El tren de la lluvia. Martín Torregrosa

EL TREN DE LA LLUVIA


Si la actual crisis económica está planteando el debate sobre nueva formas de estado, de transformación de una sociedad que ha basado sus gobiernos en la corrupción y el abuso de poder, en el ámbito de la literatura, y más concretamente de la poesía, aquella ha actuado como revulsivo y alegra saber que se vuelve a plantear la necesidad de «lo social», del «ser» y «estar» del poeta-hombre, de avivar el fuego de la palabra para soñar la utopía, esa misma palabra que hallamos en «El tren de la lluvia», acertado y oportuno poemario del almeriense Martín Torregrosa, en el cual el hombre vuelve a ser el centro, de tal manera que un nuevo «renacer» campa por sus páginas, revelándonos lo que nunca debió ser ocultado.


Ya desde el inicio, en el prólogo, Daniel Rodríguez se pregunta: «¿Cuándo dejó de ser necesaria la poesía con conciencia social?», para afirmar a continuación que: «La poesía, si no es social, ni es poesía ni tiene sentido alguno», si bien la clave habría que buscarla en la cita de Unamuno: «El escritor sólo puede interesar a la humanidad cuando en sus obras se interesa por la humanidad». Esta y no otra es la razón de ser, la que el poeta esgrime como única verdad, porque la poesía es un continuo viaje y el tren, en esta ocasión, su símbolo, y el poeta su pasajero. Muchos y variados serán los paisajes, también el paisanaje y de unos y otros aprenderá lo mejor de cada uno. La importancia de este viaje está en la palabra, aquella que trasciende y se interioriza hasta conquistar de nuevo el universo perdido, la tierra madre, el mar de siempre. Curiosamente, para el poeta «Los trenes parten siempre del sur», y van siempre hacia el norte. Hay un cierto aroma machadiano en los versos de Torregrosa cuando habla de esas «viejas maletas» que le recuerdan a sus antepasados :«Mis antepasados viajaron de su mano, / inventaron los viajes con estrellas / y dieron por fortuna la nostalgia / de viajar en un tren de mercancías», pero también nos alerta el poeta del dolor de la soledad en la gare (estación): «La gare era un hervidero de maletas y gente, / un ir y venir a la cantina, pasajeros en espera, todos con bufanda…Eran los desplazados que decían adiós a la temporada. / Los italianos esperaban los trenes que venían de Genève y Lausanne, / los españoles los que llegaban de Sierre y Sion con destino a Genève», de la realidad de unos seres forzados a emigrar para ganar el pan de cada día (ahora usan el eufemismo “movilidad laboral”); el poeta observa, desde su particular atalaya la vida misma: «Sentado en el andén / veo la vida pasar, / las promesas incumplidas, / la ilusión, los empeños, / todo cuanto corrí / desandado lo veo». Precede a la segunda parte del libro, que Martín Torregrosa titula «Al tacto con la tierra», una cita de Pablo Neruda, y que es, en sí misma, otra declaración de principios: «Quiero que a la salida de fábricas y minas / esté mi poesía adherida a la tierra / al aire, a la victoria del hombre maltratado». La voz del poeta se transforma en otra voz de solidaria humanidad, que busca en el hombre la primera y última razón de la existencia; el “yo” desaparece para convertirse en el “otro” y expresa así la emoción de sentir por y para los demás, de vivir en los demás: «Lloro, lloro como lloran las madres / que golpean la tierra de rodillas en las morgues. / Irremediablemente lloro por los niños caídos, / y lloro por la aurora que no ha de devolver / la sonrisa inocente». La humanidad de su pensamiento se engrandece en estos versos: «Rezar de poco sirve –ha servido de poco, de nada-, / cuando cruza una bala la luz del horizonte / y el eco del disparo silencia en la estampida / el vuelo de los sueños». Su particular manera de entender la religión se muestra en el poema titulado “Padre nuestro”, en el que pide perdón por su ateísmo y de “querer arreglar el mundo a su manera”. En esta segunda parte destacan también los poemas “Preguntas al río Sava en Jasenovac”, “La luz de la memoria”, “La sombra que nos cubre” o “Rosas Mustias”. En la tercera parte, titulada «Complicidad en el gesto», muestra su oficio de poeta con los poemas “Invitación” y “Oliviero”, que nos recuerda la elegía de Miguel Hernández a su “compañero del alma” Ramón Sijé. Concluye Martín Torregrosa el libro con un epílogo titulado “Polifonía de despedida”, en el cual se reafirma en su poética existencialista, donde la forma y el fondo son un solo corpus, una misma luz, la vida que alienta el humanismo del poeta que es Martín Torregrosa.

Título: El tren de la lluvia
Autor: Martin Torregrosa
Edita: Renacimiento (Sevilla, 2014)

Extraño huésped. Agustín Roble Santos


¡Gabriel!, ¡Gabriel! –grita emocionada mi anciana madre. Su voz resalta entre la multitud congregada en el pequeño embarcadero de Caleiro, muy cerca del poblado de Vilanova de Arousa.

Así comienza “Extraño huésped”, primera obra narrativa de Agustín Roble Santos.

Con esta novela Roble Santos nos presenta la historia de Cuba deón, en la que el autor expone “su visión de un mundosde finales del siglo XIX y todo el XX, un siglo de avatares vividos por los múltiples personajes que afloran en las páginas de esta narraci social “aparentemente iluminado” y servirlo en esa mesa heterogénea y controvertida que es “la mirada del lector”, como dice Ofelia Bravo en el prólogo. Gabriel Verdecia partirá en 1898 hasta la isla de Cuba para morir, como tantos otros soldados españoles, allí quedará para siempre su cuerpo (..Recibo un impacto de bala que atraviesa mi pierna derecha y sangro a borbotones.



