JAQUE


Fernando Martínez López

LITERATURA Y AJEDREZ, COMO LE GUSTABA A STEFAN ZWEIG

 

autor: 


Fernando Martínez López





-¿Eres Baruch Eisenstein?
Respondió que sí, apenas un hilo de voz. Luego, el silencio. Helmut Völler lo observaba con descaro, cartografiando las arrugas, líneas y ángulos de su cara, comparándolos con los de la fotografía que sostenía en la mano. En la otra, un cigarrillo emitía cabriolas de humo. Intermitentemente le daba una calada y un velo nicotínico apantallaba su rostro. El parecido con la fotografía era difuso, pero sí, era Eisenstein, mantenía la inteligencia en sus ojos. El resto era pellejo descarnado y pestilencia.
-Que le den una ducha y ropa limpia –ordenó-. Traédmelo cuando esté listo.
Baruch Eisenstein se percató del tablero de ajedrez antes de abandonar la habitación, las piezas colocadas con precisión milimétrica. Cuando regresó con la dignidad física recuperada, se lo encontró sentado junto al tablero. Enfrente, una silla vacía que le ofreció con un gesto.
-¿Sabes quién soy? –Negó con la cabeza-. Helmut Völler, campeón alemán. ¿Qué te parece un duelo entre el mejor ajedrecista alemán y el polaco?
-Me agradaría enormemente jugar una partida.
Jaque. Fernando Martínez López

Esa voz, cascada, partida, como si el sufrimiento se hubiera hecho lepra en las cuerdas vocales. Völler encendió con parsimonia otro cigarrillo, arrendijó los ojos.
-Pero no una partida cualquiera, sino a vida o muerte. Ganas: vives. Pierdes: mueres. Quiero que estrujes hasta la última neurona de tu cerebro.
Baruch lo miró horrorizado. En las sienes se le marcaba el ritmo alocado de su corazón. Difícil pensar en esas condiciones, difícil pensar con el cuerpo desnutrido y maltratado, difícil todo, pero la vida le pendía de un hilo muy frágil y sólo restaba un invisible fleco para que no terminara de romperse. Se convertiría en araña para no desprenderse de él.
El sorteo le ofreció salir con blancas. Vamos, Baruch, aún eres capaz, tienes miles de jugadas memorizadas en los mapas de tu cerebro. Se decidió por una apertura vienesa que favorecía un juego pasivo, más acorde con su velocidad de pensamiento después de varios meses como inquilino del infierno. Völler no se inmutó, y cada movimiento lo acompañaba de una bocanada de humo, conforme las fichas iban ocupando posiciones en el campo de batalla donde ya se hacía sangre con alguna de las piezas. Iban cayendo como las vidas de tantos otros en aquel lugar, y Baruch Eisenstein con la mirada afilada, sudoroso, exprimiendo su capacidad intelectual como nunca lo había hecho, jugándose la propia existencia ante un rival poderoso. En el movimiento veintitrés, sin embargo, el alemán tomó una decisión inesperada con la dama. No, no podía ser, ¿sería acaso una celada, una trampa para que picara el anzuelo? Revisó las fichas con ojos sorprendidos, atentamente. Esa disposición... Era prácticamente la misma que con la que había logrado hacerse con el campeonato polaco, no había trampa posible y sabía lo que tenía que hacer. Levantó la mirada. Völler ya no fumaba. Por el contrario, una leve contracción de labios denotaba la consciencia de su error. Baruch jugó. En siete movimientos supo que tenía la partida ganada, que era araña que había conseguido reforzar el hilo para no despeñarse, ya sólo quedaba el paso definitivo para el jaque, para salvar su vida, volver al barracón, a los trabajos forzados, a la comida insuficiente y asquerosa, a los golpes e insultos, a la tabla donde dormía encogido por el frío, a las picaduras de piojos y chinches, a la desesperanza que vitrifica los ojos... Cambió de idea y desplazó la pieza indebida, la que precipitó brevemente el cataclismo de su derrota.
-Has perdido, Eisenstein.
-Sí.
Contestó con el sonido de un cristal fragmentado. Helmut Völler sacó su pistola, apuntó a la cabeza de Baruch, tembloroso, los ojos fuertemente apretados, los segundos que se alargaban sin que se produjera la detonación... El oficial guardó el arma ante su extrañeza.
-Vete.
Baruch comenzó a levantarse lentamente de la silla. Sus piernas apenas lo sostenían. Antes de abandonar la habitación, se giró.
-¿Por qué me perdona?
El oficial de las SS mostró una sonrisa sucia.
-Porque sé que me has dejado ganar, judío. Pero no te equivoques: en este campo de concentración tú ya estás muerto.

Abdul Hadi Sadoun

TODOS ESCRIBEN SOBRE EL AMOR MENOS TÚ de Abdul Hadi Sadoun

TODOS ESCRIBEN SOBRE EL AMOR MENOS TÚ
TODOS ESCRIBEN SOBRE EL AMOR MENOS TÚ


El silencio colma la estancia. En esa soledad de lo por crear el abismo es infinito y el poeta sabe que no hay otra forma que abandonarse en el vacío para alcanzar el cielo. Pues no otra cosa que abismo es la verdadera poesía. En ese tránsito hacia no se sabe dónde la palabra germina como la única voz del universo. El poeta se abstrae en la contemplación de las cosas, que las mira pero abismándose en ellas, adentrándose hasta el fondo para beber de la emoción de haber vivido en ellas toda la soledad y el silencio de su existencia. Es un instante solo, tal vez una décima de segundo, un estallido de luz y color, una llama que prende y se propaga vertiginosa, la palabra. Solo con ella el poeta es capaz de transformar el mundo, imaginar otros tan desconocidos como apasionantes, y así, una tras otra, las palabras van de un lado a otro, suben y bajan, se adentran en la caverna y nacen a la luz de la alborada y el sueño. En esa tradición de lo oculto y desconocido aparece un lenguaje sublime, intenso y bello. Desde tiempos inmemoriales la palabra esculpida en los silencios de la noche, la que nos habla, por fortuna de lo humano y lo divino, que vuela libre por el aire, de Oriente a Occidente, y viceversa. 

 Todos escriben sobre el amor menos tú.


