Boabdil. El Príncipe del Día y de la Noche. Por José Antonio Santano para Diario de Almería



      SALÓN DE LECTURA ____________________Por José Antonio Santano


Boabdil
El Príncipe del Día y de la Noche

Cuántas veces, podríamos preguntarnos, en el decurso de la historia literaria en lengua castellana encontramos, desde las primeras líneas de una obra, el verdadero latir, la esencia misma de la literatura, la luz destellante del lenguaje literario, la fuerza de su desnudez y sucumbimos ante ella por sabernos asombrados y más vivos que nunca, como si una tremenda descarga, una explosión de los sentidos se apoderara de nosotros y en gozosa rendición nos dejáramos persuadir hasta la extenuación. Muy pocas, ¿tal vez cinco, una docena de veces? Pero es tan grande la punzada, su enorme placidez que, cuando así sucede, todo cambia de adentro hacia fuera, o viceversa. Es un momento mágico y único, presagio de lo que acontecerá en páginas sucesivas. Quién no recuerda algunos de esos comienzos gloriosos en los que casi aturdidos por la eclosión de la palabra escrita se presiente toda la eternidad en plenitud, como en la obra cumbre de la literatura española y universal, “Don Quijote de la Mancha”, cuando Cervantes escribe: «En un un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor»; de igual manera en otra obra imprescindible como La Regenta, Clarín escribe: «La heroica ciudad dormía la siesta. El viento Sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte.», o en esta otra del Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias, “El Señor Presidente”: «...¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre! Como zumbido de oídos persistía el rumor de las campanas a la oración, maldoblestar de la luz en la sombra, de la sombra en la luz. ¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre, sobre la podredumbre!». Algo parecido ocurre con una novela, pura literatura del siglo XXI, merecidamente galardonada con el Premio Andalucía de la Crítica 2017, del escritor Antonio Enrique (Granada, 1953), que nos devuelve la esperanza y la luz deslumbradora de la obra maestra, como lo es, sin duda, “Boabdil. El Príncipe del Día y de la Noche”, que se incia de la siguiente guisa: «ZAS, ZAS, EL AZADÓN. Hiende la tierra húmeda. Un hombre es quien lo blande y otro quien le mira. Las acometidas van siendo más leves, porque acaban de dar en duro. Era medianoche cuando comenzaron. Éste es el último cadáver por desenterrar hoy». Así comienza esta novela que narra las vicisitudes de los últimos días de la vida de Boabdil como rey de Granada. Una narración sólida en su estructura, para la cual su autor ha tenido que realizar un gran trabajo de documentación, pero sobre todo de creatividad. Con la publicación de “Rey Tiniebla” Antonio Enrique demostró su ilimitada capacidad de creador, de narrador de raza, y así viene a confirmarlo ahora con esta su última novela “Boabdil. El príncipe del día y de la noche”. Si en la primera parte la voz narrativa corresponde al propio Boabdil, que recorre la historia de sus muertos, que no es otra que la historia de la dinastía nazarí, de los veinticuatro sultanes de la Alhambra, contada así por quien lo tuvo todo. 




La exhumación de los reyes se convierte en el hilo conductor de la narración y Boabdil será la voz que nos acerque a su conocimiento. Es el azadón en la tierra húmeda que se hiende para desenterrar el pasado, también su destino: «¿Y qué hacer con tantos muertos; me pregunta alguien; no sé, no los distingo con esta oscuridad. Habría que arrimar el farol a sus caras, y aun así no distinguiría a tantos muertos…Ponen las momias unas sobre otras haciendo pared, una hilera de varios hacia un lado, la siguiente atrevesada. Es un muro compacto; si los dejáramos ahí fermentarían sus huesos y fraguarían en cemento. Me llevo sólo los más ilustres. Los cristianos los profanarían, luego de saquearlos. Los demás mandaré los dispersen por cárcavas del monte, en las cercanías del palacia al-Hijar, Alijares. Estos muertos son míos. Y de Granada». La voz narrativa de la segunda será la del anciano Ibrahim Eleazar al-Sabbagh, quien nada tuvo: «Ni cristiano ni moro soy, como ni hombre ni mujer. Todo me lo quitaron, nada me han dejado. Por esto, sé. Y por saber, soy. Todo me lo quitaron menos el sello que cerraba mis labios. Este sello a mi boca me lo arrebato yo. Yo soy quien se lo quita ahora». Dos enfoques narrativos para una mismo hecho, una misma historia, que hacen de esta novela una obra singular, por cuanto amalgama erudición y emoción, la fuerza indiscutible del lenguaje y una asombrosa capacidad para crear belleza. Una obra magistral que conmoverá sin duda alguna al lector que se acerque a sus páginas. Antonio Enrique ha escrito tal vez la novela de sus sueños, la que habitó siempre en su corazón y en el de la Alhambra, donde un día ya lejano alcanzó la felicidad toda.



