Mostrando entradas con la etiqueta Antonio García Vargas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Antonio García Vargas. Mostrar todas las entradas

Obra de Antonio García Vargas.


ENEAS CON ANQUISES SOBRE SUS HOMBROS
Todos los hombres nacemos, morimos, crecemos y amamos.
¿Somos esclavos del viejo big bang que impulsara el demiurgo?
¿No te rebela pensar que eres página en blanco de un libro
desconocido, que escribe en tu vida con letras ya impresas?

¡Ah, mi albedrío!
Doquiera que estés. ¡Necesito respuestas!
Quiero sembrar mi palabra. Escribir con mis letras.
¡Saberme! Ser algo más que una prosa.
¡Ser verso de luz! ¡Ser poema!
Mas no es posible escapar del estrecho confín de la Nada.
Sobre los hombros llevamos la carga heredada de un padre,
peso que impide la marcha normal en el cuerpo cansado.
Pero después se constata que el peso se vuelve liviano
hasta que apenas notamos al hombro presencia latente
y comprendemos, con harto pesar, que cargamos un muerto.
Nos despojamos del cuerpo, tiramos los restos inermes,
fardo pesado, dejamos sus huesos pudriéndose al sol
para trepar de inmediato a los hombros de nuestro retoño.
¿Pudo el hexámetro ser confluencia entre Homero y el mito?
¡Vengan a mí los anfíbracos, dáctilos, ven anapesto!
¡Dadme en los metros divinos respuesta! ¡Versadme con tiento!
Sobre los hombros llevamos, Eneas, la cruz y el flagelo
para después, en los hijos, posar la corona de espinas
en un intento fallido de hallar la imposible respuesta.
Siento que giro
en la noria de un tiempo que ignora que existo.
¡Ah, existencia fallida!
¡Esclerosis de un alma inventada!
¿Soy consecuencia
de un bucle carente de fin?
¿Sin principio?
¿Simple ecuación metafórica?
¿Una jovial pedorreta?

(Reflexión en hexámetros dactílicos puros españoles de cintura quebrada.
Representa un soliloquio imaginado de Eneas, huyendo de Troya
con su anciano padre, Anquises, sobre sus hombros)

Antonio García Vargas

DE ÍCAROS Y POETÍES

Cuando la letra se os caiga y en el tumulto aparezca
el avatar maloliente de vuestra insignificancia,
se revelará el Verbo.
Recitaréis, malditos, el poema de la vida
en los griegos moldes clásicos; mas sin usar impurezas.
¡Qué más da si en versos blancos de dulces pies anapésticos!
Podéis usar la fuerza salvaje de los dáctilos. Mas...
¿por qué no el hermoso anfíbraco?
¿Quién no osó alguna vez simular en la penumbra
la insensata filigrana de la que nacen los pájaros?
Podréis morir, poetas. Fornicar y fenecer
atados al suave cuerpo de las mozas. Una a una.
A solas o en manada podréis medir los sables.
Encontrar incluso el éxtasis en el virgo amodorrado
del punto ge de Selene.
Será vuestro santo y seña por los siglos de los siglos.
Y tomaréis las carnes hasta llegar a los huesos
del esqueleto sintáctico sobre el que encarnar los versos.
Lanzaos hacia la luz de cálamo y pergaminos
donde fecundan las Musas las Cantigas del Misterio.
¡Tomad! ¡Tomadlas desnudas!
¡A todas!
… ¡Salvo a la rosa!
*
ORQUÍDEA PASIONATA

¿Qué puede hacer vibrar a una orquídea
sino la sensación de ser tomada,
elegida, cortada?
¿Qué más da si la cortan por el talle,
por la estrecha cintura
o por la pelvis?
Lo que importa es el tacto de esa mano
que al tomar su inocencia cosquillea
la delicada cítara del pubis.
¡Ah, sublime contacto florhumano!
Ya en lo oscuro, el tacto hecho poema.
se inmola entre sus pétalos
cual minúsculo estambre fitoamante
… que en versos se suicida.
AL-MERIYYA
(Ghazel almeriensí)

La alpujarra es apero de jarcha y morería,
huele la serranía a jarapas y a cuero
desde la noche al día.
De tomillo y romero —hermosa tierra mía—
es tu ser, Almería. Y es tu talle costero…
¡ghazel de Andalucía!