Llega hasta nosotros hoy la palabra poética de Abdul Hadi Sadoun (Iraq, Babdad, 1968), una voz serena, que comparte tanto en lengua española como árabe, uno de sus valores principales, y que en esta ocasión decidió que fuera en español, dando así al poemario una dimensión distinta. Abdul Hadi ha publicado numerosos libros, entre los que destacan: Escribir en cuneiforme (2006),Plagios familiares (2008), Pájaro en la boca y otros poemas (2009), Siempre todavía (2010, Campos del extraño (2011) y Memorias de un perro iraquí (2016). Un poemario y una novela son las dos últimas entregas de Sadoun: en Campos del extraño (selección de su poesía) el paisaje de Castilla y la influencia de Machado es una constante («En el mismo tren de cercanías / o de tercera / que te llevó hace ya un siglo / voy / pero con el equipaje repleto de recuerdos / dejando Madrid atrás / y más aún Babdad»; en Memorias de un perro iraquí, nos encontramos con la entrañable pero triste historia de una familia de galgos, en la que Líder será el único superviviente tras el devastador conflicto bélicon que acontece en Iraq, en un claro homenaje a Cervantes, no olvidemos que Sadoun es también un hispanista. Esta circunstancia viene avalada por su poemario más reciente: Todos escriben sobre el amor menos tú, del sello editorial “Bala Perdida”. El tema principal de este libro no es otro que el amor, que ya deducimos de su título. El amor como centro y periferia, razón primera y última de la existencia humana. En este poemario Sadoun ha buceado en la tradición literaria árabe y española, y en ese abismarse del que se hablaba al principio de este comentario ha surgido la luz de nuevo, la esperanza en el futuro, pero solo si de la mano del amor procede, como así nos dice Ben Jafacha, de Alcira: «La mano del amor nos vistió en la noche con una túnica / de abrazos que rasgó la mano de la aurora», o el propio Abdul, en ese juego de imágenes y espejos: «No hay vencedor más que el beso / -me comunican- / beso de vino inocente / en el que bebemos hasta la embriaguez / y comemos sin cesar, su maná», versos pertenecientes a la primera parte del libro, de título “El desorden de los días”. El poeta, incansable, busca en la oscuridad y la luz, se adentra en su propio interior, en su alma («Aquí el alma no se derrite, / se regala»), sin importarle el tiempo, porque solo le basta el deseo de hallar esa palabra mágica, ese temblor que lo devasta todo y todo lo deslumbra: el amor. Por eso no hay cansancio, tampoco dolor, nada que se interponga, y así, contundente, escribe Sadoun: «Hacia ti, / apenas hay camino». El tiempo no existe en esa búsqueda del yo y el tú para ser uno, un cuerpo y un alma, una palabra que defina el mundo, una sola razón: «Dame una razón para saltar / las vallas del querer / para intentarlo en contra del límite / y para amar profundamente». En la segunda parte del libro: “El rincón de las fechas impares”, Sadoun cambia de registro, optando por la reflexión profunda y la brevedad en todos los poemas que la conforman. El verso en su esencia, la palabra como temblor en ese abismarse hacia dentro para hallar la luz, como así se muestra en el poema 17/3: «En los libros / inventamos la historia, / en la palabra, la vida. / ¿En qué rincón de la memoria / -oh Hacedor de los huecos- / sembramos el olvido?». La influencia de la obra machadiana en Abdul Hadi es constante, como así nos llega en estos versos: «Leer, escribir, comer / o como se dice / hacerse la vida. / Pero el sabio Machado / lo dijo hace mucho: «Un corazón solitario / no es un corazón». La soledad, el paso del tiempo, el amor en todas sus formas posibles sustentan este interesante poemario. Porque, como dice el también poeta Juan Carlos Mestre en su prólogo: «Pasión y memoria del amor vivido , amor y nostalgia de lo pasionalmente imaginado, la ancestral invocación a cuanto aún anima la resplandeciente belleza de quien no está solo en el coro humano, sino rodeado espiritualmente de presencias benéficas…» 
Así es, sin duda, la extraordinaria voz poética de Abdul Hadi Sadoun. 

Abdul Hadi Sadoun
Abdul Hadi Sadoun


Título: Todos escriben sobre el amor menos tú
Autor: Abdul Hadi Sadoun
Editorial: Bala Perdida (Madrid, 2018)

TODOS ESCRIBEN SOBRE EL AMOR MENOS TÚ de Abdul Hadi Sadoun


TODOS ESCRIBEN SOBRE EL AMOR MENOS TÚ

El silencio colma la estancia. En esa soledad de lo por crear el abismo es infinito y el poeta sabe que no hay otra forma que abandonarse en el vacío para alcanzar el cielo. Pues no otra cosa que abismo es la verdadera poesía. En ese tránsito hacia no se sabe dónde la palabra germina como la única voz del universo. El poeta se abstrae en la contemplación de las cosas, que las mira pero abismándose en ellas, adentrándose hasta el fondo para beber de la emoción de haber vivido en ellas toda la soledad y el silencio de su existencia. Es un instante solo, tal vez una décima de segundo, un estallido de luz y color, una llama que prende y se propaga vertiginosa, la palabra. Solo con ella el poeta es capaz de transformar el mundo, imaginar otros tan desconocidos como apasionantes, y así, una tras otra, las palabras van de un lado a otro, suben y bajan, se adentran en la caverna y nacen a la luz de la alborada y el sueño. En esa tradición de lo oculto y desconocido aparece un lenguaje sublime, intenso y bello. Desde tiempos inmemoriales la palabra esculpida en los silencios de la noche, la que nos habla, por fortuna de lo humano y lo divino, que vuela libre por el aire, de Oriente a Occidente, y viceversa. 

 Todos escriben sobre el amor menos tú.