Me arrastro, se hace imposible mantenerme en pie […] Otra bala atraviesa mi cuello. Me desplomo y siento que ruedo lentamente por un abismo infinito) y su espíritu (..ya no siento el tronar de los cañones. Oigo una música maravillosa. Mi cuerpo ya no pesa). Este es el principio de una transformación, la que sufre el propio Verdecia y la narración; del primero porque se convierte en ese “espíritu” que vagará de un lado a otro para contarnos la historia de Cuba a través de sus gentes (Contaré cosas que parecerán absurdas para muchos y aquellas que si alguien desde la otra vida las contara podría ponerse en situaciones muy comprometidas, incluso con riesgos para su libertad y su propia existencia); de la segunda, porque cambiará el registro del discurso narrativo de primera persona a tercera. El “espíritu” de Verdecia estará presente en todos y cada uno de los personajes que fluyen por esta narración, pero también para contar así su propia vida: Trataré por todos los medios de no ser un extraño huésped. Comienza de esta manera mi verdadera vida; por lo que estaré muy atento a contarla sin perder ni un solo detalle.




“Extraño huésped” es una novela extensa (casi 500 páginas), pero no por ello excesiva o gravosa, difícil de leer, todo lo contrario, y donde la fantasía, a veces con tonos surrealistas planea por sus páginas. Agustín Roble ha sabido, como buen alquimista, combinar lenguajes, de tal manera que la lectura de la novela es ágil, con alguna interrupción propia de la utilización de vocablos autóctonos (acertadamente recogidos en un glosario al final del libro), pero que apenas si resta tiempo al lector ni lo distrae o desorienta del hilo argumental de la novela. En cuanto a su estructura narrativa diremos que es de tipo lineal, en el sentido de que existe un desarrollo sucesivo de los hechos, en este caso cronológicos; también son importantes elementos tales como el diálogo y, en oposición a éste, la narración y la descripción, que su autor alterna con habilidad. No obstante, y con independencia de la crudeza de algunas situaciones, de la realidad dramática que viven los personajes en algunos casos, Agustín Roble, maneja con ingenio el humor y la ironía, dos recursos que complementan el discurso narrativo. En otros casos, la preponderante fantasía en algunos pasajes pudiera llevarnos a pensar que nos encontramos ante el legado de un cierto realismo mágico (…cuentan los antiguos que por estos lares, en un monte conocido como Cayo de Yaya, suele salir de improviso, desde la espesura del bosque, una pequeña y misteriosa criatura de color negro, semejante a un chichiricú, cubierto de pelos, con ojos relampagueantes, alargados dientes, orejas puntiagudas, desprovisto de cola, con los dedos de sus pies en dirección contraria a lo que es normal; atrae a los mortales hasta internarlos en lo profundo del bosque, haciéndoles vagar durante días, desorientados y desfallecientes). 

 

Por otra parte los temas que aborda Agustín Roble en esta novela son de tipo político -la narración obedece a un antes y un después de la revolución cubana-, es decir, desde el desembarco de los revolucionarios –entre ellos el Che Guevara- y su acogimiento por parte de Armando, “El Pastor”, hasta la victoria revolucionaria y el liderazgo de Fidel Castro, pasando por el enigmático episodio de Camagüey, en el que interviene Cienfuegos (Jamás se supo nada sobre el paradero de este hombre ni de sus acompañantes, tampoco del aparato). De igual manera nos descubre esta novela la sociedad cubana, cuestiones de tipo social referidas al “modus vivendi” de la población (diferencias, racismo, racionamiento de alimentos, carencia de industrias, condiciones laborales de los cortadores de caña, vivienda, homosexualidad, balseros, etc, etc., frente a los abusos del poder. Acompañan a las anteriores la religión (Una vez más el Gobierno gana la partida. Su objetivo es descabezas las religiones que le resultan incómodas…); el sexo ocupa un lugar significativo a lo largo de la narración y que nos recuerda la presencia continuada del sexo en la novela cubana contemporánea (El encuentro es apasionado rico en toqueteos, succiones y poses alucinantes. […] Las horas pasan y los amantes disfrutan olvidados de todo cuanto ocurre a su alrededor); y, por último, lo esotérico, la santería, la magia negra y la correspondiente aplicación de extraños exorcismos como el que El Brujo aplica a una muchacha de nombre Grisel (El encorvado anciano no cesa en prodigar abundantes succiones y copiosos lamidos por las enrojecidas partes íntimas de la hechizada, quien se retuerce acompasadamente; sin que se sepa a ciencia cierta si estas contorsiones se deben al influjo de los demonios o al eficaz desempeño oral del vetusto patriarca).


“Extraño huésped” es, pues, una novela con ricos y variados registros y matices que su autor, Agustín Roble, ha sabido crear para deleite del lector, pero es también, y como dice su prologuista, “paradigma de una verdad social que jamás podrá marginarse”.


Título: Extraño huésped
Autor: Agustín Roble Santos
Editorial: Alhulia, 2013 20 €


AGUSTÍN ROBLE SANTOS
(Cuba, 1959)

Es ingeniero agrónomo y doctor por la Universidad de Almería. “Extraño huésped” es su primera novela.

