Marisol Huerta en Poemas en directo


POEMAS EN DIRECTO



  Es momento para la poesía descarnada, desnuda y libre de ornato, raíz de luz primigenia, origen del cosmos y del silencio que brota únicamente de la palabra, como un temblor que no avisa, que se precipita hacia el vacío más negro y profundo de la soledad. Nada existe en su esencia material, todo se imagina, se fantasea creando otra realidad que remonta su vuelo hacia mundos ignotos, y así hasta la infinitud misma. El poemario que comentamos en esta ocasión se titula «Poemas en directo», Marisol Huerta Niembro es su autora y con él obtuvo, merecidamente, el XXVI Premio de Poesía “Cáceres, Patrimonio de la Humanidad”. Con anterioridad a este libro, Marisol Huerta, “asturiana de Madrid”, como gusta definirse ella misma, ha publicado “Ellas” (If ediciones, 2006) y “Puedo empezar así” (Renacimiento, 2010). «Poemas en directo» contiene un total de treinta y cinco poemas en los cuales la poeta expresa, cuenta («Escribo porque debo contar mucho, porque la gente sigue rebuscando en la basura…»), la vida misma sin ningún tipo de disfraz, lo que sucede todos los días, simple y llanamente. De tal manera que la poeta viene a ser notaria de lo acontecido en cada instante, de ahí su necesidad de “contar” de vivir la realidad, de escribir, en el sentido que lo expresa Valente cuando dice: «Escribir no es hacer, sino aposentarse, estar». Y esto mismo comprobamos en “Poemas en directo”, es la vida con sus alegrías y tristezas, con el dolor que mana como imperiosa necesidad para sentirse vivo, y cercano, cercano a los que sufren, los desvalidos, los marginados del mundo, al hombre. Los versos de Marisol Huerta conmueven, emocionan, porque la mirada de la poeta es limpia y luminosa. No cabe duda que los temas predominantes en la poesía de Marisol Huerta son el amor, el tiempo, la soledad y el dolor, y con ellos crea un universo propio que la distingue. La suya es una poesía dialogada, narrativa, que trasciende lo banal, que se reconoce en el “otro”, “los otros”, una poesía crítica, que nace de su experiencia docente y humanística: «no se pueden romper las fronteras con serrucho, / se rompen con abrazos de hombres y mujeres / con abrazos de niños y niñas, / no se pueden romper con disparos ni cuchillos, / todos iguales, todos diferentes…». También el sentimiento de pérdida ante la muerte del amigo está presente en los versos de Huerta Niembro: «No podía olvidar la mirada de sus ojos, / ni aquel dios que bajó un día del cielo / para hundirle en sus vértebras un cuchillo / de acordes celestiales, / que nos tiñó de sangre / a todos sus amigos». Guiños a los poetas “ConVersos”, a ese tiempo que se escapa o se abisma, ese tiempo grieta y herida de la propia cotidianidad de la poeta: «Qué se puede decir de la poeta / que un día o treinta días / escribe de las cosas que nos pasan / de las cosas que encuentra por la calle…»; al amor siempre, a la magia del erotismo: «Como me gusta eso que me hace / con la mano, / con dedos de su mano / que poseen el tacto del saber, / con dedos que recorren las montañas / de mis mitades íntimas, / con dedos por la cima de mis muslos / marcando los contornos / y temblándome todo…». Huerta Niembro ha construido un poemario sólido en la forma y el fondo, que batalla por descubrir su verdad –la poética-, trascendida en los versos más dolientes al mostrarnos el fiel reflejo de una sociedad decadente y deshumanizada, contra la que se rebela continuamente, como en el caso de las redes sociales, propiciadoras de una profunda alienación de las conductas si no se dosifica bien su uso, y así escribe la poeta estos versos que dedica al Colegio Legamar: «El Facebook me desgasta el tiempo libre / el tiempo de leer pacientes libros / que esperan en montón sobre la mesa: / varios de poesía, / una novela negra, […] Hay tanto que leer y el poco tiempo / lo gasto en apretar sobre el teclado / el odiado “me gusta”. ¿Hay alguien que me pueda conseguir / un desenganche en serio, volver hacia atrás / al tiempo en que leía». «Aquí está la poesía que necesitamos ahora, cuando hemos perdido (cuando nos han quitado, qué coño) hasta nuestra necesidad», escribe en el prólogo Álvaro Muñoz Robledano. Y añado, poesía vital y cristalina, poesía del “ser” y “estar”, la de Marisol Huerta Niembro.