Llega hasta nosotros hoy la palabra poética de Abdul Hadi Sadoun (Iraq, Babdad, 1968), una voz serena, que comparte tanto en lengua española como árabe, uno de sus valores principales, y que en esta ocasión decidió que fuera en español, dando así al poemario una dimensión distinta. Abdul Hadi ha publicado numerosos libros, entre los que destacan: Escribir en cuneiforme (2006), Plagios familiares (2008), Pájaro en la boca y otros poemas (2009), Siempre todavía (2010, Campos del extraño (2011) y Memorias de un perro iraquí (2016). Un poemario y una novela son las dos últimas entregas de Sadoun: en Campos del extraño (selección de su poesía) el paisaje de Castilla y la influencia de Machado es una constante («En el mismo tren de cercanías / o de tercera / que te llevó hace ya un siglo / voy / pero con el equipaje repleto de recuerdos / dejando Madrid atrás / y más aún Babdad»; en Memorias de un perro iraquí, nos encontramos con la entrañable pero triste historia de una familia de galgos, en la que Líder será el único superviviente tras el devastador conflicto bélicon que acontece en Iraq, en un claro homenaje a Cervantes, no olvidemos que Sadoun es también un hispanista. Esta circunstancia viene avalada por su poemario más reciente: Todos escriben sobre el amor menos tú, del sello editorial “Bala Perdida”. El tema principal de este libro no es otro que el amor, que ya deducimos de su título. El amor como centro y periferia, razón primera y última de la existencia humana. En este poemario Sadoun ha buceado en la tradición literaria árabe y española, y en ese abismarse del que se hablaba al principio de este comentario ha surgido la luz de nuevo, la esperanza en el futuro, pero solo si de la mano del amor procede, como así nos dice Ben Jafacha, de Alcira: «La mano del amor nos vistió en la noche con una túnica / de abrazos que rasgó la mano de la aurora», o el propio Abdul, en ese juego de imágenes y espejos: «No hay vencedor más que el beso / -me comunican- / beso de vino inocente / en el que bebemos hasta la embriaguez / y comemos sin cesar, su maná», versos pertenecientes a la primera parte del libro, de título “El desorden de los días”. El poeta, incansable, busca en la oscuridad y la luz, se adentra en su propio interior, en su alma («Aquí el alma no se derrite, / se regala»), sin importarle el tiempo, porque solo le basta el deseo de hallar esa palabra mágica, ese temblor que lo devasta todo y todo lo deslumbra: el amor. Por eso no hay cansancio, tampoco dolor, nada que se interponga, y así, contundente, escribe Sadoun: «Hacia ti, / apenas hay camino». El tiempo no existe en esa búsqueda del yo y el tú para ser uno, un cuerpo y un alma, una palabra que defina el mundo, una sola razón: «Dame una razón para saltar / las vallas del querer / para intentarlo en contra del límite / y para amar profundamente». En la segunda parte del libro: “El rincón de las fechas impares”, Sadoun cambia de registro, optando por la reflexión profunda y la brevedad en todos los poemas que la conforman. El verso en su esencia, la palabra como temblor en ese abismarse hacia dentro para hallar la luz, como así se muestra en el poema 17/3: «En los libros / inventamos la historia, / en la palabra, la vida. / ¿En qué rincón de la memoria / -oh Hacedor de los huecos- / sembramos el olvido?». La influencia de la obra machadiana en Abdul Hadi es constante, como así nos llega en estos versos: «Leer, escribir, comer / o como se dice / hacerse la vida. / Pero el sabio Machado / lo dijo hace mucho: «Un corazón solitario / no es un corazón». La soledad, el paso del tiempo, el amor en todas sus formas posibles sustentan este interesante poemario. Porque, como dice el también poeta Juan Carlos Mestre en su prólogo: «Pasión y memoria del amor vivido , amor y nostalgia de lo pasionalmente imaginado, la ancestral invocación a cuanto aún anima la resplandeciente belleza de quien no está solo en el coro humano, sino rodeado espiritualmente de presencias benéficas…» 
Así es, sin duda, la extraordinaria voz poética de Abdul Hadi Sadoun. 

Abdul Hadi Sadoun
Abdul Hadi Sadoun


Título: Todos escriben sobre el amor menos tú
Autor: Abdul Hadi Sadoun
Editorial: Bala Perdida (Madrid, 2018)

PRESENTACIÓN DEL LIBRO MAX. 23 KG. DE ANA LÓPEZ



Librería Bibabuk jueves 31 de mayo 2018 19,30
Por María Ángeles Lonardi


La literatura de Ana va de lo conocido a lo desconocido. Es capaz de recorrer lugares que no existen y de llevarnos a sitios insospechados. Y tiene además, una particularidad, convierte lo fantástico en cotidiano y descubre en lo cotidiano, la magia. Porque su literatura es vital, es aventura, es libertad, es viaje.
Un viaje hacia el otro lado del mundo o hacia ese sitio donde está tu lugar en el mundo. Un billete hacia tu nueva vida, hace de punto de partida y la maleta, tu equipaje: que sólo podrá ser máximo 23 kg. Y como un “mantra” maldito te coarta, te limita, te comprime, te ahoga…sin embargo, no renuncias a nada, ni a tu pasado. Lo quieres llevar todo. Lo único verdaderamente difícil, es saber qué merece la pena ser cargado, -como dice en la contraportada del libro-.

ANA LÓPEZ junto  MARÍA ÁNGELES LONARDI

PRESENTACIÓN DEL LIBRO MAX. 23 KG. DE ANA LÓPEZ



Este libro, muy pequeño, compacto, como un extracto, como un perfume caro, “comprende las historias de aquellos 23 kg que arrastré por Chile, Colombia y Uruguay para traerlos de vuelta a Sevilla”- nos dice la autora-.
Ana habla en este libro de historias y de viajes. Y viajar exige un aprendizaje. No todo el mundo se adapta, ni sabe organizarse.
A pesar de estar acostumbrados a viajar, algunos no sabemos hacerlo aun y al hacer ese “verdadero ejercicio de desapego”, vuelves a “tentarte” y vuelves a caer y a acumular cosas innecesarias; y al final, siempre tienes la sensación de que no haces bien las cosas; la sensación de que no te vas del todo, sobre todo, cuando repartes tus cosas entre familiares y amigos.
Y vuelves a desprenderte de cosas.
Quiero destacar la frase que toma el prólogo de Alfredo Zitarrosa:
No eches en la maleta lo que no vayas a usar. Son más largos los caminos pal que va cargao de más”. Y esto es una gran verdad!


En este libro están las historias de gente con la que Ana compartió el viaje, gente con la que se cruzó por el camino, la que desapareció, la que se encontró, se imaginó y la que ha tenido que buscar con sus fotos, dibujos y aportaciones, porque toda esa gente le aportó algo, porque la vida es un poco así. La vas armando de a trocitos, con lo que te dan, lo que haces, te enseñan, aprendes historias inconexas, piezas de un rompecabezas que un día se hacen mural, encajan a la perfección y luego vuelves a tu entorno a tu “normalidad” y la aerolínea te recuerda las normas: Máximo 23 KG.


Este libro es el relato de un periplo fantástico, un tanto evocador, y un poco loco, pero tan cercano que no te dejará indiferente.
Por ejemplo, nos descubre a Omar enamorado de una sirena. Luego, juega con la realidad y la fantasía para hablarnos del origen de un río que desemboca en un inmenso valle de varios kilómetros. Y el relato es como una leyenda, un cuento fantástico.