PRIMERA LETRA
Hice una pequeñísima,
leve, presión letráctil sobre tu dúctil seno
y brotaron mil versos en tu desnuda piel.
El rosado pezón, enhiesto y arrogante,
con singular presteza, se me ofreció inédito,
exaltado, incólume, magnífico el alvéolo,
modelando en el miembro la cuadratura cuántica
de la materia oscura.
El tacto inverosímil de la mano, la palma, uñas, dedos,
con que abarcabas toda mi galaxia
cedió a la pasajera confluencia de las sangres. Y al fin,
—pronunciado el big bang originario de las carnes—
se completó el orgasmo en un espacio repleto de moradas
donde albergar el semen literocavernario
de nuestra desmesura.


Antonio García Vargas. Epífora Metra

EPÍFORA METRA
(a Al-MAriyya)

Quedarán solo doce de los antiguos versos
cual pulsante residuo que prófugo se inmola.
¿Hubo acaso una noche donde escanciar las jarchas?
¡Hubo, sí, una noche, tal no habrá noche alguna!

No vendrán nunca más las sangrantes espadas
a fornicar vigilias ni corpóreos dones,
ni a perforar las puertas o a violar alcazabas.

¿Hubo acaso un después?
¡No preguntes, zagala!

¿Una jarcha, un Bagdad, donde posar desnudos?
¡Cállate ya, mujer!

La playa se hace espejo, el puerto caracola,
el olor de la pólvora una hidra de escamas
que asaetando el aire se zambulle en el alba.

Lloran las axabebas. Sus lúgubres sonidos
entierran las moaxajas en los zocos
de mi arena quemada.

Un cierto olor a piel desollaba la noche, gritándonos:
¡Rompeos ya, malditos!
¡Abrid de par en par las puertas de al-Mariyya!

La runa muta en versos.
Solo doce.
¡Ay!
¡Y apócrifos!









Antonio García Vargas. El sistema. Los manipuladores.

EL SISTEMA

Los manipuladores (Fragmento)


1
Vivimos tiempos delicados. Poco a poco, casi sin darnos cuenta, de puntillas, nos están anulando el poco seso útil que nos queda. La feroz manipulación a que nos someten en lo esencial del ser, de nuestro ser, es terrible. En este mundo infeliz basado en el otro Mundo feliz de Huxley pero más a lo bestia, no cabe dormirse en demasía o corremos el riesgo de despertar despojados de la esencia de la libertad: ¡nuestra creatividad!

El poeta ha recibido el regalo de saber mirar más allá del objeto y de la palabra vana. Tenemos —aún— el don de poder escudriñar en el interior de las cosas, de constatar la vaciedad de la frase o la fealdad del hecho mezquino; también captamos la belleza y analizamos la circunstancia desde la mirada profunda que va más allá de la mera presentación o representación de la misma.