T ítulo: Poemas en directo
Autor: Marisol Huerta Niembro


Editorial: Amargord (Madrid, 2015)

María Ángeles Lonardi 5/set/15.

Poema escrito a raíz de la imagen que dio la vuelta al mundo cuando aparece Aylan Kurdi en la playa de Bodrum Turquía, un niño Kurdo ahogado, icono inefable de una nueva tragedia humana que esta vez tiene como protagonistas a los refugiados sirios.


¿Dónde Europa?
¿Donde tienes puestos los oídos?
¿Donde puesta la mirada?
¿Donde Europa?...
Permití tu parsimonia
tus brazos cruzados
ante el genocidio brutal y animal
ante la valla con cuchillas
las “concertinas” mal habidas…
Permití tu sombría forma
de velar por tus fronteras,
de extraviarte en palabras huecas.
Escuché tus discursos vacíos
tus promesas de erradicar el hambre
mirando hacia levante o poniente
pero pocas veces orientada al sur.
Pero hoy digo basta!
no acepto, que te quedes callada
con la mirada perdida
pensando en nada…
Mientras se mueren a tus pies
quienes dieran la vida
a cambio de tu azul infinito
quienes te desean y no te tienen
pero te saben generosa y solidaria.
¿Donde tienes puestos los ojos,
alma de cántaro?
¡Tierra de mis antepasados!
¿Dónde tu fuerza? ¿Dónde tu hidalguía?
¿Donde estas Europa?
¿Qué mordaza silencia tu hora?...
¿Qué cruz te marca y te crucifica?
¿Donde han quedado tus días felices?
¿Donde tu paz y tu dicha?
¿Dónde te escondes Europa maldita?
¡Tardarás siglos en recuperar tu sonrisa!
¿Donde tienes puesto el corazón?
Te quemas. Ardes en el fuego
de la incomprensión, sola,
¿no ves que se agiganta la herida
con tu desidia?
No te quedes ahí de piedra
¡Levántate de una buena vez
y camina!
Rebélate, no seas cómplice
de esta miserable injusticia.
Triste imagen de la decadencia absoluta
de la que eres artífice, tu solita.


Espacios Oblicuos, Paloma Fernández Gomá.









