Poemas de CAMILA CHARRY NORIEGA



CAMILA CHARRY NORIEGA





Poemas del libro El sol y la carne, Ediciones Torremozas, Madrid, España


Calvario
La res se tiende sobre la hierba y espera la herida
la luz del cuchillo;
ese segundo de olvido que conduce a lo otro.
Para evitar el hambre
la madre sumerge el rostro de su hijo
en las entrañas tibias de la res;
ese universo de carne y vísceras.
En los ojos abiertos de la res muerta
el niño se contempla un instante
y comprende sus propios ojos,
su voz sorda
deformada por su aliento
y por el aliento último de todo lo que existe.


Anatema
Flotaban en el río
los cadáveres de varias vacas jóvenes.
Tras unos arbustos
y estremecido por el agua
que en medio de la muerte se movía
un becerro apareció.
Gemía y corría tras la corriente
para alcanzar el fango
que ya vencía los cuerpos.
Desesperado
sin entender los caprichos de Dios
y el tajo de desdicha
que le había tocado
a la tarde bramaba
y a su paso
un hilo brillante de sangre iba dejando.
Corría entre las ramas
herido y triste.


Lejos, en la sabana,
aun el galope de los caballos
fustigados por el grito de los asesinos
rondaba las montañas;
eco de batalla que se sostuvo toda la noche
aunque ya no hubiese
hombres ni vacas
con quienes festejar esta matanza.




Magdalena
De una vieja ceiba
tres soldados cuelgana un perro de manchas cafés.
Como repitiendo los gestos de un espíritu cruel
intentan desprender la cabeza del animal
intentan separarla de su cuerpo.
Por turnos estiran la cadena
que une al perro con el árbol
fuman,
ríen
toman aguardiente
en improvisadas copas hechas de totumo.


Matan el tiempo entre la selva,
se divierten cuando el perro aúlla
y su llanto animal se extiende tremendo
hasta que al fin la cabeza
del cuerpo se separa.
Entonces toman sus fusiles en silencio
y vuelven por la espesa selva
tranquilos
a sus rondas nocturnas.


La luz se agota de perpetuo brillo
mientras cae en el vértigo del aire,
el aire es un objeto que tiembla sobre el júbilo de
[lo que será.
Todo es lo que no existe
mientras se excava con palabras
y se construye la imagen de las cosas:
una piedra, una mujer, un ahogado.
Las palabras regresan siempre a su inútil menester.
No hay nada,
las palabras borran el mundo
que construyen cada instante.
La araña solo existe cuando camina ciega
hacia la mosca y su hambre calma.
Una lámpara en medio de un trigal
que cae y cae cada tarde.
Lejos las estrellas, polvo sobre polvo que brilla
como las palabras en la hoja,
polvo
que se hace tiempo y forma.


Entre la red el pez aguarda,
estaca la red que impide su huir.
Agua y pez socavan el hueco del tejido
en un bello intento de fuga.
Perpetuidad su vuelo entre la nube de mar que lo
[consume.
El pez reconoce pronto en la entraña del agua
el espejo que lo reclama;
bebe su instante de verdad
sin alegría.
Vuelve del otro lado de la red cocido.
Igual los hombres acá,
regresan del otro de la calle
cocidos, su hambre intacta.


Bojayá
Les trozaron las manos
y en el pellejo de otros muertos, los labios les
[hundieron.
Para comer
después de tres días
les llevaron las tripas de sus perros.
Detrás de los árboles
unos cerdos esperaba las sobras
las falanges
los tendones quemados
que aún temblaban
pues las balas
dentro de estos pedazos de cuerpo,
de mundo,
seguían calientes y sacudían la piel partida
por el plomo final.


El Aro
Rodaban por la montaña
eran un solo río
que atrás dejaba
la carne flagelada de sus padres.
Como un río eran una sola herida
que vagaría por las ciudades
hasta la época de la ceniza.
Un río que florecía como un largo puñal eran.
Traían en las manos
amados
afilados huesos
armas o amuletos
tallados con el brillo de los dientes
por si la sombra los volvía a encontrar
ahora huérfanos,
curtidos.