Después, muy hábilmente, es capaz de la mayor ternura cuando nos cuenta historias de zapatos, especialmente los zapatos rojos y te hace creer en fetiches expectativas para darte la puntilla en el final del relato.


La vida está llena de casualidades extrañas y de encuentros impensados, inusuales, raros con mariposas amarillas, las “Eacles imperialis” como las que abundan en Uruguay.


Y nos trae a la realidad, a la cruel realidad. Te mete el miedo en el cuerpo cuando nos habla de esa gente, que la sorprende, con la habilidad de distinguir los bombardeos o el ruido de las balas al caer.
Y nos deja bien claro que la muerte, hace mucho que dejó de ser algo personal para ser de todos, como lo es en Colombia. Y cómo es de difícil aceptar o entender que lo único que nos puede salvar, es reconstruir desde el inicio, desde el principio.


Luego nos provoca, con el sexo entre las manos y habla de una mujer que no está, que no puede verse, sino como una imagen que alcanza apenas a completar una fotografía…
También aparece una hermana, Alicia, que se refugia en una pared blanca para escapar de la locura.


Y Ana sigue de viaje. Le habla a su compañero de aventuras con mucha ternura…y se pone romántica la cosa…Y es capaz de contarnos una historia de café y tostadas, de la tristeza de no poder cambiar el destino, de la vida cotidiana, de estar en paro hace más de dos años y con casi 45 años, sin oportunidades, hilvanando una historia de esas en las que nunca pasa nada…pasa la vida y se consume en el tedio y la monotonía y de pronto, una entrevista: ¡cómo puede cambiarte la vida en un segundo!
Y en un segundo la vida puede esfumarse como la de las protagonistas de la película, en la que puedes armar la historia. Y te deja pensando…


Y te deja perplejo al rescatar una palabra, MAMIHLAPINATAPAI, de los nativos Yámanas de Tierra del Fuego. Es la palabra más concisa para describir “esa mirada” de deseo mutuo pero, es casi impronunciable!


Y en un intento de acercarnos al azul cielo aparece una mujer que habla del color de su tinte del pelo y ya no sabes qué pensar…

PRESENTACIÓN DEL LIBRO MAX. 23 KG. DE ANA LÓPEZ


Pero Ana sigue con los relatos, Ana sigue metiendo relatos en la maleta.
Y nos habla de la espera, frente al mar, de las raíces que se quedan en algún lugar, de ser mujer, tierra, fuego, elemento…


Y por si fuera poco, por si quedara sitio para algo más, nos deja un cuento que se titula “desromántico de tres actos”, como colofón. El Herrero y la Ninfa: son protagonistas de una bonita historia que nos trae el Viento del sur. Un viento que no puede irse, pero tampoco quedarse…como si no pudiera emprender el viaje…


Y recuerda, si quieres viajar, seguramente en la aerolínea te dirán que, de equipaje: Máximo23 Kg.

MANUMISIÓN DE JOSÉ CABRERA POR JOSÉ ANTONIO SANTANO

JOSÉ ANTONIO SANTANO
SALÓN DE LECTURA DIARIO DE ALMERÍA POR JOSÉ ANTONIO SANTANO

MANUMISIÓN DE JOSÉ CABRERA

Nada mejor que la oscuridad y el silencio para buscarse a sí mismo y al otro. Abismarse en las profundas y procelosas aguas de la nada para descubrir –intentarlo al menos- la razón primera, el origen, tal vez la verdad –nuestra verdad-, esa que pueda sustentar la esperanza, la creencia en un horizonte, en una luz capaz de deslumbrar y deslumbrarnos, como un gran faro en la oscura inmensidad de la noche y el mar. Enfrentarse al vacío, desnudar el alma lentamente, hundirse en el silencio absoluto, y mirarse en el espejo, frontal a tu propio rostro; bucear en el interior, en esa dulce calma del pensamiento y dejarse arrastrar sin más, hacia no se sabe dónde. Levitar si así se quiere, ingrávido como una pluma o pavesa, y recorrer el mundo, el nuestro y el ajeno. Olvidar por un instante que el tiempo existe, que somos materia. Esa simple reflexión, seguramente, hará que el hombre sea algo más que sujeto. En esa búsqueda por encontrar (se) la razón última de la existencia el poeta es principal actor. Su mundo es tan amplio como limitado, la realidad (materia) por una parte y la abstracción o ficción (substancia-alma) por otra, actúan y se interrelacionan hasta crear un nuevo universo. Esto mismo adquiere matices significativos cuando se trata de la poesía, de la mirada poética, como sucede con el libro “Manumisión”, de José Cabrera Martos (Jaén, 1977), una apuesta conceptual, producto de una seria y continuada reflexión sobre la vida con un punto de inflexión que se concreta en la otredad, en el “otro”, para construir un discurso en el cual, desde la vital cotidianidad crea un universo propio, donde preocupa más el fondo que la forma. “Manumisión” es un libro complejo, donde el lenguaje toma reiteradamente forma simbólica y conceptual, y la ética es la llama inagotable, prendida siempre. Esa misma complejidad estructural y lingüística, y los recursos utilizados nos proporcionan las claves, que bien podrían resumirse en una: “el mañana”, que tanto preocupa al poeta, lo que lo acerca a una clara “poesía de la incertidumbre”, más que a una poética de la resistencia. Ese continuo estado de recelo o escepticismo, si se quiere, lleva a Cabrera a crear un universo que parte de un presente yermo y árido, inhumano en ocasiones, que expresa en un “mañana”, como así nos lo muestra de forma insistente: «Hasta mañana –les decimos-, / sin saber si habrá mañana […] Mañana o nunca abriremos, les respondías, / para volver a pintaros mañana […] Ven, siempre ven, pero dime mañana».  MANUMISIÓN DE JOSÉ CABRERALo que está por suceder, ese futuro desconocido pero que indaga el poeta en su deseo de conocimiento, de saber para renovar o cambiar el mundo, o cuando menos mejorarlo. Una nueva esclavitud parece florecer, de ahí que Cabrera Martos tomara este vocablo “manumisión” en ese empeño por liberar al hombre de sus cadenas, las que hoy sutilmente imponen los poderes políticos y económicos. Emerson, Urbano, Wittgenstein, Auden, Pavese, Blanchot, Tagore, García Lorca, San Juan de la Cruz, Eliseo Diego, Plath, Kundera, Agustín de Hipona o Nietzsche son algunas de las referencias intelectuales con las que Cabrera ha construido un discurso tan complejo como interesante desde el punto de visto poético, en un creciente juego intertextual y metafísico que no cesa de dialogar con la realidad y la ficción. En ese conceptismo y esa simbología hallamos a Cabrera Martos, en la duda que golpea continuamente: «No sé si habrá mañana / falsas perlas, cerradura / o bastante negro y blanco en este mundo / para amarnos diferentes». Cabrera necesita respirar la luz y se adentra por ello en la palabra, conceptual y simbólica, en esa búsqueda de la verdad –su verdad-, de la solidaridad –su otro yo-, la libertad –la de todos- y la belleza –en cada uno-, configurando así su particular universo: «¿Quién va, Belleza, a dudarme de ti? / ¿Dime, tú, quiénes fuimos? ¿Recuerdas? Domésticos de / una Verdad tan elástica como una venda ideal de Justicia […] Frágil es la belleza, su dureza / pervive en las espinas y en el nácar al naufragio / que el erizo y la concha proporcionan. Tú , que has sentido el peso de lo intacto, / cúmplase que te amaron». El poeta ha de buscar en su interior que es donde habita la verdad, que así dijera Agustín de Hipona, de tal manera que la voz ha de convertirse en grito y en reproche que defiende la libertad y la solidaridad entre seres humanos: «Ni he muerto, ni han vencido. / El tiempo para decir Basta / ha comenzado. Ahora el mundo / se sumerge donde los cielos son / y nos amamos. Puedes / cerrar los ojos, / olvidar la tierra». Pero si hay un poema llave en este libro no puede ser sino “Perito Moreno”, que viene a resumir todo lo dicho hasta ahora, concretado más si cabe, en estos versos: «Perito Moreno nunca es como tú o como yo, / ni es una ciudad, ni un parque: / Es un corazón que se hunde en el mar. / Es el llanto de un glaciar derritiéndose». Este es el mundo creado y la voz alarma de un poeta: José Cabrera Martos.
JOSÉ CABRERA MARTOS
Título: Manumisión
Autor: José Cabrera Martos
Editorial: Valparaíso (Granada, 2018)