ESPACIOS OBLICUOS


                  La palabra poética en su esencia, desnuda, antagónica, surrealista, descubridora de luces y sombras, sin artificios que distraigan su verdad, alentadora, alada, emotiva y evocadora, son aspectos que distinguen o hacen singular a Paloma Fernández Gomá, poeta nacida en Madrid en la década de los cincuenta y algecireña de adopción. Una larga y fructífera trayectoria avalan su poesía, con más de una decena de libros publicados. En esta última entrega «Espacios oblicuos» se confirma su condición de poeta de las dos orillas, pues en su obra está bien presente toda referencia al universo hispano-marroquí. Esa dualidad, y en consecuencia, ese desdoblamiento poético permiten a Fernández Gomá tener un visión más enriquecedora del mundo en el que vive, y, por supuesto, detentar una mayor capacidad para la solidaridad y fraternidad humanas. En ese juego de intercambio y mestizaje encuentra Paloma Fernández Gomá su voz, libre y desnuda de todo artificio, esencial en su forma y en su fondo, y que podemos comprobar desde el primer poema de los 32 que componen este libro, titulado “Cenital” y del que reproducimos algunos versos: «Súbitamente se desvanecerán todas las incógnitas / y se abrirá la senda del agua / perfilando una ruta interminable / encaminada hacia los altares / donde es anunciada la aventura del reencuentro». Del reencuentro con la vida a través de los tiempos, de los siglos de existencia humana, del viaje de ida y vuelta a nuestras raíces mediterráneas, como así la poeta lo describe en los poemas “Vínculos”, “Las dos orillas” y, cómo no, en “La senda del agua” ya citada: «La otra orilla, camino obligado / que cruza el Estrecho / nos espera con su rellano de luz». Sentimiento y razón para mostrar el camino hacia la libertad y la luz de los silencios, la fuerza del viento para vivir el instante hasta desfallecer si es preciso, y el poder de la palabra para seducirnos con su poesía, simbolizada en unos ángeles poemáticos muy especiales: «del ocaso, de añil, del alba, de la tarde, del encuentro, azul». De «Ángel zul», precisamente seleccionamos estos versos: «Y fue el ángel azul, el que ilumina las distancias / desde el fecundo faro de los espacios». Porque a Fernández Gomá ya no le bastan sólo los espacios verticales u horizontes, no, va más allá, se abisma en las profundidades para crear otros universos, ahora, oblicuos, diagonales, cruzados, transversales para aprehender de ellos lo esencial de la vida. Y para ello, nos conducirá hasta Tetuán o “Las hespérides”, al laberinto colorista del “Zoco” («Múltiples recovecos conducen al centro, / círculos convergentes intuyen el objetivo: / la púrpura extensa, / el cilantro, / brazaletes de color, / plata cincelada, / arte de curtidores y alfareros, / perfumes de jazmín y azahar…», a Fez, “Tánger”, al “Atardecer en Larache” o a “Chauen”, para concluir en el “Puerto de Algeciras” («Este ir y venir de pasajeros, / de equipajes, / de mercancias». La poesía como razón de vida, como espacio de vida compartida, abierta al otro en ese camino hacia el horizonte, convergente con la Naturaleza, pensada en clave de hermandad. Esta es, aunque con elementos surrealistas reiterados, la poética de Paloma Fernández Gomá, y en este sentido, hallamos estos versos del poema “A un roble envejecido”: «A dónde fueron los pájaros que poblaron / de trinos tu sombra. / Qué fue de tu savia fecunda, / aquélla que anegó el viento / de efluvios ancestrales». También el tiempo ocupa un lugar destacado en la poesía de Fernández Gomá, ese transcurrir de la vida ajustada a las manecillas del reloj, al ayer y al mañana, la monotonía de los días y las noches: «Todo se vuelve tiempo transcurrido, holocausto / de nuestros días, desvelando el índice perdido / de la existencia, negándose a sí misma, su origen».
La proliferación del gerundio y el predominio de sustantivos y adjetivos proporcionan una adecuada solidez constructiva al poemario, tanto en su aspecto sintáctico como semántico. Para concluir diremos que la clave tal vez resida íntegramente en el poema titulado “Plegaria de Fuego”, concretamente en los siguientes versos: «Existe una razón que dirime todos los espacios oblicuos, / socavando las estrías convergentes que el viento / hace ondear desde las costas más lejanas / hasta la orilla temprana del salitre, / ventana diáfana, / tras las huellas invictas de las aves / o el clmaro de los hijos de Gea». El cosmos en toda su grandeza y la poeta frente a frente, como espacio oblicuo, vivo, como lo es el verso de Paloma Fernández Gomá.


Título: Espacios oblicuos
Autor: Paloma Fernández Gomá


Editorial: Devenir (Madrid, 2015)

Homófobo. David González

http://www.bubok.es/libros/243481/Homofobo

HOMÓFOBO, UNA NOVELA CORTA QUE SE HACE PRECISAMENTE CORTA


La nueva novela de David González nos llega cargada de psicología y un personaje muy peculiar. 

SINOPSIS 


Robert, un empleado y segundo jefe del Hotel Paraíso,  ubicado en Sitges, tiene doble vida; durante el día es el empleado perfecto, mientras por la noche se dedica a perseguir, humillar y asesinar violentamente a todos los homosexuales.

Ambientado en Sitges en la actualidad, esta narración supone una estupenda y en ocasiones "divertida " exposición de diferentes circunstancias en la vida de una persona.