No hay fruto en la palabra flor,
solo adentro
en el tremendo
temblor que es el poema
que destila la muerte o el amor
lo simple se hace ser.
La lengua es una oruga que bordea el urgente tiempo;
la página posible de realidad.
La palabra temperamental que concibe la palabra flor
como si la belleza fuera el objeto y no su deseo,
su consumación.
Adentro crece la imagen de lo permito
y en un doble acto de renuncia, lo permitido perece;
gana su unidad y estalla mientras la vislumbra.
Solo adentro el fruto es comestible;
los demás,
veneno.


Poema retórico sobre Spinoza
Desterrado de la sinagoga
Spinoza avanza por la calle
de gabardina rasgada por el puñal del asesino.
Ya sabía que acá la muerte
es flecha de luz
y apacible destino.
Sabía que decir persona es como decir rincón de nada,
y sabía que solo hay colisiones, choques,
que definir cualquier cosa es definir sus relaciones;
decir que un pez es pez, es entrar en una relación,
no hay pez puro,
su sustancia es artificio de otra cosa sin realidad ni
[tiempo.
Pulir lentes como renuncia definitiva,
se necesita de este oficio para hallar la hondura;
la renuncia también es una potencia
no el fracaso.
Así que sobre el mundo, Dios,
en relación a sí mismo
es el rostro de la descomposición
oposición a la vida en su más cierto quehacer
la vida, ese caer de moscas
sobre el sueño de la tierra,
ofuscación de dientes que sostienen su flujo,
Bacon que desgarra los objetos.
Solo se gana el cielo si se ha sido un buen esclavo;
en el reino animal
morir es un privilegio
los animales siguen su relación con la muerte
sin holocausto, sin esclavitud,
no hay obrero que viva sobre el abismo
sin la muerte en las entrañas,
animal extraviado de la manada
reconoce su estado y calla.
Auto reguladora, la naturaleza se crea y se destruye;
el castor hace presas y el hombre caos.


Del libro Otros ojos, El ángel editor, Ecuador


6.
Olas sobre el ojo abierto de la gaviota abatida
en la arena de la playa.
Difícil saber cuál murió primero.
La ola en la costa que revienta y se divide perdiendo la unidad;
la gaviota muerta en cuyos ojos de agua
se fragmenta el mar.


11.
Una mosca zumba en la claraboya
impertinente se lanza a su cacería ciega.
Desprecio su tonto divagar entre la mesa
la ventana y la tarde;
su vida
tan similar a la mía.




12.
Respira hondo el toro herido
y su hocico dilatado es como la noche.
Todo es sed en él
su bramido
su pesado paso entre fantasmas
sus brillantes ojos
calcinados por el aire que sale de su boca.
Como la noche
su hocico sangra sobre la verde hierba.


14.
Sin órganos calientes
la araña
come sobre hilos brillantes
la carcasa de la mariposa.
Sin embargo todo sigue siendo la vida
bajo la lengua fría del hambre.


20.
Se abre la tarde; un río.
En su hondura vacilan mis ojos
que temen la entraña de la tierra
su lengua que lamerá mi vientre
y me vaciará de memoria.


38.
Todavía el hueso sostiene la mejilla caliente del animal,
la crispación de la carne sostiene
la desgarradura y el tajo abierto que libera otra extraña desnudez.
Arden junto al fuego el cuchillo, la lámpara que inició el calor
y algunas de las sílabas que la noche luego del rito devora.
Sobre la mesa los libros derraman hojas secas
que el viento arranca y lleva y eleva
como un carnaval de fantasmas enardecidos.
El hueso arde y se cuartea
la carne, los tendones silban y todo huele a pan.
Tras el cristal de la ventana danzan libres
sobre la cuerda tendida en algún remoto patio
una falda húmeda, un pantalón y unos calzones
que luchan contra la ingravidez;
presencias de lo humano, de la carne que se persigue y se olvida.
Con una cuchara se revuelven las cenizas
y se disponen como frescas legumbres en los platos junto al pan,
el espejo refleja un reloj de pared
que avisa como siempre que la mesa está servida
no hay mantel
en su lugar una sábana cubre la madera y un cuchillo
corta la lengua para que haya silencio
y brille solo entre el fuego
el animal desterrado
que cubre todos nuestros huesos.