José Antonio Santano. Estación Sur

INJUSTA JUSTICIA

No hay día que pase que la ciudadanía española no sienta verdadera vergüenza por lo que está sucediendo en las instituciones del Estado. Una creciente impotencia embarga a los españoles tras el cúmulo de noticias que afectan ya a todos los órganos de la Administración y del Gobierno de la Nación. Las direcciones de los partidos mayoritarios miran hacia otro lado, aceptando así la política de los hechos consumados; ninguno de ellos quiere perder su estatus y sus privilegios, que son muchos los que han ido otorgándose a lo largo de estos treinta y seis años de democracia (¿?). No hay día, decía, que los ciudadanos no vean vilipendiados sus derechos, que la corrupción no sea noticia, al igual que lo es, de forma alarmante, la administración de la justicia en este país. Los trabajadores españoles están hartos ya de tanta insensatez y de tanta mentira: la de un gobierno que incumple un día sí y otro también con sus promesas electorales, rebaja los impuestos a quien más tiene y los sube a quien menos, que menosprecia, atenta y coarta la libertad de expresión, que nos asusta con el resurgimiento de la extrema izquierda, de “los rojos” de antaño, o que salva a los bancos de la crisis y condena a los trabajadores a pagarla. No hay día que no nos levantemos cargados con la incertidumbre a nuestras espaldas, derrotados antes de iniciar la batalla diaria, desalentados y sin futuro mientras ellos, los poderosos, se ríen de todos nosotros. El pueblo está muy cansado ya de tan repugnantes comportamientos, de tantos ultrajes en nombre de España y de sus instituciones, de la Democracia y del Estado de derecho. Harto de ver que cada día, el Gobierno, los partidos, los jueces, los diputados son cómplices de esta catastrófica situación. Hartos de tantos hurtos y ladrones, que no cumplen las condenas y campan libres por nuestras ciudades y pueblos; hartos de que el dinero de todos esté depositado en las cuentas de los Bárcenas y compañía. Indignados por el continuo saqueo al que nos vemos sometidos por esta panda de inútiles.
No hay día que pase que los ciudadanos de este país no sientan repugnancia y desprecio por esta nueva casta de estafadores, los que ejerciendo el poder soberano del pueblo condenan a su pueblo a la miseria. ¿Cuánto tiempo más podremos soportar esta asfixiante situación? ¿Qué hacer cuando no existe horizonte? ¿Cuánto más esta injusta justicia?


Ukigumo. ÁNGEL OLGOSO.



Ukigumo (Floating Clouds) es el título original de la película dirigida por Mikio Naruse allá por el año 1955, pero también y sobre todo, el título de un libro de poemas Ukigumo (nubes pasajeras), del granadino y una de las voces más destacadas del relato en España, Ángel Olgoso (Premio Andalucía de la Crítica de relato, 2014). Publicado por la editorial Nazarí de Granada (colección Daraxa), en esta ocasión Olgoso cambia de género y se adentra en la poesía con un buen ramillete de haikus que compusiera en la década de los 90 y que ven ahora la luz pública. Nos invita su autor a un viaje por las nubes, en esas donde anida la palabra como único fulgor del poeta-narrador, de la palabra que alumbra los caminos y senderos, los bosques y los ríos, los mares, la tierra entera, de oriente a occidente. En ese universo de silencios y memoria el poeta resurge y observa detenidamente la naturaleza (el haikus ha de contenerla) y toda su plenitud es recreada de forma breve a través de diecisiete sílabas y en tres versos (5-7-5). Olgoso sabe mucho de cercanías, de observación y meditación contenida, de lugares lejanos, orientales, y también de los otros, de los de occidente. En ese entramado de experiencias y lecturas previas ha fundado su mundo ficcional y creativo, y a él se ofrece día a día en cuerpo y alma. El haikus se muestra en toda su sencillez expresiva (otorga la importancia al momento en que suceden las cosas y es captado por el poeta,), y por ello el uso del sustantivo prevalece y nos invita a recorrer un camino donde la realidad y los sentidos se complementan hasta crear un nuevo tiempo, una nueva forma de sentir y de vivir.


Ukigumo se presenta en edición bilingüe español-italiano, con traducción al italiano de Paolo Romerini, lo que sin duda es un acierto más, dada la musicalidad y la fuerza expresiva de la lengua italiana, que provoca en el lector una dulce y sedosa sensación, de mágica armonía y equilibrio. El poemario se divide en tres partes: Kaoru (aroma), Akashi (gema-gemma) y Utsusemi (caparazón de cigarra-guscio di cicala). En la primera de ellas, «aroma», el otoño es protagonista


De nuevo el otoño, plácido y austero.

Al caer la tarde,

pequeños incendios de broza sobre los campos,


o lo que equivale a decir la naturaleza que aviva los sentidos


Suenan al caer,
en las raíces ensortijadas del olivo,
un par de aceitunas,


el tempus fugit


La profunda noche sola

en la casa silenciosa.

El sonido del reloj,


el valor de lo etéreo


Cuando intentes conocerla,
la nube noes más que una nube,
y se disipa


o la vejez en suma


Hoy se ha desprendido,
exhausto, el último clavo negro
del portón centenario.


La segunda parte, gema (piedra preciosa) nos obsequia con verdaderas perlas de haikus:


Acá y allá
sendas de hojas crujientes,
mondos los álamos,


nos alerta de la soledad:


En soledad,
sin el daño del deseo.
Tarde nublada,


la esencialidad poética de la ciudad –su ciudad-:


Seco y maduro,
dulce y amargo fruto:
todo es Granada»,


también el desaliento o la desesperanza, cuando el poeta dice:


Olvida al hombre,
mira la gentil nube,
y entenderás»,


o la constatación de realidades sociales:


Inseparables,
el siervo y el señor.
Avinagrados.