Como vemos las personas, cómo las juzgamos y cómo son en realidad.

Con una buena combinación de  humor y momentos  dramáticos, David  nos introduce en un cerebro lleno de odio y repulsión hacia el colectivo gay y que, sin embargo,  es capaz de obsesionarse con un chico hasta la locura.

"Plumas", chaperos, travestis, transexuales, muertes con muy mal gusto, diferentes puntos de vista sobre el "orgullo gay" y alguna que otra escena "muy subidita" hacen querer parar de leer y al mismo tiempo querer seguir.

Si Jóvenes Inocentes vino acompañado de polémica por su narración tan explícita,  cruda y dolorosa, esta tampoco se queda atrás.

El autor, amablemente, y por primera vez, nos proporciona la novela íntegramente para su disfrute.

A cambio nos pide demos nuestra más sincera opinión.

Una historia arriesgada pero que sabe llevar perfectamente, como ya ha demostrado en varias ocasiones.

Pueden leerla en la red en la página de bubok o pinchando en el siguiente enlace.

HOMÓFOBO, UNA NOVELA CORTA QUE SE HACE PRECISAMENTE CORTA




Espacios Oblicuos, Paloma Fernández Gomá.









ESPACIOS OBLICUOS


                  La palabra poética en su esencia, desnuda, antagónica, surrealista, descubridora de luces y sombras, sin artificios que distraigan su verdad, alentadora, alada, emotiva y evocadora, son aspectos que distinguen o hacen singular a Paloma Fernández Gomá, poeta nacida en Madrid en la década de los cincuenta y algecireña de adopción. Una larga y fructífera trayectoria avalan su poesía, con más de una decena de libros publicados. En esta última entrega «Espacios oblicuos» se confirma su condición de poeta de las dos orillas, pues en su obra está bien presente toda referencia al universo hispano-marroquí. Esa dualidad, y en consecuencia, ese desdoblamiento poético permiten a Fernández Gomá tener un visión más enriquecedora del mundo en el que vive, y, por supuesto, detentar una mayor capacidad para la solidaridad y fraternidad humanas. En ese juego de intercambio y mestizaje encuentra Paloma Fernández Gomá su voz, libre y desnuda de todo artificio, esencial en su forma y en su fondo, y que podemos comprobar desde el primer poema de los 32 que componen este libro, titulado “Cenital” y del que reproducimos algunos versos: «Súbitamente se desvanecerán todas las incógnitas / y se abrirá la senda del agua / perfilando una ruta interminable / encaminada hacia los altares / donde es anunciada la aventura del reencuentro». Del reencuentro con la vida a través de los tiempos, de los siglos de existencia humana, del viaje de ida y vuelta a nuestras raíces mediterráneas, como así la poeta lo describe en los poemas “Vínculos”, “Las dos orillas” y, cómo no, en “La senda del agua” ya citada: «La otra orilla, camino obligado / que cruza el Estrecho / nos espera con su rellano de luz». Sentimiento y razón para mostrar el camino hacia la libertad y la luz de los silencios, la fuerza del viento para vivir el instante hasta desfallecer si es preciso, y el poder de la palabra para seducirnos con su poesía, simbolizada en unos ángeles poemáticos muy especiales: «del ocaso, de añil, del alba, de la tarde, del encuentro, azul». De «Ángel zul», precisamente seleccionamos estos versos: «Y fue el ángel azul, el que ilumina las distancias / desde el fecundo faro de los espacios». Porque a Fernández Gomá ya no le bastan sólo los espacios verticales u horizontes, no, va más allá, se abisma en las profundidades para crear otros universos, ahora, oblicuos, diagonales, cruzados, transversales para aprehender de ellos lo esencial de la vida. Y para ello, nos conducirá hasta Tetuán o “Las hespérides”, al laberinto colorista del “Zoco” («Múltiples recovecos conducen al centro, / círculos convergentes intuyen el objetivo: / la púrpura extensa, / el cilantro, / brazaletes de color, / plata cincelada, / arte de curtidores y alfareros, / perfumes de jazmín y azahar…», a Fez, “Tánger”, al “Atardecer en Larache” o a “Chauen”, para concluir en el “Puerto de Algeciras” («Este ir y venir de pasajeros, / de equipajes, / de mercancias». La poesía como razón de vida, como espacio de vida compartida, abierta al otro en ese camino hacia el horizonte, convergente con la Naturaleza, pensada en clave de hermandad. Esta es, aunque con elementos surrealistas reiterados, la poética de Paloma Fernández Gomá, y en este sentido, hallamos estos versos del poema “A un roble envejecido”: «A dónde fueron los pájaros que poblaron / de trinos tu sombra. / Qué fue de tu savia fecunda, / aquélla que anegó el viento / de efluvios ancestrales». También el tiempo ocupa un lugar destacado en la poesía de Fernández Gomá, ese transcurrir de la vida ajustada a las manecillas del reloj, al ayer y al mañana, la monotonía de los días y las noches: «Todo se vuelve tiempo transcurrido, holocausto / de nuestros días, desvelando el índice perdido / de la existencia, negándose a sí misma, su origen».
La proliferación del gerundio y el predominio de sustantivos y adjetivos proporcionan una adecuada solidez constructiva al poemario, tanto en su aspecto sintáctico como semántico. Para concluir diremos que la clave tal vez resida íntegramente en el poema titulado “Plegaria de Fuego”, concretamente en los siguientes versos: «Existe una razón que dirime todos los espacios oblicuos, / socavando las estrías convergentes que el viento / hace ondear desde las costas más lejanas / hasta la orilla temprana del salitre, / ventana diáfana, / tras las huellas invictas de las aves / o el clmaro de los hijos de Gea». El cosmos en toda su grandeza y la poeta frente a frente, como espacio oblicuo, vivo, como lo es el verso de Paloma Fernández Gomá.