Asistimos al desolador espectáculo de la caída en picado de una civilización con pies de barro y cerebro de cálculo que sólo piensa en términos económicos que repercutan en beneficio fácil a costa de LO/QUE/SEA. Beneficio propio, claro, no del conjunto. Y no generalizo al hablar de este tipo de personas sino que me ciño a los que manejan los hilos y sus comparsas entre los que incluyo a los manipuladores poderosos, políticos de transición, autoridades y esbirros de seso estrecho y bolsillo amplio que se sirven de todo tipo de medios para convencernos de que buscan nuestra libertad, que luchan por la democracia y un mayor nivel de vida para todos, pero que en realidad nos usan como  carne de cañón del 18´ para conseguir sus fines que son la desmesura, el propio lucro y la destrucción sistemática de la capacidad individual de razonamiento. Están haciendo del sistema democrático su corral particular donde criar gallinas asilvestradas que se limiten a poner huevos a cambio del pienso diario, si acaso, a veces ni eso. Para ellos la democracia consiste en mover las aguas del río de las mentes para anular el criterio propio y así poder pescar a conveniencia, sin oposición de relieve, incluso con la aquiescencia de los subyugados. Han conseguido hacer que olvidemos —a gran parte de nosotros— que la libertad no consiste en vivir una democracia teórica y con trabas sutiles y no tan sutiles sino en tenerla de verdad; en gozar de verdadera libertad de pensamiento, de convivencia; de opciones y de respeto a los valores de cada cual para enfocar su futuro y el de su familia sin el condicionante de una estabilidad o inestabilidad prefabricada que concede o arrebata esos mínimos espacios de placer y de libertad aparente a la que nos han acostumbrado a base de pequeñas limosnas, como son la posesión ficticia de una casa, coche o piscina con rubia.
Urge vacunarse contra la manipulación pues sólo así podremos ver las cosas de acuerdo a nuestras convicciones y recobrar el perdido sentido de nuestras vidas, el pensamiento mprofundo y el libre albedrío. Debemos decidir por nosotros, sentir, amar o sufrir por lo que verdaderamente importa, no por lo que nos impongan. ¿Qué clase de libertad es esta que no parte de nuestro interior sino de aquello que nos han acostumbrado a “poseer” inducidos por el reflejo materialista de la posesión efímera y momentánea? Está visto que se puede perder todo vestigio de libertad personal en un sistema democrático que permite que el interés desmedido de unos cuantos prevalezca sobre los demás, sobre su ciudad, nación o continente, haciendo de la economía vehículo de un viaje que sólo ellos saben a dónde conduce. Está claro que ellos poseen el poder de manipularnos con sus apetecibles señuelos —o carencia de éstos— pero también está claro que lo seguirán haciendo sólo si se lo permitimos.
Creo, compañeros, que ha llegado el momento de recobrar la poesía del paisaje.
Antonio García Vargas

Antonio García Vargas. El hombre celular.

EL HOMBRE CELULAR
de Antonio García Vargas

Reconozco que me da un puntito de envidia, no lo puedo remediar. Veo en la tele imágenes de los atletas de élite, jugadores de fútbol sobre todo, haciendo ejercicios de mantenimiento y de forma para estar a punto en sus distintas competiciones. ¡Qué gimnasios, Dios mío! ¡Qué maquinaria! Una ingente cantidad de ordenadores a su disposición, una maraña de cables que terminan en graciosas ventosas aplicadas a distintas partes de sus cuerpos, midiendo impulsos, controlando constantes, analizando cada una de las pautas segundo a segundo, poniendo y quitando aquí y allá, optimizando la temperatura, incorporando datos sobre alimentación conveniente, esfuerzo físico y psíquico, a tono siempre con los resultados que se pretenden…

Ante tanto cable, medidores de impulsos y agujas protectoras recopilando información sobre necesidades, tolerancia y prestaciones, cabe preguntarse si los chavales son humanos que parecen máquinas o máquinas que parecen humanos.

Está claro que el colosal negocio montado en torno al deporte de competición se ha disparado hasta el infinito. El deporte propiamente dicho ha dejado de serlo para convertirse en santo y seña de “otras cosas”. El despliegue de propaganda en todo tipo de medios ha conseguido resucitar formas de competición a las que no se hacía caso y no es extraño ver cómo se analiza con ojo crítico todo aquello que pueda proporcionar dinero para a continuación darlo a comer hasta en la sopa al radiotelevidente para convertirlo en su prioridad del día a día…

Asistimos a comedietas tales como nombrar conde a entrenadores de fútbol, destinar partidas de dinero importantes para subvencionar al sector privado, divinizar al jugador de turno, a su abuela y a su hámster si eso suma audiencia, a destinar embajadas de personas ilustres, a veces reyes o presidentes de gobierno para acompañar a los cruzados y caballeros de la Patria deportiva que representan y salvaguardan la dignidad nacional en efímeros torneos que mueven ingentes masas de dinero que van a parar siempre —qué casualidad— a los bolsillos de los mismos; de los de siempre.

