regalo en la soledad de la noche, cuando las manos ateridas buscándose se rozan y se enlazan, en la eternidad de la alcoba: «No pido nada, / su sombra y su luz, / la voz oceánica de la marea. / No pido nada, un sol y sus lunas, / la savia abundante. / No pido nada, sin temor en sus brazos / amo». 

Título: Eros en el espejo

Autores: Pepe Criado / Antonio Carbonell

Editorial: Arma Poética (Sevilla, 2014)
Del mar tenebroso y la oscuridad, de la ignominia y el odio, a la luz de la palabra hallada en la poesía desnuda y conmovedora de Antonio Carbonell y Pepe Criado en aras de la verdad –su verdad- amatoria, libres para el deleite, gozosos y puros. Sincero y bello a la vez este poemario escrito a cuatro manos, en esa búsqueda de otros mundos y otras percepciones que compartir con los demás, socializadora de la pasión y el vértigo amoroso: «Y póstrate para mí al galope, / enloquecido jinete / en la voracidad del vértigo». Ciertamente, y como dicen Mar Verdejo y Sensi Falán en el prólogo “somos testigos de la declaración más pura de Amor, siendo el Amor el fundamento de la existencia, quedando los amantes al amor consagrados y Eros en el Espejo”, una obra alentadora, sensual y valiente, que nos descubre otras maneras de vivir y entender el mundo, desde una perspectiva conceptual de la poesía como sustancia sanadora. Un encuentro necesario en un tiempo en el que la libertad se halla continuamente amenazada.

Joven poesía almeriense. Antología.


TEXTOS: Paco Luís García Cuenca, Guillermo de Jorge, Germán Guirado, Raúl Quinto.

JOVEN POESÍA ALMERIENSE. ANTOLOGÍA




ILUSTRACIÓN DE PORTADA: ANTONIO JESÚS GARCÍA
DISEÑO: JOSÉ ANTONIO SANTANO
ISSN: 1697-2120
DEPÓSITO LEGAL: AL-6-2003

PACO LUIS GARCÍA CUENCA 

Imagen
(Almería, 1977). Licenciado en Filosofía y en Antropología por la Universidad de Granada y Máster en Estudios Migratorios por la Universidad de Almería. Como poeta, ha publicado El devenir (1996) y aparece en diferentes antologías como:Antología de poesía joven (Ateneo de Almería, 1996), Entre el amor y el silencio (Tágilis, 2001), Nueva literatura de Almería (Consejería de Cultura de la J.A., 2003), Condenados en la hoguera(La Candela, 2005) o Al fin y al cabo: homenaje a Pérez Siquier (CAF, IEA y Consejería de Cultura de la J.A., 2008). Publicó la plaquette Sinestesia en la colección "Los Banderines del zaguán" (nº 10, 2006) y poemas suyos aparecen en revistas como XXVIII Premios Literarios de Sant Jordi(Consejería de Educación, Embajada en Andorra e Instituto Español de Andorra, 2010) o Nuestros escritores. Antología de lecturas almerienses(IEA y Consejería de Educación de la J.A., 2008). Ganó el Primer Premio de Poesía Joven del Ateneo de Almería, en colaboración con la IAJ, en 2006. Asimismo, consiguió el primer premio de Poesía Joven de la VII Semana de Arte Joven de Melilla en 2011. Actualmente reside en Melilla, donde ejerce como profesor de Filosofía desde hace varios años. Sus proyectos literarios actualmente están vinculados al grupo Etcétera y a la creación de videopoemas junto al artista visual Smantik (Rubén Hernández)y a algunos compañeros de la Escuela de Artes y del Conservatorio de Melilla.


GUILLERMO DE JORGE:
Guillermo de Jorge, poetaSinónimo con el que se presenta el poeta Guillermo George Hernández, nació en Santa Cruz de Tenerife en 1976 y cursó sus estudios de Filología Inglesa en la Universidad de La Laguna.
Poeta y soldado, estrategia o lírica, armas y letras, en la actualidad, Guillermo de Jorge ejerce la presidencia de la Asociación Nacional Círculo Artístico Cálamo y es Miembro del Centro Andaluz de las Letras y de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles.

Colabora con diversos medios de comunicación en España e Iberoamérica, destacando sus trabajos para La Voz de Almería y El Mundo. Dirige la Colección Cuadernos Literarios de la Editorial Círculo Artístico Cálamo. En 2008 fue nombrado miembro del Instituto de Estudios Almerienses.

En 2004, le fue otorgado por la Junta de Andalucía, un Diploma por su contribución y participación enNueva Literatura Almería y fomento de la Cultura y en 2005 fue Finalista del Premio Creación Joven de Poesía de la Universidad de La Laguna y del Premio Nacional de Poesía Fernando Quiñones.