LA CASA DE LA ALMEDINA


SALÓN DE LECTURA ________________________ José Antonio Santano

LA CASA DE LA ALMEDINA

LA CASA DE LA ALMEDINA
Ocurre con frecuencia que cuanto más cerca tenemos las cosas menos las valoramos. Es inexplicable, o tal vez no, que todo se trate de esa enfermedad tan española de despreciar lo nuestro, de ser incapaces de reconocer la valía de las cosas materiales y de las personas que nos rodean, consecuencia de ese defecto tan español también que es la envidia, amén de otro que campea a sus anchas como es la falta de curiosidad, que deviene en ignorancia supina. Y claro, cuando todo esto lo mezclamos en la coctelera de la vida el resultado es una bomba de relojería que en cualquier momento nos puede estallar sin más. El abandono del pensamiento y las ideas, desentenderse de lo que es natural y nos afecta a todos como seres humanos no puede traer sino terribles consecuencias. Por ello un simple libro puede ser a veces nuestra salvación, si no definitiva, sí temporal, devolviéndonos así de nuevo la esperanza en la capacidad del hombre para transformar el mundo. Y exactamente eso ocurre cuando cae en nuestras manos un libro como “La casa de la Almedina”, de Alfonso Berlanga Reyes. Un poemario que aúna estética y ética, que bebe de la más grande tradición poética universal para expresar con un estilo inconfundible en la voz de Berlanga tanto la cotidianidad como la profunda reflexión que va de la metafísica a la filosofía, incluso de la mística cristiana a la sufí. Estética y ética, porque la poesía es belleza en sí misma, «conocimiento en tanto percepción de emociones vivida de modo particular», como así dijera Carlos Bousoño; también ética como actitud ante la vida y los comportamientos humanos, discernimiento entre los conceptos antagónicos del bien y el mal. “La casa de la Almedina” corrobora una vez más (Berlanga ya lo hizo en su anterior poemario “Son aymara”) la fuerza de la palabra como único sostén de la poesía, sin olvidar que su máxima expresión se complementa con su preocupación por lo social, por todo cuanto toca la vida del hombre en la tierra. Berlanga es un poeta grande, de largo recorrido, que usa un léxico portentoso y diamantino, y su poesía, por tanto, extraordinariamente bella y lumínica, como el barrio de la Almedina representado en este poemario. 

ALFONSO BERLANGA


Con la sabiduría que le caracteriza Berlanga ha construido un discurso de belleza indiscutible, con multitud de imágenes, rítmico, con métrica de versos de arte mayor en los poemas más destacables y un estilo propio que lo diferencia y distancia, afortunadamente, de las corrientes estéticas actuales. “La casa de la Almedina” está compuesto de tres partes o bloques y una adenda. En la primera parte, “Almedina de luz” (dedicada a la memoria de Jesús Bustos, que fuera maestro y amigo del autor), el poeta fija su mirada en el propio barrio de la Almedina: sus calles, sus gitanos, su Alcazaba, su luz y sus realidades (pateros, refugiados, prostitución), su Almedina ya, como así lo expresa en estos versos:«Yo, Almedina, estirpe de canción y morería, / profundo relicario de amor y desventura, / reguero de silencios en dormidas terrazas, / mástil de mil conquistas y tules de Damasco, / esotérica imagen de tantas otredades, / desnutrido silencio que escapa sinuoso, / maldigo a quien se mofa de mi impúdica cara / y a quien sueña en mi nombre su esperpéntica risa». Pero si hay un poema determinante y contundente en verso alejandrino es, sin lugar a duda alguna, el que titula “Se fue por el camino de la noche”, que dedica a su maestro Jesús Bustos, in memoriam. Es tal el dolor del poeta que, no puede sino crear en su máxima expresión, los versos más bellos y sabios, también los más amargos: «¡Cuánto dolor tu ausencia, tus ojos luminosos, / tu estar tranquilo y dócil a pesar de los años, / tu magnánima sombra cobijando mis sueños! // No podré ya contigo compartir mis fracasos / ni los dulces paseos de palmeras y espumas, / torceré mis silencios en un mundo de absurdos / y me uniré contigo por la noche infinita». De la segunda parte “La casa de la Almedina” destacaría el poema “Zaguán”, en él Berlanga nos muestra ese otro rostro de la casa en su abisal soledad, las sombras que la habitan en el transcurrir del tiempo: «Aterido en su soledad queda el zaguán / como la casa herida y soterrada / soñando despertares de azucenas / y trinos lucernarios que de otra voz expiran». De la “Almedina de ausencias”, tercera parte del libro, fluye el amor a borbotones, vivir la ausencia de la amada y la espera de su regreso originan en el poeta una continua desazón, creciente desaliento, como el que expresa así: «Sin tu presencia vencida está la casa, / turbia de pensamientos / y de rostros ateridos, / de palabra sin esencias, / de la luz que se escapa por la altura / y del amor que, ausente tú, no existe». Pero no es verdad que no exista el amor, todo lo contrario, pervive en el poeta y el hombre y así lo declara abiertamente: «Te quiero en la totalidad de mi existencia oscura, / en todo lo que vive en mi mundo encallado, / en la fragilidad perenne que en tu ausencia es olvido». En la Adenda, dos personajes, Paco (el tapicero) y Lola (la gatuna) resumen la vida de los habitantes de la Almedina. Como conclusión y en palabras del Peñalver: «Alfonso Berlanga ha conseguido la perfección por no creer en la perfección… ha logrado ser un grandioso poeta por creer en la poesía». Irrefutable aserto.