36.
Murió, la semana pasada, mi perro.
Lo simple reconoce en el espíritu su morada.
Pasan los días y sus noches, le oigo aullar desde su paz.
Desde mis manos, la ausencia de su hocico
cubre el sitio donde durmió.
Bajo la lluvia todo parece menos cierto
y a veces un temblor en mi puerta
me obliga a creer que me sigue
que olfatea mi tristeza y busca mi mano
para lamerla otra vez.
Eso quiero creer
porque la bondad del mundo no puede ser tan poca
porque reconozco su vida, la que fue
como una señal cierta y firme
de una voluntad que acerca, definitivamente,
lo poco del mundo que de verdad nos premia.


46.
Antes era buena
y me desvestía húmeda y feliz.
Pero aparecieron el tiempo
las mordazas y el veloz segundo
en que el espacio que quedaba
entre mi cuerpo y yo
sólo fue el hastío del deseo,
ya no el pavor de tus labios
que brillaban sobre mi abismo
como una lágrima.






Del libro El día de hoy


Somos los desterrados
los que se miran
desde la desdicha que habita
todos los finales.
Somos los que rasguñan la entraña de esa fiera
que llaman Dios
para que sangre y llore
porque no podemos retener el tiempo
y su vértigo
en mitad del cuerpo.




La palabra ha muerto,
sin ella
¿Cómo nombrar a Dios?
En el silencio,
en la ausencia de palabra
el mundo flota como una idea
ensombrecida, virtuosa
y también Dios,
su lenguaje hecho de capricho humano
de humana incertidumbre.
Ahora, cuando no hay palabra
cuando el lenguaje abandona
su servidumbre,
su súplica, aún digo:
Dios, sálvame de tu furia, dame luz y sed
protégeme de mí misma,
aunque sea haz que en mí las palabras digan algo
traigan algo
revelen alguna verdad
si es que acaso existes–.




El perro muestra frenético sus dientes
y corre con su presa entre la boca
llanura adentro;
ha sido largo el suspiro exhalado
por el que ahora es un cadáver
banquete que entre mordiscos el hambre y el instinto riñen.
El perro cruza luego la noche,
la tiniebla que para él resulta el mundo humano.
Jadea, lame las magulladuras de sus días
sabe, entiende
qué son la soledad y el destierro,
pero desconoce la función del tiempo,
su impostergable cometido;
envejecerlo todo, acabarlo todo.
Como el perro
mis labios riñen con la vida y tragan luz,
jamás sacian su hambre,
ya adentro la luz es un rayo
y se extiende por las entrañas del cuerpo
que también cruza la noche
magullado, solitario,
consciente de que será cadáver,
banquete del tiempo;
ese otro perro
que llanura adentro, noche adentro, todo lo devora.




Escribo
desde la desgarradura de la tarde
cuando el último pájaro
trina en una rama

mientras lo imagino.

MARÍA ÁNGELES LONARDI PREMIO CENTRO CULTURAL ROSALÍA DE CASTRO ROAC 2045




CONCURSO INTERNACIONAL DE POESÍA Y CUENTO BREVE, HOMENAJE A CAMILA NIEVAS EN EL DIA DE LA MUJER 2018, CONVOCADO POR EL


CENTRO CULTURAL ROSALIA DE CASTRO ROAC 2045, 
BUENOS AIRES ARGENTINA.


LISTA DE LOS RESULTADOS EN POESÍA

María de los Ángeles Lonardi Gette


PRIMER PREMIO

RECUERDOS BLANCOS DE MARÍA DE LOS ÁNGELES LONARDI GETTE, DE ALMERÍA ESPAÑA.