Ha participado en encuentros literarios de carácter nacional e internacional, destacando su participación en el Encuentro Nacional de las Letras Islas Canarias, en el Festival Nacional de Poesía Ciudad de La Laguna y el Festival de Poesía del Mediterráneo. Sus textos están incluidos en más de una veintena de antologías colectivas poéticas y narrativas y han sido traducidos al catalán, al francés y al inglés.

Para más información sobre la obra y actividades culturales de Guillermo de Jorge, puede visitarse su blog personal: guillermodejorge.blogspot.com.


https://www.facebook.com/guillermo.georgehernandez?fref=ts

RAÚL QUINTO

Nacido en Cartagena 1978 y licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Granada.
 Actualmente reside en Almería donde ejerce como profesor de secundaria. 





Ha publicado los libros de poemas
Grietas (Dauro, 2002; reeditado junto 
Poemas del Cabo de Gata, La Garúa, 2007), 
La piel del vigilante (DVD, 2005)
 y La flor de la tortura (Renacimiento, 2008). 
Aparece en numerosas antologías y ha sido traducido a varios idiomas. Codirigió la revista electrónica Oniria y la colección de poesía de La Garúa Libros. Colabora con la compañía de danza contemporánea DA.TE para la que ha realizado la dramaturgia de la obra Fronteras; y escribe artículos de opinión sociopolítica en La Voz de Almería y crítica literaria en Quimera.
 Su última novedad es el libro de ensayos híbridos 
Idioteca (El Gaviero, 2010). raulquinto.blogspot.com

https://www.facebook.com/raul.quinto?fref=ts

GERMÁN GUIRADO


(Almería, 1975). Durante los últimos años sus poemas han aparecido en diversas revistas literarias como Cuadernos de Caridemo. Entre los premios destaca el VII Certamen de Creación Joven Ciudad de Almería en 2006 con la obra Canción póstuma para un poeta urgente. En 2007 publica su primer poemario en solitario titulado Menos tú (El Gaviero Ediciones).




https://www.facebook.com/german.guirado.1?fref=ts

Joven poesía almeriense. Antología.


TEXTOS: Paco Luís García Cuenca, Guillermo de Jorge, Germán Guirado, Raúl Quinto.

JOVEN POESÍA ALMERIENSE. ANTOLOGÍA




ILUSTRACIÓN DE PORTADA: ANTONIO JESÚS GARCÍA
DISEÑO: JOSÉ ANTONIO SANTANO
ISSN: 1697-2120
DEPÓSITO LEGAL: AL-6-2003

PACO LUIS GARCÍA CUENCA 

Paco Luis García Cuenca
(Almería, 1977). Licenciado en Filosofía y en Antropología por la Universidad de Granada y Máster en Estudios Migratorios por la Universidad de Almería. Como poeta, ha publicado El devenir (1996) y aparece en diferentes antologías como: Antología de poesía joven (Ateneo de Almería, 1996), Entre el amor y el silencio (Tágilis, 2001), Nueva literatura de Almería (Consejería de Cultura de la J.A., 2003), Condenados en la hoguera(La Candela, 2005) o Al fin y al cabo: homenaje a Pérez Siquier (CAF, IEA y Consejería de Cultura de la J.A., 2008). Publicó la plaquette Sinestesia en la colección "Los Banderines del zaguán" (nº 10, 2006) y poemas suyos aparecen en revistas como XXVIII Premios Literarios de Sant Jordi(Consejería de Educación, Embajada en Andorra e Instituto Español de Andorra, 2010) o Nuestros escritores. Antología de lecturas almerienses(IEA y Consejería de Educación de la J.A., 2008). Ganó el Primer Premio de Poesía Joven del Ateneo de Almería, en colaboración con la IAJ, en 2006. Asimismo, consiguió el primer premio de Poesía Joven de la VII Semana de Arte Joven de Melilla en 2011. Actualmente reside en Melilla, donde ejerce como profesor de Filosofía desde hace varios años. Sus proyectos literarios actualmente están vinculados al grupo Etcétera y a la creación de video poemas junto al artista visual Smantik (Rubén Hernández)y a algunos compañeros de la Escuela de Artes y del Conservatorio de Melilla.


GUILLERMO DE JORGE:
Guillermo de Jorge, poetaSinónimo con el que se presenta el poeta Guillermo George Hernández, nació en Santa Cruz de Tenerife en 1976 y cursó sus estudios de Filología Inglesa en la Universidad de La Laguna.
Poeta y soldado, estrategia o lírica, armas y letras, en la actualidad, Guillermo de Jorge ejerce la presidencia de la Asociación Nacional Círculo Artístico Cálamo y es Miembro del Centro Andaluz de las Letras y de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles.