LA CASA DE LA ALMEDINA





Título: La casa de la Almedina
Autor: Alonso Berlanga Reyes
Editorial: Alhulia (Granada, 2018)


ANTE EL MAR, CALLÉ

SALÓN DE LECTURA _________________________________ José Antonio Santano
EL OLIVAR DE LA LUNA
ANTE EL MAR, CALLÉ
Aparece una y otra vez, en multitud de ocasiones viene siendo así. El mar, la mar es motivo de expresión artística, trasunto del pensamiento humano. El hombre y el mar, la mar, frente a frente, desnudos uno y otro, sin disfraces. Bravos y serenos ambos. Inmenso el uno y desvalido el otro. Vida y muerte. Goce y tristeza, melancolía de la pérdida. Y así en todos los ámbitos de la vida, también en la literatura, en la poesía y su gran universo, más allá incluso de la ficción, del sueño. El mar, los mares y océanos que bañan la tierra, ese cosmos del azul perpetuándose en la infinitud del misterio y la magia. El mar como puente entre continentes y civilizaciones, mito y leyenda. En el poema “El mar” de Jorge Luis Borges podemos leer: «Antes que el sueño (o el terror) tejiera / mitologías y cosmogonías, / antes que el tiempo se acuñara en días, / el mar, el siempre mar, ya estaba y era. / ¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento / y antiguo ser que roe los pilares / de la tierra y es uno y muchos mares / y abismo y resplandor y azar y aviento?». Quizá sea todo eso y más, un ser en muchos, quizá pongo por caso, silencio solo, un atronador silencio. Un canto inextinguible, como el que hallamos en el poemario “Ante el mar, callé”, edición bilingüe español-portugués, con traducción de Eduardo Aroso, de Alfredo Pérez Alencart (Puerto Maldonado, Perú, 1962), poeta y ensayista, profesor de la Universidad de Salamanca y coordinador de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que vienen celebrándose en Salamanca desde 1998. Responde el poemario de Alencart a ese silencio del que hablaba en líneas anteriores. El poeta no puede sino callar ante la infinitud añil de las aguas del Atlántico, al que vuelve para saldar una deuda ancestral y cantar así al Amor y su grandeza. Alencart sabe bien de los éxodos y los encuentros, del goce y las tristezas, ama la vida en sí misma, con sus adversidades y dichas, su patrimonio es la naturaleza y la hermandad del género humano, el Amor, de nuevo, entre iguales. En esta mirada al mar Atlántico desde Figueira da Foz, el poeta siente la llamada de sus ancestros; el eco poético de Pessoa, Torga o Unamuno, y así la vida que regresa a la entraña misma de la luz, del poeta incansable que busca a cada instante el asombro que produce siempre la vida, incluso en los momentos más adversos. Pérez Alencart ha sabido conformar un libro lúcido y reflexivo, como viene siendo habitual en él, con una frescura envidiable, desde el abismo oceánico del verso inagotable.
ANTE EL MAR, CALLÉ
ANTE EL MAR, CALLÉ
 El poeta es heredero del azul, ese que remonta el cielo o el que cubre la tierra con sus aguas: «Heredo lo azaul. / Mi voz elije su hospedaje y siembra en primavera y se desoculta / desde altísima ventana. / A cada instante un sueño o una ola. / A cada día un nuevo bautizo. / A cada estremecimiento / la abolición de los desdenes. / Inútil tratar de huir de aquí». No hay escapatoria. El poeta se ha fundido a la mar, son ya, mar y poeta, un mismo cuerpo. Portugal es para el poeta un país amigo, hermano mejor, con el que mantiene estrechos lazos a través de sus poetas y escritores, como se puede comprobar en el poema IV, particular homenaje a Pessoa: «Libélula impaciente, desde el 35, / sea Álvaro / o Bernardo, sea Ricardo o Alberto, / sea Alexander o Antonio al vaivén del repliegue en sí mismo, / absorto en otras existencias que apresan su insaciedad / y le marcan como hierros lejos de su cuerpo. / Su huella está en la cumbre, hecha brasa»; también su recuerdo inolvidable al escritor y poeta portugués Miguel Torga, a quien dedica estos veros: «Por Buarcos pasea, sin más lujos que su antigua mirada montañosa. / Interrumpe la consulta, deja de ver lánguidas peceras, / y sale a capturar la fuerza que concentra el mar». Y cómo no, en la esencia cultural lusitana, el fado, ese desgarrado canto que nos colma de nostalgia en el tiempo y en la voz de Amália Rodrigues: «Tiemblan las hojas ante la voz soberana de Amalia. Mientras, ella ahora duerme en su otra Odisea, en su otro misterio, / renaciendo en la espesura de esta noche de vigilia / cuando suena su voz alrededor mío. El fado me comparte su memoria, su íntima palabra que traduzco / con el alma de Amalia por testigo». Portugal y, en su nombre, Figueira da Foz se alza sobre el cielo: «¡Figueira, tu costumbre empieza junto al mar que te visita! ¡Figueira, interrógame desde el fondo de tus edades, / desde tu orfandad que se confiesa al cielo, desde tu propio destino!». El mar, la mar en sus olas y espuma de ida y vuelta, encuentro siempre, que no olvida a Salamanca y el magisterio humano de Unamuno: «He de volver a la playa para saludar al viejoven Rector». En el poema final del libro, Pérez Alencar salda su deuda con su pasado, el Atlántico en Figueira y Salamanca, y escribe: «Soy espejo: soy paisaje interior: soy memoria: soy borde azul / en el centro aún terrestre: soy alto en el camino: soy asombro…». La mar y sus silencios en la destacada voz del poeta peruano- español Alfredo Pérez Alencart.
ALFREDO PÉREZ ALENCART
Título: Ante la mar, callé
Autor: Alfredo Pérez Alencart
Editorial: Labirinto (Portugal, 2017)