Me pregunto en qué se diferencia este mundo que gustosamente nos hemos dejado imponer, al que mostraba Huxley hace décadas en su revolucionario y atrevido libro. Lo más curioso es que nos esquilman, modelan y lobotomizan sin el menor atisbo de violencia visible. Somos ovejas que siguen al ovejo líder que se despeña por el barranco; simple masa que se mueve sin necesidad de un silbato; zombis que se tiran por el balcón si pierde su equipo; humanhormigas que al sumarse conforman un monstruo colectivo, destruyen su inteligencia individual para acoplarla a una sed destructora sin precedentes y llegan o pueden llegar hasta lo más bajo y profundo de la especie animal en ese momento de extraordinaria metamorfosis despersonalizadora. Quizás, soy consciente de ello, esta energía generada por un acontecimiento deportivo, tiene momentos o consecuencias positivas en que aflora un sentimiento multitudinario maravilloso que nos reconcilia con nosotros mismos y nos eleva hasta límites insospechados. No puedo, no obstante, pararme a pensar en que esto está bien estudiado por los que mueven los hilos y viene a ser como la zanahoria en la punta del palo; una leve compensación ante tanta incongruencia; una bolsa de caramelos que el tirano concede al marido cornudo tras haber hecho uso del derecho de pernada…

En fin, que yo no quería hablar de tiranos ni de zombis sino de la suerte ¿? que tienen los deportistas de élite al estar tan bien cuidados y controlados para que puedan rendir al máximo. Y pienso qué sería de la literatura por ejemplo si se cuidara a sus “atletas” de forma parecida; hasta dónde podría llegar el creativo nato si estuviese asistido por máquinas que analizaran e intentaran realzar su talento natural; midieran sus posibilidades; alimentaran, mimaran y masajearan convenientemente sus neuronas; penetraran en la célula íntima del creativo y facilitaran aún más la labor oxidativa de las mitocondrias, ayudándolas a producir más energía creadora, separándolas de los restos de procariotas migratorias primigenias que nos atan en parte a la animalidad heredada…

Pienso que del mismo modo que se ha manipulado en parte nuestra herencia a favor de ciertos intereses, bien se podría ahondar en las posibilidades de los creativos en las distintas artes partiendo de la base de que son eminentemente asociativas en lo fundamental, al tiempo que cooperativas y simbióticas en grado sumo. Si en ese gimnasio cultural-mental-espiritual se asistiera al poeta, pongamos por caso, ayudando a buscar, encontrar y mantener una estrecha y equilibrada relación entre cada una de las partes, rescatando centriolos desperdigados y analizando nuestros ADN y ARN para borrar impurezas, se podría establecer un control celular casi completo dando lugar a asociaciones internas y enriquecedoras de todo tipo, regulando sus balances y manteniendo una relación simbiótica tal como la que muestra el rizobio con las raíces de las leguminosas…

Estamos ocupados o poseídos según los científicos (desde que apenas éramos una insignificante célula) por inquilinos estables que no son “nosotros” propiamente dicho sino seres individuales con su propia genética independiente, que nos invadieron y viven en nuestras células regulando su adaptación y particularidades desde el inicio de los tiempos en tanto que nos mantienen como una unidad funcional. Sin ellos —mitocondrias, centriolos, cuerpos basales y probablemente otros pequeños elementos—, no existiríamos y de existir seríamos incapaces de mover un músculo o pensar. Son tan esenciales para nuestra vida como lo es el pulgón en un hormiguero, sin que esto nos llegue tampoco a comer el coco pensando si son ellos o nosotros quienes pasean con nuestra pareja a la luz de la luna o escriben nuestro libro. Si nos sirve de consuelo esto no solo nos ocurre a los humanos, las plantas están en el mismo aprieto, no serían plantas, ni siquiera verdes, sin los cloroplastos que elaboran la fotosíntesis y fabrican oxígeno para nosotros pues los cloroplastos son también invasores, seres ajenos a las plantas, con su propia genética y particularidades…