La tercera y última parte (caparazón de cigarra), con dos únicos versos y sin número fijo de sílabas, Olgoso vuelve a indagar y al meditar sobre el mundo que le rodea, sobre hechos y cosas que surgen como realidades o sueños, en los que la palabra en ese juego secreto de la alquimia es trascendida:


La uva no conoce el vino que destilará.
El vino no conoce la uva que habitaba,




y en esa observación de lo vital y cotidiano escribe:



El paseante mira la montaña con veneración.
La montaña mira al paseante con zozobra,


o este otro:


El transeúnte ladra en silencio
por las esquinas de la multitud,


o este que resume toda una manera de pensar y vivir:


El fuego es frío a veces;
lo alto es bajo con frecuencia.


Así respira el narrador y ahora poeta Ángel Olgoso en este libro, Ukigumo,  en el cual las «nubes pasajeras» son como los sueños, pero que en la voz del poeta se perpetúan. Es la luz de la palabra como única patria y paraíso, alma y alimento.

Fiestas y rituales. Estación Sur

Es sana costumbre no perder la curiosidad por las cosas. El deseo de conocer, de profundizar hasta llegar a la raíz de todo lo humano y lo divino es un buen comienzo para engrasar la maquinaria de nuestro cerebro, de nuestra mente, que ha de cuidarse tanto como el cuerpo, aunque en los tiempos que corren venga siendo todo lo contrario. Alentar esa capacidad humana para descubrir lo desconocido debe ser una constante. Algo así ocurre cuando nos adentramos en las páginas de una de las últimas publicaciones del Instituto de Estudios Almerienses (IEA), que dentro de la colección Guías de Almería. Territorio, Cultura y Arte (número 12), toma el título de Fiestas y Rituales Singulares. En ella hallamos todas las fiestas de Almería y su provincia, así como aquellos rituales que, por su singularidad, merecen la atención del lector. Su coordinador, Juan Salvador López Galán, como el resto de autores (Juan Agudo, Aniceto Delgado, Rosalía Fernández, Ana María García, Modesto García, Ana Belén García, Cristina Isla, Francisco Martínez Botella, Encarna M. Navarro, Gonzalo Pozo, Elena Ramírez, Antonio Sevillano, Juan Torreblanca y Juan Pedro Vázquez) han realizado un buen trabajo y debe ser así reconocido por quienes tengan la curiosidad por saber más de las tradiciones populares, de la historia y de la antropología. No cabe duda que la variada y acertada estructura de esta Guía, propicia el acercamiento a aquellos acontecimientos festivos y rituales que a lo largo del tiempo vienen produciéndose tanto en los pueblos como en la capital. Complementan los textos un buen número de ilustraciones, mayoritariamente fotografías, hecho que viene a añadir valor a esta publicación. Cuatro grandes bloques hacen más fácil al lector la búsqueda de los aspectos que más le puedan interesar: Ciclo Festivo de Invierno (Navidad y Reyes, San Antón, san Sebastián y la Candelaria, y cerrando el ciclo, el Carnaval), Ciclo Festivo de Primavera (Semana Santa, Cruz del Voto y San Marcos y Cruces y Virgen de Fátima), Ciclo Festivo de Verano (Corpus, san Juan y otras y Romerías), y, por último, Ciclo Festivo de Otoño ( Moros y Cristianos y san Miguel).

Un viaje apasionante y posible que esta Guía nos propone sin salir de casa, que es otra manera de acercarnos a la cultura y tradición popular, conocer sus costumbres, las fiestas y rituales que vienen de antiguo y que aún hoy se conservan, afortunadamente, en muchas de las poblaciones almerienses, incluso en las más pequeñas y apartadas. Una buena razón para conocer a las gentes que habitan esta noble tierra.

Revistas románticas almerienses. María Isabel Giménez Caro

Imagen de portada de la revista Boletín del Instituto de Estudios Almerienses. LetrasPROSA NOVELESCA EN 

"EL CARIDEMO" (1847-48) y

 "EL DESEO" (1844):

DOS REVISTAS ROMÁNTICAS ALMERIENSES






LOS PROPÓSITOS, GENERALMENTE COMUNES, DE LAS REVISTAS LITERARIAS


En el Semanario Pintoresco Español aparece el anuncio siguiente: "EL CARIDEMO, revista literaria, científica, administrativa y mercantil, periódico de Almería, publícase semanalmente y contiene amenos y variados artículos y poesías; juntamente con él salen a la luz tratados de agricultura, que por este medio se ponen fácilmente al alcance de todos y pueden ejercer un influjo saludable"(1)



Revistas románticas almerienses. María Isabel Giménez Caro

Imagen de portada de la revista Boletín del Instituto de Estudios Almerienses. LetrasPROSA NOVELESCA EN 

"EL CARIDEMO" (1847-48) y

 "EL DESEO" (1844):

DOS REVISTAS ROMÁNTICAS ALMERIENSES






LOS PROPÓSITOS, GENERALMENTE COMUNES, DE LAS REVISTAS LITERARIAS


En el Semanario Pintoresco Español aparece el anuncio siguiente: "EL CARIDEMO, revista literaria, científica, administrativa y mercantil, periódico de Almería, publícase semanalmente y contiene amenos y variados artículos y poesías; juntamente con él salen a la luz tratados de agricultura, que por este medio se ponen fácilmente al alcance de todos y pueden ejercer un influjo saludable"(1)