Título: Boabdil. El Príncipe del día y de la noche
Autor: Antonio Enrique


Edita: Dauro (Granada, 2016)

OSCÚRAME de INGRID VELENCIA, comentado por JOSÉ ANTONIO SANTANO

SALÓN DE LECTURA _________________________________ José Antonio Santano


OSCÚRAME

Cada año el reencuentro con la poesía iberoamericana está asegurado en la ciudad dorada, en la bella, sabia y lumínica Salamanca. En esta incomparable ciudad, poesía en sí misma, los versos nacen de cada piedra, se elevan hasta alcanzar las nubes, huele a lluvia en sus calles y los silencios fluyen por doquier hasta ensordecer al visitante. Dos libros de poemas nacieron consecuencia del fallo del III Premio Internacional de Poesía “Pilar Fernández Labrador”: “La metáfora del corazón”, del jiennense afincado en Ávila José Pulido (reseñado en esta misma sección hace unos meses) y “Oscúrame”, de Ingrid Valencia (Ciudad de México, 1983), de tal manera que, madurez y juventud, quedaban ensambladas, unidas en la auténtica y eterna voz de la poesía. Ingrid Velencia sabe bien que a la luz se llega desde la oscuridad, que los silencios no son sino latidos del corazón y que la palabra es la única verdad capaz de transformar el mundo. “Oscúrame” es, por su frescura y modernidad, un libro que sitúa a la poesía latinoamericana actual en un lugar de excelencia. Su variada temática y registros son garantía suficiente para adentrarse en sus páginas y dejarse llevar por la corriente de sus sonidos, con su lenguaje preciso. La poeta bebe de la más culta tradición poética mejicana, pero también de una realidad que se le muestra en toda su pureza, y no caben medias tintas, tan dura como frágil, a la que tiene que enfrentarse cada día desde la soledad que la palabra abriga. Escribe certeramente la profesora de la Universidad de Salamanca y prologuista de este libro Carmen Ruiz Barrionuevo: «La palabra, por tanto, es el instrumento indispensable en la poesía de Ingrid Valencia, útil y sólida herramienta arraiga en la responsabilidad frente a la escritura constituyéndola como poeta de la palabra». Y así es, la palabra en su desnudez y su caleidoscópica forma, armonizadora, clara y precisa, rompedora y magnánima, intensa y lumínica, toda alma nacida de la oscuridad y los silencios. Ingrid Valencia nos habla desde la verdad –su verdad poemática- que resplandece en cada verso, allá en los orígenes: «Comienzo, sí, a mirarme, / a recordar la danza, el aleteo, / el frágil desequilibrio / de abrirse paso / por dentro de la piel, / incluso en la multitud / de aves que mueren / cada noche mientras respiro». La vida es el aliento que alimenta y fluye como agua cristalina de un manantial inagotable, que se adentra a lo más hondo del pensamiento y reclama su luz, toda la luz del mundo, como así Ingrid Valencia lo muestra en estos versos pertenecientes al poema Iztaccíhuatl: «Esta es la vida, una tarde / que se pliega y recorre / el temor, / la súplica / de volver, un día más, / a los callejones del asombro». Esa capacidad de sorprendernos aún por las más bellas y pequeñas cosas es intrínseca al universo poético de Valencia, la fuerza que mana de su palabra toma el vuelo hacia el espacio celeste y permanece en él la certeza de haber construido e interiorizado un don especial que devuelve la esperanza en la poesía, en este caso, que nos llega de la hermana latinoamericana como un fulgor inagotable. La poesía mexicana que nos ocupa en esta ocasión bien merece, de la mano de Ingrid Valencia, una parada, una reflexión profunda sobre forma y fondo, de tal manera que en su reflejo podamos atisbar otros mundos desconocidos, otras vidas que esperan desde antaño que volvamos a los orígenes para conocer mejor nuestro futuro destino: «Los ecos se mezclan / con las voces, con la piedra / derrumbada. // Ya en el polvo, / las luces se abren / y me abandono al origen». Sin duda alguna “Oscúrame” es un libro distinto y singular, que se aparta de las modas y los estereotipos actuales de la poesía española, y por esa misma razón, y habiendo sido escrito desde una mirada joven pero serena es necesario su lectura, sin prisas, con lento deleite, abismándose en la palabra que ilumina cada verso, donde el yo poético crece y crece al unísono con los paisajes naturales, la soledad y todos los silencios que inundan la oscuridad lumínica del ser humano, en ese devenir de un presente cada vez más incierto y alarmante. La poeta no puede abstraerse de la realidad –su realidad- y parecer ajena al mundo que la rodea. De ahí que su voz suene a verbos que fluyen como el agua de los ríos, que los regresos sean el camino sondeado y que todo lo vivido, lo humanamente vivido, sea la razón y la esencia de los asombros que comienzan desde adentro, desde la oscuridad y los silencios que iluminan cada día la existencia. Ingrid Valencia lo sabe y por eso escribe desde el “yo” para el “otro”, compartiendo su experiencias a través de la única forma que conoce: la palabra. Poeta intimista y rebelde, de mirada escrutadora nos deja en “Oscúrame” la grandeza de su palabra poética: «Soy yo en la maleza, / en el rostro humano / que se ciega y rompe / las ciudades, las orillas, / el atardecer de los ojos / cuando estallan». “Oscúrame”: poesía en estado puro.