SEGUNDO PREMIO:

SI YO FUERA MUJER DE PACO VELÁZQUEZ BARROSO DE CÁDIZ ESPAÑA.




TERCER PREMIO:

CAMILA NIEVAS, EJEMPLO DE SILVIA MABEL VÁZQUEZ DE SAN MARTÍN BUENOS AIRES ARGENTINA.



PRIMERA MENCIÓN DE HONOR

QUISIERA SER. DE SALEM RONCAL OSTÍZ DE PAMPLONA ESPAÑA.

SEGUNDA MENCIÓN DE HORNOR

MAESTRA LUZ DE MARÍA NARCISA GARCÍA DE CIUDAD DE BUENOS AIRES ARGENTINA.

TERCERA MENCIÓN DE HONOR

DESCUBRIMIENTO DE SILVIA SUSANA DURRUTY DE CIUDAD DE BUENOS AIRES ARGENTINA.

CUARTA MENCIÓN DE HONOR

CITA DE GUILLERMO SANTOS LEDRI DE GUALEGUAYCHÚ ENTRE RÍOS ARGENTINA


PRIMERA MENCIÓN ESPECIAL

MAESTRA RURAL DE MARÍA DEL ROSARIO LORENZO DE VILLA BALLESTER BUENOS AIRES ARGENTINA.

SEGUNDA MENCIÓN ESPECIAL

LOS POETAS DE EMILIANO PINTOS DE CHILE.

TERCERA MENCIÓN ESPECIAL

ME DUELES DE DOLORES FONTECHA HEREDIA DE JAÉN ESPAÑA

CUARTA MENCIÓN ESPECIAL

MUJER DE GERARDO RODRIGUEZ GUSSONI DE SAN JOSÉ DE MAYO- SAN JOSÉ - URUGUAY.

QUINTA MENCIÓN ESPECIAL

ALMAS GEMELAS DE GRACIELA NOEMÍ FARÍAS DE MERLO BUENOS AIRES ARGENTINA

SEXTA MENCIÓN ESPECIAL

SOY NATURALEZA DE IRMA LILIANA AYALA DE BUENOS AIRES ARGENTINA.

SÉPTIMA MENCIÓN ESPECIAL

LA VIDA DE MIRTA NOEMÍ VIGNAPIANO DE SANTOS LUGARES BUENOS AIRES ARGENTINA.


Se editará una Antología con los autores premiados, las menciones de honor y menciones especiales. La tapa del libro será pintada por Teresita Martí, destacada artista plástica de Gualeguaychú Entre Ríos. La entrega de premios, a cargo de la escritora Poldy Bird, se realizará el sábado 10 de marzo de 2018, en el mítico Café Tortoni de Buenos Aires, Argentina.


La SADE, Sociedad Argentina de Escritores de Entre Ríos ha  felicitado a los ganadores del premio. 

LAS SIETE VIDAS DEL GATO. FAUSTINO LOBATO DELGADO. Por MARÍA ÁNGELES LONARDI


Comentario del libro: 

“Las siete vidas del gato” de Faustino Lobato Delgado
De  La Editorial.es Edición E-book.


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Hace unos días, Faustino me regaló su libro versión digital y me propuso que le hiciera una reseña o comentario, a lo que accedí encantada, porque considero que es un detalle de su parte y es un libro que merece la pena. A pesar de que, de primeras parece una historia personal, intimista y hermética, este libro es un canto a la vida, pensado para todos los hombres de buena voluntad, porque todos somos iguales a los ojos del Creador y todos tendremos que enfrentarnos algún día, de una u otra manera , al mismo desenlace.