Buda en el Bolshói. Álvaro Campos Suárez


«Buda en el Bolshói» no es un libro más entre tantos, un poemario más entre los muchos que se editan en nuestro país y concretamente en Andalucía. Su autor, Álvaro Campos Suárez, hijo del gran novelista cordobés Juan Campos Reina, lamentablemente desaparecido ya, hereda la sutiliza y elegancia, la meditación profunda y trascendental, senequista si así se quiere, de su padre.
La esencia de la tradición poética cordobesa, que bebe una vez y otra de lo oriental, en esa continua búsqueda de la belleza en la sencillez de las cosas, en la palabra trascendida, luz y universo del poeta que siente la vida como el gran hallazgo, pero también la pérdida de lo amado, del tiempo y de los sueños como propia muerte. Doble cara de una misma moneda, como dos son las claves esenciales de este poemario. Por una parte, la existencia de las cosas y de los seres; de otra, la desaparición, la pérdida, la muerte de esas cosas y seres. Ambos elementos juegan un papel destacado en la poética de Campos Suárez. 

Llama la atención el juego al que nos somete el autor al utilizar los nombres de “buda” y “bolshói”. Sin embargo, cada palabra simboliza aspectos distintos pero convergentes a la vez. Las citas de Juan Ramón Jiménez, Burckhardt y Bacon sirven de guía, de prólogo si se quiere, para encauzar la lectura de este sólido poemario: el primero alude a la muerte («Yo no seré yo, muerte, / hasta que tú te unas con mi vida…»; el segundo nos habla del por qué de la existencia de las cosas («los objetos de la naturaleza sólo existen […] en tanto que el aire y la luz practican / su juego singular entre ellos») y, el tercero, finalmente, vuelve a la muerte y el miedo a ésta («Los hombres temen la muerte / como los niños jugar en la oscuridad»). Importa, y mucho, los versos que anteceden a cada una de las partes que integran el poemario.


Título: Buda en el Bolshói
Autor: Álvaro Campos Suárez
Edita: Ediciones En Huida
(Sevilla, 2014)



Ya solos, ¿padre e hijo?, disponen sus vidas para el camino de la luz y de los sueños, ambos frente a frente, fija la mirada en el otro, convocando al recuerdo para seguir viviendo, para hallar la verdad que mantenga la esperanza intacta, como al principio, en los orígenes: «Solo recuerdo una imagen. / Tú y yo, en el escenario / bailando bajo un gran foco de luz / apagado / en el centro de la nada». Tal vez ese escenario es la viva representación del Bolshói, el lugar en el que los sueños se materializan y el tiempo se detiene. Cinco son las partes, pues, en las que Campos Suárez divide este poemario, a saber: Luto (Arabasque), que abre con un poema dedicado al Portero de las nubes, el poeta Luis Cernuda: «Dormirán entre sollozos / hombre y nube evaporados»; Aprendizaje (Glissade en avant), en ese rodar hacia delante de la muerte y el recuerdo del padre, siempre presente: «Echo la vista atrás y recuento / las largas noches de tu ausencia. / […] Ahora, tu inexistencia, / y siempre, volver a ti». También habrá una mirada hacia la madre: «Algunos tenemos ángeles, / sherpas que guardan del mal o la impericia / surgidos del amor de nuestras almas»; Entreacto, descanso o interludio, tiempo para la soledad y sus silencios, y la palabra: «Y allá me hallo, cada día, / embebido de soledad / pretérita y futura. / En el goce del cansancio, / esa plenitud inmeritaza. / La palabra / vale más que el hombre»; Ascenso (Cabrioles et pirouettes),revela la necesidad de vivir («Yo prefiero la respiración, / trasunto del alma encendida»), de creer en la utopía («Ya no me queda nada. / Sólo felicidad.), el goce de lo cotidiano («Y mientras caminábamos / a lo largo de la alameda, / supe que al fin lo había hallado, / ¡oh, mágico paseo!»), y de nuevo el padre («Sentado en el mirador junto a mi padre / […] Luz brillante y cegadora. / Campos eternos.»), y por último, Iluminación (Tour de force), de ese otro yo renovado después del despertar al recreado universo donde el poeta da paso al hombre para resurgir de su propio yo, anterior a la luz, y lo hace desde el recuerdo a Campos Reina (el padre omnipresente), el autor-actor convoca a la última representación de Buda en el Bolshói («Arrancar a la gloria su infamia, / y prestar, juntos como un solo ser, / ser / vicio enterno al Amor.»).
El poeta tiene siempre la última palabra, el alma del verso mece sus luces y sus sombras sobre la tierra entera: «Empieza a clarear / en los confines de lo etéreo. […] El teatro torna blanco y puro / a la par que nauseabundo. / Como siempre, / como nunca / hasta el fin de los tiempos.» El poeta en su voz, desnudo y libre.

Librerías y libros andaluces.