Colabora con diversos medios de comunicación en España e Iberoamérica, destacando sus trabajos para La Voz de Almería y El Mundo. Dirige la Colección Cuadernos Literarios de la Editorial Círculo Artístico Cálamo. En 2008 fue nombrado miembro del Instituto de Estudios Almerienses.

En 2004, le fue otorgado por la Junta de Andalucía, un Diploma por su contribución y participación en Nueva Literatura Almería y fomento de la Cultura y en 2005 fue Finalista del Premio Creación Joven de Poesía de la Universidad de La Laguna y del Premio Nacional de Poesía Fernando Quiñones.

Ha participado en encuentros literarios de carácter nacional e internacional, destacando su participación en el Encuentro Nacional de las Letras Islas Canarias, en el Festival Nacional de Poesía Ciudad de La Laguna y el Festival de Poesía del Mediterráneo. Sus textos están incluidos en más de una veintena de antologías colectivas poéticas y narrativas y han sido traducidos al catalán, al francés y al inglés.

Para más información sobre la obra y actividades culturales de Guillermo de Jorge, puede visitarse su blog personal: guillermodejorge.blogspot.com.


https://www.facebook.com/guillermo.georgehernandez?fref=ts

RAÚL QUINTO

Nacido en Cartagena 1978 y licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Granada.
 Actualmente reside en Almería donde ejerce como profesor de secundaria. 





Ha publicado los libros de poemas
Grietas (Dauro, 2002; reeditado junto 
Poemas del Cabo de Gata, La Garúa, 2007), 
La piel del vigilante (DVD, 2005)
 y La flor de la tortura (Renacimiento, 2008). 
Aparece en numerosas antologías y ha sido traducido a varios idiomas. Codirigió la revista electrónica Oniria y la colección de poesía de La Garúa Libros. Colabora con la compañía de danza contemporánea DA.TE para la que ha realizado la dramaturgia de la obra Fronteras; y escribe artículos de opinión sociopolítica en La Voz de Almería y crítica literaria en Quimera.
 Su última novedad es el libro de ensayos híbridos 
Idioteca (El Gaviero, 2010). raulquinto.blogspot.com

https://www.facebook.com/raul.quinto?fref=ts

GERMÁN GUIRADO


(Almería, 1975). Durante los últimos años sus poemas han aparecido en diversas revistas literarias como Cuadernos de Caridemo. Entre los premios destaca el VII Certamen de Creación Joven Ciudad de Almería en 2006 con la obra Canción póstuma para un poeta urgente. En 2007 publica su primer poemario en solitario titulado Menos tú (El Gaviero Ediciones).




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Café a las cinco. Maribel Cerezuela

En el café de cinco a siete, tertulia a la que asistimos con asiduidad unos cuantos amigos, preguntaba Juan Reverte, si nos sería fácil nombrar a uno o dos profesores de los que tuviéramos un especial recuerdo.


“Los recuerdos se confunden con la realidad y la mayor parte de las veces son inventados “, -sentenció Oscar García-, aunque puedo citar sin reparo a Don Carlos. No he tenido otro profesor que explicara mejor la matemáticas. Las clases las convertía en un juego, donde desarrollábamos, muchos ejemplos, fáciles de comprender… Así aprendí, para siempre, las fracciones de quebrados...

Noelia Díaz nos daba una envidia tremenda cuando nos hablaba de Fernando Rebollo, su profesor de Ciencias, al que admira aún, porque supo sacar de sí misma “las mejores palabras”, mientras explicaba la circulación de la sangre o cantaba, guitarra en mano, aquello de “un elefante se paseaba...”, para acabar con la lección de la evolución de la especie humana, como en el mejor de los cuentos de aventuras del escritor Emilio Salgari.

El pasado se mezcla con el presente en un tiempo difuso llegando a la conclusión de que van cambiando las formas de transmitir los mensajes, aunque éstos sigan teniendo las mismas premisas de siempre.

Sabemos que mantenemos en mente los recuerdos que nos incentivan y ayudan a ser más felices, pero nos empeñamos en fomentar actos culturales con eventos cada día más superficiales y exhibicionistas.

Largos discursos demasiado explicativos que nos alejan del propósito que nos habían propuesto en agenda; lecturas aburridas sin ningún empuje; presentaciones academicistas, por otro lado, demasiado formales... ¿Dónde están los buenos profesores- interlocutores? O lo que es lo mismo, ¿Cuándo vamos a comprender que la palabra escrita no se puede mediatizar con las directrices del discurso político?

La imagen, continúo, penetra en tus sentidos de forma global hasta el punto de poder olerla ¿Por qué no hacemos lo mismo con la promoción de nuestros autores? Pasaríamos de un monólogo exhibicionista, de uno que habla hacia un foro que estoicamente escucha, a una actividad lúdica de mayor participación creativa.

Maribel Cerezuela

http://www.diariovoz.org/2005/12/la-tertulia-de-las-cinco.html