Título: Espacios oblicuos
Autor: Paloma Fernández Gomá


Editorial: Devenir (Madrid, 2015)

David González. ARC de BARÁ

ARC DE BARÁ,


 UNA PELÍCULA DE ÍNFIMO PRESUPUESTO DISPUESTA A ROMPER LA TAQUILLA




Young Talents Films lleva muy poco tiempo en acción (se fundó el pasado verano con el rodaje del cortometraje Sífilis) y parece que vienen dispuestos a hacerse oír.

Tras el mencionado y acertado proyecto llegó Falsas Esperanzas, cuyo tráiler deja con ganas de más indiscutiblemente.
Pues ahora nos presenta por primera vez un largometraje, Arc de Bará, del guionista y director Juan Carlos Ceinos.
No obstante, esta asociación cultural audiovisual no ha producido tal proyecto, sino más bien ha colaborado.
El mérito lo tiene su propio director, que además de ser el creador, ejerce de productor junto a Ismael Rubio.
Un matrimonio con un hijo menor (interpretado por Mikel Tamarit, Trini Montoliu y el jovencísimo Marc Aguilar) deciden ``obligadamente´´ pasar unas vacaciones en un camping de clase social media para cambiar su alto estilo de vida.


En este camping nada es lo que parece y entrará en acción unos críos ``jugando, o no´´ a ser detectives (Xavier Idrach, Albert Aymar), una pareja de amigas pasando un mal momento con una de sus parejas (Carol Groot, Laura Millaruelo), un divertido personaje (Pedro Alba); y un atractivo actor de películas de acción, Carlos Noriega.

Con un presupuesto casi inexistente, un gran trabajo direccional, un equipo mínimo y limitado (no por ello menos profesional) y más de un año de trabajo se ha logrado un largometraje que además de prometer engancha a la butaca.

Codicia, acción, intriga, venganza, amor… y giros constantes.

En poco menos de dos semanas se podrá disfrutar del tráiler en la página de Young Talents Films, que no dejará a nadie indiferente.
¿Quién decía que no se podían hacer buenas películas sin presupuestos millonarios?

Espacios oblicuos. Paloma Fernández Gomá.