No es habitual, pero a veces sucede. De sorprendente y casi milagroso podríamos catalogar lo acaecido hace unos días cuando me dirigía a la librería Metáfora, en Roquetas de Mar. Conducía atento a la carretera y al mismo tiempo enfrascado en mis pensamientos sobre determinados asuntos relacionados con la literatura andaluza y su escasa promoción o difusión en las librerías. Los escritores andaluces, desgraciadamente, son unos perfectos desconocidos para el público en general. Hallar un libro de autor andaluz en las bibliotecas públicas –que no sea lo suficientemente mediático, claro-, o en las de los centros de enseñanza es muy difícil. Los que ocupan los anaqueles, incluso de las universidades, corresponden a poetas o escritores generalmente conocidos por sus intervenciones en las televisiones, radios o prensa –escrita o digital-. Lamentablemente –pensaba durante el corto trayecto-, esta es una realidad constatable, pero sobre todo, triste, dado el buen número de escritores y poetas andaluces con una trayectoria literaria coherente y textos de sobrada calidad. La nómina de estos escritores andaluces sorprendería a muchos, si bien hay que tener en cuenta que forman parte de lo que viene denominándose “autores independientes”, no sujetos a la imperiosa necesidad comercial de las editoriales más famosas, todo lo contrario, afines a editoriales pequeñas e independientes también, que apuestan por la calidad de los textos, por la buena literatura, como debe ser. En estos pensamientos andaba cuando al llegar a la citada librería, me asombro al contemplar en el escaparate un expositor con los libros ganadores de la vigésima edición de los Premios Andalucía de la Crítica, año 2014.
No podía creerlo, una librería que destacaba en su escaparate los libros de autores andaluces, que los críticos literarios consideraron en su día que merecían el máximo reconocimiento de entre todos los publicados en el año 2013 en Andalucía, un premio, además, sin dotación económica alguna (a los premiados se les entrega una estatuilla, obra original del escultor jiennense Andrés Calatrava, y reproducida en Almería por la Escuela del Mármol). Allí estaban alineados sobre el fondo negro del expositor, eran libros andaluces destacados: en poesía, “Umbral de otoños”, de la granadina Mariluz Escribano; en relato, “Las frutas de la luna”, del también granadino Ángel Olgoso, y, por, último, en novela, “Adriático”, de la sevillana Eva Díaz Pérez.
¡Merecido homenaje de esta librería al libro andaluz!



JOAQUÍN PÉREZ AZAÚSTRE. Vida y leyenda del jinete eléctrico


Los sonidos metálicos, de aire y fuego del saxo de Sonny Rollins me acompañan mientras leo con suma atención este poema río, único, que lo mismo me transporta a ciudades americanas, al cine americano, a las decenas de fotogramas que han colmado las vidas de toda una generación o que me alcanza como un dardo impregnado de impotencia e indignación reconcentrada en el devenir actual de una España antigua y ñoña, incapaz de romper las cadenas y volar alto hasta atisbar de nuevo el horizonte de la esperanza. Así es «Vida y leyenda del jinete eléctrico», poemario galardonado con el XXIII Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma, del cordobés Joaquín Pérez Azaústre. 



El libro está compuesto por treinta y seis secuencias, treinta y seis cantos de una misma obra sinfónica, y no cabe duda que es un verdadero reto para el lector de poesía, porque no es fácil su lectura, que no atiende a norma alguna de puntuación, tal vez al asumir el autor que en ese discurrir de la palabra como un río, la continuidad oracional y discursiva no tendría que detenerse. El fluir de la palabra es la razón esencial de este poemario, que junto al pensamiento y la confirmación de la existencia de un mundo excesivamente material, se rebela contra el sistema, incluso de las propias normas gramaticales. Es un guiño a la rebeldía, a la asunción de lo humano como única fórmula para salvarse –salvarnos-; volver al hombre como centro del universo, renacer para crear una nueva existencia basada en la solidaridad y el hermanamiento como únicos instrumentos de progreso. Subyace en los versos que componen «Vida y leyenda del jinete eléctrico» un discurso humanista, en el cual el compromiso social alienta y alimenta incluso los fragmentos metapoéticos hallados («no habíamos acordado que el poema / era plasticidad de la vida nombrada», «hoy vamos a partir el coxis del poema», «quiero atar la poesía con cordones suaves / para que grite y sienta más allá del dolor»). La poesía y el hombre-poeta frente a frente, desnudos y a sabiendas que solo son carne y alma de una suerte de alquimia necesaria. El poeta en su soledad de siglos («el hombre sigue siendo su soledad de hierro su musgo en / soledad / un hombre es la mejor promesa de sí mismo») recorre la geografía de la palabra-imagen abastecida por el cine, elemento latente y patente en la poesía de Pérez Azaústre, como si se tratara de un apéndice más de su ser.

Título: Vida y leyenda del jinete eléctrico
Autor: Joaquín Pérez Azaústre
Edita: Visor (Madrid, 2013)
Un viaje al centro de la tierra americana, a sus leyendas, a las metrópolis deshumanizadas donde solo se vegeta entre torres de cemento y espanto, allí en la indigencia, en la luz de la amarga existencia, en los aromas ácidos de la noche. Todo fluye y se transforma en versos desesperados de Whitman o Lorca o en la música de un trombón o un saxo vomitando soledades al doblar una esquina. Poesía de la luz entre tanta tiniebla, entre tan insolente turba de gobernantes corruptos. De ahí la necesidad de una vuelta de tuerca hasta el deslumbramiento de un nuevo tiempo («porque todo es poesía más allá del desgarro / poesía social por fin líbrame del cronida»). Un libro cargado de simbolismo y el jinete su máximo exponente, con referencias continuas a poetas, como Alberti («un caballo de luz que galopa en el canto / hasta enterrarlos sí pero también ahogarlos en el mar»). «Vida y leyenda del jinete eléctrico» es un canto a la libertad («pero jamás tendremos libertad de expresión si no luchas por ella»), una llamada de atención a una «triste y gris generación», un grito de rabia e impotencia («ahora sabes también los derechos son caros / y la paz la pensión lujuriosa del pobre / sanidad la justicia un adiós verdadero y cierta educación / privatizan también nuestro oculto lenguaje»). El poeta, en su esencia, vuelve a la raíz del ser y proclama la luz de la palabra y el sueño como única patria.