Título: Oscúrame
Autor: Ingrid Velencia
Edita: Diputación de Salamanca (2016)



MARCELO GATICA BRAVO

Selección de Poemas ( Marcelo Gatica Bravo)


PETRAE

Aspirar piedras es masticar la tierra,
país de paisaje y de imagen.
Tendí un cuaderno al sol y floreció,
en gotas telúricas
La contaminación ha mudado el parque.

Los cipreses se oxidan como mondadientes en un cine.
Juventud instan – tánea, en látidos endeclinables.

Salta cordi, cordia, corazón.

Aún los remolinos se enjuagan en viento,
Y la rueda de moler se recicla en arena de piedras.

Alguien entra y deshoja las alas de un libro.




ARTE POÉTICA

Y la arena cesó de tronar.

Helarte por el arte
El arte por helarte

Es dividir el lenguaje por cero
Es multiplicar soles de agua
Es esculpir en cáscaras de papel

Nos elevamos por sobre cuadriláteras esferas.

Y el arte gélido
No hay palabra ni carne sólo piel.
Artista ventrículo de hologramas

Y el arte de enredarte
porque los laberintos están de moda
como una sin –fonía atómica.
Pararte frente a una pintura
es decir,
frente a un pájaro en un túnel sin ojos
el porqué de enredarte
de mirarte
de embrionarte
de volarte
de intoxicarte
de arrastrarte
como un sol en capullo
como una mariposa de arena
como un verso de polvo
mariarte como si el arte
fuera un péndulo de agua
y pretendo succionar el viento
y el tiempo
introducir un pétalo
solar como si la palabra
se derritiera
Sol solo sombras
AÚN CERO
Aun creo, que la poesía
se ha convertido en el espejismo de un grupo de ciegos

PRELUDIO

Yo miré todas las obras que se hacen debajo del sol;
y he aquí , todo ello es vanidad y aflicción d espíritu

Eclesiastés 1:14



Si el lenguaje reflejara
lo que realmente pienso,
todo estallaría.

Creo que la fuerza de la gravedad
es una ilusión matemática.

Entonces propongo:
Un estallido de imagen,
Elevarme
por sobre águilas metálicas,
sumergirme en nubes boreales
y arrancar los ojos del cielo.

Sólo si la palabra reflejara
lo que realmente pienso.

NOTAS A PIE DE ÉFESO
(Fragmentos)





Fragmento IX


El hombre sigue siendo el ser más parecido al agua.
Fluye por la realidad de un extremo a otro
y cuando cree haber construido una obra se evapora.
Sin embargo por algo misterioso la vida sigue fluyendo en él.






Fragmento: Capítulo IV: I: VI

Cuando vivimos la polifonía de voces.
Las coordenadas tienden multiplicarse y como ondas,
cada vez se hacen más impalpables.

Desde una jaula un preso nos sacude;
nos lanza hacia lo disperso, nos lanza hacia las repeticiones,
nos lanza hacia fuera, hacia lo múltiple,
hacia el fragmento, hacia el retazo de mapa olvidado.