Volviendo al punto de partida y centrándome en las posibilidades que ofrece el estudio, mantenimiento y control de las energías creativas individuales, y ya que está demostrado, dicen, que nuestra inteligencia intrínseca nada tiene que ver con la inteligencia asociativa de las abejas o las hormigas, debería cuidarse muy mucho la creatividad y tratar de aglutinarla en los que tienen la suerte de poseerla en alto grado, tal y como se hace con la élite deportiva. Es preciso dejar de lado la competitividad tal y como está establecida y pensar que es esencial mantener a punto el conocimiento en general y la capacidad creativa en particular. El conocimiento, porque sin él no habrá progreso, al menos no todo el que sería posible y aconsejable. La creatividad, porque es la vía de salida hacia soluciones distintas que abren un esperanzador abanico de posibilidades al humano en su lucha por superar ciertos límites culturales que dificultan su visión del porqué se nos ha asignado el papel de animal dominante en la Historia. Si al creativo nato se le da el tratamiento y cuidados que recibe el deportista de élite y se llega hasta el fondo en el estudio celular, tanto a nivel individual como asociativo con mentes brillantes en cada materia, alimentando todos los elementos que intervienen en el proceso creativo interno para rescatar cuanta información o capacidades pueda haber en ellos, es posible que la Humanidad dé un salto de gigante hacia adelante en todos los órdenes y disciplinas conocidas y aún por conocer.

No podemos seguir manteniendo a ese monstruo especulativo que nos deglute a diario, mutilando la lógica de la Vida con intereses irrazonables que conducen al desastre cultural e imaginativo en el presente y a la pérdida de identidad a corto plazo. Hay que rescatar a la Humanidad y la humanidad, perdidas en esta absurda actitud que nos degrada en lo íntimo al tiempo que nos aleja de la razón que nos es propia. Si seguimos dejando que unos pocos nos conviertan en hormigas terminarán convirtiéndonos a la larga y no será posible en el futuro que nuestra deficiente composición celular dé vida a un Shakespeare que nos regale un hermoso soneto, a un Mozart que nos deleite los sentidos o a seguir manteniendo intacta la capacidad de mirarnos al espejo y reconocernos desde el libre albedrío.

(Fragmento del ensayo: El hombre celular, de Antonio García Vargas)

En Almería, Andalucía, España, julio de 2011


Antonio García Vargas. Ecos y retruécanos

ECOS Y RETRUÉCANOS


(Pasado y presente de una cultura milenaria)

¿Quién eres tú, que llegas arañando mis costillas,
traspasando vísceras y huesos como un grito?
Te conozco.
Puede que algún día la piel vacíe la memoria
y podamos dormir confiados, cerca del fuego, hermano.

Tus olas traen murmullos sempiternos
de caracolas lúnidas y noches lánguidas,
desmenuzando voces y silencios andaluces
que retoman los ecos antiquísimos, multiplicándose.

Al-Mariyya,
extraños sones surgen de las rocas, lamentos de musgos,
marejada de algas y cangrejos que pulsa bullanguera
la geometría hipnótica de las playas, encallando canciones
y salmos procedentes de aquellas viejas voces que te habitaron.

Doscientos escalones llevan al secreto néctar protegido
por la rueda del tiempo y brotarán cuando lluevan sudarios
por la grieta que acogió al primer huésped.

Hoy llegan a tus costas
los hijos modernos de aquellos que te engrandecieron.
Vestidos de miseria,
buscando cobijo en el trozo de hierba que plantó su padre,
sin más equipaje que recuerdos desnudos,
vidrios sin brillo en tierras de hambre,
hileras caminantes entre edificios hostiles,
esperando heredar la espesa lluvia.
No caben lamentos,
ni prolongar errores en la recreación de la derrota antigua.

¿Bajo qué recóndito árbol enterrarán mi piel?
Se rebela el aire huyendo del órdago
y quedan sólo manchas del desierto,
rechazando la faz bajo el turbante
la gula del cordero insaciable.