BARMINÁN. LAS HOGUERAS DEL INQUISIDOR LUCERO



SALÓN DE LECTURA por  José Antonio Santano


No es de extrañar, y ocurre con frecuencia, que las obras que obtienen los primeros premios son menos valiosas que aquellas que quedan finalistas de esos mismos premios. También sucede con las óperas primas, la primera obra de un autor siempre está abocada al silencio, por razones múltiples que no podemos enumerar aquí. Tanto en un caso como en otro comprobamos, con sorpresa, que no siempre es así. Hay ciertos libros que están destinados a las minorías: lectores de sólida formación literaria y, en algunos casos a críticos insobornables, honestos e intachables, minoría de minorías al fin y al cabo. El caso que nos ocupa es una “ópera prima”, la primera obra narrativa de Juan Naveros Sánchez (Castillo de Tajarja, Granada, 1952), de título “Barminán. Las hogueras del inquisidor Lucero”. Ya desde el título imaginamos su temática, histórica sin duda y sobre un hecho y una institución, que horrorizó no solo a la sociedad de aquella época (siglos XV-XVI), sino a las posteriores también. Hablamos de la expulsión de los judíos sefardíes y de su persecución, tortura y ejecución por herejes de los que quedaron en España y se sometieron al cristianismo (conversos). A simple vista podríamos decir que se trata de una novela histórica más, con los aditamentos y recursos propios de tal género. 

Pero no, eso sería menospreciar la capacidad de creación de su autor y su madurez literaria, aunque sea esta su primera novela. Naveros aporta a esta narración no solo conocimiento (rigurosa documentación histórica), sino solidez discursiva, uso de lenguaje, capacidad de ambientación, acertadísima descripción de personajes y situaciones, de tal manera, que el lector tiene la sensación de estar viviéndolas al mismo tiempo. Naveros ha sabido transmitirnos con un estilo encomiable una historia que, a pesar de contener páginas y páginas de verdadera crueldad, es todavía verosímil y de una coherencia literaria indiscutible. Partiendo del hecho histórico del Auto de Fe llevado a cabo el 22 de diciembre de 1504, en el que fueron quemadas en Córdoba ciento cuatro personas por mandato del inquisidor Lucero, entre ellas el protagonista de la novela Juan de Córdoba Membreque, Naveros edifica un corpus narrativo extraordinario, sostenido en su brillante ejecución por el conocimiento de la más grande tradición literaria española. Tanto en su estructura como en los recursos empleados, pongamos por caso el de la N.M (Nota Manuscrita) que nos dibuja más exactamente el estilo de su autor y el pensamiento más profundo, hasta el manejo de los personajes protagonistas como los muchos secundarios, la recreación de los diferentes ambientes (calles, hogares, cárcel, Tribunal de la Inquisición, interrogatorios, etc) y exactitud en la utilización del tiempo narrativo y el espacio, hacen de Naveros un narrador con y de futuro. Pero entre tanto terror, de antes y de ahora, porque no podemos olvidar los actuales de las guerras fratricidas y los éxodos hacia ninguna parte y las muertes, siempre nace una esperanza, esa que brilla en los labios de los amantes, la que aviva el cuerpo y el alma, así en el umbral de la muerte de Juan Sara piensa: «Y mientras le besaba los ojos tratando de reducir su fiebre, seguía desgranando pensamientos deslavazados y agotados: -¡Si pudiera, destruiría el mundo en este instante! –Breve silencio en el que le acarició dulcemente la cara-. Solo en un momento como este se llega a entender que los que se aman, incluso muertos, no mueren nunca. –Y fuera de sí gritó a la oscuridad que empezaba a disiparse-: ¡Las voces de vuestras víctimas clamarán justicia contra vosotros desde el mismo seno de la tierra! –Y con una sonrisa irónica y lobuna, sentenció para mitigar su dolor-: ¡Nadie me podrá arrebatar el sabor de la ternura que bebí con su saliva! Con todo, si tuviésemos que resumir en pocas palabras esta admirable novela, bien vendrían las que el propio protagonista, Juan de Córdoba Membreque, deja manuscritas en una de sus muchas notas. Así escribe: «¿Cuál será el hombre del futuro? ¿El manso o el violento? Solo Dios, que no se deja encandilar con los boatos de ninguna religión, lo sabe. 

Pero quisiera creer que el hombre, por evolución natural, aunque no por los dictados de su avara inteligencia, aprenderá de tantos horrores y lamentos, guerras y amarguras y se transformará en manso y noble. Elaborará leyes que inspiren la virtud, el esfuerzo y la solidaridad universal con menosprecio de razas, apellidos y creencias. Tal y como aprendió a dar vida a un tosco mármol, aprenderá de sus propios monstruos, apaciguará la historia y hará más habitable la tierra». La historia contada en estas páginas, aunque sea terrible, tiene la virtud de que su autor ha sabido conjugar todas las circunstancias históricas, sociales y culturales de la época para crear un discurso narrativo sólido e ingenioso, donde el particular estilo, además de un preciso léxico y una continuada reflexión sobre lo humano y lo divino, alumbrarán al lector en esta sugestiva aventura. Ojalá nunca más se oiga esta exclamación hebrea: Barminán, que no quiere decir sino ¡Que la Providencia nos proteja!, señal de que el horror haya sido sepultado definitivamente bajo la tierra. Una novela singular y un autor para no perder de vista.