SALÓN DE LECTURA : José Antonio Santano
VIDA Y LEYENDA DEL JINETE ELÉCTRICO


Verde mar de olivos. Antología literaria al olivo

A todos aquellos interesados en participar en la antología literaria al olivo "Verde mar de olivos": el plazo de envío de poemas (máximo 50 versos) y relatos (5 folios), así como de breve currículo,

finaliza el martes, 

día 20 de mayo de 2014.

 

  El libro que aquí mostramos pertenece a su primera edición editado por la Diputación de Almería. Instituto de Estudios Almerienses.


Descripción física:  252 p., [2] p; 21 cm;  
Colección: Letras 
 
ISBN: 84-8108-235-X 
Situación: Agotado 
PVP:  18.00 euros  
LETRAS [L] - Poesía - Pensamiento
Antigua colección: Ediciones Especiales ; 16


Resumen:
Con esta antología el autor pretende eternizar su más íntimo sentimiento hacia el milenario árbol del olivo, a través de la poesía y la prosa de un amplio ramillete de escritores andaluces y de otros puntos de la geografía española.

García Márquez y el 23 de abril. Estación Sur


García Márquez ha muerto. Todo el mundo lo sabe. Muchos han escrito sobre él en estos días. Algunos con conocimiento de causa, otros, desgraciadamente, se atrevieron sin saber casi nada de él ni de su obra. La importancia del momento era saberse protagonista, aunque fuese en una fotografía irrelevante. Los verdaderos lectores de García Márquez tal vez lloren en silencio su muerte. García Márquez se nos ha ido con las fragancias primaverales, con la luz dorada de los atardeceres y nadie podrá ya rescatarlo del abismo y la nada en la que nos convertiremos todos más tarde o más temprano. Habrían bastado unos días más para que hubiera coincidido su muerte con la de los dos grandes talentos de la Literatura Universal: Miguel de Cervantes y William Shakespeare, causantes de que se conmemore cada 23 de abril el Día Internacional del Libro. Sin embargo, no ha sido así, y poco importa, porque lo fundamental es el incalculable valor de la obra literaria que nos lega a todos y cada uno de los seres humanos que habitan el planeta Tierra. 

García Márquez seguirá vivo mientras seamos capaces de acercarnos a su obra como si fuese la primera vez, con la mirada fija en la magia de su palabra, descubriendo y descubriéndonos en el laberinto imaginario de su Macondo; mientras bebamos sorbos lentos de su centenaria soledad, saboreemos los amaneceres junto al fuego del tiempo y cada día crezca en nuestro interior el lenguaje y la voz de una realidad que puede transformarse, metamorfosearse en algo bien distinto a lo que soñamos mientras nuestros pasos se hacían huella en la piedra milenaria, en los oscuros bosques de la subsconciencia.
Nadie habla ya a las puertas de las casas, como antiguamente las abuelas. El tiempo acabó con todo la frescura del instante, ese que García Márquez consagró en sus libros tras el eco de los cuentos contados por su abuela en las noches de la infancia. Aquellas palabras, como un pálpito inacabable fueron adornándose de una tinta negra aromática, para luego, con los años, volar hacia todos los hogares del mundo. Podría haber sido un 23 de abril, pero no fue así. Y ahora, que su cuerpo no es nada, la palabra impresa brilla en cada página como si fuera una estrella. A fin de cuentas, lo único importante es la obra, imperecedera y eterna, viva más allá de la muerte del escritor. El libro en su fulgor y en su sombra; García Márquez, en la inmensa vastedad de los silencios, junto a Cervantes y Shakespeare, en otro afortunado 23 de abril.

José Antonio Santano.