No confundirse, el amor se lanza en un verso, en un cuerpo,
en un espíritu, en una coordenada que soporta
lanzarse hacia la realidad de un día fracturado.











Fragmento Capítulo V: XIV - XV


Hay tanta distancia entre caminar sin espacios
y caminar cancelando el tiempo.

La condición para dejarnos perplejos
es que ya no hay límites para dar el siguiente paso.

Ya todos lo sabíamos.
Hemos aprendido muy bien la lección de Historia.
Cerrar los ojos
y abrirlos en el momento exacto de una foto




Fragmento XVI - XXI

A pesar del mareo cotidiano de los periódicos,
las imágenes estallan en el vacío omnipresente de un segundo
y el vértigo que produce el tambaleo incesante
de la red en palabras que apenas nacen mueren.

Busco la frecuencia de naufragio
sin la silueta de la sirena muda.

Busco la frecuencia, respiro profundo
y escucho como aletea mi corazón
con la sintonía de un inadvertido pájaro en vuelo.























Fragmento Capítulo VI: XIV


Creo que el opio más certero es la ausencia de verdad.
Maquillamos con un lenguaje de sirena muda,
evadiendo; secuestrando
el espejo que devela nuestra trayectoria.

Quizás la táctica sea precisamente perderse en la máscara
en la vitrina, en la actuación;
confundirse en la masa, en la imagen.

Quizás eso sea lo más verdadero.
Solo restaría romper el espejo y nacer de los fragmentos


Fragmento XVI

La fe posee una misteriosa naturaleza líquida
que en ocasiones evaporamos
pero que emerge con tanta fuerza
que con sólo una gota apaga cualquier intento de infierno.

Los ojos tienen la manía de embriagarse al contacto de l
imagen; se distancian del oído, del corazón
que ya no late con ciertas palabras vitales.



Fragmento de la última palabra

Hay palabras
que con sólo pronunciarlas trastocan la materia,
completan la escena;
de algún modo
el sonido que producen
devuelve a la realidad parte de su origen.




ICTUS I



Hay peces que deambulan en un mar infinto y se pierden
entre las corrientes marinas del tiempo.

Hay otros que se elevan por sobre las columnas del viento
y surcan el cielo como pájaros de aire.

Muchos perdieron la memoria,
todos en un pasado fueron hombres.
EL DESIERTO DE LAS CÁMARAS

PRIMERA MIRADA1 ( a Asur)


Cámara en mano
se busca el fragmento preciso,
un trozo de carne de exhibición.

Desde países de telediario
la imagen se multiplica en las redes
en los gráficos que poco o nada
tienen que ver con lápices y columpios.

Mientras,
un niño soldado lanza una botella vacía
pensando recuperar
las montañas o alguna camiseta de Mesi.


OCTAVA MIRADA


Un anciano me dijo que todas las escuelas
tenían que construirse a la orilla del mar.

Hay que aprender a palpar con los
ojos la dimensión oceánica de las horas.
Hay tan poca distancia
entre una prisión, y un libro
como entre la mano y el látigo.

Hay escuelas
especialistas en decapitar
sueños oceánicos,
mareas que trastocan
todo tiempo y todo espacio.

Un ejército para una fábrica,
una fábrica para un ejército.
Las reglas son claras,
hay que tener comprensión lectora.



El anciano insiste
Si las escuelas no habitan a la orilla del mar
Busca el cielo que es lo más parecido.
Rompe el techo y cambia los muros por ventanas
Ventanas a la izquierda, ventanas a la derecha
Y que en el techo quepa todo el cielo del mundo.
III.-

A Aidé Órtiz



La profesora se declara muda,
sufre de secuestro voluntario.
Se cansó de la máscara de payaso en el colegio
y de ver a la deriva
los molinos del Quijote
en los ojos de sus alumnos.
Se cansó
de vivir con un Sancho
que lo único que hace es hablar de fútbol.
VI.-

¿Cuántas almas ha envenenado o
ha dejado confusas o empequeñecidas
para siempre una maestra durante su vida?
Gabriela Mistral






El orientador me devaluó
mi café crepúsculo.

Me dejó muy clara
la instrucción

Las pruebas con alternativas
son la mejor manera
de fugarse
de los horrores escriturales
de nuestros cavernícolas.
RESERVA DE HUMUS

II-

El árbol se conoce por los frutos.
Es cierto que además se le puede
conocer por las hojas.
Pero el fruto es desde luego,
la señal esencial.