ESPACIOS OBLICUOS


                  La palabra poética en su esencia, desnuda, antagónica, surrealista, descubridora de luces y sombras, sin artificios que distraigan su verdad, alentadora, alada, emotiva y evocadora, son aspectos que distinguen o hacen singular a Paloma Fernández Gomá, poeta nacida en Madrid en la década de los cincuenta y algecireña de adopción. Una larga y fructífera trayectoria avalan su poesía, con más de una decena de libros publicados. En esta última entrega «Espacios oblicuos» se confirma su condición de poeta de las dos orillas, pues en su obra está bien presente toda referencia al universo hispano-marroquí. Esa dualidad, y en consecuencia, ese desdoblamiento poético permiten a Fernández Gomá tener un visión más enriquecedora del mundo en el que vive, y, por supuesto, detentar una mayor capacidad para la solidaridad y fraternidad humanas. En ese juego de intercambio y mestizaje encuentra Paloma Fernández Gomá su voz, libre y desnuda de todo artificio, esencial en su forma y en su fondo, y que podemos comprobar desde el primer poema de los 32 que componen este libro, titulado “Cenital” y del que reproducimos algunos versos: «Súbitamente se desvanecerán todas las incógnitas / y se abrirá la senda del agua / perfilando una ruta interminable / encaminada hacia los altares / donde es anunciada la aventura del reencuentro». Del reencuentro con la vida a través de los tiempos, de los siglos de existencia humana, del viaje de ida y vuelta a nuestras raíces mediterráneas, como así la poeta lo describe en los poemas “Vínculos”, “Las dos orillas” y, cómo no, en “La senda del agua” ya citada: «La otra orilla, camino obligado / que cruza el Estrecho / nos espera con su rellano de luz». Sentimiento y razón para mostrar el camino hacia la libertad y la luz de los silencios, la fuerza del viento para vivir el instante hasta desfallecer si es preciso, y el poder de la palabra para seducirnos con su poesía, simbolizada en unos ángeles poemáticos muy especiales: «del ocaso, de añil, del alba, de la tarde, del encuentro, azul». De «Ángel zul», precisamente seleccionamos estos versos: «Y fue el ángel azul, el que ilumina las distancias / desde el fecundo faro de los espacios». Porque a Fernández Gomá ya no le bastan sólo los espacios verticales u horizontes, no, va más allá, se abisma en las profundidades para crear otros universos, ahora, oblicuos, diagonales, cruzados, transversales para aprehender de ellos lo esencial de la vida. Y para ello, nos conducirá hasta Tetuán o “Las hespérides”, al laberinto colorista del “Zoco” («Múltiples recovecos conducen al centro, / círculos convergentes intuyen el objetivo: / la púrpura extensa, / el cilantro, / brazaletes de color, / plata cincelada, / arte de curtidores y alfareros, / perfumes de jazmín y azahar…», a Fez, “Tánger”, al “Atardecer en Larache” o a “Chauen”, para concluir en el “Puerto de Algeciras” («Este ir y venir de pasajeros, / de equipajes, / de mercancias». La poesía como razón de vida, como espacio de vida compartida, abierta al otro en ese camino hacia el horizonte, convergente con la Naturaleza, pensada en clave de hermandad. Esta es, aunque con elementos surrealistas reiterados, la poética de Paloma Fernández Gomá, y en este sentido, hallamos estos versos del poema “A un roble envejecido”: «A dónde fueron los pájaros que poblaron / de trinos tu sombra. / Qué fue de tu savia fecunda, / aquélla que anegó el viento / de efluvios ancestrales». También el tiempo ocupa un lugar destacado en la poesía de Fernández Gomá, ese transcurrir de la vida ajustada a las manecillas del reloj, al ayer y al mañana, la monotonía de los días y las noches: «Todo se vuelve tiempo transcurrido, holocausto / de nuestros días, desvelando el índice perdido / de la existencia, negándose a sí misma, su origen».
La proliferación del gerundio y el predominio de sustantivos y adjetivos proporcionan una adecuada solidez constructiva al poemario, tanto en su aspecto sintáctico como semántico. Para concluir diremos que la clave tal vez resida íntegramente en el poema titulado “Plegaria de Fuego”, concretamente en los siguientes versos: «Existe una razón que dirime todos los espacios oblicuos, / socavando las estrías convergentes que el viento / hace ondear desde las costas más lejanas / hasta la orilla temprana del salitre, / ventana diáfana, / tras las huellas invictas de las aves / o el clmaro de los hijos de Gea». El cosmos en toda su grandeza y la poeta frente a frente, como espacio oblicuo, vivo, como lo es el verso de Paloma Fernández Gomá.