Sé, por referencias del autor, que este libro lo escribió en un momento muy duro y muy difícil en la vida. Precisamente en esos momentos, es cuando nos planteamos sobre nuestra existencia. Es tan corta la vida, es tan poco el tiempo que tenemos y creo que, más nos afecta la incertidumbre de no saber hasta cuándo.
Faustino intenta darle a su padre siete vidas pero también dárnoslas a nosotros, para poder sobrevivir a todas las pruebas y seguir aquí, dándolo todo, insistiendo, con más ganas de vivir. Porque parece que él quiere que nos quedemos aquí.
Un gran temor a la pérdida se trasluce en el fondo de este grito desesperado por sobrevivir, cueste lo que cueste.
También me parece que, conocer de cuestiones de Fe y por su cercanía a Dios, hacen que el autor deje una puerta entreabierta a todos los interrogantes. Sabedor de nuestras limitaciones, da una prueba más de que los hombres no tenemos las respuestas.
Y me viene  a la memoria una frase del genial Ricardo Piglia, que me parece muy interesante destacar en este punto.

Hay que vivir en tercera persona (Ricardo  Piglia)
No siempre puede uno saber a qué ha dedicado una mujer o un hombre los últimos años, meses o días de su existencia. La vida se parece entonces a uno de esos filtros degradados en los que apenas se perciben los límites del final. Uno solo sabe que se acaba. Fin.
Y ante la inevitable partida, la fragilidad y lo vulnerable de nuestra condición humana, toman protagonismo. “Las siete vidas del gato” está dedicado a su padre, de quien aprendió a mirar la vida, dice el autor. Y a modo de un intento por organizar las piezas del puzle, divide el libro en  cuatro grandes capítulos y unas Reflexiones finales, como un epilogo, muy recomendables para ampliar la visión y la perspectiva que pretende  darle el autor.

PARTES DEL LIBRO

I Enfrentar latidos
II Las siete vidas del gato
III En la frontera de los pasos
IV Hay tanto viento.

Reflexiones finales.

No voy a hacer una crítica literaria, ni a ahondar en recursos y tecnicismos académicos, pero sí diré que este libro, lo que necesita es ser leído, y con detenimiento, puesto que tiene mucho que aportarnos.
El autor conoce las metáforas y recurre a ellas para expresar desde  la hondura del sentimiento, lo que a veces, resulta indescriptible. Acepta lo que está viviendo pero, también sabe de la crudeza del dolor y de lo contrariados de sus sentimientos y de lo que está experimentando en este duro trance. Y con una habilidad exquisita, recurre a la simbología también. Pretende decir, pero no herir susceptibilidades. Utiliza imágenes sensoriales que, nos hacen descubrir el excelente dominio del lenguaje figurado. Por ejemplo, hablará del viento en lugar de la mirada o se referirá a lo efímero de la existencia con la expresión “carne”.
A lo largo de los poemas la tensión aumenta, la trama y la urdimbre tejen la expectación. Una lucha interna por mantenerse integro junto al padre que se va y por soportar, como corresponde, lo que no estamos preparados para aceptar ni soportar, a ojos de una sociedad costumbrista, que hasta te dice cómo tienes que hacer el duelo.
Cuando la partida es inevitable aparecen los interrogantes, las incógnitas, las dudas y los planteamientos y nos replanteamos prácticamente todo y nos detenemos ante la falta de respuestas, ante el silencio y Faustino, lo describe magistralmente en estos versos finales:
“Tu memoria se quema a la sombra
del silencio, arde en el fuego original
de tu sonrisa. Cuanto aprendí
en ese no decir nada y en tus gestos
diciéndolo todo, cuánto.”
¿Hasta qué punto estamos dispuestos a mantenernos firmes hasta el último aliento? ¿Hasta qué punto somos capaces de escuchar y de entender los silencios que, aunque parezca una frase hecha, dicen más que mil palabras?.
¿Hasta dónde somos capaces de llegar? Quemamos los cartuchos, esperanzados en obtener otra vida para seguir y seguir, porque sería un alivio saber que tenemos disponibles varias vidas, antes de la partida definitiva  ¿verdad? 
Estas son algunas de las reflexiones que suscita el libro a la vez que te va estremeciendo. Se nota la madurez del autor, el saber estar ante las circunstancias y una aquilatada estabilidad emocional envidiable. Una capacidad que le permite enfrentar con entereza, a pesar de las debilidades de la carne,  ciertas tempestades de la vida. Va buscando la luz para, aferrado a ella, soportar con mayor fortaleza los embates del camino.
Ojalá aprendamos a ver con los ojos de Faustino, que le dio valor al momento y se mantuvo firme, integro, para seguir aprendiendo de su padre, de quien aprendió a mirar la vida -como dice -. Sería una buena prueba de que este libro tiene mucho que aportarnos, para que no sea solamente “un tránsito animal”.
Solo hay que saber leer estos versos que están escritos con el corazón y que son la carne del poema. Una intencionalidad que nos lleva a un marco contemplativo para enseñarnos a ver de manera más sensible, el otro lado de lo inevitable.
María Ángeles Lonardi
Almería, 30 de diciembre 2017 