Søren Kierkegaard


Pablo Pávez lee con las manos, en el metro, en la escuela; cuando ve un partido de fútbol piensa cómo enseñar Descartes y Foucault a sus alumnos. Las estrategias entre el fútbol y la filosofía debieran ser investigadas dice. Escribe o intenta reescribir como poemas los jeroglíficos del tiempo de Heidegger y las vueltas de carnero de la palabra que aparecen en Derrida. Sospecha de todo los discursos, pero por sobre todo le tiene manía a la letra chica, aquel lenguaje que adorna los tarros de comida. El exceso de azúcar y conservantes, los nombres ilegibles, los diminutos porcentajes estampados en los lácteos. Los químicos son como los economistas, pululan por un mundo imaginario devastando el real - dice. Pablo cree a pie junto en la filosofía para niños, e insiste con la manía salomónica que debajo del sol no hay ninguna novedad, que el hombre es hecho de segundos, y al mismo tiempo, cree en que el tiempo va al revés, como un círculo, nunca en línea recta. Pretende llevar a todos sus alumnos un día a una gran caverna, quitar todos los cables luminosos, quitarse los ojos y tornar al tacto de las manos, y luego después de una la pausa gris, tornar y ver en cámara lenta el milagro cotidiano del primer suspiro de la tierra al despertar.
III.-




René López está consciente que todo fluctúa; todos los tiempos en un tiempo dice. Afuera hay mucho viento, adentro hay remolinos paralíticos. Cuando los héroes permanecen estampados como mercancías cuando los dioses cayeron y nos arrojaron al borde del mar sin mar. René López se echa en un roble luminoso, sumergido en las raíces de un evangelio sin contornos de tiempo. Luego de hacer clases de música. En el regreso a casa escucha silentes arpegios: voces, luciérnagas, manos invisibles, un murmullo oceánico que traduce - sigue habiendo espacio aunque no haya tiempo. René López, se lanza al camino, al laberinto misterioso de las horas, del tiempo, de lo que no puedo contener, del movimiento terráqueo de la calle, del auto, la bicicleta, la vereda cruzada por un par de niños. Resucita el oído en la lluvia, en la gota, detecta una voz de piano salomónica en una muralla anónima. Se lanza a caminar sin reflejos frente al pájaro, la sombra del gato, el gesto. Se lanza a los minutos y abre la tarde; hojas crepusculares donde todo huele a génesis. Rene López insiste en caminar con los ojos cerrados, con el corazón tatuado en el brillo de la oscuridad.

LA ERA DEL NO TODAVÍA

Ilusoriamente todo se fabrica bajo el cielo de los ciegos.
Usan una lengua cuánticamente jurídica
que está extrayendo
toda la reserva de palabras de los océanos;
y como ballenas azules somos capturadas
en algún menú de ciencias exactas.

Y cuando pareciera
que iremos a la plaza a levantar guillotinas
se han tragado toda el agua
de nuestros ojos
que confundidos miran hipnotizados
como espejos
los precios
entre los maniquís de una vitrina.
CRUCE III
En dos segundos
volverá a respirar
el Ojo,
quise decir, nuestras entrañas
Sólo a un metro para despertar.






α) Los minotauros son animales aparentemente extintos. La calle se ha vuelto un laberinto peligrosamente extenso. El vértigo se palpa en ciertas ciudades de cemento. Abrir la puerta es lanzarse en paracaídas en un túnel sin ojos, pero el roce del aire nos recuerda que aún laten nuestros sentidos.



Ω) Una especie de espejismo verde, nos trastoca la retina. Sácate los ojos sino seguirás viendo lo mismo. La distancia que hay ante lo próximo, es como del hueso a la mano. Es decir, aquella sombra estadística del otro.






α )( Ω Mientras escucho el diminuto reclamo del eco de un minotauro en miniatura.
CRUCE XIII.-


Existe un cruce intacto
entre la causalidad y la casualidad.





Hay distancias insospechadas
entre la mano y el Ojo.

La mano respira frente
a ciertas señales.

La piel desdobla las fronteras del cuerpo
y en un momento se ve claramente
la puerta del viento.
Es decir,
la condición necesaria
para nacer de nuevo2.