Siete poetas árabes en España. Salón de lectura

SALÓN DE LECTURA.-  Por José Antonio Santano




SIETE POETAS ÁRABES EN ESPAÑA
Hijos de la Travesía


Llegaba días atrás a mis manos la antología «Siete poetas árabes actuales en España. Hijos de la Travesía», edición del también poeta malagueño José Sarria. La poesía árabe siempre ha tenido una excelente acogida en Andalucía. La influencia de la cultura árabe en estas tierras sureñas viene de antiguo, y tal vez sea esta una consecuencia directa, a priori, de un entendimiento y sentimiento compartido. La poesía como patria única y verdadera. La poesía árabe, desde las Mu’allaqat o Mufaddaliyat hasta la más reciente, como la que presentamos en esta reseña, viene a confirmar la existencia de lo que podría denominarse «hermanamiento» con la cultura andaluza, y más particularmente, con su poética. Grandes han sido los poetas árabes contemporáneos ya desaparecidos (Jalil Gibran, Al-Sayyab, al-Malaika, Nizar Qabbani, Maj,id Darwish, entre otros) o actuales como Ali Ahmad Said Ester «Adonis», Tahar Ben Jelloun, Barghouti o Saadi Yusuf. Pero no podemos perder de vista que, por fortuna, existen hoy, herederos de esa tradición poética árabe, otros nombres, y con ellos otros universos. Como bien dice José Sarria en las primeras páginas del libro: «La poesía árabe no se concibe como ornato o complemento, sino como parte indisoluble de la vida, de la existencia». Y ciertamente, cuando nos acercamos a la poesía de cada uno de estos siete poetas árabes: Talat Shani (Egipto), Mohamad Osman (Siria), Malak Mustafa (Siria), Muhsin Al-Ramli (Irak) Abdul Hadi Sadoun (Irak), Ahmad Yamani (Egipto) y Khalid Kaki (Irak), hallamos esa concreción de la palabra, el pensamiento trascendido de la meditación, los aromas y los colores de las cosas sencillas, la frescura del verso inmerso en los silencios de la vida. Si a ello, añadimos que los siete poetas mencionados tienen en común su residencia en España, se acrecienta el interés por ser todos representantes de la escritura del exilio.
Interesa significar algunas de las características poéticas de este heterogéneo grupo de poetas árabes. La primera –afirma Sarria- es «la utilización de la poesía libre, rayando con el verso en prosa»; otras, «la simbiosis entre tradición y cuidado del lenguaje, diligencia por la palabra exacta» achacable a que la mayoría de ellos ejercen como traductores; existencia de «una gran preocupación social», así como la generación de una «poesía de la búsqueda”, en cuanto a la identidad personal como de pueblo, consecuencia de la condición de exilados de estos poetas.
Para reproducir aquí algunos de los versos de estos siete poetas árabes sería necesario un espacio del que no disponemos. Sin embargo, alentamos a la lectura de esta antología que nos aproxima mucho y bien a cada uno de estos poetas. Los versos comprometidos de Talat Shani (¿Acaso el mártir se desangra / para que el traidor entregue las espadas al enemigo?), el amor en la poesía de Mohamad Osman (El amor es para mí un árbol / en las entrañas. / El beso es / sangría de la aorta sobre los labios), o la identidad, el desarraigo en los poemas de Malak Mustafa (El desarraigo era mayor que la nostalgia / hacia ti, hacia mi madre), la búsqueda continua de la libertad en los versos de Muhsin Al-Ramli (He venido a Granada / buscando a Lorca. / Tal vez… / para que escribiera sobre los asesinados de mi familia. / Pero… le encontré asesinado), la mirada profunda del poeta iraquí Abdul Hadi Sadoun ( Y es la ciudad ahora / una línea torcida en mis manos / un callejero de desilusiones), el nacimiento de una nueva forma de expresión poética en la voz de Ahmad Yamani ( Cerraron bien el lugar / y arrojaron las llaves al estómago del sepulturero. / ¿Por qué nos abandonáis en las afueras de la ciudad?) y por último, la palabra nostálgica, evocadora de las pérdidas, del poeta Khalid Kaki ( En una noche de tormenta, / el delgado ciprés, / herido de recuerdos, / cayó fulminado por un relámpago). Siete poetas árabes que nos devuelven la esperanza en la poesía, en la esencialidad de la palabra.


Título: Siete poetas árabes actuales en España. Hijos de la travesía.
Autor: Ed. José Sarria
Edita: Verbum (Madrid, 2013

Máximo Cuervo. Estación Sur


No hay día que pase que se agrande más la pesada carga del olvido, del injusto olvido al que someten a quienes, tan españoles como otros, duermen eternamente no se sabe dónde. Es muy raro todo lo que está sucediendo. El olvido que sigue imponiendo la derecha más cerril de este país es hasta insultante. Cuando se habla de la crisis, la culpa es de la herencia recibida, de los socialistas, claro; también cuando se hace de la Memoria Histórica se condena a la izquierda que quiere remover el pasado para enfrentar de nuevo a los españoles, incluso la Iglesia, siempre fiel a esa derecha, amedrenta a los ciudadanos con el fantasma de otra guerra civil. Todos son culpables de algo, excepto ellos, que cuidan y consienten, transigen con la herencia recibida del franquismo, de sus símbolos y signos, de sus políticas, de su adoctrinamiento y propaganda, y lo que es más grave, de su espíritu en pleno siglo XXI. 

 
Esa derecha rancia vive y se pavonea por doquier. Existe aún, por desgracia, en muchos pueblos y ciudades de España. Es la derecha despótica y corrupta, destructora de derechos, aniquiladora de sueños. El olvido –decía- se impone como norma. Es curioso comprobar hasta qué grado contagia a los representantes de la izquierda que, acomodados en su rutina, se mantienen ajenos e indiferentes a este debate. Existe en el municipio de Roquetas de Mar un pabellón polideportivo con el nombre de Máximo Cuervo, ¿lo sabían? ¿Conocen la trayectoria de quién responde a ese nombre? Si le preguntáramos al Sr. Amat, Alcalde de Roquetas y Presidente de la Diputación de Almería, nos diría que fue un español de pro, que solo hizo el bien, como constituir la Sociedad Urbanizadora de Aguadulce, construir el Hotel del mismo nombre, haber sido declarado Hijo Adoptivo de Roquetas de Mar y Medalla de Oro de la Provincia. ¿Les parece poco? Sin embargo, Máximo Cuervo fue, por encima de todo, un estratega de la represión franquista, que se entregó a prácticas inhumanas en los recintos carcelarios de la dictadura siendo Director General de Prisiones y Presidente del Patronato para la Redención de Penas por el Trabajo; fue el inventor del turismo carcelario y el responsable del exterminio por hambre en las prisiones franquistas. Miembro destacado de Acción Católica permitió que la crueldad, las fiebres tifoideas y la tuberculosis provocaran la muerte de muchos españoles, entre ellos la del poeta universal Miguel Hernández. Máximo Cuervo fue la viva representación de la maldad, y por eso, al día de hoy, luce su nombre en un pabellón polideportivo de Roquetas.


ESTACIÓN SUR______________________________José Antonio Santano

DON MÁXIMO CUERVO