Reseña de José Antonio Santano sobre CONCIERTO DE CONTRARIOS


Son muchas las voces en el panorama actual de la poesía española. Tal vez esa natural circunstancia se engrandece por la particularidad de cada una de esas individualidades. Lo que nos plantea siempre el hecho concreto de la cantidad frente a la calidad. Son muchas las publicaciones de poesía que llegan a las librerías a lo largo de todo un año, pero no tantas las que consiguen atraer al verdadero lector de poesía, y menos aún, a la crítica. Sabemos que no es fácil este viaje y que sólo algunos lo concluyen con éxito en su sentido más amplio. El poemario que hoy analizamos en esta sección mantiene el pulso poético desde la primera a la última página, y la voz del poeta, por tanto, está presente como una luz guiadora. “Concierto de contrarios”, del poeta alicantino Juan Ramón Torregrosa (Guardamar del Segura, 1955) es el libro elegido para esta ocasión. A este hay que sumar otros como “Sol de siesta”, “Sombras del olvido”, “La soledad siguiendo” y Cancela insomne”. En honor a la verdad hay que decir que “Concierto de contrarios” es un libro de madurez, en el cual el poeta presenta, a través de distintos pórticos, experiencia y conocimiento, reflexión continuada sobre la vida, que no es sino el juego de los opuestos, de las contradicciones, de los contrarios: vida y muerte, tristezas y alegrías, amor y odio, desde una mirada puramente humana, y por ende, poética, que trasciende la propia realidad. En ese “Concierto de contrarios” Torregrosa mide con milimétrica exactitud su mirada, que no es sino la razón de ser del hombre frente al mundo. El poeta sabe bien que el único instrumento que conoce para revelar y rebelarse es el lenguaje, la palabra como razón última del conocimiento al servicio de la emoción, de esa capacidad para cambiar y transformar la vida misma. Y en estas nos encontramos con un poeta de mirada limpia, abarcadora, que se aplica en los detalles para conformar un universo donde el hombre sea el centro. Detiene el tiempo el poeta, se abstrae después de contemplar la vida en derredor suyo hasta alcanzar una voz plena y distinta, original. El poeta no puede desasirse del hombre que lo habita y en ese contexto vuelve a los orígenes, a su entorno natural y constatar, desde la experiencia de la contemplación que va más allá de la simple mirada, esos mundos secretos que la propia Naturaleza nos descubre. De esto trata precisamente la primera parte del libro, de la Naturaleza, y que titula “Sucesión de los días”. 