ENEAS CON ANQUISES SOBRE SUS HOMBROS



Todos los hombres nacemos, morimos, crecemos y amamos.
¿Somos esclavos del viejo big bang que impulsara el demiurgo?
¿No te rebela pensar que eres página en blanco de un libro
desconocido, que escribe en tu vida con letras ya impresas?

¡Ah, mi albedrío!
Doquiera que estés. ¡Necesito respuestas!
Quiero sembrar mi palabra. Escribir con mis letras.
¡Saberme! Ser algo más que una prosa.
¡Ser verso de luz! ¡Ser poema!
Mas no es posible escapar del estrecho confín de la Nada.
Sobre los hombros llevamos la carga heredada de un padre,
peso que impide la marcha normal en el cuerpo cansado.
Pero después se constata que el peso se vuelve liviano
hasta que apenas notamos al hombro presencia latente
y comprendemos, con harto pesar, que cargamos un muerto.
Nos despojamos del cuerpo, tiramos los restos inermes,
fardo pesado, dejamos sus huesos pudriéndose al sol
para trepar de inmediato a los hombros de nuestro retoño.
¿Pudo el hexámetro ser confluencia entre Homero y el mito?
¡Vengan a mí los anfíbracos, dáctilos, ven anapesto!
¡Dadme en los metros divinos respuesta! ¡Versadme con tiento!
Sobre los hombros llevamos, Eneas, la cruz y el flagelo
para después, en los hijos, posar la corona de espinas
en un intento fallido de hallar la imposible respuesta.
Siento que giro
en la noria de un tiempo que ignora que existo.
¡Ah, existencia fallida!
¡Esclerosis de un alma inventada!
¿Soy consecuencia
de un bucle carente de fin?
¿Sin principio?
¿Simple ecuación metafórica?
¿Una jovial pedorreta?

(Reflexión en hexámetros dactílicos puros españoles de cintura quebrada.
Representa un soliloquio imaginado de Eneas, huyendo de Troya
con su anciano padre, Anquises, sobre sus hombros)


Antonio García Vargas

Antonio García Vargas. Grandes de la poesía de todos los tiempos.

GRANDES DE LA POESÍA DE TODOS LOS TIEMPOS
Taller Internacional de Formas Métricas Clásicas y Contemporáneas

Antonio García Vargas. 


Revisión métrica y estética:
Poema (soneto) de Octavio Paz

En mi interés por el desarrollo de la Métrica a través de los tiempos, me dedico a ratos, por puro entretenimiento, dejando a un lado la formalidad de mi labor investigadora y divulgativa, a analizar textos poéticos intentando buscar fórmulas «raras» que puedan estar escondidas en los poemas de los que considero grandes figuras del conocimiento métrico-poético (¡Ay, qué poquitos, Señor!). Me agrada saber hasta qué punto escondían sus trampitas a la hora de hacer sus aparentemente sencillas composiciones .

En este curioso e interesante poema que analizaré, de Octavio Paz, descubrí que, casi inadvertidamente, mezcla el soneto clásico en lengua española con el soneto clásico anglosajón sin que apenas nos demos cuenta, en un juego delicioso que denota un gran talento en el Arte Métrico de medio alcance.

Veámoslo:

Los dos primeros cuartetos son clásicos, con rima ABBC, ambos.

Los dos tercetos también parecen formar parte de un soneto clásico al uso pero si miramos con atención descubriremos (camuflados artísticamente) que se descomponen, tanto en dos tercetos de rima CDC DEE (no ortodoxo pero sí correcto) como en una estrofa de serventesios por un lado, CDCD y, como punto final, un pareado, EE.

Es decir, que lo que estamos viendo es un soneto clásico normal por un lado y, al tiempo, un híbrido entre clásico castellano y soneto inglés (isabelino) por otro, con solo sumar (detraer del 2º terceto) el verso número 12 al primer terceto, conformando con ello una estrofa en serventesios y dejando, flotantes, los dos versos del pareado isabelino final.