Título: Espacios oblicuos
Autor: Paloma Fernández Gomá


Editorial: Devenir (Madrid, 2015)

Andrés Rubia. La banda sonora original de un político Tal.

(Metáfora fotográfica de Andrés Rubia )
LA BANDA SONORA ORIGINAL DE UN 
POLÍTICO TAL

(Por Andrés Rubia)



Pongamos que se llama Fernando…
Fernando Gurtrín Pascual es licenciado en derecho con postgrado en administración pública y un master en relaciones internacionales. Está esperando tumbado a que seque el suelo recién fregado, con los pies apoyados en el brazo del sofá. Hace poco menos de dos minutos, la señora de la limpieza ha pasado por allí para hacerle la vida más aséptica.
Las notas musicales de una canción del Sabina se filtran desde la casa de su vecina cincuentona, quien también debe estar en tareas domésticas: El blues de lo que pasa en mi escalera:
El más capullo de mi clase (¡que elemento!)
Llegó hasta el parlamento
Y a sus cuarenta y tantos años,
un escaño
decora con su terno
azul de diputado del gobierno.
Da fe de que ha triunfado
su tripa, que ha engordado
desde el día
que un ujier le llamó su señoría
ycambió a su mujer por una arpía
de pechos operados.
Y sin dejar de ser el mismo bruto
aquel que no sabía
ni dibujar la o con un canuto (…)
Se ha levantado del diván como un resorte. Lo tiene claro. Debe cambiar el mundo pero primero, ha de comenzar por su país.
La canción continúa filtrándose desde la radio de la vecina:
El superclase de mi clase (¡que pardillo!)
se pudre en el banquillo
Y, a sus cuarenta y cinco abriles,
Matarile,
y a la cola del paro
por no haber pasado por el aro.
Vencido, calvo y tieso
se quedó en los huesos
aquel día
que pilló a su mujer en plena orgía
con el miembro del miembro (¡qué ironía!)
más tonto del congreso.
Y sin dejar de ser el mismo sabio
que para hacer poesía,
sólo tenía que mover los labios (…)
Se acerca a la mesa de su despacho, se sienta. Click, on, oummmmmm… Impaciente escucha el zumbido sordo del ordenador mientras arranca. Espera. En apenas un minuto, en la pantalla obtiene el Word con el cursor parpadeándole. No debe escapársele la idea. Se pone a escribir como si fuera una cuestión de ahora o nunca, como si la inspiración no fuera a durarle mucho más de lo que ese orgasmo mental:
El problema no es la ambición, el problema es dónde ensordecer, cercanos a esa frontera entre la honradez y la inmoralidad humana donde la codicia grita tentando al individuo.
El problema no es la tentación del poder patrañero, de su propósito acabado en éxito o en ladronicio. La cuestión, la perniciosa enfermedad es que, impiadosa como una pandemia, la sociedad es capaz de lo más rapaz y fagocita a profesiones y profesionales honestos; entonces, las leyes voraces de los poderosos y corruptos, delimitan el número de románticos llamándoles revolucionarios.
Son pocos los poetas de verdad sublimando verdades con modales ancestrales, loables, adolecidos. Son muchos los políticos, por contra, promulgando mentiras con maneras eficaces. Luego está el dinero, pero ya se sabe, ahí está la historia del mundo que regresa una y otra vez a contarnos que… (Vuelta a empezar)…
El problema no es la ambición, el problema es dónde quedarse sin audición, en ese límite entre la honradez y la inmoralidad humana donde la codicia grita tentando (…)