Sean una prueba fehaciente de lo dicho estos versos del poema “Después de la tormenta: «Ocurrió todo de repente / y, repentinamente, cesó todo. // Ahora recuerdo / suena lejano y solo un aire / más cristalino y un aroma / que impregna de matices la mirada / te dice que no fue sueño y pasó. // Tal es la magia, el imprevisto encanto, / de la calma después de la tormenta». El juego de los opuestos, la serena mirada del poeta que ahonda en lo insondable, la fuerza de la plenitud léxica, de la profunda reflexión: «La partícula más imperceptible / forma parte de un todo, / y ese todo / nunca sería el mismo, / nos consuela pensar, / sin la nada que somos». En la segunda parte del libro, “La piedra y la palabra”, el poeta, contraponiendo el silencio de la piedra al sonido de la palabra, nos dice en su poema “Templo en ruinas”: «De todo cuanto vida fue y belleza / qué poco permanece. // Solo la voz, / la palabra intangible, fugitiva, / infunde vida y forma / a lo que en su nombras de nuevo existe». No cesa Torregrosa en infundir solidez al verso a través de la imágenes y la fuerza del lenguaje. En “Voces y gestos” resume su propuesta poética sobre los opuestos, siempre desde la armonía de la palabra escrita, como así lo dice en “Contienda”: «Todo cuanto hay y existe / fue concebido a modo de contienda; / los animales / unos a otros se temen y persiguen, / los vientos se hacen guerra sin cuartel, / la tierra tiembla, el mar nunca se está quieto, / la llama arde y los cuatro de continuo / contra nosotros luchan». 

Al poeta le asiste esa incertidumbre de lo humano, una cierta desesperanza ante la realidad vivida y así lo muestra una vez y otra en “Concierto de contrarios”. En el cuarto bloque poético, “La luz desde la sombra”, el tema tratado es el tiempo en ese concepto referido a la fugacidad de la vida frente a lo permanente, el pasado y el futuro, lo que fue y lo que será: «Huyó también / la hora precisa, la inocencia, / el abrazo ofrecido, el abandono. // Solo queda el vacío, el desvarío, / la sangre que a escondidas / busca su origen: la belleza / sumisa, silenciosa, los espejos / de agua, las algas ciegas». El poeta nos ofrece un último poema “Dos vidas”, como resumen y conclusión de todo lo dicho anteriormente, y que viene a confirmar la grandeza de su poesía: «Amas la vida retirada, vida / que se nutre de paz y no malgasta / las horas en labores infecundas. (…) Amas también la vida activa, vida / digna de elogio, distinción y fama / si plena de invenciones y virtudes. (…) Ambas buscas y en lucha permanente / las dos en ti conviven y combaten: / la vida activa que a la acción de empuja, / la vida ociosa que la paz te ofrece». Como dice su prologuista, Fernando Parra, la poesía de Torregrosa es «Un acto de amor. A la poesía y a la vida. Y, como tal, un “Concierto de contrarios”. Afortunadamente».


Título: Concierto de contrarios
Autor: Juan Ramón Torregrosa
Ediciones: Entornográfico (Granada, 2017)

CONCIERTO DE CONTRARIOS. Reseña por José Antonio Santano


Son muchas las voces en el panorama actual de la poesía española. Tal vez esa natural circunstancia se engrandece por la particularidad de cada una de esas individualidades. Lo que nos plantea siempre el hecho concreto de la cantidad frente a la calidad. Son muchas las publicaciones de poesía que llegan a las librerías a lo largo de todo un año, pero no tantas las que consiguen atraer al verdadero lector de poesía, y menos aún, a la crítica. Sabemos que no es fácil este viaje y que sólo algunos lo concluyen con éxito en su sentido más amplio. El poemario que hoy analizamos en esta sección mantiene el pulso poético desde la primera a la última página, y la voz del poeta, por tanto, está presente como una luz guiadora. “Concierto de contrarios”, del poeta alicantino Juan Ramón Torregrosa (Guardamar del Segura, 1955) es el libro elegido para esta ocasión.