Fantástico el dominio de la métrica (sin alardes) del maestro Paz. Solo dos ritmos fijos en las 11 sílabas del verso. Lo básico, digamos, pero con arte. Fantástico asimismo, el preciosismo con que maneja lo esencial de la poesía (lenguaje y ritmo), fantaseando con figuras y formas —burlándolas a veces— y gozando del juego de «ir más allá» en la preciosidad del tropo y del imaginario, como si de un adolescente se tratase. Genial en suma.

He aquí el poema a que me refiero:

INMÓVIL en la luz, pero danzante,
tu movimiento a la quietud que cría
en la cima del vértigo se alía
deteniendo, no al vuelo, sí al instante.

Luz que no se derrama, ya diamante,
fija en la rotación del mediodía,
sol que no se consume ni se enfría
de cenizas y llama equidistante.

Tu salto es un segundo congelado
que ni apresura el tiempo ni lo mata:
preso en su movimiento ensimismado

tu cuerpo de sí mismo se desata
y cae y se dispersa tu blancura
y vuelves a ser agua y tierra obscura.

Poema de Octavio Paz

Antonio García Vargas. El amor - Marguerite Durás- .




CRÍTICA DE LIBROS

EL AMOR
Marguerite Durás—

Muchas veces, demasiadas, intentando encontrar algo novedoso sobre esta autora singular, me he topado, casi siempre, con la misma cantinela sobre manidos y presuntos análisis de la obra literaria de Marguerite, con titulares tales como: «La francesa que escribió lo prohibido» y poco más de relieve, como si esta autora se hubiera quedado estancada en «El amante» y en sus agitadas pasiones personales, aparente disipación y demás.

Echo de menos en estos repasos al uso a la obra literaria, y a la vida íntima, cercana, de Marguerite Duras, un librito que para mí es la esencia de ese «decir entrecortado» que ella usaba cuando se le desbocaba el alma y que la llevó a posicionarse para siempre en la categoría de escritora «distinta» y poco convencional. Me refiero a ese minúsculo, emotivo y desconocido libro a corazón abierto llamado «El amor», que incomprensiblemente nadie cita cuando se habla de ella y su obra.

Para mí, «El amor» es una joya que se puede leer mil veces sin que el interés y el pasmo que produce decaiga. Es tan distinto de lo «trillado» que la primera vez que lo leí, hace más de veinte años, la sorpresa y el rechazo instintivo me sobrecogieron por igual. Digamos que me produjo un choque singular que en primera instancia no supe definir pero que me obligó a dejar de leer el libro por un tiempo pero no a dejar de pensar en él. Tiempo después retomé la lectura desde otro ángulo y me encontré, me reconocí y me amé, en sus palabras, murmullos más bien, depositando en el fondo de mi ser el texto hermano de la palabra que se expresa casi sin expresarse en el abismo interior de algo que se nombra sin ser nombrado y de un amor que te penetra con la desgarrante crueldad y aparente desgaire del propio vocablo no pronunciado.
Esta auténtica joya literaria, que al parecer nadie ha apreciado, es para mí talismán desde que hace ya muchos años logré penetrar la aparente coraza externa de tan increíble y tierna criatura literaria. Marguerite ha sido mi musa en muchos escritos donde la cito y en muchísimos otros donde sin citarla es protagonista absoluta de lo que digo aun cuando el texto no lo refleje para el lector, a no ser que este conozca en profundidad la extrema sensibilidad de esta sufriente Eva-Mujer-Amor, que apuró hasta el fondo la copa de la Vida vaciándose, vaciándola, llenándose y llenándola de contenidos.
El pequeño, mágico y atípico librito llamado «El amor», forma parte desde hace décadas de mi reducido grupo de afiches o fetiches imprescindibles. Difícilmente emprendo un largo viaje sin llevarlo en mi «mochila» de artículos de primera necesidad, tal y como se lleva la maquinilla de afeitar, la pasta de dientes o un juego de condones. Y cuando no viajo, es mi inseparable compañero y hasta diría que amante táctil, siempre sobre la mesita de noche, junto a la cabecera de la cama, que es el lugar donde tengo mis libros escogidos, para leer y relajarme después de cada jornada, antes de que me venza el sueño y se pronuncien mis fantasmas.

Antonio García Vargas