Fernando Gurtrín funda una plataforma política de talante liberal progresista. Tras cinco años, logra ser líder de la oposición con ese partido. Veintisiete meses después gana las elecciones generales y sube a la presidencia del gobierno.
Hoy es el día. Sorprendentemente no vendió su despacho en el barrio Salamanca pese a sus periplos por Moncloa. Mi opinión es que disfrutaba con la música que ponía su vecina choni. Sí, hoy es el día. Aquí aguarda a que venga a recogerle el coche oficial. Entretanto, sobre el brazo del sofá, posa los pies respirando el olor a lejía perfumada. El fregasuelos huele bien, a lavanda. Escucha cantar al chico gay de la limpieza que dos semanas antes contrató para compensar un favor de silencio que debía a su padre, el tesorero del partido:
Ná te debo, ná te pido
me voy de tu vera
olvídame ya,
que he pagado con oro
tus carnes morenas
¡no maldigas, paya!
Que estamos en paz.
No te quiero, no me quieras,
si tó me lo diste
yo ná te pedí.
No me eches en cara
que tó lo perdiste,
también a tu vera
yo tó lo perdí (…)
Será llamado a declarar por varios delitos de malversación de fondos y prevaricación, tráfico de influencias, filtración de documentos, financiación irregular y apropiación indebida. Está tranquilo. Dos jueces entraron en el supremo gracias a él y a poco de Gurtrín sentarse en la presidencia de estado.
Yo ya he cumplido. He contado la historia de Fernando Gurtrín Pascual. ¡La leche! ¡Un tío que es la leche!.
No me esperéis en ningún mitin en estos próximos meses aplaudiendo a nadie, insisto, a nadie, a ningún político bien entrenado para timar en el nombre o no del capitalismo. Han esquilmado por completo mi confianza. La biblia de la nueva democracia ya me la leí y no soy creyente, gracias a dios. En su lugar supongo que tomaré mi coche, pondré a mi amigo Fumangie en el cedé y escucharé esa canción, manual de buena fe, aquella que dice:
Marcar la equidistancia
entre dos puntos sin nada en común.
Descubrir las veredas
que a un lado, no se dejan ver.
Deletrear las palabras
letra a letra, suelen doler más.
Piedad, una de ellas,
y estar atentos por si hay que correr.
Seguimos aferrados al manual de buena fe.
Seguimos aferrados al manual de buena fe (…)


Entonces llegará el momento de seguir siendo estafado por el ayuntamiento y la O.R.A. Aparcaré. Monedas al cajón. Cooperaré con los sueldos y nóminas de alcalde, concejales y gualdrapas varios… demasiados. Me dirigiré al karaoke. Una vez allí, cuando me dejen, “tó” castizo y muy digno, pediré cantar esa coplilla de Quintero-León y Quiroga:
¡Ay, pena, penita, pena -pena-,
pena de mi corazón,
que me corre por las venas -pena-
con la fuerza de un ciclón!
Es lo mismo que un nublado
de tiniebla y pedernal.
Es un potro desbocado
que no sabe dónde va.
Es un desierto de arena -pena-,
es mi gloria en un penal.
¡Ay, penal! ¡Ay, penal!
¡Ay, pena, penita, pena!
Cuando salga, ya habrá oscurecido y será hora de volver al lugar donde hago culto a mi bohemia desapercibida. Permaneceré un minuto reflexivo en la puerta y regresará a mi mente esa frase:
El problema no es la ambición, el problema es dónde ensordecer, cercanos a esa frontera entre la honradez y la inmoralidad humana donde la codicia grita tentando al individuo.
¡Bah! ¡Que les den! –
Y me marcharé a casa en silencio, queriendo ser un ignorante, un niño de cinco años, sin música, quizá algo abatido, escuchando el ruido del motor, el cliqueo de la intermitencia bajo el salpicadero, el rumor de las calles mientras los semáforos en rojo, el murmullo frío de la ciudad disipándose con la noche mientras arruga sus pulsaciones por minuto. Siempre pensaré que la vida puede devolvernos la ilusión con el siguiente día, a menos que sea la última vez, el último día que la existencia te permita pensar.