 A este hay que sumar otros como “Sol de siesta”, “Sombras del olvido”, “La soledad siguiendo” y Cancela insomne”. En honor a la verdad hay que decir que “Concierto de contrarios” es un libro de madurez, en el cual el poeta presenta, a través de distintos pórticos, experiencia y conocimiento, reflexión continuada sobre la vida, que no es sino el juego de los opuestos, de las contradicciones, de los contrarios: vida y muerte, tristezas y alegrías, amor y odio, desde una mirada puramente humana, y por ende, poética, que trasciende la propia realidad. En ese “Concierto de contrarios” Torregrosa mide con milimétrica exactitud su mirada, que no es sino la razón de ser del hombre frente al mundo. El poeta sabe bien que el único instrumento que conoce para revelar y rebelarse es el lenguaje, la palabra como razón última del conocimiento al servicio de la emoción, de esa capacidad para cambiar y transformar la vida misma. Y en estas nos encontramos con un poeta de mirada limpia, abarcadora, que se aplica en los detalles para conformar un universo donde el hombre sea el centro. Detiene el tiempo el poeta, se abstrae después de contemplar la vida en derredor suyo hasta alcanzar una voz plena y distinta, original. El poeta no puede desasirse del hombre que lo habita y en ese contexto vuelve a los orígenes, a su entorno natural y constatar, desde la experiencia de la contemplación que va más allá de la simple mirada, esos mundos secretos que la propia Naturaleza nos descubre. De esto trata precisamente la primera parte del libro, de la Naturaleza, y que titula “Sucesión de los días”. 

Sean una prueba fehaciente de lo dicho estos versos del poema “Después de la tormenta: «Ocurrió todo de repente / y, repentinamente, cesó todo. // Ahora recuerdo / suena lejano y solo un aire / más cristalino y un aroma / que impregna de matices la mirada / te dice que no fue sueño y pasó. // Tal es la magia, el imprevisto encanto, / de la calma después de la tormenta». El juego de los opuestos, la serena mirada del poeta que ahonda en lo insondable, la fuerza de la plenitud léxica, de la profunda reflexión: «La partícula más imperceptible / forma parte de un todo, / y ese todo / nunca sería el mismo, / nos consuela pensar, / sin la nada que somos». En la segunda parte del libro, “La piedra y la palabra”, el poeta, contraponiendo el silencio de la piedra al sonido de la palabra, nos dice en su poema “Templo en ruinas”: «De todo cuanto vida fue y belleza / qué poco permanece. // Solo la voz, / la palabra intangible, fugitiva, / infunde vida y forma / a lo que en su nombras de nuevo existe». No cesa Torregrosa en infundir solidez al verso a través de la imágenes y la fuerza del lenguaje. En “Voces y gestos” resume su propuesta poética sobre los opuestos, siempre desde la armonía de la palabra escrita, como así lo dice en “Contienda”: «Todo cuanto hay y existe / fue concebido a modo de contienda; / los animales / unos a otros se temen y persiguen, / los vientos se hacen guerra sin cuartel, / la tierra tiembla, el mar nunca se está quieto, / la llama arde y los cuatro de continuo / contra nosotros luchan». 

Al poeta le asiste esa incertidumbre de lo humano, una cierta desesperanza ante la realidad vivida y así lo muestra una vez y otra en “Concierto de contrarios”. En el cuarto bloque poético, “La luz desde la sombra”, el tema tratado es el tiempo en ese concepto referido a la fugacidad de la vida frente a lo permanente, el pasado y el futuro, lo que fue y lo que será: «Huyó también / la hora precisa, la inocencia, / el abrazo ofrecido, el abandono. // Solo queda el vacío, el desvarío, / la sangre que a escondidas / busca su origen: la belleza / sumisa, silenciosa, los espejos / de agua, las algas ciegas». El poeta nos ofrece un último poema “Dos vidas”, como resumen y conclusión de todo lo dicho anteriormente, y que viene a confirmar la grandeza de su poesía: «Amas la vida retirada, vida / que se nutre de paz y no malgasta / las horas en labores infecundas. (…) Amas también la vida activa, vida / digna de elogio, distinción y fama / si plena de invenciones y virtudes. (…) Ambas buscas y en lucha permanente / las dos en ti conviven y combaten: / la vida activa que a la acción de empuja, / la vida ociosa que la paz te ofrece». Como dice su prologuista, Fernando Parra, la poesía de Torregrosa es «Un acto de amor. A la poesía y a la vida. Y, como tal, un “Concierto de contrarios”. Afortunadamente».


Título: Concierto de contrarios
Autor: Juan Ramón Torregrosa
Ediciones:Entornográfico (Granada, 2017)