Título: Barminán.
 Las hogueras del inquisidor Lucero
Autor: Juan Naveros Sánchez
Editorial: Nazarí (Granada, 2017)


MADRE DE LECHE Y MIEL de NAJAT EL HACHMI


MADRE DE LECHE Y MIEL 
de NAJAT EL HACHMI
Editorial Destino 2018

Por María Ángeles Lonardi

Es una novela feminista, que reivindica el lugar y la voz de las mujeres y dice la autora “Me apetece mucho hacer literatura sobre todas las mujeres que he conocido porque están totalmente olvidadas” Najat El Hachmi

Y ¿quién es Najat El Hachmi?
La autora nació en Beni Sidel Marruecos en 1979. A los ocho años se trasladó a Vic, ciudad donde se crió. Estudió Filología Árabe en la Universidad de Barcelona y ha sido mediadora cultural en Vic y técnica de acogida en Granollers.
En 2004 publicó su primer libro, Jo tamé sóc catalana (Yo también soy catalana). Le siguieron el último patriarca (2008, premio Ramón LLull, Prix Ulysse y finalista del Prix Mediterranée étranger), traducida a diez idiomas; La cazadora de cuerpos (2011), publicada en castellano, inglés  e italiano y La hija extranjera (2015, premio BBVA Sant Joan y premio Ciutat de Barcelona). Colabora habitualmente con el Periódico de Catalunya.

Madre de leche y miel narra en primera persona las peripecias de Fátima, madre de Sara, que deja el Rif, al norte de Marruecos, el lugar donde nació, para ir en busca de una nueva vida en Barcelona con su hija pequeña.

La novela comienza cuando la protagonista regresa a su pueblo natal y narra oralmente a sus hermanas casi todo lo ocurrido y las vivencias soportadas para lograrlo. Como Sherezade narraba en “Las mil y una noches”, con todos los detalles. Les contará lo que quieren oír, dejándose llevar poseída por una ancestral virtud, muy destacada del pueblo marroquí, los “cuentacuentos” que se pueden encontrar en la plaza de Marruecos.

Se guarda detalles escabrosos, pero sabe ahondar en lo más importante. Y además, el libro contiene al final un glosario de terminología y significado para que el lector no se pierda ningún detalle y conozca, con más exactitud, los términos y giros costumbristas de la región. Esto enriquece el vocabulario de cualquiera  y genera una amplitud de miras que se agradece y mucho.

Los personajes están muy bien traídos y van dando forma a la novela y la enriquecen. Fátima es muy creíble, Sara y los demás personajes también. Sus perfiles son defendibles y emocionalmente tan normales como cualquiera de nosotros. Asumen las dificultades y las enfrentan como cualquiera lo hace y eso los humaniza.

El mensaje cobra sentido. Se trata de reivindicar el lugar de la mujer en la sociedad. Revalorizar la mujer que se atreve a salir adelante a pesar de las adversidades. Destaca la capacidad de lucha, de convertirse en el “hombre” -como dice Fátima en una parte del texto- “Seré el hombre, me aguantaré el hambre” para que no le falte el pan a mi hija, “seré el padre de mi hija” y se sobrepone a todo, se fortalece y se empodera.

NAJAT EL HACMI y MARÍA ÁNGELES LONARDI
Es una novela muy bien narrada, dividida en dos partes con diecisiete capítulos la primera parte y dieciocho capítulos la segunda y un Epilogo, muy original, que es una carta sonora de una madre clamando porque regrese su hija.
Excelente dominio del lenguaje, testimonial en algunos casos, de vivencias transmitidas de madres a hijas o de abuelas a madres, que revelan un muy cercano y esclarecedor conocimiento de los temas abordados.
Una característica más que quiero subrayar, es que hace referencia a los años lunares y no al año calendario gregoriano, para ir marcando la edad de los protagonistas.
Propicia los saltos temporales del narrador; así se materializa una anacronía muy interesante. Este recurso consiste en que dos líneas temporales se van entrelazando a lo largo del relato. Como podemos observar hay datos del pasado en el Pozo de Higueras y del momento de la vida en Barcelona. Esos son lugares físicos donde se localiza la narración. Najat va haciendo un recorrido vital en paralelo entre el momento del regreso a Marruecos y la vida en Barcelona y a posteriori.

Se destaca la profunda escisión de los dos mundos y las vivencias muy diferentes, dependiendo de dónde se produzca este fenómeno migratorio y lo que ello conlleva. Es un retrato realista y convincente del conflicto emocional, de la compleja realidad cultural, social y personal que acarrea la condición de madre inmigrante. Muestra la realidad del mundo rural rifeño y de lo que supone dejar ese mundo atrás y ser mujer hoy en día, en un lugar completamente distinto.

Y ensalza a las mujeres y les da un lugar preponderante en el núcleo familiar y social, en cuanto ellas son las encargadas de transmitir la tradición ancestral, por ejemplo cuando narra los cuentos de su niñez  y el deseo de que su niña conozca también a la Nunya, personaje similar a Rapunzel de la que le hablaba su abuela.

Es muy valioso mantener las tradiciones heredadas ancestralmente que hacen a la esencia de nuestros pueblos, que nos enriquecen culturalmente y como sociedad.

Reconozco en estas páginas una historia de superación personal, de lucha interna, de esfuerzo para derribar barreras, de sacar fuerzas para salir adelante. Mujeres ejemplo de lucha y abnegación, de heroísmo cotidiano y silencioso.

Como escritora celebro que Najat haya escrito esta novela, que está muy bien lograda. Es un valioso testimonio de una historia que puede ser biográfica, aunque intuyo que no en su totalidad, donde la realidad y la ficción se unen en una línea imperceptible.

Y como mujer, agradezco que Najat haya escrito este libro por todas las mujeres que no pueden contar su vida, que no tienen voz y por las que, están totalmente olvidadas y abandonadas a su suerte; condenadas al silencio, a la soledad, al ostracismo…

Saber de esta historia, nos hará ser más comprensivos con estas mujeres, nos ayudará a empatizar aún más con ellas, y por qué no,  le puede servir de ejemplo a tantas mujeres que creen que están solas, que creen que todo es imposible y que no hay salida. No es así, Fátima es una prueba de ello. Najat, como escritora joven y mujer moderna que es, es una prueba de que la mujer tiene un lugar muy importante en esta sociedad; nazca donde  nazca, venga de donde venga, tenga el color de piel que tenga y crea en lo que crea, porque todos somos iguales y porque las mujeres, como los hombres, tenemos mucho que contar, somos parte imprescindible y basamento, pilar fundamental de las familias y de cada sociedad.

Como dijo la autora en la presentación de su novela en la Feria del libro de Almería: “casi todas las madres dan leche, pero no todas pueden dar miel”

Descubrir el verdadero valor de esta mujer, MADRE DE LECHE Y MIEL es el reto. Dar visibilidad a aquellas que se atreven a enfrentar hasta sus propios miedos y contarnos de forma impecable esta historia entrañable de una mujer del rif, fue el reto de Najat. Ella ha cumplido, y con creces,  ahora nos toca a nosotros.                                             


Almería, 3 de mayo de 2018.