Referencias Bibliográficas de los poemas

1.- “Petrae” ( Taller Literario, Santiago de Chile, Ediciones UMCE, 2001)
2.- “ Arte poética” ( Atrio-poético, Santiago de Chile, Ediciones UMCE, 2003)
3- “ Preludio” ( La Hora Sagrada, XII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, Salamanca, Fundación Salamanca,2010)
4.- Notas a pie de Éfeso: “Fragmento IX” (Ibíd)
5.- “Fragmento Capítulo IV: I: VI” ( Ibíd)
6.- “Fragmento Capítulo V: XIV - XV”( Ibíd)
7.- “Fragmento XVI - XXI”( Ibíd)
8.-Fragmento Capítulo VI: XIV”( Ibíd)
9.-Fragmento XVI”( Ibíd)
10.-Fragmento de la última palabra” ( Ibíd)
11.- “Ictus I”( Antología, Poesía para un existir,Badajoz, España, 2010)
12.- El desierto de las cámaras: Primera mirada” (Poemas identificados en el libro de pintura Los Nadies de Antonio Soto, Córdoba, España, 2013)
13.- Octava mirada”( Ibíd)
14.- Diario de Campo III” ( Portafolio, poemas a pie de página, Santiago de Chile, Centro de Extensión UMCE, 2014)( Ibíd)
15.- Diario de Campo VI”( Ibíd)
16.- Reserva de humus II”( Ibíd)
17.- Reserva de humus III( Ibíd)
18.- La era del no todavía”( Ibíd)
19.- Cruce III” ( Crucial, Santiago de Chile, Editorial Ortiga, 2015)
20.-Cruce XIII”-( Ibíd)
1 Poema a pie de página. EL DESIERTO DE LAS CÁMARAS. En la esquina del mundo, hay un desierto, un horizonte espeso, un espejismo de Marte. Donde las piedras alimentan la fauna de un océano de hombres olvidados. En el margen de la nada, el desierto se extiende a ciertas piedras a ciertas criaturas, a ciertas siluetas que se lanzan en el vientre de un agujero negro. En la esquina de la nada la tierra se desliza en silencio, sólo unas pisadas, sólo unas palabras subterráneas. Aunque un mañana yace intacta el látido silente en la esquina alterna de GOOGLE.



2(Se corre el riesgo que el último verso sea literal. Esto es el llanto primero frente al contacto de la luz)


Reseña bio-bibliográfica

Marcelo Ismael Gatica Bravo nació en el año 1976 en el pequeño pueblo de Cauquenes, Chile. Estudió Licenciatura y Pedagogía en Castellano, en la Universidad de Ciencias de la Educación UMCE, de Santiago de Chile (1997-2001). Fue uno de los encargados de la obra El Rompecabezas (Teatro Infantil de GBUCh, 2000-2006). Uno de los coordinadores del proyecto educacional Esperanza Viva que tuvo por objetivo dar ayuda educacional a estudiantes en riesgo social para su ingreso en la universidad (2006). En Chile ha publicado en el poemario colectivo Taller Literario (2001), el libro de poesía a tres manos A-Trio Poético (2003) y poemas varios en Calíope, revista de poesía (2000-2003). Obtuvo el Premio “Música, color y palabra” de la UMCE (Santiago, 2003). También ha participado en el área cultural del GBUCh en diversas instalaciones artísticas como El Panel de la muerte (2004) y Crucial (2005). Actualmente vive entre Estonia y Luxemburgo y está realizando el Doctorado Vanguardia y Postvanguardia en España e Hispanoamérica (Universidad de Salamanca). Sus poemas aparecen en las antologías Poesía para un existir (Badajoz, España, 2010), El Paisaje Prometido (Salamanca, España, 2010) y en La Hora Sagrada, XII Encuentro de Poetas Iberoamericanos (Salamanca, España, 2010), Arca de Afectos (Salamanca, España, 2013), O Divino, Sílabas Do Oeste (Castelo Branco, Portugal, 2011), Poemas identificados en el libro de pintura Los Nadies de Antonio Soto (Córdoba, España, 2013), y Poemas para desaprender aparecidos en Portafolio: Poemas a pie de página, poemario escrito a dos manos con el poeta Camilo Cantillana (Santiago de Chile, 2014). En España ha recibido el accésit del Premio Internacional de Poesía “Luis López Anglada” (Burgohondo, Ávila, 2008) y el primer accésit del Premio Gonzáles-Warris (Barcelona, 2012).